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Opinión

La lucha de Joe Biden por la “democracia”

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El presidente estadounidense Joe Biden anuncia la próxima creación de una organización internacional de democracias… ante el avance de los regímenes totalitarios de Rusia y China. A pesar de lo que afirma la retórica oficial, su objetivo no es defender las democracias sino promover el imperialismo de Estados Unidos. Pero se trata de una lucha inútil porque no ha encontrado el adversario correcto.

 

 

 

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que está convocando, para el 9 y el 10 de diciembre de 2021, una cumbre virtual en defensa de la«Democracia».   

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Esa   reunión abordaría 3 temas principales:

«la defensa contra el autoritarismo, la lucha contra la corrupción y la promoción del respeto de los derechos humanos». Durante ese encuentro, los dirigentes participantes se comprometerían «a mejorar la vida de su propia población y a responder a los mayores problemas que confronta el mundo». Posteriormente, en 2022, habría una segunda cumbre donde los dirigentes presentarían los progresos realizados en relación con los compromisos contraídos.

Biden ya había anunciado esas reuniones durante su campaña electoral. En aquel momento decía que se trataba de contrarrestar a Rusia y a China. Eso quiere decir que su verdadero objetivo es definir un criterio que diferencie entre sí los dos bloques   actualmente   en   formación… como antes, cuando se argumentaba sobre la existencia de un mundo capitalista y la de un mundo comunista.

 

 

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LA DEMOCRACIA COMO RÉGIMEN POLÍTICO

Si bien en el siglo XIX se vio a Estados Unidos como un nuevo modelo democrático (ver el libro De la démocratie en Amérique, del político francés Alexis de Tocqueville), los Estados Unidos de América de nuestra época no son más que una oligarquía: el poder político está en manos de un grupúsculo de hipermultimillonarios que lo ejercen fuera de las instituciones públicas establecidas mientras que los políticos se ven reducidos al papel de simples comparsas.

En la práctica, Estados Unidos no ha reconocido nunca la soberanía popular, lo cual implica que nunca reconoció la democracia.

A pesar de la existencia de un sistema electoral que se instauró con el paso del tiempo, la Constitución estadounidense se basa –al contrario de lo que preconiza la democracia– en la soberanía de los gobernadores de los diferentes Estados. Por ejemplo, durante la elección presidencial estadounidense del año 2000, el mundo asistió a la disputa entre los dos candidatos a la presidencia –George W. Bush y Al Gore– alrededor del conteo de los votos en el Estado de la Florida. Y la Corte Suprema –o sea, la máxima instancia del poder judicial estadounidense– dirimió el pleito decidiendo que, constitucionalmente, no le interesaba el resultado del conteo de votos en la Florida sino únicamente la opinión del gobernador de aquel Estado… un tal Jeb Bush… hermano del candidato George W. Bush. Así que George W. Bush fue declarado vencedor de la elección… aunque el nuevo conteo de los votos reales emitidos por los electores en la Florida confirmaba que Al Gore había ganado la elección en ese Estado.

La democracia como régimen político se ve cuestionada hoy por la ideología woke proclamada por el presidente Biden. La equidad entre los diferentes grupos étnicos –que fue el caballo de batalla de Biden en la elección presidencial– se opone a la igualdad entre todos los ciudadanos ((«Joe Biden reinventa el racismo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 11 ‎de mayo de 2021.)). Las instituciones democráticas estadounidenses se ven cuestionadas en la práctica por los conteos de votos realizados en secreto, lo cual hizo resurgir la hipótesis, justificada, de la existencia de un fraude electoral masivo. Finalmente, el hecho que una multitud de estadounidenses tratara de tomar el Capitolio demuestra que en Estados Unidos las instituciones democráticas han perdido su aureola de cosa sagrada.

 

 

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TODOS LOS REGÍMENES POLÍTICOS SON PERECEDEROS

En el siglo XVIII, las monarquías occidentales estaban exhaustas, habían perdido la legitimidad que antes se les reconocía. Por supuesto, aquellas monarquías seguían afirmando que tenían a su favor lo que llamaban el «derecho divino», pero sus súbditos ya no creían en tal cosa. Aparecieron entonces regímenes que basaban su legitimidad en la «soberanía popular»: las democracias. Las monarquías que lograron sobrevivir se adaptaron, sin renunciar al «derecho divino» pero combinándolo con el nuevo principio de la «soberanía popular».

