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Historia electoral, algunas observaciones y la Cocina para los Intereses de Sánchez (CIS)

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Sabemos que la historia electoral de la España Constitucional empieza el 1 de marzo de 1979, ya que el “ensayo” democrático del 15 de Junio de 1977 fue eso, una especie de anticipo de sufragio tras la aprobación en Noviembre de 1976 por parte de las propias Cortes franquistas -que paradójicamente firmaron su disolución en un gesto de extrema generosidad- de la Ley para la Reforma Política, refrendando la conocida y repetida frase de Torcuato Fernández Miranda, “de la ley a la ley a través de la ley”, y su entrada en vigor en enero siguiente.

Desde entonces se han celebrado doce elecciones generales y estamos a menos de tres semanas de la decimotercera convocatoria -“treceava”, que diría Javier Solana (ministro de Educación con Felipe González) dando señales de hacia dónde iba esa competencia- y, hasta la décima, dominadas por el bipartidismo imperante, bajo la zarpa en muchas de ellas de los nacionalismos catalán y vasco, hoy mucho más extendidos que en aquellos ya lejanos finales de los setenta y principios de los ochenta.

Sin ánimo de ser exhaustivo -vuelvo a utilizar la conocida entradilla de César Vidal- y para no cansar con demasiadas cifras y resultados que muchos recordarán o pueden encontrar en las hemerotecas, me voy a centrar en algunos de los producidos después de la refundación del centroderecha que hizo José Mª Aznar en 1990 y voy a tratar de analizar tendencias y exponer algunas reflexiones y pronósticos con el evidente riesgo de caer en el error más absoluto. Mis disculpas anticipadas.

Las primeras elecciones para el nuevo Partido Popular, 1993, no consiguieron el objetivo de ganarlas, hay quien dijo que por un error de cálculo y un exceso de confianza que recomendaba “levantar el pie” del acelerador -de ser cierto, mi opinión es que nunca se debe relajar uno cuando va en cabeza, que no sé si era el caso, aunque el primer debate de entonces con Felipe González así lo aparentase- y los 8’2 millones de votos obtenidos no fueron suficientes para superar los casi 10’5 que sumaron PSOE y PSC -su sucursal catalana, hoy dominante sobre la matriz-, aunque significaron la pérdida de casi tres mayorías absolutas de González -recordemos que en 1989 el PSOE se quedó en 175 escaños, a 1 de esa mayoría- y dejaban el terreno abonado para que la ya manifiesta corrupción de altos cargos socialistas -Director Gral. Guardia Civil, Presidente Cruz Roja, Directora Gral. BOE, Presidente RENFE, financiación del partido mediante facturas falsas (FILESA, MALESA y TIME SPORT), etc.- pudiera perpetuarse. La crisis económica que arrastraba ese Gobierno -primera ruina curricular de Pedro Solbes, a la sazón Vicepresidente y ministro de Economía- y una tasa de desempleo cercana al 23% en 1995 desde el 4’7% de 1976, primera fecha comparable de los datos de la EPA -Encuesta de Población Activa- permitieron la llegada al Gobierno del Partido Popular en Marzo de 1996, que para empezar se encontró sin reservas en la Caja de las Pensiones para abonar la extraordinaria de Julio, teniendo que pedir un préstamo a la Banca- y llevándole a crear en 1997 el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, sensiblemente mermado tras la crisis dejada en 2011 por José Rodríguez Zapatero.

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Algo más de 9’7 millones de votos, frente a los 9’4 del PSOE, con el a la postre nefasto apoyo del nacionalismo catalán de Jorge Puyol -Pactos del Majestic- le dieron una victoria que tras una buena gestión refrendaron en una mayoría absoluta con más de 10’3 millones. Conseguir esa mayoría sin ser fruto de un “pendulazo” sentimental o visceral sino de una buena gestión fue algo inédito y no repetido en nuestra ya medio veterana democracia.

