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Opinión

Un soldado gana 900 euros al mes

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Uno de los factores que tienen en cuenta la profesionalización de una actividad es el salario y éste depende de la cualificación sino se paga con intangibles como la formación a los empleados.

Para conocer en detalle cuánto gana un militar, tenemos que recurrir al Reglamento de Retribuciones del Personal de las Fuerzas Armadas, además de a otras normas como el Estatuto Básico del Empleado Público y las leyes de presupuestos de cada año.

De este modo, los distintos empleos militares se equiparan con los grupos funcionariales normales, del siguiente modo:

De general de ejército (o almirante general o general del aire) a teniente (o alférez de navío): A1.

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De alférez (o alférez de fragata) a sargento: A2.

De cabo mayor a soldado (o marinero), con una relación de servicios de carácter permanente: C1.

De cabo primero a soldado (o marinero), con una relación de servicios de carácter temporal, donde entran los contratos de larga duración: C2.

Esta clasificación va a condicionar el sueldo de un militar en sus diferentes conceptos retributivos. Por ejemplo, el sueldo base mensual que corresponde a esos grupos en el año 2018 sería:

A1: 1.148,34 €
A2: 992,94 €
C1: 745,53 €
C2: 620,48 €

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A estos importes hay que añadir todos los demás conceptos retributivos que sean aplicables para así conocer el importe total del sueldo de militar.

OTROS COMPONENTES DEL SUELDO MILITAR

Además del sueldo base, los componentes más importantes del salario de un militar son los siguientes:

Complemento de empleo, en función del puesto que desempeñes. El importe de este complemento oscila entre los 273,91 € de un soldado o marinero y los 1.473,92 € que cobraría un general de ejército, almirante general o general del aire. En una posición intermedia dentro de los 19 tipos de empleo, tendríamos los 565,16 € que cobra un teniente (o alférez de navío).

Complemento específico, en función de las características concretas de cada puesto. El importe mensual va desde los 116,88 € de un soldado o marinero hasta los 1.283 € de un general. A un teniente (o alférez de navío) le corresponderían 275,96 €.

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Antigüedad, según los años de servicios prestados (en forma de trienios).

Otros conceptos retributivos, en función de diversas circunstancias (complemento de dedicación especial, gratificaciones por servicios extraordinarios, indemnizaciones por participar en misiones en el extranjero, etc.).

Sin duda, la carrera militar es una opción profesional muy especial, donde la vocación es muy importante. Así, tenemos que un soldado gana entre 900 y 1000 euros.

Son soldados que defienden España en misiones internacionales pero sacan a sus hijos adelante con dificultades. Que se entrenan para jugarse la vida por su país, pero suman problemas para llegar a fin de mes. Que le tienen más miedo al tope de la tarjeta de crédito que a las noches en Afganistán. Sus testimonios han sido recogidos por El Confidencial a través de un cuestionario distribuido por la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) y la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME).

En cuanto a la formación, motivo de los anteriores artículos, se recuerda que el personal de tropa y marinería, cuando cumple su contrato con las Fuerzas Armadas, sale a la calle sin ninguna titulación, a diferencia del resto de escalas. Por ello, he planteado la necesidad de que estos efectivos obtengan una “titulación de grado medio al finalizar su formación”, algo que la ley recoge como una posibilidad, no como una obligación pero que he defendido que puede ser un complemento intangible al salario con multitud de beneficios para los Ejércitos y la Conciencia de Defensa Nacional a medio y largo plazo.

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“Todo lo que planteamos recibe siempre la misma respuesta: está en estudio o miraremos a ver cómo lo podemos hacer”, lamentó Tamame, que añadió: “Siempre nos dicen lo mismo, que se estudiará, que se mirará”.

Hagamos un cálculo a groso modo de lo que supondría aumentar el sueldo en 200 euros a un soldado suponiendo que todas las Clases de Tropa lo fueran, sin tener en cuenta si se es Cabo 1º o soldado raso.