En el siglo XX, al producirse la crisis económica de 1929, la prensa occidental afirmó que el capitalismo había muerto y que había que inventar un nuevo   sistema   político.   Así   aparecieron   primeramente el comunismo y después el fascismo –Benito Mussolini había sido el representante de   Lenin   en   Italia   antes   de   concebir   el   fascismo. En Estados Unidos, el presidente Franklin Roosevelt reformó profundamente el capitalismo, el fascismo terminó derrotado en Europa, el comunismo se derrumbó con la URSS y sobrevivió eso que aún llamamos «democracia».

En el siglo XXI, sobre todo a partir de la epidemia de Covid-19, estamos viendo la brutal aparición de una quincena de grupos informáticos particularmente grandes alrededor de las compañías identificadas como GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft). El poderío de esos grupos ya es superior al de la mayoría de los Estados nacionales, tanto que no vacilan en censurar las ideas y personas que les desagradan, incluyendo las informaciones de los Estados sobre tratamientos médicos para el Covid-19 y hasta los mensajes del presidente en funciones de Estados Unidos. Ningún político se atreve hoy a hacer esperar a Bill Gates (el fundador de Microsoft) o a Jeff Bezos (el dueño de Amazon) si estos últimos lo llaman por teléfono, mientras que ellos pueden darse el lujo de posponer o rechazar una llamada del presidente de Estados Unidos. Estos personajes imponen al mundo su propia agenda –el transhumanismo–, tendiente a convertirnos en animales informatizados mientras que los dirigentes de las grandes compañías tecnológicas pasan a ser considerados seres “superiores” que parten a la conquista del espacio.

En tales condiciones, se hace imposible el ejercicio de la democracia. Los electores occidentales asisten cada vez menos a las urnas porque así lo han entendido. En Francia, sólo un tercio de los electores inscritos participaron en las últimas elecciones. Las instituciones todavía son democráticas pero la democracia es una práctica y los franceses se han separado de ella.

Esta situación es totalmente nueva. Es cierto que la desaparición de la clase media comenzó con la disolución de la Unión Soviética y que la transformación del Mercado Común Europeo en una entidad supranacional data de esa misma época, pero nada permitía prever entonces lo que hoy está sucediendo.

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Según la fórmula de Abraham Lincoln, la democracia es «el gobierno del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo». Pero no existe absolutamente ningún país donde el pueblo se gobierne a sí mismo. Aunque algunos, como Islandia y Suiza, se resisten a seguir la tendencia general, el hecho es que el ideal democrático se ha hecho imposible ante el poder de las GAFAM. Y sin democracia –o sea, sin participación del pueblo en la vida política– lo más importante es garantizar que las decisiones tomadas vayan en el sentido del interés general, lo que llamamos “República”.

Esta situación va evolucionando con el paso de los meses y es de temer que se produzcan cambios terribles para nuestras libertades y nuestros medios de vida. En todo caso, los cambios más recientes ya son inaceptables.

Si nos aferramos a nuestros regímenes antiguamente democráticos es porque no sabemos con qué reemplazarlos. Pero, cuando rechazamos lo que ya es evidente, estamos agravando nuestro problema. Además, al igual que antes, cuando prolongamos la vida de las monarquías más allá de la época del llamado «derecho divino», ahora estamos prolongando la vida de nuestras democracias más allá del fracaso de la «soberanía popular». Sin embargo, no son situaciones idénticas: ya nadie cree en el poder del «derecho divino»… pero todos hemos experimentado la validez del principio de la soberanía popular. Hoy no se trata de hacer una revolución contra las GAFAM sino de hacerles la guerra para obligarlas hay devolver el Poder que nos robaron. Ya no se trata de imaginar un nuevo tipo de régimen político sino de definir reglas que harían que la democracia volviese a ser posible.

Henri de Navarre, quien reinó sobre Francia como Henri IV (de 1589 a 1610), intervino en la guerra civil que se desarrollaba en ese país. Logró que los católicos y los protestantes vivieran juntos y no se presentaba a sí mismo como un monarca por “derecho divino” sino como un hombre dedicado a servir el interés general.  Siguiendo los consejos del jurista Jean Bodin, Henri IV fue el primer soberano francés en declararse “republicano”.

