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Cartas del Director

Antifranquistas, entre la miseria moral y el odio a España

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Asistimos, para asombro de nacionales y ejemplo de foráneos, a una subida sin freno de un antiespañolismo avinagrado que no parece tener límites. El odio, el esputo y el vituperio a todo lo que significa, de una manera u otra, España (su historia, su pasado, sus señas de identidad…), es el signo inequívoco de esta época lamentable, volcada toda ella a una obra de destrucción y antesala de esa nada que se vislumbra como el único futuro posible de una nación otrora tan llena de vida, desbordante de fe y pletórica de energía.

Esa manía autodestructiva, esa furia contra su propia tierra es lo propio de las sociedades en la hora amarga de la bancarrota moral y espiritual. Cuando los pueblos van cayendo por la pendiente de su irremediable decadencia los peores elementos salen de sus agujeros y alzan la bandera de la sedición dispuestos a consumar la traición largamente madurada en la oscuridad en la que la sabiduría de otros tiempos los tuvo recluidos.

Una de las formas predominantes de este anormal sentimiento antinacional es ese falso progresismo que es la enfermedad infantil, a todas luces incurable, de esa izquierda española de cromosomas desparejados que justifica todos los atropellos y todas las arbitrariedades (después de haber cometido todos los crímenes que adornan su larguísimo prontuario).

Las nuevas hazañas de esa izquierda de cartón-piedra, las últimas batallas que libran esos revolucionarios de pacotilla, van desde retirar a hurtadillas alguna que otra estatua de Franco entre gallos y medianoche de una plaza, desenterrar muertos de la guerra civil sepultados de emergencia donde les pilló la dura realidad de las peleas a tiros, ofrecer compensaciones económicas a las mujeres “vejadas” por el franquismo, citar al Generalísimo para responder ante un juez engominado (muy aficionado al dinero fácil de los banqueros “amables”) algunas preguntas sobre el alzamiento del 36, y demás ocurrencias del mismo tipo, como por ejemplo la propuesta de volar la cruz del Valle de los Caídos. Mucho me temo que estos no pararán hasta derrotar al Generalísimo.

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Es un fenómeno bastante interesante, y sin duda no lo suficientemente estudiado por los especialistas en la materia, el que a tres décadas de la muerte del Caudillo, cada día haya más y más enardecidos antifranquistas de “toda la vida”, algunos de los cuales aún se sacan el bigote con una goma de borrar y no se ganan los porros que se fuman. Uno no puede evitar el asco y el sentimiento de vergüenza ajena que provoca el bochornoso espectáculo que ofrece todo aquel que se precie de progre con código de barras al prodigarse en declaraciones, invectivas y proclamas antifranquistas a estas alturas del siglo XXI.

Manifestaciones subidas de tono y hartamente sospechosas de gentes que, por lo general, en vida de Franco, nunca levantaron la voz (como no fuera, en muchos casos, para cantar con convicción el “Cara al sol“), y se cuidaban mucho de meterse con el régimen imperante, afectados ellos en ese entonces de una mansedumbre bovina que ahora han trocado por la furia verbal propia del hombre eminentemente testicular.

Ahora que peinan canas y se han descubierto machos, se les despierta la vena revolucionaria y andan berreando: “¡A las barricadas!” con una docena de lustros de retraso. Tuvieron tiempo de sobra durante casi 40 años para ejercer su vociferante antifranquismo, y ahora a la vejez… acné juvenil. Demos gracias a Dios (¡o no!) de que el ridículo y la indignidad no matan, pues de lo contrario no se podría andar por las calles, llenas de imbéciles en rígida y definitiva posición horizontal.

Todo ese antifranquismo a toro pasado es, entre otras cosas, una manifestación de mala conciencia por haber sido cobardes, acomodaticios e indiferentes, en el momento en que había que haber sido valientes, inconformistas y comprometidos. Pero Franco se murió en una cama, y a aquellos que optaron por la paciencia durante un buen puñado de décadas les ha quedado el desagradable regusto de su cobardía, su pasividad y su inoperancia. Ahora pretenden hacerse una biografía de “resistentes”. Decía Chesterton que: “Aquel que se enfrenta a una dictadura defenestrada tiene el mismo valor que el que asusta a una vieja”. En España tenemos un dicho que reza así: “A moro muerto, gran lanzada”. La idea es la misma y se llama impostura y superchería. Algunos llegan a la lucha contra el fascismo con más de siete décadas de retraso, y en esas circunstancias, a pesar de su fantasías y pretensiones de “héroes del pueblo” y “combatientes de la libertad”, no son más que unos asustaviejas.