50.000 soldados x 200 euros x 14 pagas al año = 140 millones de euros que, como vemos no es una cifra desorbitada en comparación con lo que esquildan algunos Partidos y políticos las arcas de la Nación. Según datos que recoge el estudio de la EUROCÁMARA, los 90.000 millones de euros que le cuesta a España la corrupción suponen cuatro veces las ayudas destinadas a los parados, que representan unos 19.600 millones, más del 90% del presupuesto para salud al año, que se eleva a 98.500 millones, o el 88% del gasto destinado a pensiones (102.500 millones).

La cifra es también 295 veces la cantidad que el Gobierno gasta para vivienda, 11 veces el presupuesto para política familiar y ayudas a menores (7.900 millones) y tres veces más que el presupuesto destinado a dependencia y ayudas por enfermedad (26.600 millones).

COMPARACIÓN CON AYUDA A INMIGRANTES

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El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España, ha publicado la Guía de Ayudas Sociales y Servicios para las Familias 2018. En dicha guía se describen todas las ayudas públicas a cualquier residente legal en España, independientemente de su nacionalidad (es decir: las siguientes ayudas son para españoles o extranjeros residentes).

Ayudas a las que tienen derecho los inmigrantes en España

A modo de resumen, todas las Ayudas para extranjeros residentes en España son las siguientes:

Prestaciones familiares de la Seguridad Social, permisos parentales y excedencias

  1. Prestaciones económicas por nacimiento o adopción de hijos

1.1 Parto o adopción múltiples

1.2 Nacimiento o adopción de hijo en los supuestos de familias numerosas, monoparentales y en los casos de madres con discapacidad igual o superior al 65%.

  1. Asignación económica por hijo o menor a cargo en régimen de acogimiento familiar permanente o guarda con fines de adopción
  2. Permisos parentales y otros permisos o beneficios por razones familiares

3.1 Maternidad

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3.2 Paternidad

3.3 Riesgo durante el embarazo y la lactancia natural

3.4 Reducción de jornada laboral

3.4.1 Por lactancia

3.4.2 Por cuidado de menores y otros familiares

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3.4.3 Por cuidado de menores que se encuentren afectados por cáncer o por cualquier otra enfermedad grave

3.4.4 Otros permisos

4. La excedencia

4.1 Por cuidado de hijos o menores en régimen de acogimiento permanente o de guarda con fines de adopción

4.2 Por cuidados familiares

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Ayudas en materia de empleo

  1. Prestaciones por desempleo de nivel asistencial

1.1. Otras prestaciones económicas para personas desempleadas con responsabilidades familiares

2.1 Programa Prepara

2.2 Programa de activación para el empleo

  1. Programa de fomento del Empleo

En otro orden de cosas, mientras que un español tiene que reducir su movilidad mientras está en demanda de empleo para no perder el paro, un marroquí puede cobrarlo desde su país sin perder sus derechos.

El verano pasado, en un claro intento de que pasara desapercibido, se han publicado los listados de aceptados para la percepción de las ayudas al alquiler de la Comunidad de Madrid. Los perceptores de estas ayudas recibirán el 40% del coste de sus alquileres hasta un máximo anual de 2.400 euros. Un total de 17 millones de euros serán repartidos a través de esta partida presupuestaria.

Los solicitantes de estas prestaciones han sido 21.031 personas, de las que 8.402 eran extranjeros. Es decir, que el 40% de los demandantes no eran españoles. Pese a esos porcentajes, un 47% de los admitidos son extranjeros. Es muy significativo que casi el 20% de los solicitantes extranjeros ha recibido la ayuda, mientras que solamente el 15% de los españoles ha tenido esa suerte.

