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Vox y el Partido Popular: crónicas de un final de época

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Santiago Hernández De Andrés.- He de admitir que estoy algo desesperanzado. Hace algunos años, este ciudadano decidió hacer algo más que quejarse, y se afilió a Vox. No tenía apenas experiencia política, pero sí una enorme ilusión por un valiente proyecto reformista de sentido común, y, como dicen ahora, de “extrema necesidad” para España. Mi aventura, como la de varios cientos de militantes, concluyó dos días antes de que el nuevo Vox (Abascal-DENAES) sustituyera en la presidencia a don Alejo Vidal-Cuadras.

Dos motivos de peso: la negativa del entonces secretario general Iván Espinosa De los Monteros a denunciar al periodista que le agregó a una lista de miembros de la secta ultraconservadora El Yunque, y el giro excesivamente identitario, antieuropeísta y presidencialista, que se alejaba del partido liberal con el que me identificaba, al tiempo que reducía de forma radical la democracia interna en el partido.

Sobre el papel (quitando algunas propuestas francamente exóticas y anacrónicas sobre las que no corresponde aquí entrar en profundidad), el análisis global en materia económica, en materia de estructura territorial del Estado, y en materia de seguridad, son, efectivamente, correctos, y esto ha ocasionado que todo el sector liberal que abandonara el partido en 2014, en general, siga sin una alternativa en la que confiar.

La elección de Pablo Casado, pese a los numerosos (y algunos inexplicables) errores, sin duda, ha abierto una puerta a la regeneración del Partido Popular, pero, hoy por hoy, las reacciones histéricas y las críticas de escaso calado de este partido hacia la formación de Abascal no consiguen sino enojar todavía más a sus votantes potenciales, y eso es debido a que no han entrado en el fondo de la cuestión: no han entendido que las propuestas de Vox, en general, aunque cada vez más demagógicas, sí ofrecen una solución para España, mientras que enrocarse en la defensa del Estado de las autonomías (al menos tal y como está ahora) condena a España a no lograr establecer una base sobre la consolidar la estabilidad social y el crecimiento económico necesario para mitigar los todavía profundos efectos de la crisis económica en amplias capas de la población.

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Son, sin embargo, muchas las críticas que pueden y deben hacerse a la dirección de Vox, que, desde el resto de partidos, y especialmente desde el Partido Popular, deberían tener en consideración si pretenden seguir siendo una alternativa.

Ignacio Arsuaga y Santiago Abascal.

Ignacio Arsuaga y Santiago Abascal.

Es preciso poner de manifiesto que sus aliados son, absolutamente todos, antieuropeos y específicamente antiespañoles. Es preciso señalar que el exceso de intervencionismo de la Unión Europea es un problema, y se debe apostar por eliminar y simplificar la legislación. Más allá de esto, los partidos de extrema derecha franceses u holandeses (en este tema Vox ha apostado por una calculada ambigüedad) son más partidarios de renunciar a una unión económica que ha sido garantía de paz desde 1945 y que ha otorgado a los ciudadanos españoles derechos como el de la libertad del movimiento a los que en ningún caso vamos a querer renunciar. El fracaso de la gestión del Brexit de un Reino Unido que debería haber liderado ese cambio (Led, not leave) es evidente, y la solución de los problemas que está ocasionando tanto allí como en el resto de la Unión la inmigración masiva, se solucionarán en conjunto o no se van a solucionar. Esa Europa de las libertades, en el largo plazo es, además, parte de la solución definitiva al problema nacionalista, ofreciendo una alternativa ilusionante más allá de la legítima imposición de la ley que corresponde a nuestro estado, puesto que en una Europa unida donde los derechos pertenezcan a los ciudadanos, y no a los territorios, ni tiene razón de ser ningún nacionalismo excluyente ni tampoco caben pequeñas regiones aspirantes a patrias (impulsadas, además por corruptas oligarquías o apoyadas por radicales totalitarios) que simplemente aspiran a ser insolidarias con aquellos pueblos a los que han estado tradicionalmente unidos. Esa Europa fragmentada solo beneficia a los intereses de Rusia y Estados Unidos, y cabe preguntarse si es esa la razón (una vez más, de fondo, con intereses contrarios a España) por la que algún asesor de Donald Trump está asesorando a Vox y tratando de organizar una coalición euroescéptica a nivel europeo.

Es también una clara contradicción –incluso contra el manifiesto fundacional de Vox -véase el punto 5 de sus compromisos de funcionamiento- tener representantes en las asambleas legislativas de las comunidades autónomas. No voy a dejar de señalar que, en su momento, en el órgano de comunicación interna, propuse presentarse para dar un único discurso el día de la constitución de los parlamentos autonómicos, en el cual se renunciaría a escaños y salarios hasta el momento en que se tuviera mayoría suficiente para devolver las competencias. En mi opinión, eso era lo coherente, y un ejemplo que contrasta con la decisión que tomó Santiago Abascal…de presentarse como número uno al parlamento autonómico madrileño. ¿Queríamos acabar con el estado autonómico…o pretendemos vivir de él? España necesita más políticos dando ejemplo (también de austeridad) y menos políticos suspirando por mantener los privilegios de la clase política.

Abascal en segundo término, tras Aznar y delante de Casado.

Abascal en segundo término, tras Aznar y delante de Casado.

