Sociedad
PROHIBIDO COMER CARNE: y otros mandamientos de la Ley de Bill Gates que nos van a IMPONER
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4 años agoon
[C]on renovados bríos han arreciado las predicciones y planes tenebrosos de Bill Gates. Previsor, viendo que no rendiría mucho más la estrella distópica del covid, el buen Bill ha vuelto a su zona de confort: El Cambio Climático. No es él únicamente, no está solo. Los guardianes de la humanidad ya declararon repetidamente que el covid-19 ha sido sólo un ensayo de lo que se nos viene encima si no se aborda un “reseteo” gigantesco de la humanidad para enfrentar el desafío climático. Élites culturales, políticas, empresariales o espirituales ya están volviendo al mecanismo más rendidor, el que sirve si hace mucho frío o mucho calor, si hay plagas o desaparecen especies, si crece la violencia en África o la depresión en Alaska, todo, pero todo lo que la imaginación pueda soñar es atribuible al Cambio Climático.
El objetivo de Bill Gates siempre es salvar al mundo. Para esto resulta sumamente necesario que el mundo esté en peligro
Pero Bill, ay, Bill, siempre demanda un poco más de atención. Más que el Papa, más que Greta. Bill es el líder moralizante por antonomasia, juega a Dios. Los desvaríos de un millonario loco no deberían preocuparnos si no fuera porque el Gates Way, en su megalomanía, desnuda lo fácil que resulta que un demente lleve a cabo sus experimentos, usando a la humanidad como un ratón de laboratorio. En un mundo tan dado a las teorías conspirativas, Bill ha sido acusado de ser protagonista de ocultos planes. Pero resultan francamente innecesarias las acusaciones contra Bill Gates, cuando la prensa a favor nos puede revelar mucho más.
Y es que en el deseo de vanagloriarse, el matrimonio compuesto por Melinda y Bill Gates gasta enormes fortunas en difundir sus proyectos y en sus proyectos reside el verdadero espanto. La enumeración puede ser tediosa, de forma tal que sólo algunos ejemplos pueden ser suficientes: Uno de los presupuestos más abultados en experimentos de geoingeniería consiste en rociar la estratósfera con cloruro de calcio para reducir el calentamiento global. Se trata del desarrollo de una potencial tecnología para oscurecer al Sol (si, quiere tapar al Sol) y reflejar la luz solar de la atmósfera de la Tierra. También ha conseguido el permiso para liberar millones de mosquitos genéticamente modificados al sur de Florida en otro experimento salvador. ¡El tipo es más peligroso que la ira de cualquier deidad mitológica!. Ha hecho del tratamiento de excrementos un espectáculo al beber agua, supuestamente, derivada de heces de un aparato que recicla caca en minutos y con el que prometió solucionar la sanidad del tercer mundo. “Hace una década no me hubiera imaginado que llegaría a saber tanto sobre heces”, dice Bill “Y tampoco me imaginaba que Melinda me diría que tengo que dejar de hablar sobre inodoros y lodos fecales en la cena”, añadió haciendo alarde de lo que debe considerar humor. Todo esto no es una novela de thriller ficción, estas son las terroríficas maquinaciones del buen Bill.
Su prometida salvación es comunitaria, aquí no caben las voluntades individuales y la conversión del descreído no debe terminar nunca.
Su objetivo siempre es salvar al mundo. Para esto resulta sumamente necesario que el mundo esté en peligro. Ya hemos visto lo útil que resulta el miedo, como se agigantan los tentáculos de los poderosos cuando se nos impide razonar. Estamos a punto de cumplir un año de entrega sumisa de nuestras libertades para que nos hagan sentir a salvo. Es en la alarma, en la emergencia donde se despliegan los artilugios del poder.
Así que Bill necesita salvarnos como sociedad. Su prometida salvación es comunitaria, acá no caben las voluntades individuales y la conversión del descreído no debe terminar nunca. Si se han de censurar las redes, si se deben cancelar personas, no importa. Nada debe contradecir a Bill porque él nos va a sacar de la catástrofe inminente aún en contra de nuestra voluntad. Bill es un moralizador, un narcisista y solo él puede guiar al mundo hacia la salvación.
