Connect with us

Opinión

Segunda carta a unos jueces infames

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

En su bestial y prevaricadora sentencia hay una observación que les retrata a ustedes: osan decir que “Franco fue el jefe de Estado surgido de la Guerra Civil» y encabezó un régimen político caracterizado «por negar la separación de poderes y el pluralismo político y social fuera del Movimiento Nacional».

Parece como si ustedes y el Estafador de la Moncloa, jefe de un partido colaborador de los separatismos y de la ETA, pretendieran defender la democracia sobre la base de una ley norcoreana, vulnerando el estado de derecho, los derechos de las personas y la más elemental realidad histórica. En eso debe consistir su democracia.

La realidad es que la guerra civil surgió de un asalto armado al poder por el partido del Estafador aliado con el separatismo catalán, con pretensiones de implantar un régimen de tipo soviético y disgregar a España. Asalto seguido año y medio más tarde por el fraude electoral –verdadero golpe de estado– de un Frente Popular compuesto de totalitarios, separatistas y golpistas, continuado por una completa destrucción del estado de derecho entre cientos de crímenes e incendios y culminada en el asesinato del jefe de la oposición. Ustedes y su ley de «memoria» no se identifican con ninguna democracia, sino con aquel régimen criminal. El partido del Estafador, apenas vuelto al poder en 1982, aparte de imponer una corrupción generalizada, la colaboración con la ETA y un terrorismo de estado, proclamó la muerte de Montesquieu, es decir, de la separación de poderes, atrocidad que acaban de ratificar ustedes, con su inicua sentencia.

El franquismo fue un régimen de excepción, necesario para recuperar a España del crimen, el caos, la disgregación y la miseria creados por aquel Frente Popular. Con el cual se identifican, insisto, tanto el Estafador como ustedes, los separatistas y su infame ley llamada de memoria histórica y que, como todo en ustedes, es una estafa. El franquismo tuvo que reconstruir un país material, política y moralmente devastado. Y lo hizo sin la menor oposición democrática, porque nadie quería volver a una “democracia” como la afortunadamente derrotada en 1939. Y reconstruyó al país con una población pronto reconciliada, y con tal éxito que dejó a España próspera, culta, y sin más odios que los de algunas pequeñas minorías irreconciliables comunistoides, separatistas y terroristas. Dejó por primera vez un país apto para una democracia libre de las viejas convulsiones guerracivilistas a las que ustedes quieren llevarnos nuevamente con sus estafas “democráticas”.

Advertisement

Ustedes han elegido servir al Estafador y no al estado de derecho, haciendo el máximo daño al país. Su responsabilidad es gigantesca. Y la historia demuestra que estas fechorías no salen gratis.

Advertisement
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

La ilusión diplomática

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Conflitti&Strategie

Demasiadas personas, incluso hoy, confían ciegamente en la diplomacia, como si el diálogo fuera suficiente para evitar los conflictos que hierven bajo la superficie de la historia. Sin embargo, la diplomacia, a pesar de su noble función, nunca ha resuelto ningún conflicto. Más bien, es como el búho de Minerva evocado por Hegel, que emprende el vuelo al anochecer, cuando los hechos ya están realizados. Sirve para fijar los detalles lo máximo posible. Cuando nadie está dispuesto a actuar, la diplomacia es útil, o mejor dicho, no es útil, porque de todos modos no se habría llegado a esta situación.

Además, no es éste el tiempo de Metternich, ni vemos figuras capaces de tejer nuevos equilibrios mundiales con palabras y visión, como solían hacerlo ciertas grandes y eruditas figuras del pasado. En cambio, estamos asistiendo a un deslizamiento inexorable hacia una temporada de conflictos, en la que las grandes potencias, en ascenso o en decadencia (razones suficientes para todos) se miden cada vez más abiertamente. Y en los pliegues de estas tensiones globales, de un equilibrio ahora perdido y de uno nuevo que avanza caóticamente, no hay mucho espacio para esperanzas ingenuas. Estamos apenas al comienzo de una fase que marcará el fin de décadas de paz en suelo europeo.

