Opinión
Un «Manifiesto por España» para unir al centro derecha
Published
5 años agoon
El pasado lunes, un grupo de nueve amigos, muy preocupados por la situación que la interesada división del centro derecha en las mal llamadas “tres derechas” ha generado y por las consecuencias que el resultado de las pasadas elecciones generales, en las que pese a haber obtenido sumas equivalentes el reparto de escaños favoreció a la izquierda, escribimos y firmamos un documento que pusimos en Twitter con el título de MANIFIESTO POR ESPAÑA, con la idea de llamar a la razón y agrupar ese repartido voto en torno a la alternativa que a nuestro juicio podía dirigir mejor la deseada recuperación.
Aunque es probable que algunos de los lectores de este medio lo hayan leído o visto, debido al inimaginable eco que nuestra iniciativa iba a tener al ser recogida por la práctica totalidad de los medios digitales escritos y por los principales audiovisuales, televisiones incluidas, me decidí a sustituir mi artículo de hoy por la reproducción íntegra del citado Manifiesto:
“Los abajo firmantes somos un grupo de españoles que en distintas etapas de la corta vida de VOX nos unimos al proyecto que nació en 2014 como alternativa al Partido Popular de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, en el que muchos vimos la lejanía de sus valores y principios y el incumplimiento de las promesas que nos llevaron a darle una holgada mayoría absoluta en Noviembre de 2011. Confluimos aquí una serie de personas que llegamos desinteresadamente a VOX y ocupamos diferentes puestos de responsabilidad -Vicepresidente, Coordinadores provinciales o de distrito- o colaboramos activamente en su implantación y desarrollo por España, a los que nos une ahora el desengaño con un partido que se convirtió en un chiringuito para mayor “gloria” y sustento de su actual presidente, Santiago Abascal, y la renovada ilusión con el nuevo Partido Popular en torno a Pablo Casado.
Algunos de los que firmamos este Manifiesto estuvimos en la etapa de fundación y primeros meses de vida del partido, hasta después de las elecciones europeas de 2014, cuyo desenlace destapó la verdadera cara de Abascal y la de su entonces delfín Iván Espinosa de los Monteros -Javier Ortega y Rocío Monasterio no eran nada entonces-, quedarse con el partido en el que Alejo Vidal-Quadras los recibió muy generosamente, cuando el primero perdió su sustento en el Partido Popular, y traicionando a sus verdaderos fundadores. Se destapó entonces un cisma que, escasos cuatro meses después, propició la casi desaparición del partido y el inicio de una cuesta abajo que tocó fondo en las elecciones generales de 2016. Otros, incorporados en diferentes épocas por el mismo motivo y con la misma ilusión de creer encontrar la alternativa a aquel PP en VOX, en el que todos vimos cómo se convirtió en un centro de manipulación de sentimientos y de colocación de familiares y amigos. El 60% de los que forman la candidatura al Parlamento Europeo ocupa también algún puesto en las listas a las elecciones generales pasadas o en las de las próximas autonómicas y municipales.
