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Repetición de elecciones: ¿Vuelve el bipartidismo imperfecto?

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Es evidente que estamos viviendo todo un despropósito político que nos tuvo sumidos en cierta inestabilidad política desde Diciembre de 2015 y no sólo política, sino dando señales de alarma, otra vez, en el campo socioeconómico desde Junio de 2018. Ya he dejado constancia en mis tres últimos artículos, y no pocos anteriores, lo que a mi juicio y en buena parte ha llevado a la situación actual, que se remonta al principio de la transición por no haber cerrado bien el marco -la Constitución Española- algunos o por no haber hecho bien la tarea -por acción o por omisión- unos y otros desde entonces. No voy a repetirlo y ahí está la hemeroteca para consultarlo.

Cierto es también que “los dos grandes partidos”, el PSOE por acción con sus políticas erráticas y el PP por omisión y también con decisiones -como la suspensión en Marzo de 2001 del Servicio Militar- que en mi opinión hubieran requerido cierta gradualidad en la medida y otras que no tomó a tiempo -como la tan necesaria reforma educativa o la derogación en su segunda oportunidad de la nefasta Ley de Memoria Histórica-, han sido “los dos grandes actores” del desaguisado impulsando o permitiendo que se fuera deteriorando la base fundamental de una sociedad, la Educación, dejada en manos de la izquierda y los nacionalismos periféricos y separatistas que poco a poco se fue convirtiendo en adoctrinamiento y lo peor, se fue contagiando a otras regiones que nunca tuvieron el más mínimo interés “particularista” e identitario fuera de la generalidad inclusiva de lo español.

El nuevo siglo y un premeditado atentado -pretendidamente terrorista- para cambiar el signo del buen comienzo que suponía continuar las políticas del PP de José Mª Aznar, nos dejó primero la crisis de la izquierda, después de una desastrosa etapa de siete años largos con un descerebrado contador de nubes -resentido y sectario- al frente de un gobierno desnortado que volvió a despertar las dos Españas de Antonio Machado y dieron como resultado una descomunal ruina moral, social y económica que propiciaron la aparición de un movimiento social callejero que fue utilizado por la ultraizquierda comunista más rancia para crear un caldo de cultivo que pasaría factura años después y que quiso ser aprovechado -si no impulsado- erróneamente por la derecha para acabar con su hasta entonces único oponente, en lugar de hacer bien los deberes que le habíamos puesto casi once millones de españoles, que sí que habría acabado con el PSOE para varias décadas en espera de su necesitada renovación. Esa crisis de la izquierda socialista dio lugar a la aparición en el escenario político de dos nuevos actores, uno socialdemócrata moderado, Ciudadanos, que después perdió la brújula y otro de izquierda comunista radical y “anticapitalista”, Podemos, que ya llegó pervertido al sistema a los que se unió un tercero como “extra”, VOX, que se quedó en “aborto” porque ya venía trufado con las luchas internas características de la derecha vividora española. Pero no haber hecho bien los deberes trajo cuatro años después la crisis de la derecha, en dos fases a cual peor, que también quiso ser aprovechada por la izquierda socialista para recuperar, con fórceps y respiración asistida, desde la incubadora, el “aborto” antes citado.

Parecía en 2015 que se había acabado el bipartidismo imperante hasta entonces al repartirse el grueso de la Cámara Baja entre cuatro partidos -franquicias de uno de ellos incluidas- con la ponzoña constante de nacionalistas vascos y catalanes, estos últimos crecidos al no haber tenido la respuesta adecuada en Noviembre de 2014, pero el inestable resultado dio lugar a la repetición de elecciones seis meses después, en las que la “derecha” salvó los muebles aunque el daño estaba hecho.

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El ensayo pluripartidista no terminó de funcionar, como era previsible teniendo en cuenta el bajísimo perfil profesional, si no humano, de los principales líderes y equipos llegados al Congreso por una mezcla de populismo, oportunismo y cambio de chaquetas desde la frustración de no pocos que ya habían probado las mieles de la “profesión” de político y se agarraban al clavo ardiendo del que le diera cobijo cuando se vieron descabalgados de las listas de su “elector digital” y eludo nombres porque correría el riesgo de convertir este artículo en una edición breve de la guía telefónica.