Henri de Navarre, quien reinó sobre Francia como Henri IV (de 1589 a 1610), intervino en la guerra civil que se desarrollaba en ese país. Logró que los católicos y los protestantes vivieran juntos y no se presentaba a sí mismo como un monarca por “derecho divino” sino como un hombre dedicado a servir el interés general.
Siguiendo los consejos del jurista Jean Bodin, Henri IV fue el primer soberano francés en declararse “republicano”.

LA DEMOCRACIA COMO ARMA POLÍTICA

Inmediatamente después de la disolución de la URSS, el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se planteó la misma pregunta que el actual presidente Joe Biden: ¿Cómo establecer una diferencia entre el bloque occidental y los demás? Bill Clinton concibió entonces una «Estrategia para una Democracia Global» (Global Democracy Strategy) y creó en la Casa Blanca un grupo secreto que se encargaría de instaurar tal estrategia.

Aunque no se sabe quiénes eran los miembros de ese grupo, hemos logrado identificar su evolución bajo el mandato de George W. Bush. Durante la administración de Bush hijo, el grupo estuvo bajo la dirección de Liz Cheney –la hija del vicepresidente   Dick   Cheney–   y   de Elliot Abrams –organizador de la intentona golpista contra el presidente venezolano Hugo Chávez a finales del mandato de George W. Bush ((«Implicación de las redes secretas de la CIA para derribar a Chávez», por ‎Thierry Meyssan, Red Voltaire, 18 de mayo de 2002.)). Desde el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, ese grupo secreto supervisó varios golpes de Estado, como el derrocamiento en Honduras del presidente constitucional Manuel Zelaya. Este grupo no recurrió a los métodos militares de la CIA, ni a los seudorevolucionarios de la National Endowment for Democracy (NED), sino que inventó los golpes de Estado “parlamentarios”… y de inmediato se produjo en Latinoamérica una “epidemia” de derrocamientos de gobiernos por los parlamentos.

Lo anterior demuestra que la democracia sigue siendo actualmente una visión y no una realidad. Hoy sigue siendo posible pisotear la Constitución y derrocar un gobierno de forma “democrática”… a condición de poner a un parlamentario en lugar del jefe de Estado o de gobierno derrocado.

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Nosotros no dudamos que aquel grupo encargado de la «Estrategia para la Democracia Global» siga existiendo hoy y que es muy posible que vuelva a dar que hablar próximamente.

Ya en este momento esa Estrategia está retomando el proyecto de crear una «Alianza de democracias», proyecto que tuvo como promotor al ensayista Francis Fukuyama y que la administración Bush quiso utilizar para suplantar la ONU. Siendo secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, llegó a crear en 2017 una «Fundación para la Alianza de las Democracias» (Alliance of Democracies Foundation).

 

NUESTRO FUTURO POLÍTICO

Las sociedades occidentales tendrían que comenzar por reconocer que Rusia y China no son peores que los regímenes que existen en Occidente sino que enfrentan los mismos problemas con una cultura diferente.

En realidad, necesitamos la ayuda de esas dos naciones, tanto como ellas necesitan la nuestra.

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Juntos o por separado, lo cierto es que no encontraremos la solución en un futuro inmediato. Tenemos que comenzar a luchar aunque no sepamos aún qué forma tendrá nuestra victoria. Sin embargo, ya conocemos sus bases, así que debemos precisar el principio sobre el cual queremos basarnos –nosotros o nuestros hijos– para construir nuevas democracias. Ese principio es la República.

 

 

Resumen

  • Los Estados de hoy se ven desbordados por el enorme poder de nuevas compañías gigantes: las GAFAM. Por consiguiente, los gobiernos –todos los gobiernos– ya no logran responder a lo que esperamos de ellos. Es erróneo hablar de «crisis de la democracia» cuando en realidad se trata de una crisis de todos los regímenes políticos.
  • Los esfuerzos del presidente estadounidense Joe Biden en defensa de la democracia están condenados al fracaso porque ya no corresponden a los problemas del mundo contemporáneo. Lo más que podrá hacer es servirse de esa bandera falsa para seguir promoviendo el imperialismo
  • Podemos rechazar el poder ilegítimo de las GAFAM y defendernos mediante la promoción no de un régimen político sino de un criterio para la adopción de decisiones: la República.

 

 

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Thierry Meyssan

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Opinión

La última bala de Sánchez: “Currarse la página de la pena”. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

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A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.

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Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.

Todo esto es importante por dos factores:

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1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

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2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

  1. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país.

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitirTodo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

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2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.

3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

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Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.

 

Ernesto Milá. 

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