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Opinión

Laguarres, bajo el terror rojo. Ad perpetuam rei memoriam

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Laguarres, mi pueblo natal, era y es una localidad situada en el Valle del Isábena, en la comarca de La Ribagorza, provincia de Huesca, en el Altoaragón.

Tenía Ayuntamiento propio, con idéntico nombre que el pueblo, y pertenecía al partido judicial de Benabarre, villa situada a solo quince kilómetros.

En su día escribí y publiqué a mis expensas el libro “Laguarres, Apuntes Históricos” (Zaragoza, 2009, Grau Editores), posteriormente “republicado” en edición digital por Amazon, ante los pedidos procedentes de Argentina y otros países sudamericanos, a dónde habían ido a parar emigrantes del pueblo.

Pasé sobre ascuas por los triste episodios de la guerra civil (más bien incivil), por entender que era preferible no escarbar en las heridas, que tanto dividen a las poblaciones, y que en estos días que corren, “gracias” a la mala fe de Zapatero y “Maduro” Pedro Sánchez, se están exacerbando ad nauseam.

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Pero como en estos últimos años, y por desgracia, se está “reescribiendo” la historia, adecuándola a los intereses de los que perdieron la guerra civil, pero que según ellos mismos eran los buenos, mientras que los que reaccionaron contra los asesinatos, abusos y arbitrariedades republicanas eran los malos, no me ha quedado otro remedio que poner negro sobre blanco lo sucedido en mi pueblo natal. Y luego, que cada uno opine lo que quiera. Pero con conocimiento de causa.

Laguarres, según los censos, en el año 1930 tenía 427 habitantes, y en 1949 solamente 305, lo que supone la pérdida de una cuarta parte de la población.

¿Qué pasó con la llegada de la segunda república, y la toma del poder por los elementos “revolucionarios” y el posterior Alzamiento Nacional?

Pues nada bueno, como veremos a continuación.

Debo a la amabilidad y pericia informática de don Javier Cordero Aparicio, teniente coronel del ejército, la obtención de todos los datos relativos a Laguarres, y que figuran en la llamada “Causa General”, bajo la siguiente signatura: ES.28079.AHN/2.2.2.1.21.1.4//FC-CAUSA_GENERAL, 1410, Exp. 24.

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Es decir, no voy a inventar nada, como hacen últimamente muchos “historiales” de izquierdas, que pretenden reescribir la Historia de España, sino simplemente a transcribir parte de los textos, aquellos que están mecanografiados, y por lo tanto son legibles, pues hay otros documentos escritos a lápiz, que aunque también han sido escaneados, soy incapaz de descifrarlos.

Copio textual la declaración prestada el 13 de julio de 1943 ante el Sr. Fiscal delegado para la instrucción de la Causa General de Huesca por un vecino del pueblo, ya fallecido, y cuyos datos personales omito para no perjudicar el buen nombre de sus familiares.

La transcripción es textual, al pedem literae, es decir incluidas las faltas de ortografía, carencia de algunos acentos, etc., del texto original:

“Que el Alzamiento le sorprendió en el pueblo de su naturaleza al que a los pocos días llegaron milicianos armados los cuales destrozaron las cruces del Cementerio y mas tarde el Secretario del Ayuntamiento llamado JESÚS BARRAU, que fue ejecutado por las fuerzas rojas, ordenó que todos los vecinos se presentaran en la Plaza del pueblo y una vez que estuvieron todos en dicha Plaza, puso guardia en las vocacalles Para que nadie saliera obligando pistola en mano a que sacaran las Imágenes y Ornamentos Sagrados de la Iglesia siendo quemadas en las Proximidades del pueblo, ignorando que se hizo con los objetos de valor que en la misma había.

–Seguidamente se hicieron guardias por todos los vecinos en las entradas del pueblo.

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–Que se constituyó el Comité Revolucionario integrado por varios vecinos de los que solamente recuerda los nombres siendo estos Francisco en ignorado paradero; Mariano; en el pueblo; Ramón en el pueblo; Ramon Campo y Jesús Barrau que actuó como Presidente, siendo éste el que daba todas las órdenes.

-Que dicho Barrau tenía detenida a Doña JOSEFA BARRABES en el domicilio de esta sin dejarla salir de casa y teniendo él las llaves de este domicilio y montadas guardias para que no se escapase y en un momento dado poderla asesinar, hecho que no llegó a realizar por haber sido ejecutado después de haber sido procesado por robo de unas treinta mil pesetas en billetes del Banco de unas ochenta piezas moneda oro, varias alhajas y una escritura de varios miles de pesetas, robo que realizó en presencia del declarante a la referida Doña Josefa Barrabes.