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Además, la mayoría de no españoles que se han visto beneficiados por estas ayudas procedía de países musulmanes, especialmente de Marruecos. Una comunidad que, en algunas regiones, como es el caso de Cataluña, vive en casi un 80% de ayudas sociales, sin aportar vía impuestos a las arcas del Estado que les ofrece gratuitamente, además de esas subvenciones, educación y sanidad de manera gratuita.

Si esa es la situación en Madrid, ¿qué ocurre en Cataluña?

Recientemente los medios de comunicación publicaban un informe que hacía referencia a Cataluña en el que señalaba que la cuantía media de las ayudas que reciben los inmigrantes islámicos en Cataluña era de 600 euros al mes, y que 7.000 de los perceptores ni siquiera vivían en España.

Los inmigrantes con dos años de residencia en Cataluña podrán obtener la renta garantizada de ciudadanía, valorada en 1.200 euros, según el compromiso que ha firmado la Generalitat con los promotores de la iniciativa legislativa popular que quiere impulsarla, según informó Intereconomía.

Unas 60.000 personas podrían beneficiarse de la nueva Renta Garantizada de Ciudadanía (RGC), de 564 euros mensuales, que el Govern y la comisión promotora de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) acordaron, y que se previa implementar en septiembre pasado. Entre ellos los inmigrantes que lleven más de dos años en Cataluña.

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La ayuda se establece en 955 euros al mes por familia y 664 a nivel individual. En el caso de tener hijos, se suman 75 euros por cada uno, con un máximo de tres. La ayuda podrá llegar a ser de 1.200 euros al mes por familia, cuando llegue a desplegarse en su totalidad en el año 2020.

Pero también encontramos una situación similar en Valencia, que modificó en 2016 su modelo de ayudas para extranjeros y garantiza una “paga básica”, supuestamente para ayudar a su integración que asciende a 532 euros por cada mayor de edad. Si además tienen hijos a su cargo, esa ayuda aumenta hasta 775 euros, independientemente de que los niños hayan nacido en España.

Cada vez son más las evidencias de que una buena parte de las ayudas que dan las administraciones públicas españolas acaban en manos de población inmigrante -regularizada o en situación irregular- que disfrutan de ayudas para las que no han cotizado y que se lucran de un estado del bienestar que vive una situación más que dramática ante la falta de cotizantes.

Las pensiones no contributivas concedidas a extranjeros que no han cotizado en España suman mil millones de euros al año y la perciben más de cien mil personas distribuidas por todo el territorio nacional.

Si seguimos con el análisis por comunidades autónomas, en el País Vasco existe una ayuda denominada Renta de Garantía de Ingresos que otorga el Servicio Vasco de Empleo y que concede entre 682 y 1.047 euros a inmigrantes que lleven un mínimo de 3 años empadronados en cualquier municipio de esa comunidad autónoma. Esta ayuda puede completarse con otros 250 euros de ayuda para el alquiler.

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También en Andalucía, donde el paro alcanza niveles dramáticos por encima del 30%, existe una Renta de Garantía de Ingresos que recibe el nombre de Ingreso Mínimo de Solidaridad y que oscila entre los 406 y los 655 euros al mes.

Por otro lado, se encuentran las ayudas a la natalidad encubierta que todas las comunidades autónomas dan a los inmigrantes que tienen sus hijos en España. Una ayuda que hace años que desapareció para las familias españolas otorga entre 100 y 300 euros al mes por cada hijo de extranjero no comunitario que nace en España. La explicación es la de evitar que caigan en la exclusión social. En España hay casi medio millón de menores de 16 años que reciben estas ayudas.

Otra de las medidas contra la exclusión social y para evitar el fracaso escolar entre los menores inmigrantes es el pago a sus padres de una cantidad de dinero para que permanezcan escolarizados hasta los 16 años. De esta manera, además de la educación gratuita en el sistema público de enseñanza, reciben un complemento por asistencia al colegio. Y ni que decir tiene que la población extranjera acapara las ayudas para libros y comedor escolar que otorgan las comunidades autónomas que oscilan entre los 50 y 100 euros al mes. El 28,7% del total nacional recae en familias que no son españolas y que suponen poco más del 10% del total de la población.