Tras los resultados de las citadas elecciones generales del pasado 28 de Abril, toca hacer una llamada de atención a los buenos españoles que no podemos estar en nada satisfechos con el resultado arrojado por las urnas, en buena parte, a nuestro juicio, por un irreflexivo ejercicio del legítimo derecho al voto y en no menor por los efectos de la desastrosa Ley Electoral que beneficia al ganador y en nada a una división como la que de manera más que interesada se ha presentado a los españoles como las mal llamadas ‘tres derechas’. Visto el efecto nocivo que ha tenido la dispersión del voto de centro derecha por las causas ya apuntadas y la desatención, por parte de VOX y Ciudadanos, de la invitación que desde la más consolidada de las tres opciones, el Partido Popular, se les hizo antes de cerrar las listas electorales para confluir juntos -rechazada también para el Senado- y evitar, como ha ocurrido, lo que la dispersión podía acarrear, evidenciado en que, pese a tener prácticamente los mismos votos que las dos izquierdas -PSOE y Podemos-, el reparto de la Ley D’Hont ha perjudicado sensiblemente y ha hecho imposible la opción de gobierno de centro-derecha, que hubiera sido sin duda mucho mejor para España. Así pues, desde ese único objetivo, el de desear lo mejor para España y en el convencimiento de que sólo existe una opción posible, la dirigida por Pablo Casado, que ya demostró en Andalucía tener la capacidad de entenderse con ambos lados de su espectro político, el centro izquierda moderado de Ciudadanos y la derecha más radical de VOX, ante la imposibilidad comprobada allí de hacerlo entre ellos, instamos desde este Manifiesto a la generosidad de todos aquellos españoles que antepongan el bien de España a sus intereses personales o partidistas, desde la serenidad de la reflexión y aparcando la visceralidad que nada bueno ha traído nunca a nuestra querida Nación. Las recientes manifestaciones de Miquel Iceta echando de menos a Rajoy: “¡Vuelve, Mariano! ¡Vuelve!” demuestran que la izquierda desleal, al que verdaderamente teme, es a Pablo Casado. VOTEMOS UNIDOS LA MEJOR OPCIÓN PARA ESPAÑA: UN PARTIDO POPULAR DIRIGIDO POR PABLO CASADO”.
Obviamente, la mejor opción en opinión de los firmantes, que hemos sido: Ramón Calvo de la Hoz, excoordinador del distrito de Fuencarral – El Pardo (Madrid) en2014; Carlos Eliseo Corrales Bueno, afiliado de VOX y responsable en Madrid; Antonio De la Torre Luque, excoordinador provincial de Córdoba en 2014 año; Mª Concepción Farto Martínez, excoordinadora del Distrito de Chamberí (Madrid) en 2018; Juan Luis Jara Delgado, exvicepresidente primero de VOX durante 2016; Diego López Ordóñez, exsecretario de la Comisión Gestora de Cáceres; Daniel Molina Álvarez, expresidente Provincial de Toledo en 2018; Francisco de Asís Santos Gómez, excoordinador Provincial de Badajoz en 2014 y Argimiro Santos Vidal: exsecretario Provincial de León, hoy todos, excepto uno, fuera de VOX desde las fechas citadas y ninguno afiliado al Partido Popular, lo que nos legitima para hacer este llamamiento desde nuestra libertad individual.
Por supuesto que está abierta la invitación a todos los que quieran unirse a esta iniciativa, que pueden hacerlo a través de las redes sociales, @ManifiestoE y #ManifiestoPorEspaña en Twitter, https://www.youtube.com/cnUCiM9Gy1ESSFGuyZWpun_yQg en You Tube y Manifiesto por España en Facebook, o poniéndose en contacto con cualquiera de los firmantes, a los que nos pueden encontrar en dichas redes.