–Que no recuerda en que fecha el citado JESUS BARRAU obligó al sacerdote del pueblo D. MARTIN CASTELAR a hacer guardias y que uno de los días en que se encontraba de guardia dicho sacerdote le ordenó que subiera a un coche que tenía para su servicio diciéndole que lo llevaba a Graus, ordenando al declarante bajo amenazas con la pistola a que subiera también al coche con el vecino LORENZO ALONSO que se encuentra en Francia, siendo el chofer un tal Emilio Vilas, natural de Graus que en el año 1.941 se encontraba en Graus, saliendo para Graus, pero antes de llegar a este pueblo pararon en el de Torrelabad, ordenando el BARRAU al declarante y su compañero que subieran al pueblo, al negarse estos les amenazo con la pistola para que lo hicieran y dijeran al alcalde que bajase el sacerdote del pueblo, ignorando su nombre y al hacerlo lo hizo subir al coche y salieron para el tan repetido Graus parando en la puerta del Comité, ignorando lo que hicieron con dichos Sacerdotes ya que el declarante y su compañero se fueron a comprar algunas cosas después de haberle pedido permiso al Barrau, que no recuerda en que fecha el declarante fue llamado por el Jesus Barrau el cual le obligó a que lo acompañara, por lo que por la tarde salieron en el coche de referencia y con el chofer mencionado anteriormente con el que tenía gran confianza Jesus Barrau, ignorando el dicente donde se dirigían, pero al llegar a la casa de campo denominada “La Roca”, sita a unos diez kilómetros de Laguarres carretera de Graus Tremp paró el coche bajando el Barrau solamente y habló a solas con el MAESTRO DE MONDERRODA (Huesca) y a los pocos momentos salieron con el coche siguiendo la misma dirección y parando en la casa de campo llamada “La Huerta” bajando el Barrau y después de beber éste subió al coche ordenando salir para Laguarres, pero antes paró en la casa nombrada antes de “La Roca” y después de hablar como la primera vez con el mencionado Maestro, entraron en un departamento de la casa, saliendo con otra persona, la cual subió al coche con Jesus Barrau y salieron para Laguarres, parando a unos dos kilómetros y haciendo bajar a la persona que había subido a la casa de “La Roca” .a la que obligó a que lo siguiera para la parte de la izquierda dirección Laguarres y a unos doscientos metros de la carretera lo asesinó.

–Que ignora si se cometieron mas asesinatos y si funcionaron mas organismos en el pueblo además del referido Comité y si éste recibía ordenes de otro superior”.

*Abogado, profesor universitario de Derecho y académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.

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2 Comentarios

1 Comentario

  1. Avatar

    Carlos

    07/07/2019 at 14:15

    Historias similares sucedieron en la práctica totalidad de los más de 8.000 Ayuntamientos que hay actualmente en España, y que en esa época debían de ser más de 10.000…
    Sería bueno que se fueran recopilando y publicando estas historias, ante las graves tergiversaciones que estamos sufriendo de los triste episodios de la guerra civil.

  2. Avatar

    Carlos

    04/10/2018 at 17:26

    Historias similares sucedieron en la práctica totalidad de los más de 8.000 Ayuntamientos que hay actualmente en España, y que en esa época debían de ser más de 10.000…
    Sería bueno que se fueran recopilando y publicando estas historias, ante las graves tergiversaciones que estamos sufriendo de los triste episodios de la guerra civil.

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España

Contra la debilidad mental occidental: La esclavitud en el Islam todavía sigue vigente (Y siempre ha apuntado CONTRA EUROPA) Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Introducción a La esclavitud en el Islam, libro que estará disponible en breve.

Durante siglos, especialmente del XVI a principios del XIX, nuestras costas fueron hostigadas por piratas berberiscos. Querían vengar la “pérdida de Al-Andalus” (esto es, la Reconquista). La captura de poblaciones costeras del norte del Mediterráneo para venderlas en los mercados de esclavos del Magreb o negociar su rescate se convirtió en una práctica habitual entre las poblaciones del norte de África. Quienes practicaban estas razzias, que hacían imposible la vida en nuestras costas, eran considerados “yihâdistas”. Este comercio de esclavos europeos existió, por mucho que los “multiculturalistas” de hoy quieran olvidarlo.