En la mayoría de los casos no son excluyentes y pueden optar a varias de ellas. De esta manera, entre Rentas de Garantía de Ingresos, ayudas escolares, ayudas a la natalidad, becas de libros y comedor…. Los extranjeros en España reciben ayudas que les permiten vivir sin necesidad de trabajar y sin tener que cotizar.

Pero no acaban aquí sus privilegios. Existen convenios del Estado español con países como Marruecos que permiten que las prestaciones por desempleo se cobren en sus países de origen, sin necesidad de estar apuntados a la demanda activa de empleo, imprescindible para los españoles que necesitan cobrar el paro y que les obliga a no moverse de su municipio de residencia mientras estén en esta situación.

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CONCLUSIONES

Es una vergüenza para todos los españoles y específicamente para los encargados de la Gestión de Personal de Defensa que afirma que no hay dinero para equiparar a nuestros soldados, que se juegan la vida todos los días, y sí lo hay para sisar miles de millones a las arcas del Estado, 90.000 según la EUROCAMARA, o dárselo en cantidades mucho mayores que los sueldos de las clases de tropa a los inmigrantes que no cotizan. Y no es que se esté en contra o a favor de las ayudas a los inmigrantes sino que es una cuestión de justicia social y de respeto a la dignidad de nuestros soldados, que son los encargados de defender España.

Teniente coronel de Infantería y doctor por la Universidad de Salamanca

 

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España

Contra la debilidad mental occidental: La esclavitud en el Islam todavía sigue vigente (Y siempre ha apuntado CONTRA EUROPA) Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Introducción a La esclavitud en el Islam, libro que estará disponible en breve.

Durante siglos, especialmente del XVI a principios del XIX, nuestras costas fueron hostigadas por piratas berberiscos. Querían vengar la “pérdida de Al-Andalus” (esto es, la Reconquista). La captura de poblaciones costeras del norte del Mediterráneo para venderlas en los mercados de esclavos del Magreb o negociar su rescate se convirtió en una práctica habitual entre las poblaciones del norte de África. Quienes practicaban estas razzias, que hacían imposible la vida en nuestras costas, eran considerados “yihâdistas”. Este comercio de esclavos europeos existió, por mucho que los “multiculturalistas” de hoy quieran olvidarlo.

Todavía ningún gobierno del Magreb se ha disculpado por estos actos.

*    *    *

LA CAÍDA DEL PRIMER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

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EUROPA NECESITA TRABAJADORES

Hoy, ya nadie puede dudar que el primer argumento que se utilizó para justificar la presencia de compactos núcleos musulmanes en Europa Occidental –aquel que afirmaba que eran necesarios inyectar inmigrantes para pagar las pensiones de los abuelos…– era una simple falacia. La realidad es que, las pensiones de los abuelos –yo lo soy– pierden cada día poder adquisitivo porque a los gobiernos de nuestro entorno les es necesario comprar la “paz étnica y social” subvencionando a los recién llegados. No hay dinero para todos. Y los que llevan las de perder es la parte más débil: los jubilados. La inmigración es hoy una pesada carga económica para todos los Estados que se han negado durante décadas a controlarla.

Desde, como mínimo, 2008, la inmigración ha variado su carácter; hasta ese momento, podía pensarse que los motivos del desplazamiento hacia España se debían a la posibilidad de integrarse en nuestro mercado laboral y, en especial, en el sector de la construcción. Pero, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la mecanización progresiva de la agricultura, las deslocalizaciones y el proceso de desindustrialización creciente, es casi seguro que, hoy, pocos de los inmigrantes que llegan a España, –especialmente los que no tienen ningún tipo de cualificación profesional (esto es, la mayoría)–, tengan como proyecto personal integrarse en el mercado laboral y vivir del propio trabajo, ahorrar para volver al país de origen con capital suficiente para emprender una nueva vida.