España
Diez puntos para valorar una teoría de la conspiración (CONSPIROLOGíA II DE II)
Published
2 días agoon
12/10/2024By
Ernesto Milá
Dentro de las posibilidades de esta obra y a la vista de los errores que hemos apreciado en varias de las teorías de la conspiración que hemos expuesto, vale la pena aportar, para terminar, unos cuantos puntos que permitirán al lector valorar la validez de cualquier nueva teoría que se le presente (y que no dudamos que, en tiempos de confusión y crisis como estos, surgirán por todas partes y en cadencia creciente)
1) Remontarse a las fuentes: no todas las teorías de la conspiración son igualmente “solventes”. Con demasiado frecuencia -como hemos visto en estas páginas- se apoyan en bases lo suficientemente dudosas como para poder atribuirles un mínimo de credibilidad: ante una teoría de la conspiración concreta hay que preguntarse: 1) Qué tiende a explicar, 2) De dónde y cuándo ha surgido, 3) Quiénes son sus mentores, 4) Sobre qué documentación fehaciente se apoya… La simple respuesta a estas cuestiones dará el índice de solvencia y credibilidad de una teoría de la conspiración. Y esto es más que necesario a la vista de que, como hemos podido comprobar, es muy frecuente que una teoría de la conspiración parte de un documento falso, de un malentendido histórico, de una fuente leída demasiado apresuradamente y de un error en la importancia que un documento puede haber jugado en una época concreta. Es frecuente, así mismo, que algunas teorías de la conspiración contengan datos que se han arrastrado a la largo de generaciones y que, dados por buenos generación tras generación, luego resulte que se trata de referencias falsas, dudosas o malinterpretadas
2) Remontarse a la época en la que enunció: esto nos dará el cuadro general de los problemas concretos de ese momento histórico y es posible, incluso, que nos sirva para apreciar la validez de una teoría de la conspiración en un momento dado y en de determinada coyuntura histórica, pero sea inaplicable en otro espacio y en otro tiempo. El tiempo suele matar las teorías de la conspiración que pretenden interpretar la historia en función de un único actor conspirativo. Los datos que pueden parecer “convincentes” en un tiempo, ya no suelen encajar con la realidad pocos 20 años después. Entidades de “poder mundial” que fueron determinantes en un tiempo concreto, pasan a ser irrelevantes apenas unos años después, sustituidas por otras. (recordemos la asociación Skull & Bones a la que perteneció la familia Bush y de la que se habló exhaustivamente mientras George Bush fue presidente, o de la Comisión Trilateral a la que pertenecieron buena parte de los miembros de la administración Carter). Cada generación desarrolla sus propios modelos conspirativos y es inútil pensar que el mismo diseño conspirativo se mantiene inalterable durante siglos.
3) Valorar al autor y su obra: habitualmente, todas las teorías de la conspiración tienen un autor. La validez de la teoría, en gran medida, puede ser evaluada en función de la solvencia de este autor, de su prestigio intelectual y de sus posibilidades reales de análisis e investigación. Es muy posible que autores conspiranoicos, por ejemplo, elaboren sus teorías en función de sus lastres psicológicos personales, de sus filias o sus fobias, de sus obsesiones e, incluso de su incapacidad para entender los mecanismos reales y objetivos para interpretar un hecho concreto o una situación histórico. Un autor solvente desde el punto de vista intelectual, un investigador que trabaje según un método científico, es garantía de que sus conclusiones pueden aproximarse a la verdad. Un autor anónimo, aupado en redes sociales, un intelectual que cambie constantemente de opinión, impulsivo, poco reflexivo, excesivamente intuitivo, suele ser garantía de una teoría de la conspiración errónea. Así mismo, un documento espurio, sin garantías de autenticidad, cuyo origen está envuelto en brumas con posibilidad de que se trate de una falsificación, es el anticipo de una teoría conspiranoica falsa o artificialmente creada.
4) Evitar dar por ciertas versiones de una conspiración que se mantienen a lo largo del tiempo utilizando datos repetidos reiteradamente, pero nunca confirmados como auténticos: es muy frecuente que una teoría de la conspiración que se mantiene durante décadas, encuentre a autores poco escrupulosos que dan por ciertos y repiten (“refritos”) datos que la confirmarían, sin antes preocuparse si estos datos son indubitables o bien nunca han sido confirmados. Es frecuente que una conspiración se dé por cierta por el testimonio de un personaje desconocido que asistió a una reunión de conspiradores y luego sintió una necesidad vital de “contar la verdad”. Luego, dando por cierto ese testimonio, el dato se repite una y otra vez en las sucesivas revisiones de la teoría de la conspiración en cuestión. Ahora bien, siempre hay que tener en cuenta que, si ese dato que puede ser calificado como la “piedra fundacional” es falso o erróneo, toda la construcción que se asienta encima es inestable en tanto que igualmente falsa. Aquí puede aplicarse el principio jurídico de “testimonio único, testimonio nulo”.