Todavía ningún gobierno del Magreb se ha disculpado por estos actos.

*    *    *

LA CAÍDA DEL PRIMER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

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EUROPA NECESITA TRABAJADORES

Hoy, ya nadie puede dudar que el primer argumento que se utilizó para justificar la presencia de compactos núcleos musulmanes en Europa Occidental –aquel que afirmaba que eran necesarios inyectar inmigrantes para pagar las pensiones de los abuelos…– era una simple falacia. La realidad es que, las pensiones de los abuelos –yo lo soy– pierden cada día poder adquisitivo porque a los gobiernos de nuestro entorno les es necesario comprar la “paz étnica y social” subvencionando a los recién llegados. No hay dinero para todos. Y los que llevan las de perder es la parte más débil: los jubilados. La inmigración es hoy una pesada carga económica para todos los Estados que se han negado durante décadas a controlarla.

Desde, como mínimo, 2008, la inmigración ha variado su carácter; hasta ese momento, podía pensarse que los motivos del desplazamiento hacia España se debían a la posibilidad de integrarse en nuestro mercado laboral y, en especial, en el sector de la construcción. Pero, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la mecanización progresiva de la agricultura, las deslocalizaciones y el proceso de desindustrialización creciente, es casi seguro que, hoy, pocos de los inmigrantes que llegan a España, –especialmente los que no tienen ningún tipo de cualificación profesional (esto es, la mayoría)–, tengan como proyecto personal integrarse en el mercado laboral y vivir del propio trabajo, ahorrar para volver al país de origen con capital suficiente para emprender una nueva vida.

Se suele creer que las motivaciones de los inmigrantes en el siglo XXI son las mismas que las de los españoles, portugueses e italianos que se desplazaron a Francia, Suiza, Alemania, Benelux, en los años 50 y 60, para reconstruir países que habían sido demolidos por la Segunda Guerra Mundial. En aquella inmigración existía la voluntad de trabajar durante unos años en unos países con unos niveles salariales mucho más altos, poder ahorrar llevando una vida austera (pero no miserable), acumular cierto patrimonio que les permitiera abrir un pequeño negocio o, simplemente, comprar una vivienda al regresar a la Patria. Esa inmigración, no es la actual.

Nuestros inmigrantes querían regresar –en grandísima medida– al país que habían abandonado. Iban a trabajar, a esforzarse, a partirse el espinazo para llevar a la práctica un proyecto personal legítimo y que enriquecía a todas las partes: a los receptores de inmigración porque sabían que los recién llegados eran gente dura y dispuesta a trabajar. A los inmigrantes porque, a cambio de su trabajo, recibían un salario muy superior al del mismo oficio en España y podían ahorrar. Al país emisor de inmigrantes porque allí recibían formación y volvían con una capacitación laboral superior a la que habían partido, sin olvidar que su trabajo en el extranjero generaba unas divisas preciosas en aquel momento para garantizar intercambios comerciales. Aquellos inmigrantes –nuestra inmigración– no planteaban problemas de convivencia, ni choques culturales; fieles al dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, nuestra gente se integró perfectamente en la sociedad que los recibió. Nada de todo esto vale para el actual fenómeno migratorio.

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Ya no hay países en Europa Occidental que precisen ser reconstruidos después de una guerra. Tampoco hay un mercado laboral en expansión que permita pensar que, sin un alto nivel de cualificación y sólo en determinadas profesiones, vayan a encontrar trabajo bien remunerado. Ni siquiera para españoles, los salarios medios –a la vista del coste de la vida– permiten ahorrar gran cosa. Ningún inmigrante, en su sano juicio, puede transmitir a otros como él que residen en su propio país, la idea de que valga la pena venir a España para trabajar: la realidad es que, aquí y ahora, el poco trabajo que existe para gentes con poca o nula cualificación profesional, no permite ni vivir dignamente, ni mucho menos ahorrar. Entonces ¿por qué viene la inmigración?

Vale la pena no engañarse al respecto. Y los medios de comunicación, así como los diferentes gobiernos, de derechas y de izquierdas, llevan casi treinta años engañándose y falseando datos, cifras y circunstancias. No hay otra forma de definir la actitud de quienes niegan los problemas que se han generado a causa de la inmigración ilegal, masiva y descontrolada.