Se suele creer que las motivaciones de los inmigrantes en el siglo XXI son las mismas que las de los españoles, portugueses e italianos que se desplazaron a Francia, Suiza, Alemania, Benelux, en los años 50 y 60, para reconstruir países que habían sido demolidos por la Segunda Guerra Mundial. En aquella inmigración existía la voluntad de trabajar durante unos años en unos países con unos niveles salariales mucho más altos, poder ahorrar llevando una vida austera (pero no miserable), acumular cierto patrimonio que les permitiera abrir un pequeño negocio o, simplemente, comprar una vivienda al regresar a la Patria. Esa inmigración, no es la actual.

Nuestros inmigrantes querían regresar –en grandísima medida– al país que habían abandonado. Iban a trabajar, a esforzarse, a partirse el espinazo para llevar a la práctica un proyecto personal legítimo y que enriquecía a todas las partes: a los receptores de inmigración porque sabían que los recién llegados eran gente dura y dispuesta a trabajar. A los inmigrantes porque, a cambio de su trabajo, recibían un salario muy superior al del mismo oficio en España y podían ahorrar. Al país emisor de inmigrantes porque allí recibían formación y volvían con una capacitación laboral superior a la que habían partido, sin olvidar que su trabajo en el extranjero generaba unas divisas preciosas en aquel momento para garantizar intercambios comerciales. Aquellos inmigrantes –nuestra inmigración– no planteaban problemas de convivencia, ni choques culturales; fieles al dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, nuestra gente se integró perfectamente en la sociedad que los recibió. Nada de todo esto vale para el actual fenómeno migratorio.

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Ya no hay países en Europa Occidental que precisen ser reconstruidos después de una guerra. Tampoco hay un mercado laboral en expansión que permita pensar que, sin un alto nivel de cualificación y sólo en determinadas profesiones, vayan a encontrar trabajo bien remunerado. Ni siquiera para españoles, los salarios medios –a la vista del coste de la vida– permiten ahorrar gran cosa. Ningún inmigrante, en su sano juicio, puede transmitir a otros como él que residen en su propio país, la idea de que valga la pena venir a España para trabajar: la realidad es que, aquí y ahora, el poco trabajo que existe para gentes con poca o nula cualificación profesional, no permite ni vivir dignamente, ni mucho menos ahorrar. Entonces ¿por qué viene la inmigración?

Vale la pena no engañarse al respecto. Y los medios de comunicación, así como los diferentes gobiernos, de derechas y de izquierdas, llevan casi treinta años engañándose y falseando datos, cifras y circunstancias. No hay otra forma de definir la actitud de quienes niegan los problemas que se han generado a causa de la inmigración ilegal, masiva y descontrolada.

LA CAÍDA DEL SEGUNDO ARGUMEN IMIGRACIONISTA: 

“WELCOME REFUGIES”

Si bien es cierto que, hoy, ya nadie se atreve a sostener que, gracias a la inmigración, se van a poder “pagar las pensiones de los abuelos”, las justificaciones se han convertido en cada vez más extemporáneas, ridículas, ignorantes e, incluso, frecuentemente, entre los portavoces gubernamentales, zafias. Caído el mito de “las pensiones de los abuelos”, el nuevo argumento nos decía que los inmigrantes no eran tales: que se trata de “refugiados”. Ser “refugiado”, al parecer, hace obligada la “solidaridad”. El perseguido merece protección y ayuda para salvarlo de su perseguidor… En algunos casos, los menos, los recién llegados son “refugiados”. Pero, incluso, en esas circunstancias, cabe preguntarse: ¿y por qué un “refugiado afgano” elegirá vivir en Europa Occidental y no en Paquistán, en la India o, incluso en el sudeste asiático, países mucho más próximos, en todos los sentidos, a su patria originaria?