Una época que habríamos podido afrontar con mayor preparación si nuestras clases dirigentes hubieran demostrado estatura, visión de futuro y sentido de la Historia. Por un lado, vemos a los charlatanes de las “sanciones”, convencidos de que las amenazas o las armas subsidiarias son suficientes para hacer retroceder a las potencias decididas a avanzar. Por otro lado, los llamados pseudorrealistas, que confían demasiado en la diplomacia (o se sienten desanimados por la diplomacia traicionada) como panacea para un tiempo que no puede tenerla, olvidando el hecho de que, cuando el nivel de conflictos indirectos excede el umbral de control, la guerra real se vuelve inevitable. Un verdadero realista sabe que, haya diálogo o no, la guerra llegará porque la Historia, en su enésimo punto de inflexión, lo exige.

Advertisement

Como siempre ha sido, en realidad. Porque, en su esencia trágica, esto es parte integral de la dinámica humana. No se trata de amarla u odiarla, sino de reconocer su presencia constante y su retorno inexorable, como advertía Gianfranco La Grassa en Un nuevo recorrido teórico: “La verdadera paz universal sólo existe con la muerte general de todo lo que existe”. Mientras haya vida, habrá conflicto, incluso en las realidades vivas más microscópicas.

Durante demasiado tiempo hemos disfrutado de una paz dentro de un estrecho perímetro, mientras en otros lugares se desataba el infierno, también y sobre todo gracias a nuestra cómoda paz. Hoy ese infierno se acerca, toca nuestras fronteras y ninguna diplomacia podrá mantenerlo fuera. Quizás podamos retrasar su llegada, pero no podemos evitarla. Europa, que un día fue protagonista, es hoy un teatro débil, donde se juega su derrumbe, sin dirección y sin destino. Ella pretende dictar los tiempos y las soluciones al mundo, cuando ya ni siquiera tiene un camino para sí misma. Mientras tanto, las nuevas potencias –Rusia hoy, China antes de que llegue mañana– se sentarán a la mesa del poder global en sus propios términos y para remodelarlo a su favor. Las provocaciones de aquellos dispuestos a ser tontos, si siguen siendo simples ejecutores del poder norteamericano en decadencia, serán ridiculizadas o ignoradas, y pronto incluso derrotadas. Es hora de entender que ya no podemos jugar con ilusiones. La historia llama y nosotros los europeos no abrimos porque no tenemos puertas que abrir.
Agradezco a Mario Schena por haber rescatado este pasaje de Un nuevo recorrido teórico (ed. Solfanelli, 2023) de Gianfranco La Grassa con mi presentación:
“Cuando la guerra decidió el nuevo orden mundial, simplemente definió la nueva jerarquía de poder entre los distintos países, una jerarquía que asegura un período de ‘paz’, que no es otra cosa que el desencadenamiento de conflictos menos agudos y no conducidos con medios de destrucción y matanza de muchos seres humanos. Pero incluso el conflicto llamado ‘guerra’ debe existir siempre mientras haya vida. La verdadera paz universal solo existe con la muerte general de todo lo que existe. No hay un solo organismo en el mundo, ni siquiera la pequeña molécula, en el que no haya conflicto mientras haya vida. ¿Queremos finalmente entender esto? Esto no significa amar la guerra, que sin duda conduce a dramas y dolores de inmensa magnitud. Solo significa reconocer y comprender que el drama y el dolor son una parte esencial de la vida en ‘este mundo’. Quien crea en el «otro», debe dirigir hacia él toda su esperanza de paz y amor; resignarse a lo que sucede en este mundo y participar en él.

http://www.conflittiestrategie.it/lillusione-diplomatica

Traducción : Carlos X. Blanco

Advertisement
Continue Reading