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Hispanoamérica

Una de cada tres personas que han pedido asilo este año en España son venezolanas

Redacción

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Miles de venezolanos se manifiestan en Caracas en apoyo a Guaidó
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Una auténtica democracia no es un traje a medida de cualquier país y sólo puede ser posible sobre la base de unas condiciones que no se dan en todas las sociedades. Venezuela, como la mayoría de los países centro y sudamericanos, no ha conocido otra forma de existencia que la destrucción acelerada de la dignidad humana, inmoralidad rampante, sincretismo racial, aniquilación de la convivencia, sublimación del plebeyismo, corrupción sin freno, violencia descarnada y deshumanización en suma.

No debemos ignorar que la tiranía chavista fue refrendada en las urnas, no una, sino varias veces, de forma abrumadoramente mayoritaria. Un orden económico, social, moral y político destinado a embrutecer a las masas ha dejado como resultado esto de lo que ahora muchos que nunca se imaginaron que se verían afectados ahora se lamentan, dejando la temible herencia de centenares de muertos, miles de encarcelados, millones de exiliados económicos, la pobreza avanzando en oleadas, una nación que ha perdido su soberanía y un futuro más bien negro.

Si la crisis económica es verdaderamente espantosa, el desplome moral no es menos alarmante. Quienes ahora apoyan entusiásticamente a Guaidó, son los mismos que apoyaron de la forma más fanatizada a los dirigentes chavistas; son los mismos que batían palmas cada vez que Hugo Chávez humillaba públicamente a un representante de la prensa, de la oposición, de la banca…; son los mismos que cerraban los ojos cuando se comenzó a asesinar y encarcelar a los primeros líderes opositores; son los mismos que daban la espalda a los pocos venezolanos que hace casi veinte años tuvieron el coraje y la dignidad de jugárselo todo para evitar llegar a la situación a la que se ha llegado; son los mismos que se opusieron con saña a cualquier iniciativa que clamara contra contra la inmoralidad y defendiera la rectitud, el compromiso personal y la ética; son los mismos que en las instancias internacionales les hacía gracia el revólver humeante en las manos de un niño.

Los males de los pueblos no tienen solución mientras no desaparezca el nutriente de que brotan esos mismos males. Eso lo ha comprendido Trump y por eso se opone con firmeza a que su país acoja a millones de personas que han sido incapaces de sacar a flote a sus propias naciones, habiéndolas convertido en focos de injusticia, pobreza, criminalidad, corrupción, basura cultural y putrefacción moral. Sostener por todo ello que el responsable de la situación que vive Venezuela es solamente su presidente, supone sobre todo una afrenta a la historia y un insulto a la inteligencia.

Si muchos venezolanos que hoy piden asilo en España, ejercieran la necesaria autocrítica, tendrían que avergonzarse por haber colaborado en algún momento con un régimen comunista que ha convertido en un erial una de las naciones más ricas del planeta, que transformó a la mayor parte de los venezolanos en un rebaño bien compacto conducido al precipicio a ritmo de reggaeton, como no podía ser de otra manera con asesores como los de Podemos, que establecieron las directrices a cambio de un inmenso botín.

46.596 solicitudes de asilo

España ha recibido en los primeros cinco meses de este año un total de 46.596 solicitudes de asilo, y una de cada tres, casi 17.000, son de personas procedentes de Venezuela, una cifra que supera ya el 80% de todas las que se contabilizaron el año pasado.

En concreto, según los últimos datos del Ministerio del Interior, hasta 16.846 de los demandantes de protección internacional son de Venezuela, frente a los 20.015 registrados en 2018, con lo que se coloca como tercer año consecutivo como la primera nacionalidad en reclamar protección, y en aumento.

Y es que en 2016 pidieron asilo 4.195 ciudadanos de Venezuela frente a los 596 del año anterior, lo que supuso un incremento del 603 %; en 2017 lo hicieron 10.627 (un 153 % más).

En marzo, el Gobierno concedió a 400 venezolanos los primeros permisos de residencia por razones humanitarias, una medida prevista en la ley y que puede otorgarse cuando no se concede el asilo a los solicitantes. Se trata de permisos individualizados y por un año prorrogable.