Prácticamente la totalidad de las personas con decisión de las Cumbres de la ONU tienen conexiones fuertes con la Fundación Gates
Y en este afán de velar por el bien del mundo, Bill la emprendió, también, contra la carne. El razonamiento es siempre sencillo: vacas-gas-calentamiento-cambio climático. La validez científica y la confrontación de la teoría con la realidad no es válida para Bill, él está más allá. Ha fracasado en innúmeras predicciones y hay cientos de denuncias por sus escabrosos planes de ingeniería social. Pero al moralizador no le importan los resultados reales, sólo lo que se ajuste a sus provechosos disparates y ahora toca al futuro de los alimentos, o sea su “carne” de mentira.
La Fundación Gates invirtió en una compañía que hace proteína comestible a partir de billones de moscas que producen 22 toneladas diarias de gusanos cultivados, también hacen huevos vegetales y son dueños de patentes de más de 100 sustitutos animales, del pollo al pescado. Para promover su experimento de alimentos, Gates creó la Alianza Global para la Nutrición Mejorada (GAIN) con la que hace lobby para obtener tarifas y tasas favorables para los alimentos procesados y fortificados y una revisión regulatoria más amigable para sus productos. El Foro Económico Mundial, el hacedor de El Gran Reseteo, promueve una organización llamada Foro EAT, conocida como el “Davos de los alimentos” que recibe, casualmente, financiamiento de la fundación Gates. A propósito, es la Agenda 2030 del Foro Económico Mundial, la que también lanzó la premisa de que “En 2030 no comerás carne” con el objetivo de salvar al mundo, casualidades.
Los organismos internacionales son presa del conglomerado “filantrópico” que los usa para influenciar la política global sin recurrir a los engorrosos mecanismos democráticos
La ONU es convocante de una Cumbre de Sistemas Alimentarios en 2021. Guterres, su director, ha declarado que la Cumbre ha sido solicitada por la Organización de Alimentos y Agricultura de la ONU (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Foro EAT. Bill Gates financia a las cuatro organizaciones. ¡Y esto se pone mejor! Guterres designó a la Dra. Agnes Kalibata a cargo de la Cumbre. Kalibata es la Presidente del programa AGRA de la Fundación Gates, responsable de la fallida Revolución Verde en África que cuenta con denuncias gravísimas por estafas, corrupción y sobre todo por la implantación de planes agrícolas no adecuados que produjeron enormes tragedias.
La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU se anunció en paralelo a la Conferencia del Gran Reseteo. Organizaciones de monitoreo y la prensa han denunciado que prácticamente la totalidad de las personas con decisión de la Cumbre tienen conexiones fuertes con la Fundación Gates. La Dra. Kalibata hizo un fuerte llamamiento a los participantes de la cumbre a atender la urgencia… ¡climática, claro! Dijo que quedaban 10 años para acelerar la transformación de los sistemas alimentarios para cumplir las Metas de Desarrollo Sostenible con respecto al clima, la nutrición y “hacer de los sistemas alimentarios inclusivos, adaptados climáticamente y resilientes y apoyar la paz sustentable.”
El lobby del filántropo permite que Beyond Meat (BYND), una compañía de carne falsa de su propiedad haya incrementado el valor de sus acciones en un 859%
Cuando el loco Bill se sienta a barruntar los problemas y las soluciones, sus delirios se vuelven reales para la humanidad. Sus deseos de controlar el mundo y, con él, a nosotros ni siquiera nos dan el resuello en la paz en la vida privada. Su ingeniería entra en nuestra mesa, nuestro ocio, nuestra cultura, nuestra salud, nuestra higiene.
Bill es el epítome de ese puñado de sociópatas convencidos de que deben rediseñar a la humanidad conforme a sus diagnósticos, pronósticos y resoluciones. Nadie se los pidió y a nadie consultaron, son personajes sin cargos públicos, que no necesitan pasar por el barro de la política para disponer a sus anchas de las directrices internacionales que se bajan a los gobiernos. ¿A santo de qué puede Bill hacer estas cosas? Es el mecanismo de financiación de los organismos internacionales lo que acá está en discusión. Urge poner en tela de juicio la telaraña de canales de financiación del entramado supranacional que dicta los lineamientos a los países miembros.