Poco que añadir, no reflejado en otros artículos, a las causas que originaron el sorprendente cambio de 2004, cuando las malditas vísceras, bien alimentadas por una sucia y manipulada publicidad, cambiaron la previsión generalizada de unas elecciones que nunca debieron celebrarse sólo tres días después de semejante conmoción social y casi 11’3 millones de votos y 164 diputados del PSOE -de nuevo con el apoyo nacionalista- se impusieron a los cerca de 9’8 del PP, empezando el desmoronamiento de España que ahora no es el asunto mollar de esta reflexión. Estos resultados se repitieron en 2008 tras la negación sistemática de la crisis económica, evidente en el resto del mundo desde la segunda mitad de 2007, y las mentiras de Pedro Solbes -que él mismo reconocería posteriormente- en su con Manuel Pizarro, hasta que la amenaza de intervención por la Comunidad Europea ante la pésima gestión de la “no crisis” forzó el adelanto electoral y, en noviembre de 2011, el PP logró la más holgada mayoría absoluta de su historia, casi 10’9 millones de votos y 186 escaños, primera vez desde 1993 que alguno de los dos grandes partidos bajara de lo que se consideraba su suelo electoral, situado desde entonces en los 8 millones de votos, que el PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba rompió, para dejarlo en los 7 raspados que su heredero Pedro Sánchez perforara dos veces más en 2015 y 2016, para dejarlo en algo más de 5’5 millones y 90 escaños y de 5’4 y 85, respectivamente, que forzaron también la dimisión del todavía desconocido como Dr. Fraude, tras un “fallido pucherazo” -ya apuntaba maneras- orquestado por su entonces número dos, César Luena -hoy premiado con la inclusión en las listas europeas-, mediante una “consulta” que “pretendía el fracaso del Comité Federal para permitir su continuidad” -como denunció en su día La Razón-.

En 2015 se rompería nuevamente ese suelo de 8 millones de “voto fiel” atribuible, oficiosamente, a cada uno de los dos grandes partidos que conformaban el ya citado bipartidismo imperante hasta entonces, esta vez por parte del Partido Popular, que se quedó en casi 7’3 millones de votos, cifra algo superior pero muy parecida a la del PSOE cuatro años antes, que entonces llevaron aparejada la dimisión del “joven” Rubalcaba, pero en esta ocasión con un escenario político muy diferente, ya que se consolidaba la presencia -incipiente en las elecciones europeas de 2014- de los dos nuevos partidos, Podemos -la gran sorpresa, que con sus Mareas obtuvo casi 5’3 millones de votos y 70 escaños- y Ciudadanos -con algo más de 3’5 y 40, respectivamente-.

Aquí va mi primera observación: Tras esa perforación y seis meses de parálisis, en la obligada repetición de elecciones de Junio de 2016, el mismo Partido Popular del desencanto por la no gestión política y social de Mariano Rajoy, no sólo no cae más sino que rebota significativamente hasta algo más de 7´9 millones de votos -casi su “suelo” y 700.000 más que en diciembre anterior (un 9’25%, que no está mal)- y 137 escaños -14 más que los 123 anteriores-, mientras los otros tres descienden, como decía dos párrafos antes, respecto al PSOE y casi 1’1 millones de votos Podemos, aunque con los mismos 71 escaños, tras su unión con IU, por eso de los repartos de la penosa Ley D’Hont y casi 400.000 votos y 8 escaños menos, Ciudadanos. Por eso, allá por Octubre de ese año y después de diez meses de gobierno en funciones y las tendencias que se veían entonces, recomendaba al PP ir a unas terceras elecciones antes de final de año, ¿qué más daba un par de meses más de impasse?

Ahora, tras esas doce elecciones generales constitucionales, todas ellas sin duda importantes y algunas transcendentales, como las antes citadas del 14 de marzo de 2004, que significaron un cambio de rumbo de nuestra historia democrática que se pudo reconducir pero se perdió la ocasión, llegan ahora otras, adelantadas al próximo 28 de abril, que pueden no ya continuar con ese nefasto cambio de rumbo iniciado entonces y retomado más que claramente a peor por el actual gobierno -ahora en funciones- resultante de la moción de censura apoyada por un nuevo frente popular, sino directamente acabar con la España unida que heredamos, construida por nuestros abuelos y padres a base de sacrificio y esfuerzo y que, en lugar de mejorarla en aquello que fuera mejorable sobre lo ya hecho, algunos se empeñaron en querer cambiar y otros en romper en aras de espurios intereses fruto del odio sectario y el resentimiento que se intentaron enterrar para siempre en 1978.