También han aumentado las solicitudes de colombianos, que hasta el 31 de mayo se mantiene en el segundo lugar con 10.122, cuando en todo 2018 lo hicieron 8.811; les siguen Nicaragua (2.698); Honduras (2.666) y El Salvador (2.078) y desaparece del ránking Siria, que el año pasado ocupó el tercer lugar con 2.901 peticiones.

Del total de 46.596 solicitudes de este año, más de la mitad (25.602) son hombres y 20.994, mujeres.

Por edades, la mayor parte se encuentra en la franja 18-34 años (23.729) y 35-64 (13.545), aunque también las hay de menores de 0 a 13 años (7.186), de 14 a 17 (1.533) y mayores de 65 (603).

Y, por comunidades, Madrid fue la destinataria de la gran mayoría, con 20.395, muy por encima de Cataluña (6.059), Andalucía (4.298), la Comunidad Valenciana (3.063) y el País Vasco (2.075).

Asimismo, 42.955 se presentaron en el territorio nacional, 2.690 en puestos fronterizos, 805 en Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) y 146 en embajadas.

El 2018 fue un año récord en el número de peticiones de asilo contabilizadas en España que, según Interior, ascendieron a 55.668; de ellas, se admitieron 47.748, 25 no y 2.220 fueron denegadas; se resolvieron 3.173, en su inmensa mayoría solicitudes de ciudadanos sirios (2.027).

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Cantabria

Los cuatro naufragios del Capitán: Dos héroes españoles que se odiaron hasta matarse

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Una historia de la España de los barcos de vapor y los duelos a muerte

Se nos ha dicho siempre que el siglo XIX fue una auténtica maldición para España, en el cual solo florecieron guerras civiles y diversos atrasos, en forma deporte unidades perdidas con respecto a otros países diciendo utilizaron más rápidamente. Y sobre todo que fue el siglo en el cual liquidamos nuestro imperio, empezando el siglo con la pérdida de toda la América del Sur y terminando con el robo de nuestras últimas provincias de Ultramar. Sin embargo, tras un análisis más serio de la historia, he podido darme cuenta de que esto dista mucho de ser real.

Ni éramos tan tontos ni tan malos ni tan crueles y mezquinos como nos pintan, sino más bien todo lo contrario, si tenemos en cuenta que el siglo XIX vio nacer las primeras industrias modernas de nuestra patria e instituciones de tanta solera y utilidad como la Guardia Civil, cuya callada labor ha sido vital para el desarrollo económico y social de España. Y con inventos tan extraordinarios como un submarino perfectamente operativo y capaz de lanzar torpedos contra buques enemigos. Una ventaja que tuvimos antes que nadie, gracias a un héroe anónimo llamado Isaac Peral, pero que incomprensiblemente no estuvo a. Para entrar en combate contra los Yankees que nos robaron Cuba y todo lo demás.

Los cuatro naufragios del Capitán: la historia de un lobo de mar en tiempo de traiciones, plagas y corrupción

Un simple submarino hubiera podido poner fuera de combate a toda la Marina Yanqui sin necesidad de hacer ese ataque kamikaze, en Santiago de Cuba, que ordenaron los políticos a nuestros valientes marinos. Una auténtica traición criminal que perpetraron mientras les secuestraban el arma definitiva que podría habernos hecho a recuperar el dominio total de los mares. Porque no es sólo que podríamos haber evitado la pérdida de esas últimas provincias de Ultramar, sino que podríamos haber incluso regulado el comercio marítimo y arrebatarles esa superioridad a los anglosajones. Esa mano negra que sigue manejando hoy en día los asuntos de nuestro país, con esos partiditos tan turbios y esa monarquía modernilla, tan obediente y tan sumisa a los dictados de potencias extranjeras.

Antiguamente, por lo menos, contábamos con una resistencia verdadera de así es que tuvieron que tomarse la molestia de cargarse a nada menos que cinco presidentes del Gobierno intentarlo con otros cuantos más. Tambié se han registrado atentados mortales contra Alfonso XIII o Franco, qué son menos conocidos porque no tuvieron éxito, y todo porque hay interesada en qué España no se despierte de una siesta en la que van robándonos, por la espalda, mientras nos distraen con falso reyes, políticos y profetas.

