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Ana Pardo de Vera, como todo semoviente hijo de familia de rancio abolengo que se corrompe, se pierde, se daña y se hace rojo (o roja) siempre ha mostrado un carácter bilioso, atrabiliario, pedante, y toda una serie de adjetivos que paramos aquí por no hacer la descripción larga en exceso.
El caso es que cuando el periodista (mal que les pese a la piara de semovientes izquierdosos) Vito Quiles pregunta a la interfecta por la imputación de su hermana, antigua directora de ADIF, y «pringada» en los líos de los Abalos, Koldo, Cerdán, Sánchez y demás mafia, estalla de rabia y cólera, amenaza al periodista, hace que un gracioso polichinela que saltaba por el lugar empuje y agreda a Quiles, insulta al periodista, y, finalmente, se encierra en su coche y le enseña lo que podría ser un arma de defensa personal, en una clara muestra de amenaza grave contra la salud de un periodista en el ejercicio de sus funciones.
En fin, nada nuevo dentro del comportamiento habitual de esta gentuza. Pasen, y vean.