El franquismo es una etapa cerrada de nuestra historia, aunque la izquierda aliada con sus inseparables acólitos nacionalistas en su empresa de hundimiento de España pretenda reabrirla para seguir hurgando en heridas viejas, para reeditar los peores capítulos de nuestro pasado. En el año 1975 concluyó un ciclo que las generaciones venideras, una vez transcurrido el tiempo de las pasiones que todo lo enturbian y contaminan, habrán de valorar en su justo mérito y reconocer los aciertos de un régimen que aportó a España, en circunstancias difíciles y en una época adversa, paz, orden y progreso, a pesar de sus errores e insuficiencias.

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A la izquierda española, huérfana de todo ideal, carente de un proyecto positivo para España, dueña de un rencor indecente y de una escalofriante miseria intelectual y moral, sólo le queda su incurable demagogia, su criminal revanchismo, su sectarismo indomable y una abismal ausencia de valores. El único programa visible de la izquierda parece ser el irreversible desmantelamiento de la nación española, su postración definitiva, su sometimiento a espurios intereses antinacionales y, como apoteosis a sus obsesiones y rencores nunca olvidados y a sus odios insatisfechos, retroceder 70 años atrás. Volver al 36 para intentar el desquite de una derrota ganada a pulso, buscando la revancha por una guerra perdida por los mismos que la provocaron (ahora ya lo sabemos con certeza), aparece cada día más claramente como el sueño y la meta de esa izquierda que no hace otra cosa que lo único que sabe hacer: destruir España y enfrentar a los españoles. El resultado está a la vista.

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ALERTA NACIONAL, con la Libertad. ALERTA NACIONAL, con Donald Trump y todos aquellos represaliados por pensar diferente. ¡SEGUIDNOS A PARLER!

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Buenas tardes,

Hoy, 9 de Enero de 2021, damos noticia del comienzo de la I Guerra Mundial Digital de la historia.

Hace unas horas, ciertas empresas supuestamente privadas han limitado el derecho a expresarse del Presidente de los Estados Unidos sin mandato judicial y sin Ley que los avale. Simplemente porque NO LES GUSTA lo que dice.

Estas empresas han adquirido un tamaño y un volumen tan enorme que desafían a los Gobiernos y a las Naciones. Y, lo que es peor, se han puesto al servicio de otras naciones y gobiernos para modelar a la humanidad según sus propias y -nauseabundas, para nosotros- creencias.

Dentro de estas empresas podemos citar -nos ATREVEMOS a citar- a Facebook, Instagram, WhatsApp, Google, Twitter, Apple… por poner nombre a las más importantes.

Nosotros pertenecemos a un heterogéneo grupo con ideas políticas muy diferentes, pero que concuerdan en una cosa, y solo en una: LA PROPIEDAD PRIVADA ES SAGRADA Y LA LIBERTAD DEL INDIVIDUO ES SAGRADA.

LLámesenos derecha, fascistas, liberales, libertarios, capitalistas o de cualquier otro nombre, creemos firmemente en que el hombre es y debe ser libre, y la propiedad es y debe ser sagrada.

Fuera aparte de estos dos conceptos, cada cual tiene su propio pensamiento y política.

Pero creo que podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que todos defendemos la libertad de las empresas para actuar, decidir y ejecutar acciones a su libre voluntad. Nadie lo duda.

PERO si estas empresas demuestran no estar sirviendo a sus propios intereses sino a intereses políticos de terceros, o presentan indicios de querer intentar modificar, modular o de cualquier otro modo DOBLEGAR la voluntad de las personas libres, ENTONCES esas empresas deben ser destruidas, desmontadas o divididas en partes más pequeñas e inofensivas.

Hemos llegado a este punto: estas empresas se han puesto al servicio de intereses malignos que buscan la eliminación de los seres humanos libres, críticos e ilustrados. NO lo podemos PERMITIR.

Que cada cual piense en el mejor modo de luchar. Nosotros, por nuestra parte, somos y seguiremos siendo fieles a nuestra idea de contar LA VERDAD, sobre todo, y por encima de todo, si molesta a los poderes públicos y políticos.

Os animamos a seguirnos en nuestro periplo por esta nueva red social PARLER: nuestro usuario es: @GrupoAlerta

 

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