El covid ha sido una muestra de cómo funcionan los directivos de estos organismos sintonizados con la ideología del filantrocapitalismo
Por ejemplo, casi un cuarto de los jueces permanentes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos provienen de siete ONG, muchos de ellos han intervenido en casos que involucran a sus organizaciones originarias. Personajes como Gates financiaron al Consejo de Europa hasta el 2014. Cuando esto se modificó, el Consejo estableció un fondo especial para recibir contribuciones voluntarias extrapresupuestarias, guiño, guiño. La Fundación Gates pasó a ser el primer financiador de la OMS cuando EE UU le retiró el apoyo, muy por delante de Alemania o Gran Bretaña. La vulnerabilidad de la independencia es evidente. Los organismos internacionales son presa del conglomerado “filantrópico” que los usa para influenciar la política global sin recurrir a los engorrosos mecanismos democráticos.
Los vínculos entre los organismos internacionales y los “filantrocapitalistas” constituyen el mismo sistema de poder y esa simbiosis es económica y en consecuencia ideológica y política. Por eso Tedros Adhanom, director de la OMS, opina tan idénticamente como Bill Gates, respecto de la relación entre el Covid y el cambio climático. Cuando, durante la pandemia de covid-19, se acusó a Tedros de actuar con negligencia o complicidad con el régimen Chino, la prensa destacó que los contactos más relevantes del funcionario con Estados Unidos no eran gubernamentales ni oficiales; eran Bill y Melinda Gates y el Instituto Aspen y la Escuela de Salud Pública de Harvard, ambos financiados por la Fundación Gates.
El plan de Bill para salvar al planeta nos presagia una vida de esclavos
Gates ha invertido miles de millones de dólares en su Fundación, sobre la cual él y su esposa tienen el control total. La fundación dona a su vez miles de millones de dólares deducibles de impuestos a empresas y organismos supranacionales hecho que lo habilita a forzar tendencias, regulaciones y directrices. Bill está desplegando todo su poder para promover la carne artificial: “Las naciones ricas deberían pasar a la carne 100% sintética para evitar un desastre climático”. El lobby del filántropo permite que Beyond Meat (BYND), una compañía de carne falsa de su propiedad haya incrementado el valor de sus acciones en un 859% y que para 2025 duplique su valor según la revista Forbes.
Lobistas mesiánicos, sociópatas narcisos con delirios de grandeza, creadores de pesadillas distópicas sólo tienen poder sobre las democracias occidentales gracias a la pertinaz decadencia de los organismos internacionales. Tienen razón los líderes de Davos: el covid ha sido una muestra. Una muestra de cómo funcionan los directivos de estos organismos sintonizados con la ideología del filantrocapitalismo y los beneficios de las empresas asociadas a la ingeniería social. Es por eso que resulta tan preocupante. Nos queda pensar a quién le sirve la vida que propone Bill. Porque, para ser sinceros, entre que hay que comer menos carne, limpiarse menos, viajar menos y calefaccionarse menos, el plan de Bill para salvar al planeta nos presagia una vida de esclavos.