5) Confrontar la teoría con la realidad: las teorías de la conspiración se confirman o quedan desmentidas a la luz de la realidad. Mientras existe un paralelismo entre el enunciado de la teoría y las situaciones reales que se van sucediendo, la teoría en cuestión queda verificada, pero, desde el momento en el que teoría y realidad divergen, hay que evitar tratar de encajarlas a martillazos. La teoría no ha soportado el choque con la realidad y se ha difuminado. El peor error consistiría en seguir creyendo en algo en función de lo que ya no sirve para entender un proceso histórico. En el período de la primera postguerra mundial, por ejemplo, podía darse por cierto la idea del entendimiento entre judíos laicizados y bolchevismo a la vista de que la mayoría de dirigentes comunistas eran de origen judío. Pero, a partir del estalinismo y de sus purgas -que salpicaron especialmente a grupos dirigentes bolcheviques de origen judío- la teoría ya no era válida.
6) Buscar explicaciones alternativas: en ciencia se dice que “más vale una mala teoría que no tener teoría”. Una “mala teoría” sirve para estructurar conocimientos e interpretarlos, pero también para poder realizar una crítica que puede desembocar en la formulación de una “buena teoría”. Esto implica que una interpretación de la realidad en función de una teoría de la conspiración es un recurso aceptable y necesario solamente en el caso de que no exista otra teoría que interprete mejor los mismos hechos. La mayor parte de teorías de la conspiración tratan siempre de explicar problemas complejos mediante respuestas simples. Pero, en un momento de aceleración de la historia y de cada vez mayor complejidad de las sociedades, es inevitable que la explicación a los procesos que se van desarrollando, sean complejas y tengan en cuenta multitud de factores. Precisamente, esa complejidad es lo que hace difícil que existan conspiraciones que puedan soportar el paso del tiempo y cuyos mentores hayan tenido en cuenta todos los elementos de la ecuación. Esto implica que la validez de una teoría de la conspiración es inversamente proporcional al tiempo que transcurre desde que ha sido enunciada.
7) No perder nunca la objetividad en el análisis de una teoría de la conspiración: habitualmente, las teorías de la conspiración tienen éxito o no a partir del énfasis y de la capacidad de convicción de quienes las difunden, por la espectacularidad de algunos de sus contenidos, incluso por su extravagancia y por los canales en los que difunden (habitualmente redes sociales y grupos formados por “creyentes”) mucho más que por el contenido de los datos que aportan. Estos, no siempre superan la prueba de la veracidad. Es importante para el ciudadano al que le llega una nueva teoría de este tipo, que mantenga el cerebro frío y siempre, a la hora de valorarla, especialmente en estos momentos en donde hay bases de datos suficientes en Internet como para poder evaluar y confirmar o desmentir cada dato, confirme por sí mismo, los datos que le llegan.
8) Discriminar y clasificar las fuentes: Un dato olvidado en una web perdida que ni siquiera indica la fuente, suele no ser fiable, sin embargo, muchas teorías de la conspiración se han elaborado sobre esa base (el Plan Kalergi, como hemos demostrado surgió de una mala lectura de un libro olvidado, escrito por un autor que nunca tuvo una relevancia especial). Es importante a la hora de establecer la credibilidad de un dato aportado en una teoría de la conspiración, el valorar la fuente que lo ha emitido. Para ello, habrá que ver qué otros datos, sobre otros temas, aporta esa misma fuente y, en función de ello podremos establecer si el dato es fiable, inseguro en mayor o menor grado, o simplemente falso. En una publicación poco seria, en una web juvenil, en un foro de noticias que habitualmente sirve para canalizar locuras, fakes y es frecuentado por carne de psiquiátrico, es inútil pensar que vamos a encontrar datos que puedan aceptarse sin más. Los datos aceptables, solamente pueden partir de fuentes solventes.
