Históricamente, Dinamarca ha tenido una de las legislaciones europeas más permisivas con la libertad de expresión. Pero tras la reacción de varios países de Oriente Medio, el nuevo gobierno socialdemócrata de Copenhague está tomando medidas enérgicas contra la libertad de expresión.
¿Qué es más importante: la libertad de expresión de los ciudadanos daneses o el deseo de frenar la indignación causada en el extranjero por la quema del Corán? Este era el dilema al que se enfrentaba el gobierno danés hace unas semanas, hasta que decidió optar por la segunda opción y debilitar la legislación danesa sobre libertad de expresión.
La medida llega tras la reacción de varios países de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) por la quema del Corán en Dinamarca y Suecia. Y aunque quemar el Corán no es nada nuevo -de hecho, ha sido una forma habitual de protesta por parte de personas contrarias a la inmigración en Dinamarca-, la respuesta del gobierno es muy diferente hoy de lo que ha sido en el pasado.
Históricamente, el gobierno danés ha sido un ardiente defensor de la libertad de expresión. El ejemplo más destacado de ello fue en 2005, cuando Dinamarca recibió reacciones extranjeras después de que un periódico danés publicara dibujos satíricos del profeta Mahoma. Por aquel entonces, el gobierno liberal, del que formaban parte muchos de los actuales ministros, se mantuvo firme frente a las reacciones. El antiguo Primer Ministro, Anders Fogh Rasmussen, dijo: “Siempre se ha tratado de la libertad de expresión. La libertad de expresión está amenazada”. (Traducido del danés).
Esto contrasta fuertemente con el enfoque del gobierno actual, que, en una declaración hecha pública a la prensa, afirmó que explorará la posibilidad de intervenir en situaciones en las que “se insulte a otros países, culturas y religiones, y cuando esto pueda tener consecuencias negativas significativas para Dinamarca”.
Tras la publicación de esta declaración a la prensa, el gobierno se encontró rápidamente con la oposición de la mayoría de los partidos ajenos al gobierno, que criticaron la actuación del gobierno. Morten Messerschmidt, líder del Partido Popular Danés, tomó Twitter para decir lo siguiente:
“En primer lugar, el gobierno eliminó El Gran Día de la Oración. Para los daneses, el sentimiento cristiano significaba menos que la utilidad y el suministro de mano de obra. Después, el gobierno empezó a recortar la libertad de expresión. Pues los sentimientos de… los países musulmanes eran muy, muy importantes para la reputación de Dinamarca. En efecto, algo va mal en Dinamarca”. (Traducido del danés).
Y aunque el Partido Popular Danés tenga poca voz en el Parlamento, rápidamente se le unieron otros partidos de la oposición como la Alianza Liberal, cuyo líder tuiteó lo siguiente:
“Es preocupante que la presión de los países islámicos signifique que restrinjamos la libertad de expresión en Dinamarca. Están en juego principios importantes y fundamentales de nuestra democracia liberal. Riesgo de que esto se convierta en una pendiente resbaladiza hacia más restricciones de la libertad de expresión”. (Traducido del danés).
Y aunque no se han realizado encuestas desde la decisión tomada por el gobierno, el último sondeo de Voxmeter.dk mostraba que sólo el 35% de la población danesa apoyaba al gobierno. Con críticas procedentes tanto de la izquierda como de la derecha de la política danesa, sería sorprendente que su apoyo entre la población en general no se viera afectado por su anuncio.
Varias organizaciones ya han reaccionado a la declaración del gobierno, sobre todo una organización llamada Danske Patrioter, o Patriotas Daneses en español, que respondió organizando una manifestación ante la casa del ministro de Asuntos Exteriores, donde se quemó un Corán.
Además, otros destacados políticos daneses criticaron la declaración del gobierno por su “vaguedad”. Mai Villadsen, líder política de Enhedsliten, el partido más izquierdista de Dinamarca en el Parlamento, también expresó su preocupación por que esto no afectara únicamente a las protestas relativas a las naciones de la OCI. Tuiteó lo siguiente:
“No deberíamos cambiar nuestra legislación porque algunos regímenes despóticos -que no respetan ni los derechos humanos más elementales- amenacen los intereses exportadores de la comunidad empresarial. Por ejemplo, también debería ser posible exhibir una bandera tibetana en una manifestación, aunque ofenda al régimen chino o al presidente chino.” (Traducido del danés).
Aunque está claro que el gobierno ha recibido reacciones negativas de los principales partidos políticos y organizaciones, sigue adelante con la redacción de leyes que limitarían el derecho de la población a protestar o a criticar públicamente a regímenes extranjeros. Y aunque la reacción puede provenir de gran parte de la población y del parlamento, no hay oposición externa a sus planes que pueda impedirles convertir en ley los cambios propuestos, ya que tienen mayoría de escaños en el parlamento.