Karina Mariani
España
Diez puntos para valorar una teoría de la conspiración (CONSPIROLOGíA II DE II)
Published
1 día agoon
12/10/2024By
Ernesto Milá
Dentro de las posibilidades de esta obra y a la vista de los errores que hemos apreciado en varias de las teorías de la conspiración que hemos expuesto, vale la pena aportar, para terminar, unos cuantos puntos que permitirán al lector valorar la validez de cualquier nueva teoría que se le presente (y que no dudamos que, en tiempos de confusión y crisis como estos, surgirán por todas partes y en cadencia creciente)
1) Remontarse a las fuentes: no todas las teorías de la conspiración son igualmente “solventes”. Con demasiado frecuencia -como hemos visto en estas páginas- se apoyan en bases lo suficientemente dudosas como para poder atribuirles un mínimo de credibilidad: ante una teoría de la conspiración concreta hay que preguntarse: 1) Qué tiende a explicar, 2) De dónde y cuándo ha surgido, 3) Quiénes son sus mentores, 4) Sobre qué documentación fehaciente se apoya… La simple respuesta a estas cuestiones dará el índice de solvencia y credibilidad de una teoría de la conspiración. Y esto es más que necesario a la vista de que, como hemos podido comprobar, es muy frecuente que una teoría de la conspiración parte de un documento falso, de un malentendido histórico, de una fuente leída demasiado apresuradamente y de un error en la importancia que un documento puede haber jugado en una época concreta. Es frecuente, así mismo, que algunas teorías de la conspiración contengan datos que se han arrastrado a la largo de generaciones y que, dados por buenos generación tras generación, luego resulte que se trata de referencias falsas, dudosas o malinterpretadas
2) Remontarse a la época en la que enunció: esto nos dará el cuadro general de los problemas concretos de ese momento histórico y es posible, incluso, que nos sirva para apreciar la validez de una teoría de la conspiración en un momento dado y en de determinada coyuntura histórica, pero sea inaplicable en otro espacio y en otro tiempo. El tiempo suele matar las teorías de la conspiración que pretenden interpretar la historia en función de un único actor conspirativo. Los datos que pueden parecer “convincentes” en un tiempo, ya no suelen encajar con la realidad pocos 20 años después. Entidades de “poder mundial” que fueron determinantes en un tiempo concreto, pasan a ser irrelevantes apenas unos años después, sustituidas por otras. (recordemos la asociación Skull & Bones a la que perteneció la familia Bush y de la que se habló exhaustivamente mientras George Bush fue presidente, o de la Comisión Trilateral a la que pertenecieron buena parte de los miembros de la administración Carter). Cada generación desarrolla sus propios modelos conspirativos y es inútil pensar que el mismo diseño conspirativo se mantiene inalterable durante siglos.
3) Valorar al autor y su obra: habitualmente, todas las teorías de la conspiración tienen un autor. La validez de la teoría, en gran medida, puede ser evaluada en función de la solvencia de este autor, de su prestigio intelectual y de sus posibilidades reales de análisis e investigación. Es muy posible que autores conspiranoicos, por ejemplo, elaboren sus teorías en función de sus lastres psicológicos personales, de sus filias o sus fobias, de sus obsesiones e, incluso de su incapacidad para entender los mecanismos reales y objetivos para interpretar un hecho concreto o una situación histórico. Un autor solvente desde el punto de vista intelectual, un investigador que trabaje según un método científico, es garantía de que sus conclusiones pueden aproximarse a la verdad. Un autor anónimo, aupado en redes sociales, un intelectual que cambie constantemente de opinión, impulsivo, poco reflexivo, excesivamente intuitivo, suele ser garantía de una teoría de la conspiración errónea. Así mismo, un documento espurio, sin garantías de autenticidad, cuyo origen está envuelto en brumas con posibilidad de que se trate de una falsificación, es el anticipo de una teoría conspiranoica falsa o artificialmente creada.
4) Evitar dar por ciertas versiones de una conspiración que se mantienen a lo largo del tiempo utilizando datos repetidos reiteradamente, pero nunca confirmados como auténticos: es muy frecuente que una teoría de la conspiración que se mantiene durante décadas, encuentre a autores poco escrupulosos que dan por ciertos y repiten (“refritos”) datos que la confirmarían, sin antes preocuparse si estos datos son indubitables o bien nunca han sido confirmados. Es frecuente que una conspiración se dé por cierta por el testimonio de un personaje desconocido que asistió a una reunión de conspiradores y luego sintió una necesidad vital de “contar la verdad”. Luego, dando por cierto ese testimonio, el dato se repite una y otra vez en las sucesivas revisiones de la teoría de la conspiración en cuestión. Ahora bien, siempre hay que tener en cuenta que, si ese dato que puede ser calificado como la “piedra fundacional” es falso o erróneo, toda la construcción que se asienta encima es inestable en tanto que igualmente falsa. Aquí puede aplicarse el principio jurídico de “testimonio único, testimonio nulo”.