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Arranca la campaña este viernes -de Dolores para más inri-, aunque realmente empezó desde que se anunció el adelanto electoral allá por mediados de febrero pasado, abriendo un periodo de quince días en el que los diferentes líderes políticos prometerán “el oro y el moro” con promesas para no cumplir en su mayoría -bueno, circula por ahí un meme que dice que “el moro” sí que lo trajeron algunos ya-. Fuera de bromas, no sé si ser las elecciones constitucionales número trece hará buena la superstición sobre la mala fama del guarismo 13 o, por el contrario, romperán ese tópico y significarán el punto de inflexión de la nefasta tendencia de caída que estos nueve meses muestran.

Como anticipo, el pasado martes, ese tinglado, antes casi innecesario y ahora mucho más costoso al haber convertido sus desfasadas encuestas trimestrales en mensuales, que era el Centro de Investigaciones Sociológicas y ahora convertido en la Cocina para los Intereses de Sánchez -una máquina de dar jabón al patrón-, nos deja una nueva “estimación” de voto que “sorpresivamente” vuelve a dar la victoria a su jefe y único “elector” para tan bien remunerado puesto, al que augura un 30’2% del voto con una exagerada horquilla de entre 123 y 138 diputados, dejando a mucha distancia como segunda fuerza al Partido Popular, con un eximio 17’2% y entre 67 y 78 diputados -en su límite inferior la mitad exactamente de los que tenía-, tercero Ciudadanos, con un 13’6% y 42-51, cuarto, Podemos -ahora feminizado en “Unidas”-, con un 12’9% y 33-41 y como quinta fuerza VOX, con un 11’9%, esta vez con un fuerte crecimiento respecto a la encuesta anterior (5’9%)-parece que el patinazo de Andalucía dejó huella- y entre 29 y 37 diputados. Parece que un 41% de indecisos “justifica “esa amplitud. Todo bien estudiado para que su jefe pueda elegir con quién pactar, en el peor de los casos para España con los mismos que lo llevaron a la Moncloa y en el teóricamente menos malo con Ciudadanos, que si suma, no tengo la menor duda de que pactarían, eso sí, haciendo un “enorme sacrificio por el bien de los españoles”. Y, claro está, para que las mal llamadas “tres derechas”, una claramente de centro izquierda y la otra “transversal”, como ellos se definen, pero desde un núcleo evidentemente más extremo, nunca sumen lo suficiente para constituir gobierno pese a que la mayoría de las encuestas le dan la mayoría en el voto aunque dudosa en escaños.

Y aquí mi segunda observación para terminar: si en pleno descrédito del PP de Rajoy, en 2015, el suelo más bajo del PP le permitió ganar claramente las elecciones -33 diputados más que el PSOE- aunque no pudo formar gobierno y una consideración no mucho mejor en Junio de 2016 incrementó la “confianza” de los españoles, esta vez aumentando la diferencia -52 diputados más- y permitiendo una investidura en precario, ¿es muy optimista por mi parte pensar que este nuevo Partido Popular de Pablo Casado, mucho más cerca de la ideología del verdadero votante de esta opción, es casi imposible que obtenga la mitad o poco más de respaldo que su antecesor? ¡Ah! Que eso no gusta.

Y para preocupar un poco a los contrarios añadiré que nadie daba un euro por Casado en las primarias del partido y las ganó; mucho menos daban por él en Andalucía, en donde pese a contar con un, a priori, mal candidato -que está resultando ser un buen Presidente- ganó y recuerdo nuestro sabio Refranero que dice que “no hay dos sin tres”. Aquí lo dejo y feliz campaña.

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La última bala de Sánchez: “Currarse la página de la pena”. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

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A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.

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Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.

Todo esto es importante por dos factores:

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1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

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2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

  1. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país.

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitirTodo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

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2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.

3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

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Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.

 

Ernesto Milá. 

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