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Casado alerta de otra crisis con un «irresponsable al timón» como Sánchez

AGENCIAS

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El presidente del PP, Pablo Casado, ha alertado este sábado de que todo apunta a que hay «una crisis económica a la vuelta de la esquina» y ha prevenido a la ciudadanía de que la salida no pasa por la reelección de Pedro Sánchez, al que ha definido como «un irresponsable al frente del timón».

Casado ha recordado que el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero ya «ocultó deliberadamente la crisis» en 2008 y que ahora «no se puede repetir el mismo error».

«España no merece un gobierno que mienta con la crisis y con sus terribles repercusiones sociales», ha avisado Casado durante su intervención en la clausura de la reunión interparlamentaria del PP en el Paraninfo de la Universidad de Alicante ante más de 300 dirigentes y cargos de su partido.

El presidente del PP ha centrado casi la totalidad de su discurso en la economía y ha dejado a un lado otros asuntos de actualidad, como la crisis política en Cataluña o la exhumación de Franco.

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«La agenda pública está muy desenfocada. Por eso, hablo yo de esto (economía) y no de lo que el Gobierno pretende que hablemos», ha justificado.

A su juicio, a la amenaza de fractura territorial, se une el que «la agenda de división» de Sánchez «está acelerando el deterioro de la economía, reduciendo el potencial del país» y perjudicando al modelo social.

Por ello, ha recomendado «cultivar la concordia política, institucional y también la social». «Nunca hemos estado tan lejos de dónde deberíamos estar para afrontar una crisis como lo estamos ahora», ha incidido.

Ante este escenario de incertidumbre, Casado ha lamentado que España esté con «un irresponsable en el timón», en referencia a Sánchez, y con un espacio político «más fragmentado y enfrentado que nunca» que impide aplicar una agenda reformista.

Casado ha recordado que «la irresponsabilidad y el egoísmo electoralista» tuvieron la culpa de que el impacto de la anterior crisis fuera mayor, porque «nadie estaba avisado, ni disponía de la protección que necesitaba» por la actitud del Gobierno de Rodríguez Zapatero.

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«El PP sabe lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Lo hemos hecho dos veces antes. Ante la crisis, hay que poner el cinturón de seguridad a la sociedad española y ese cinturón es el PP», ha afirmado.

A tenor de los pronunciamientos de organismos como la Comisión Europea o el Banco de España, Casado ha apuntado que, incluso, Sánchez «ya no niega la crisis» y pretende «repartir las cartas entre todos los españoles».

Ha insistido en que «no hay salida a la crisis por la izquierda», puesto que las cuentas del Gobierno socialista «no son creíbles» y «el cheque en blanco que promete en campaña es un cheque sin fondo».

«España se empieza a parar. Los españoles sabemos que las crisis se ceban con los más necesitados cuando encuentran el reformismo en vía muerta y, sobre todo, cuando encuentran a un irresponsable al frente del timón», ha reiterado en su censura al líder del PSOE.

Ante la cita con las urnas del 10 de noviembre, el candidato del PP ha animado a los españoles a evitar que Sánchez «secuestre a la sociedad española por sus ambiciones personales» y que «siga jugando a la ruleta rusa» con el empleo de los ciudadanos.

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En opinión de Casado, las posibilidades de que Sánchez forme gobierno son ahora menores en relación con los meses previos, por lo que «la puerta del futuro pasa por el PP porque es la garantía del desbloqueo y la alternativa a la crisis».

Respecto a Cataluña, el líder del PP ha dicho que será mañana, domingo, cuando hable con motivo de la manifestación convocada por Societat Civil Catalana en Barcelona.

Ha hecho una ligera mención al manifiesto firmado ayer, viernes, por varios partidos independentistas y nacionalistas, entre ellos, ERC, PDeCAT, la CUP y EH Bildu a favor del derecho a la autodeterminación y de la libertad de los «presos políticos».

Los firmantes de este texto son, según Casado, «los socios y aliados de Sánchez» y quienes le apoyaron en la moción de censura que le permitió llegar al Gobierno en junio del pasado año.