5) Confrontar la teoría con la realidad: las teorías de la conspiración se confirman o quedan desmentidas a la luz de la realidad. Mientras existe un paralelismo entre el enunciado de la teoría y las situaciones reales que se van sucediendo, la teoría en cuestión queda verificada, pero, desde el momento en el que teoría y realidad divergen, hay que evitar tratar de encajarlas a martillazos. La teoría no ha soportado el choque con la realidad y se ha difuminado. El peor error consistiría en seguir creyendo en algo en función de lo que ya no sirve para entender un proceso histórico. En el período de la primera postguerra mundial, por ejemplo, podía darse por cierto la idea del entendimiento entre judíos laicizados y bolchevismo a la vista de que la mayoría de dirigentes comunistas eran de origen judío. Pero, a partir del estalinismo y de sus purgas -que salpicaron especialmente a grupos dirigentes bolcheviques de origen judío- la teoría ya no era válida.
6) Buscar explicaciones alternativas: en ciencia se dice que “más vale una mala teoría que no tener teoría”. Una “mala teoría” sirve para estructurar conocimientos e interpretarlos, pero también para poder realizar una crítica que puede desembocar en la formulación de una “buena teoría”. Esto implica que una interpretación de la realidad en función de una teoría de la conspiración es un recurso aceptable y necesario solamente en el caso de que no exista otra teoría que interprete mejor los mismos hechos. La mayor parte de teorías de la conspiración tratan siempre de explicar problemas complejos mediante respuestas simples. Pero, en un momento de aceleración de la historia y de cada vez mayor complejidad de las sociedades, es inevitable que la explicación a los procesos que se van desarrollando, sean complejas y tengan en cuenta multitud de factores. Precisamente, esa complejidad es lo que hace difícil que existan conspiraciones que puedan soportar el paso del tiempo y cuyos mentores hayan tenido en cuenta todos los elementos de la ecuación. Esto implica que la validez de una teoría de la conspiración es inversamente proporcional al tiempo que transcurre desde que ha sido enunciada.
7) No perder nunca la objetividad en el análisis de una teoría de la conspiración: habitualmente, las teorías de la conspiración tienen éxito o no a partir del énfasis y de la capacidad de convicción de quienes las difunden, por la espectacularidad de algunos de sus contenidos, incluso por su extravagancia y por los canales en los que difunden (habitualmente redes sociales y grupos formados por “creyentes”) mucho más que por el contenido de los datos que aportan. Estos, no siempre superan la prueba de la veracidad. Es importante para el ciudadano al que le llega una nueva teoría de este tipo, que mantenga el cerebro frío y siempre, a la hora de valorarla, especialmente en estos momentos en donde hay bases de datos suficientes en Internet como para poder evaluar y confirmar o desmentir cada dato, confirme por sí mismo, los datos que le llegan.
8) Discriminar y clasificar las fuentes: Un dato olvidado en una web perdida que ni siquiera indica la fuente, suele no ser fiable, sin embargo, muchas teorías de la conspiración se han elaborado sobre esa base (el Plan Kalergi, como hemos demostrado surgió de una mala lectura de un libro olvidado, escrito por un autor que nunca tuvo una relevancia especial). Es importante a la hora de establecer la credibilidad de un dato aportado en una teoría de la conspiración, el valorar la fuente que lo ha emitido. Para ello, habrá que ver qué otros datos, sobre otros temas, aporta esa misma fuente y, en función de ello podremos establecer si el dato es fiable, inseguro en mayor o menor grado, o simplemente falso. En una publicación poco seria, en una web juvenil, en un foro de noticias que habitualmente sirve para canalizar locuras, fakes y es frecuentado por carne de psiquiátrico, es inútil pensar que vamos a encontrar datos que puedan aceptarse sin más. Los datos aceptables, solamente pueden partir de fuentes solventes.