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Por otra parte, si existen “refugiados” es porque tal o cual país los genera y la situación allí es insoportable, por tanto, si se trata de admitir, por ejemplo, subsaharianos, vale la pena recordar que, en cualquiera de aquellos países, en toda África y en buena parte de Asia, casi sin excepción, la “democracia” es una palabra que no tiene el mismo significado que en Europa. De los 1.200 millones de africanos, la inmensa mayoría podrían ser considerados como “aspirantes a refugiados”, a la vista de que existen diferencias abismales entre los “derechos humanos” tal como se contemplan en Europa y como se practican en África.

Pero, Europa no puede admitir a 1.200 millones de inmigrantes que, por lo demás, deberían entender que ellos, para prosperar, sería oportuno que trataran de hacer cambios en su país, antes que adoptar la solución más cómoda de mudarse a otro… ¿a cuál? Y esta es el nudo de la cuestión: no se trata de países en los que exista un mercado laboral floreciente, ni aquellos otros más próximos al lugar de origen, para mantener el contacto con sus raíces, sino de aquellos en los se vive mejor y, lo que es aún más importante, donde se garantizan subvenciones solamente por llegar y en donde todo, absolutamente todo, está permitido (o poco menos). Ese es el centro de la cuestión que políticos y medios pretenden escamotearnos.

No hay nada más opaco en la actual democracia española que la suma total de subvenciones que reciben los no nacidos en España y sus hijos nacidos aquí. La falta de transparencia es, precisamente, lo que permite sospechar. Recientemente se ha publicado la cifra de que algo más de 2.000.000 de inmigrantes viven de subsidios públicos. El misterio está lejos de quedar resuelto, porque no se dice cuántos antiguos inmigrantes que han logrado naturalizarse como “españoles”, siguen subsidiados. Por otra parte, haría falta especificar qué tipo de subsidios reciben: en España existen muchos de tipos de ayudas y de pensiones no contributivas. Todo ello hace sospechar que las cifras son muchísimo mayores y es legítimo pensar que pueden ser, incluso, el doble o el triple, incluso, de las dadas. Por lo demás, no se especifica el volumen total de subsidios y subvenciones por distintos conceptos, ni los dados por las distintas administraciones, que van a parar a lo que en Francia se ha llamado “la aspiradora de recursos públicos”, esto es, la inmigración. La opacidad de las cifras, en efecto, no hace nada más que aumentar las sospechas.

LA CAIDA DEL TERCER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

“VIENEN PARA CONTRARRESTAR LA BAJA NATALIDAD”

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Luego está el argumento de la crisis de la natalidad en España. Era lo que podía esperarse: la elevación constante del coste de la vida, hace imposible el que se puedan formar parejas e, incluso, que una vez formadas, decidan tener hijos. La paternidad es una aventura que muy pocos se atreven a afrontar. Para hacerlo es preciso tener seguridad de que se podrá mantener a los hijos. Nadie está dispuesto a ofrecer tales garantías. Sin embargo, es un problema político: hubiera bastado con atribuir prioridad en beneficios sociales y ventajas fiscales a las parejas españolas que deseen tener hijos, garantizar su prioridad a la hora de obtener viviendas sociales, y simples campañas en pro de la natalidad, para que se estimulara la natalidad entre nuestra gente. No se hizo, ni se tiene intención de hacer. Si se hubiera empezado a hacer en 1996, cuando Aznar abrió las puertas a la inmigración, hoy tendríamos una generación de 28 años y un país homogéneo. Se hizo –y se hace– justo lo contrario: confiar en que gentes llegadas de todo el mundo salvarían la natalidad en España.