LA CAÍDA DEL SEGUNDO ARGUMEN IMIGRACIONISTA: 

“WELCOME REFUGIES”

Si bien es cierto que, hoy, ya nadie se atreve a sostener que, gracias a la inmigración, se van a poder “pagar las pensiones de los abuelos”, las justificaciones se han convertido en cada vez más extemporáneas, ridículas, ignorantes e, incluso, frecuentemente, entre los portavoces gubernamentales, zafias. Caído el mito de “las pensiones de los abuelos”, el nuevo argumento nos decía que los inmigrantes no eran tales: que se trata de “refugiados”. Ser “refugiado”, al parecer, hace obligada la “solidaridad”. El perseguido merece protección y ayuda para salvarlo de su perseguidor… En algunos casos, los menos, los recién llegados son “refugiados”. Pero, incluso, en esas circunstancias, cabe preguntarse: ¿y por qué un “refugiado afgano” elegirá vivir en Europa Occidental y no en Paquistán, en la India o, incluso en el sudeste asiático, países mucho más próximos, en todos los sentidos, a su patria originaria?

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Por otra parte, si existen “refugiados” es porque tal o cual país los genera y la situación allí es insoportable, por tanto, si se trata de admitir, por ejemplo, subsaharianos, vale la pena recordar que, en cualquiera de aquellos países, en toda África y en buena parte de Asia, casi sin excepción, la “democracia” es una palabra que no tiene el mismo significado que en Europa. De los 1.200 millones de africanos, la inmensa mayoría podrían ser considerados como “aspirantes a refugiados”, a la vista de que existen diferencias abismales entre los “derechos humanos” tal como se contemplan en Europa y como se practican en África.

Pero, Europa no puede admitir a 1.200 millones de inmigrantes que, por lo demás, deberían entender que ellos, para prosperar, sería oportuno que trataran de hacer cambios en su país, antes que adoptar la solución más cómoda de mudarse a otro… ¿a cuál? Y esta es el nudo de la cuestión: no se trata de países en los que exista un mercado laboral floreciente, ni aquellos otros más próximos al lugar de origen, para mantener el contacto con sus raíces, sino de aquellos en los se vive mejor y, lo que es aún más importante, donde se garantizan subvenciones solamente por llegar y en donde todo, absolutamente todo, está permitido (o poco menos). Ese es el centro de la cuestión que políticos y medios pretenden escamotearnos.

No hay nada más opaco en la actual democracia española que la suma total de subvenciones que reciben los no nacidos en España y sus hijos nacidos aquí. La falta de transparencia es, precisamente, lo que permite sospechar. Recientemente se ha publicado la cifra de que algo más de 2.000.000 de inmigrantes viven de subsidios públicos. El misterio está lejos de quedar resuelto, porque no se dice cuántos antiguos inmigrantes que han logrado naturalizarse como “españoles”, siguen subsidiados. Por otra parte, haría falta especificar qué tipo de subsidios reciben: en España existen muchos de tipos de ayudas y de pensiones no contributivas. Todo ello hace sospechar que las cifras son muchísimo mayores y es legítimo pensar que pueden ser, incluso, el doble o el triple, incluso, de las dadas. Por lo demás, no se especifica el volumen total de subsidios y subvenciones por distintos conceptos, ni los dados por las distintas administraciones, que van a parar a lo que en Francia se ha llamado “la aspiradora de recursos públicos”, esto es, la inmigración. La opacidad de las cifras, en efecto, no hace nada más que aumentar las sospechas.

LA CAIDA DEL TERCER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

“VIENEN PARA CONTRARRESTAR LA BAJA NATALIDAD”

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Luego está el argumento de la crisis de la natalidad en España. Era lo que podía esperarse: la elevación constante del coste de la vida, hace imposible el que se puedan formar parejas e, incluso, que una vez formadas, decidan tener hijos. La paternidad es una aventura que muy pocos se atreven a afrontar. Para hacerlo es preciso tener seguridad de que se podrá mantener a los hijos. Nadie está dispuesto a ofrecer tales garantías. Sin embargo, es un problema político: hubiera bastado con atribuir prioridad en beneficios sociales y ventajas fiscales a las parejas españolas que deseen tener hijos, garantizar su prioridad a la hora de obtener viviendas sociales, y simples campañas en pro de la natalidad, para que se estimulara la natalidad entre nuestra gente. No se hizo, ni se tiene intención de hacer. Si se hubiera empezado a hacer en 1996, cuando Aznar abrió las puertas a la inmigración, hoy tendríamos una generación de 28 años y un país homogéneo. Se hizo –y se hace– justo lo contrario: confiar en que gentes llegadas de todo el mundo salvarían la natalidad en España.