Al respecto, es necesario señalar que, desde el Partido Popular, también se equivocan los que, para atacar al partido, le acusan de “anticonstitucional” por defender esta reforma radical de la estructura territorial. Si bien es cierto que la defensa de este modelo contiene objetivos anticonstitucionales, es absolutamente legítimo, y puede (y, desde mi punto de vista, debe ser) escrupulosamente respetuosa con la ley y con el propio título X de nuestra Constitución. Desde ese punto de vista estoy convencido de que Vox será respetuoso con la ley. Es mucho más inteligente y generoso, aceptar la realidad: que el Estado de las autonomías es un fracaso, pero señalar que difícilmente se sirve a España cuando no es está dispuesto a buscar puntos de acuerdo con los demás partidos, cuando toda la oposición antiespañola ha sido capaz de organizarse para tomar el poder.

El Partido Popular debe aprender también de los aciertos de Vox. Si aspira a representarnos, deberá tener en cuenta que una buena parte de los potenciales votantes no podemos (siempre y cuando las querellas tengan una base sólida) sino aplaudir las actuaciones legales contra quienes pretenden vulnerar la legalidad. Que tomen buena nota…y la iniciativa. No me distingo precisamente por ser un fan de mi ex-partido, pero creo que hay que aplaudir también lo que hacen correctamente.

Hacer una crítica sobre la financiación tal y como ha hecho hoy Javier Maroto (un personaje que es garantía de buenos resultados para Vox en el futuro), sin señalar al menos cuales son los motivos para tener dicha sospecha sobre la financiación extranjera del partido, no va tampoco a ayudar al Partido Popular, pero, que sea precisamente con Pablo Casado, y no con Mariano Rajoy al frente, cuando más haya crecido Vox, denota una falta de patriotismo y generosidad de los líderes de Vox (que anteponen sus intereses de partido a los de España) que debería hacer reflexionar a sus potenciales votantes. No parece en absoluto casualidad que haya sido con la llegada al poder de Pedro Sánchez cuando se haya disparado una intención de voto del partido. Con una fragmentación que ha dejado de tener sentido, gana la izquierda, y una vez más, pierde España.

Esta misma mañana, don Federico Jiménez Losantos, afirmaba que Casado sería un excelente líder para Vox y, en cambio, Abascal sería un pésimo líder para el PP. Señala por tanto el director de La Mañana el problema: en estos tiempos en los que la una izquierda enloquecida busca derribar el consenso constitucional, se ha de buscar, por encima de todo, la unión. Y esa unión es imposible con quien ha demostrado que prefiere siempre imponer sus criterios a buscar acuerdos.

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Abascal, entre Aguirre y Gallardón.

Abascal, entre Aguirre y Gallardón.

Para terminar, una última cuestión de fondo: Vox, desde el comienzo, apostó por el aborto cero, y esa posición fue impuesta por el núcleo duro sin debate, sin enmiendas, sin discusión…

Es una posición respetable pero sobre la cual cabría preguntarse cuantos de sus votantes, honestamente, creen que el Estado tiene derecho a que le imponga llevar a término una maternidad no deseada, especialmente en los supuestos clásicos contemplados en la legislación anterior. Ninguno de los que hemos militado en Vox o en el PP consideramos que el aborto sea un derecho, ni que lo tengamos que financiar con impuestos, y todos consideramos que el aborto libre es especialmente condenable, y que hay que apostar por la educación, la prevención, las ayudas a la adopción, en su caso, a la maternidad como fórmulas para evitarlo. Pero de ahí a apostar por el aborto cero va un trecho que muy pocos españoles aceptan. Si, en el futuro, Vox pretende crecer, deberá modificar su postura, y esto sí puede afectar a su núcleo duro. Mi apuesta personal es que, por mera conveniencia electoral, este giro y estas fricciones, en un futuro, se darán.

Vox tiene una manifiesta falta de estructura, de mandos intermedios, y de experiencia, que lo hacen absolutamente incapaz de gestionar un solo organismo público…pero esto solo puede servir como argumento al resto de partidos si, además de personas capaces, ofrecen un programa atractivo. El electorado está cansado de ver que los políticos no le ofrecen soluciones. Si solo le ofrecen una gestión políticamente aséptica, termina, agotado, optando por intentar un cambio. Solo un cambio radical en el Partido Popular, que lo lleve a romper con claridad con el consenso socialdemócrata, logrará detener su espiral descendente en las encuestas.

Apenas merecen una mención las críticas (estas sí, desde la auténtica ultraderecha) acusando al partido de “sionista” y amigo de los mercaderes: el antisemitismo y el proteccionismo son lugares comunes a las dos extremas, y si tan solo atendiera a esa crítica, casi sería más una razón para volver a apoyarlos que para criticarles.

No voy a esconder en este artículo que el demostrado carácter autoritario de Santiago Abascal no es ajeno a mi absoluto rechazo a la dirección de Vox. Si fue incapaz de buscar un acuerdo con los centenares de militantes liberales que lo abandonamos en 2014 , si en ningún caso está tratando de buscar una unión de fuerzas constitucionalistas…no es el líder que yo quiero para mi partido ni es el líder que España necesita.

He omitido deliberadamente hacer referencia a sus actuaciones personales tanto en su época como militante del Partido Popular como al frente de Vox, pero sí que debo dejar escrito que echo de menos que la ciudadanía sea mucho más exigente con las personas que aspiran a gobernar nuestras instituciones o a alcanzar cargos de representación, así que simplemente invitaré a los lectores más críticos a investigar en las hemerotecas y señalaré que, más allá de que en las formaciones de izquierdas haya personas que carecen absolutamente de valores, si queremos una democracia de calidad, debemos aspirar a que quienes lleguen al poder no sean simplemente aquellos que mejor manejan la palabra o que mejor saben aprovechar las oportunidades, sino también aquellos que pretenden ofrecer a los ciudadanos un mejor servicio a España y los intereses de los españoles…muy por encima de su objetivo fundamental de vivir de la política.

*Ex militante de Vox y ex candidato por dicha formación al Parlamento Europeo.

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Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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