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Deberes amargos

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Europa se queja de los aranceles que Trump está imponiendo progresivamente a productos procedentes de otros países, incluida la Unión Europea. Son lágrimas de cocodrilo derramadas por políticos incompetentes, que al menos deberían tener la cortesía de permanecer en silencio, dada su conducta caracterizada por la duplicidad y la superficialidad. Apelan a un principio abstracto, pero olvidan que el libre comercio siempre ha sido la voz de los más fuertes: de aquellos que, ya por delante en los mercados internacionales, quieren evitar la competencia de aquellos países que amenazan su primacía.
No nos gustaría vernos obligados a desempolvar a Ricardo para recordar cómo funcionan realmente ciertas dinámicas, invariablemente acompañadas de las quejas de los patrones. Cuando la Unión Europea impone aranceles a los productos chinos (pensemos en los coches eléctricos, mejores, más eficientes y menos caros que los nuestros), nadie en Bruselas parece tener ningún remordimiento de conciencia. Pero cuando Estados Unidos hace lo mismo, empiezan las quejas.
En resumen: haz lo que digo, no lo que hago. Cuando Europa no puede justificar su propio comportamiento, acusa a otros de prácticas comerciales desleales e impone impuestos para impedir la invasión de productos extranjeros. Éstas son las excusas habituales, útiles para hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
Así, todos esos principios liberales, de libre mercado y orientados al mercado de los que nos encanta hablar desaparecen. Se dice: “Por donde pasan mercancías no pasan ejércitos” (Bastiat). Sí, pero sólo si esos bienes son nuestros. Está bien si se trata de dejar a otros atrás, pero si son ellos los que nos superan, entonces hay reprimendas y represalias.
Cada nación tiene derecho a proteger su propia industria, especialmente en sectores avanzados que requieren desarrollo autónomo. Por supuesto, no damos crédito a ciertas campañas de propaganda ridículas, como la de Salvini, que quería gravar el arroz camboyano para “defender” la producción nacional. Pero no hay nada malo en querer proteger sectores estratégicos, capaces de fortalecerse primero en los mercados internos y luego competir en los mercados internacionales con mayor valor agregado. Sin protecciones gubernamentales, terminaríamos sucumbiendo a la competencia global. Esto es exactamente lo que le ha sucedido a Italia desde los años 90, víctima de un servilismo insensato hacia una UE y una potencia estadounidense que tienen todo el interés en relegarnos a sectores en los que no podemos competir con ellos. Los Hermanos de Italia probablemente ni siquiera saben de qué estamos hablando, ya que para ellos la patria es una consigna que satisface un postfascismo que incluso han negado.
La lección sigue siendo la de mediados del siglo XIX, contenida en la obra Das nationale System der politischen Ökonomie. Y List no era ciertamente un protofascista, ni un autarquista ni un corporativista, sino un exponente de la escuela liberal, dotado no obstante de una inteligencia nacional concreta.
Es hora de entender que no existen principios económicos que sean válidos para siempre: cada época impone la prevalencia de los suyos propios, en un contexto histórico y político también propio. La actitud hipócrita de Europa es un espejo de la inutilidad política de su actual clase dirigente.
La triste ciencia, cada vez, quiere hacer creer a sus prosélitos que ha llegado a su fase final, aquella en la que existen reglas generales y universales válidas para la eternidad. Puntualmente, sin embargo, la alternancia de dogmas y preceptos cambia las creencias, hasta tal punto que es posible imaginar que en un futuro próximo volverán a prevalecer las nacionalizaciones, el intervencionismo público en la economía y las políticas monetarias gestionadas por los centros de decisión política. La economía es un péndulo oscilante, no una flecha que siempre apunta hacia adelante. Pronto, incluso cavar agujeros con el único objetivo de rellenarlos ya no será sinónimo de desperdicio e interferencia.
Todos los mantras anteriores se desvanecerán y los equilibrios financieros, tanto públicos como privados, serán olvidados. Esto se debe a que la gente no quiere comprender, o prefiere ocultar, un concepto que a la larga es mucho más resistente: es la política, y en particular la política del poder y de los poderes, la que establece lo que hay que hacer para sobresalir.
Preparémonos para los próximos giros académicos y ministeriales.

http://www.conflittiestrategie.it/dazi-amari

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Traducción: Carlos X. Blanco

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