Desde el año 2000, en las cuatro provincias catalanas los nacidos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de cada año, son en su inmensa mayoría hijos de nacidos en el extranjero. Pero, salvo entre las mujeres subsaharianas, el número de hijos va disminuyendo incluso dentro de la inmigración. Los inmigrantes andinos, por ejemplo, se han configurado como los primeros y principales usuarios de los servicios de aborto gratuito y de “píldora del día después”. La ruptura de la unidad étnica de España ni siquiera ha servido para que la natalidad remonte o para que se repueblen zonas “vacías”.

LA ÚLTIMA TRINCHERA INMIGRACIONISTA: 

“TENEMOS UNA DEUDA CON EL TERCER MUNDO Y SE LA VAMOS A PAGAR”

Caído el mito de “los que vienen a pagar las pensiones”, en un momento en el que ningún alcalde que quisiera mantenerse en el consistorio se atreve a colocar pancartas con el “Welcome refugies”, cuando se ha visto a las claras que la inmigración no resuelve el problema de los nacimientos, sino que complica la convivencia, ahora, como última trinchera inmigracionista, el argumentario se ha desplazado a otro frente; nos dicen: “estamos obligados a admitir a todos los inmigrantes que quieran establecerse en nuestro suelo y a mantenerlos, incluso, porque, se lo debemos”.

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Nos dicen que Europa “debe” a los inmigrantes del Tercer Mundo el haberlos explotado como colonias. Repiten, para bloquear a los más sensibles, que los europeos “somos responsables” de haber esclavizado a los africanos y que les debemos una compensación. Por eso están aquí, por eso estamos obligados a subsidiarlos… Es un argumento que tiene su fuerza, pero que no deja de ser otra falacia.

No solamente no fuimos esclavistas –valdría la pena, ya que estamos en esto, elaborar un censo de familias europeas que se dedicaron a la trata de esclavos, porque sería, en última instancia, a ellos a los que les correspondería pagar indemnizaciones, no a la totalidad de un pueblo– sino que, además, durante siglos, los europeos que vivían en las costas mediterráneas (pero, también, incluso en las del sur de Gran Bretaña y en Irlanda) corrían el riesgo de ser secuestrados ellos y sus hijos, saqueados sus bienes e incendiados sus pueblos, por parte de piratas berberiscos; una práctica que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Unos fueron esclavizados de por vida, los otros extorsionados pidiendo fabulosos rescates, otros murieron sin dejar huellas… Sin olvidar, claro está, que el grueso de traficantes que capturaban esclavos en África eran árabes y que se beneficiaban de pactos con tribus africanas que los obtenían de tribus vecinas.

Sería bueno presentar una reclamación de cantidad por los millones de europeos, especialmente de los países mediterráneos, de los países eslavos, e incluso del Reino Unido, que fueron secuestrados, esclavizados, obligados a vivir en condiciones infrahumanas, asesinados y muertos de agotamiento en tierras del Magreb

Aquellas exacciones berberiscas han dejado recuerdos imborrables en nuestro folklore, en nuestra literatura e, incluso, en la configuración de las costas (las “torres de guaita” tan habituales en la costa catalana no eran para admirar la belleza del Mediterráneo, sino para vigilar la llegada de piratas berberiscos). Aquel valeroso soldado que recibió dos disparos de arcabuz en el pecho y en el brazo izquierdo, en la gloriosa jornada de Lepanto, Miguel de Cervantes, dejó constancia en El Quijote de sus nueve años de cautiverio en Argel.

Los grandes olvidados de la historia europea, son los millones de antepasados esclavizados en tierras islámicas. Los europeos no somos los “malvados” de esta historia. El colonialismo se explica en gran medida por las constantes molestias generadas por la piratería islámicaberberisca y otomana. Quienes la practicaban eran asimilados a yihadistas: y lo hacían con saña y con odio acumulado. La negativa a erradicar la esclavitud, hizo necesaria la intervención europea con la consiguiente disolución de los “mercados de esclavos” que todavía existía en el siglo XIX en el Magreb. No “debemos” nada: nos deben una reparación de aquellos crímenes contra los pueblos europeos.

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