Desde el año 2000, en las cuatro provincias catalanas los nacidos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de cada año, son en su inmensa mayoría hijos de nacidos en el extranjero. Pero, salvo entre las mujeres subsaharianas, el número de hijos va disminuyendo incluso dentro de la inmigración. Los inmigrantes andinos, por ejemplo, se han configurado como los primeros y principales usuarios de los servicios de aborto gratuito y de “píldora del día después”. La ruptura de la unidad étnica de España ni siquiera ha servido para que la natalidad remonte o para que se repueblen zonas “vacías”.

LA ÚLTIMA TRINCHERA INMIGRACIONISTA: 

“TENEMOS UNA DEUDA CON EL TERCER MUNDO Y SE LA VAMOS A PAGAR”

Caído el mito de “los que vienen a pagar las pensiones”, en un momento en el que ningún alcalde que quisiera mantenerse en el consistorio se atreve a colocar pancartas con el “Welcome refugies”, cuando se ha visto a las claras que la inmigración no resuelve el problema de los nacimientos, sino que complica la convivencia, ahora, como última trinchera inmigracionista, el argumentario se ha desplazado a otro frente; nos dicen: “estamos obligados a admitir a todos los inmigrantes que quieran establecerse en nuestro suelo y a mantenerlos, incluso, porque, se lo debemos”.

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Nos dicen que Europa “debe” a los inmigrantes del Tercer Mundo el haberlos explotado como colonias. Repiten, para bloquear a los más sensibles, que los europeos “somos responsables” de haber esclavizado a los africanos y que les debemos una compensación. Por eso están aquí, por eso estamos obligados a subsidiarlos… Es un argumento que tiene su fuerza, pero que no deja de ser otra falacia.

No solamente no fuimos esclavistas –valdría la pena, ya que estamos en esto, elaborar un censo de familias europeas que se dedicaron a la trata de esclavos, porque sería, en última instancia, a ellos a los que les correspondería pagar indemnizaciones, no a la totalidad de un pueblo– sino que, además, durante siglos, los europeos que vivían en las costas mediterráneas (pero, también, incluso en las del sur de Gran Bretaña y en Irlanda) corrían el riesgo de ser secuestrados ellos y sus hijos, saqueados sus bienes e incendiados sus pueblos, por parte de piratas berberiscos; una práctica que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Unos fueron esclavizados de por vida, los otros extorsionados pidiendo fabulosos rescates, otros murieron sin dejar huellas… Sin olvidar, claro está, que el grueso de traficantes que capturaban esclavos en África eran árabes y que se beneficiaban de pactos con tribus africanas que los obtenían de tribus vecinas.

Sería bueno presentar una reclamación de cantidad por los millones de europeos, especialmente de los países mediterráneos, de los países eslavos, e incluso del Reino Unido, que fueron secuestrados, esclavizados, obligados a vivir en condiciones infrahumanas, asesinados y muertos de agotamiento en tierras del Magreb

Aquellas exacciones berberiscas han dejado recuerdos imborrables en nuestro folklore, en nuestra literatura e, incluso, en la configuración de las costas (las “torres de guaita” tan habituales en la costa catalana no eran para admirar la belleza del Mediterráneo, sino para vigilar la llegada de piratas berberiscos). Aquel valeroso soldado que recibió dos disparos de arcabuz en el pecho y en el brazo izquierdo, en la gloriosa jornada de Lepanto, Miguel de Cervantes, dejó constancia en El Quijote de sus nueve años de cautiverio en Argel.

Los grandes olvidados de la historia europea, son los millones de antepasados esclavizados en tierras islámicas. Los europeos no somos los “malvados” de esta historia. El colonialismo se explica en gran medida por las constantes molestias generadas por la piratería islámicaberberisca y otomana. Quienes la practicaban eran asimilados a yihadistas: y lo hacían con saña y con odio acumulado. La negativa a erradicar la esclavitud, hizo necesaria la intervención europea con la consiguiente disolución de los “mercados de esclavos” que todavía existía en el siglo XIX en el Magreb. No “debemos” nada: nos deben una reparación de aquellos crímenes contra los pueblos europeos.

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