En este tiempo fundamental, en que España todavía tenía oportunidades de volar sola y ser autosuficiente en todo… Cuando todavía no éramos mendigos de banqueros extranjeros, que nos ofrecen ayuditas y paguitas… Cuando todavía teníamos un Ejército y no una especie de contrata extranjera, que se dedica a ir a molestar a los pobres rusos en su territorio y a hacer de ONG extraña, por el mundo, mientras en la Patria nos roban nuestras queridas Islas Canarias y en general nos roban absolutamente todo… Cuando todavía éramos un país soberano independiente, aunque sufriéramos una lenta decadencia que un atajo de traidores aceleraba y acelera, todavía hoy, desde la cúspide del poder.

Los cuatro naufragios del Capitán: la historia de un héroe popular de Santander y Cuba

En este tiempo convulso, pero todavía esperanzador, nació en Santander uno de esos héroes españoles desconocidos. Un personaje al que no querría más si no fuera hermano de mi tatarabuela, puesto que los héroes son familia de todos. Teodosio Ruiz González.

Un marino de corazón, cuyo amor por la mar y los barcos le hicieron renunciar al seminario en el que estudiaba de joven y hacer la carrera profesional de marino mercante. Un trabajo mucho más duro todavía que el actual oficio de navegante, puesto que estamos hablando de los barcos de vapor que había previamente al Titanic.

Pocos años más tarde, al otro lado del Atlántico, separado por todo un mar de circunstancias diferentes, nacería poco después su gran enemigo. Diego Martín Veloz. Un buscavidas digno de un relato de la picaresca española, todavía en esta época daba sus buenos exponentes.

Cubano de nacimiento, se alistó muy joven al ejército español en la isla y fue condecorado por la defensa de la única bandera que no cayó en poder del enemigo. El niño Martinillo, lo llamaban, y por actos de valor llego a teniente, grado con el cual paso a la reserva en la madre Patria, a la cual se auto exilió tras la victoria de los Yankees. Y ahí empezaron sus aventuras más famosas, pues de héroe y soldado desconocido pasó a ser un auténtico rey del hampa peninsular.

Los cuatro naufragios del Capitán: una historia de las grandes traiciones a España, que todavía pagamos

Nuestro protagonista nace un 28 de mayo de 1870, pocos meses antes de uno de los acontecimientos más olvidados pero más importantes de nuestra reciente historia. El asesinato de uno de los mayores estadistas que ha tenido nuestro país, asesinado por esa mano negra que siempre actúa en el poder. Y según la versión oficial, casi siempre mentirosa, fue un simple atentado terrorista y nada más, pero la reciente investigación que hizo del historiador y criminalista Abellán hace poco demuestra más bien que el trabajo que no terminaron los sicarios, en la calle del turco de Madrid, lo remataron los propios amigos y compañeros de gobierno de Prim en su propia casa y en su propio lecho, donde fue apuñalado por la espalda y estrangulado a lazo, en un clarísimo asesinato ritual masónico.

Y así fue cómo se cargaron al primer gran Presidente de esta tanda de magnicidios que se cebaron, curiosamente, en los mejores políticos que hemos tenido en siglos XIX y XX. Cánovas y Canalejas serían abatidos un poco después, todos ellos relacionados directamente con la última defensa del Imperio. Y quedó detrás toda la basura de vendepatrias que regalaron todo el territorio español que asomaba de la Península, salvo las Islas que todavía conservamos, aunque me temo que no por mucho tiempo, en el caso de Canarias. Un territorio tan español como lo sigue siendo Cuba o Puerto Rico y como lo fue en su día Filipinas, antes de que los yanquis llevaran a cabo uno de los genocidios más desconocidos de la Historia. Con políticos así, no hace falta tener enemigos, pero la pregunta es: ¿tenemos héroes, para compensar, como el protagonista de Los cuatro naufragios del Capitán?

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