9) Necesidad de documentos indubitables y testimonios múltiples: hay que desconfiar de “documentos probatorios”, sin padres ni madres reconocidos. Guénon sostenía que una sociedad secreta digna de tal nombre no deja rastros escritos de su actividad. Cuando aparece algún documento emanado por una de estas sociedades, hay que desconfiar sobre su autenticidad. Es demasiado frecuente que se trata de una “pieza de intoxicación”. Cuando se publicaron los Protocolos de los Sabios de Sión, algunos recordaron este principio y, aun antes de que aparecieran todos los datos que confirmaron la mistificación, denunciaron que el documento no solo era falso, sino que era cualquier cosa, menos las actas de una reunión secreta tendente a lograr el dominio mundial. Por otra parte, un dato único no puede confirmar una tesis compleja. En ciencia se dice que “a grandes tesis, grandes demostraciones”: si se quiere demostrar la existencia de vida extraterrestre (una gran tesis), la “gran demostración” consiste en entrevistar a un extraterrestre en la CNN. Frecuentemente, las teorías conspiranoicas, aparte de su escasa objetividad, parten de un testimonio único que, como sabe cualquier jurista, equivale a “testimonio nulo”.
10) Si no se dispone de una teoría “segura”, mejor prepararse para afrontar los hechos: vivimos momentos de crisis a los que se une un proceso de aceleración de la historia que se prolonga desde hace más de un siglo, a velocidad creciente. Cada vez es más habitual que las teorías interpretativas vayan por detrás de la realidad de los hechos. El catolicismo, por ejemplo, ha perdido mucho tiempo, tratando de explicarse el porqué está hoy en crisis, especialmente en la tierra de Europa: y no ha llegado a conclusiones unánimemente aceptadas. La situación es que hoy, además de carecer de teoría interpretativa sobre su propia crisis, se encuentra en una situación prácticamente insalvable: para los católicos, ya no se trata de seguir pensando en los “por qué”, sino más bien en actuar para tratar de salvar lo salvable y evitar la islamización de Europa. Es frecuente, como ya hemos dicho, que una teoría que “funcionó” ayer, ya esté superada poco después. Para apreciar un problema, basta con salir a la calle y observar el entorno: a partir de aquí podrá inferirse si hay tiempo para elaborar una teoría de la conspiración, o será necesario enfrentarse al problema que se percibe con la mayor determinación aun sin haber elaborado una teoría que lo explique.
Es posible que estos consejos hayan decepcionado a algunos. Y, sin embargo, son necesarios a la vista de la facilidad con la que hoy se difunden fakes, se repiten errores, se elaboran o adaptan teorías que no tienen posibilidades de interpretar satisfactoriamente nuestro momento histórico. Vivimos tiempos de repliegue a lo personal, nuestras vidas están encerradas en nuestras terminales digitales. Casi sin darnos cuenta hemos terminado presos, primero del racionalismo, luego de los millones de reclamos que cada día exigen nuestra atención, la mayoría carecen de tiempo para recabar datos y deben fiarse de las teorías de la conspiración elaboradas por otros. Ya hemos visto que, con demasiada frecuencia, estas teorías resultan erróneas. En la soledad de nuestros hogares, nosotros y nuestras terminales digitales pueden estas ofreciéndonos informaciones distorsionadas, incompletas, interesadas, pura intoxicación: de ahí la necesidad de salir a la calle, afrontar el mundo tal cual es, y, aun cuando no podamos hacer nada por rectificar un mundo que se derrumba ante nuestros ojos, debemos procurar que ese mismo mundo deletéreo, absurdo y repleto de distorsiones no tenga entrada en nosotros mismos.
A partir de aquí, las actitudes son dos: la el ciudadano más volcado a la meditación que a la acción que reaccionará tratando se confrontar teorías de la conspiración, sus datos y las responsabilidades contra las que apunta o bien elaborar su propia teoría de la conspiración; o bien, en aquellos en los que algo les hierve en la sangre, más resueltos a la acción que a la contemplación, que tratarán de actuar contra la decadencia o bien de preparar el mundo post-apocalíptico. Sí, porque, a fin de cuentas, la grandeza de nuestro momento histórico es que, con o sin teorías de la conspiración, estamos viviendo el final de una era.
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