9) Necesidad de documentos indubitables y testimonios múltiples: hay que desconfiar de “documentos probatorios”, sin padres ni madres reconocidos. Guénon sostenía que una sociedad secreta digna de tal nombre no deja rastros escritos de su actividad. Cuando aparece algún documento emanado por una de estas sociedades, hay que desconfiar sobre su autenticidad. Es demasiado frecuente que se trata de una “pieza de intoxicación”. Cuando se publicaron los Protocolos de los Sabios de Sión, algunos recordaron este principio y, aun antes de que aparecieran todos los datos que confirmaron la mistificación, denunciaron que el documento no solo era falso, sino que era cualquier cosa, menos las actas de una reunión secreta tendente a lograr el dominio mundial. Por otra parte, un dato único no puede confirmar una tesis compleja. En ciencia se dice que “a grandes tesis, grandes demostraciones”: si se quiere demostrar la existencia de vida extraterrestre (una gran tesis), la “gran demostración” consiste en entrevistar a un extraterrestre en la CNN. Frecuentemente, las teorías conspiranoicas, aparte de su escasa objetividad, parten de un testimonio único que, como sabe cualquier jurista, equivale a “testimonio nulo”.
10) Si no se dispone de una teoría “segura”, mejor prepararse para afrontar los hechos: vivimos momentos de crisis a los que se une un proceso de aceleración de la historia que se prolonga desde hace más de un siglo, a velocidad creciente. Cada vez es más habitual que las teorías interpretativas vayan por detrás de la realidad de los hechos. El catolicismo, por ejemplo, ha perdido mucho tiempo, tratando de explicarse el porqué está hoy en crisis, especialmente en la tierra de Europa: y no ha llegado a conclusiones unánimemente aceptadas. La situación es que hoy, además de carecer de teoría interpretativa sobre su propia crisis, se encuentra en una situación prácticamente insalvable: para los católicos, ya no se trata de seguir pensando en los “por qué”, sino más bien en actuar para tratar de salvar lo salvable y evitar la islamización de Europa. Es frecuente, como ya hemos dicho, que una teoría que “funcionó” ayer, ya esté superada poco después. Para apreciar un problema, basta con salir a la calle y observar el entorno: a partir de aquí podrá inferirse si hay tiempo para elaborar una teoría de la conspiración, o será necesario enfrentarse al problema que se percibe con la mayor determinación aun sin haber elaborado una teoría que lo explique.
Es posible que estos consejos hayan decepcionado a algunos. Y, sin embargo, son necesarios a la vista de la facilidad con la que hoy se difunden fakes, se repiten errores, se elaboran o adaptan teorías que no tienen posibilidades de interpretar satisfactoriamente nuestro momento histórico. Vivimos tiempos de repliegue a lo personal, nuestras vidas están encerradas en nuestras terminales digitales. Casi sin darnos cuenta hemos terminado presos, primero del racionalismo, luego de los millones de reclamos que cada día exigen nuestra atención, la mayoría carecen de tiempo para recabar datos y deben fiarse de las teorías de la conspiración elaboradas por otros. Ya hemos visto que, con demasiada frecuencia, estas teorías resultan erróneas. En la soledad de nuestros hogares, nosotros y nuestras terminales digitales pueden estas ofreciéndonos informaciones distorsionadas, incompletas, interesadas, pura intoxicación: de ahí la necesidad de salir a la calle, afrontar el mundo tal cual es, y, aun cuando no podamos hacer nada por rectificar un mundo que se derrumba ante nuestros ojos, debemos procurar que ese mismo mundo deletéreo, absurdo y repleto de distorsiones no tenga entrada en nosotros mismos.
A partir de aquí, las actitudes son dos: la el ciudadano más volcado a la meditación que a la acción que reaccionará tratando se confrontar teorías de la conspiración, sus datos y las responsabilidades contra las que apunta o bien elaborar su propia teoría de la conspiración; o bien, en aquellos en los que algo les hierve en la sangre, más resueltos a la acción que a la contemplación, que tratarán de actuar contra la decadencia o bien de preparar el mundo post-apocalíptico. Sí, porque, a fin de cuentas, la grandeza de nuestro momento histórico es que, con o sin teorías de la conspiración, estamos viviendo el final de una era.
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