¿Cómo se puede fiar nadie, pasada la “euforia” del cambio por el desencanto, de uno -Albert Rivera- que nunca iba a votar ni … ni…. y pactó después con los dos en menos de seis meses? ¿De alguien que se presenta en Cataluña “para ocupar el espacio de centroizquierda” y cuando ve caladero en el centroderecha por el soberano cabreo con Rajoy, se hace progresista liberal y “negocia” con uno u otro según convenga a su “estrategia” electoral en cada momento y región? El desfile de deserciones de los últimos meses deja claro que no soy el único que no se fía. Francesc de Carreras (uno de los fundadores), Toni Roldán, Francisco de la Torre -no confundir con el buen Alcalde de Málaga- o Javier Nart -éste último sin dejar el escaño europeo, que eso gusta, pero ese es otro tema que habrá que abordar- parece que tampoco se fían mucho del presidente elegido por orden alfabético.

¿O cómo alguien en su sano juicio puede fiarse de un comunista -razón ya suficiente para desconfiar- como PabLenin Iglesias, que nada más llegar al primer plano público desde una financiación poco clara, procedente “aparentemente” de regímenes nada recomendables -Irán, Venezuela o Bolivia-, “se olvida” de su “principio de “todo para el pueblo” -pero sin el pueblo, claro- y al verse instalado en el sistema “se” compra un casoplón en Galapagar -se dice que a mitad del precio de mercado allí-, en la Sierra Noroeste madrileña, una de las más caras de la provincia? ¿De alguien que sin oficio ni beneficio académico o profesional demostrado más allá del adoctrinamiento personal y universitario recibido, pretende convertirse de la noche a la mañana en salvador de la izquierda española?

Evidentemente, con esos mimbres pocos cestos se podían hacer y la inestabilidad salvada por la campana el 26-J de 2016 pero que dejaba una peligrosa suma de intereses antiespañoles en el hemicirco terminó, como era previsible desde el hartazgo del 20-D de 2015 ante un partido de izquierda medio roto y uno de derechas incumplidor y decepcionante, con lo que llegó el 1-J de 2018, una moción de censura apoyada en los enemigos de España que puso en Moncloa al más chulo -al tiempo que más falso (Dr. Plagio) y falto de escrúpulos (abuso de medios públicos)- de la historia de la democracia, Pedro Sánchez, que empezaba a hacer menos malo -nunca bueno- al que clonaba, el amigo de Pedro J. Ramírez, cuyo nombre omito como pequeña satisfacción personal.

Lejos de solucionar nada, ese escenario todavía cuatripartito, con el veneno nacionalista siempre presente, sólo podía producir la parálisis política y el deterioro de lo único bueno de los seis años y medio anteriores, la situación laboral y económica en franca recuperación, que es lo único que sabe hacer bien la derecha -ya sé que no es poco, pero a todas luces sí insuficiente a la vista de los resultados- y de nuevo el ridículo internacional tapado con un “carguillo” devaluado en Europa. Y como “cualquier situación mala es susceptible de empeorar” (Ley de Murphy) llegaron unas nuevas elecciones anticipadas que, lejos de solucionar nada, acabaron de completar el despropósito con un nuevo actor invitado, VOX, que ya citaba antes y que llegaba para romper más aún la derecha y “ayudar” a dar la patada en el trasero de Pablo Casado que todavía no habían dado del todo al PP de Rajoy y Sáenz de Santamaría -la mala del tándem-. Y esta llegada me lleva a añadir otra pregunta que completa las dos anteriores ¿cómo se puede fiar nadie de un partido que casi había desaparecido liderado por un vividor de la política que traicionó cuatro años antes a los que generosamente lo recogieron de la calle en la que lo dejaba el PP, un charlatán populista y con escaso bagaje personal y político, acompañado de gente poco transparente e incluso con antecedentes de “irregularidades” fiscales, que llegaba cargado de venganza personal e impulsado por la izquierda precisamente para lo que hizo, romper aún más a la derecha? Lo cierto es que se fiaron de este partido más de los que debieron aunque muchos menos de los pretendidos, que se quedaron en la mitad en cuatro semanas, pero el objetivo estaba cumplido y la derecha más rota que dos años antes.

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Y llegados aquí, parece que estamos abocados a una nueva llamada electoral que si Dios no lo remedia -y me temo que tenga cosas más importantes que atender- o el sentido común -tan poco demostrado hasta ahora en España- no se impone, puede dar como resultado una vuelta al bipartidismo imperfecto, pero más imperfecto de lo que fue hasta 2011, porque seguirá necesitando apoyos que hasta ahora se han demostrado inútiles cuando no nocivos si se trata de los del nacionalismo, cada día más separatista y mercenario.

Ante esta delicada situación, vuelvo a llamar al Sentido de Estado desde una posibilidad que ya propuse en Enero de 2016 tras el batacazo de Rajoy en 2015, un Gobierno de Transición presidido por un independiente de reconocido prestigio propuesto por el Rey -Artículo 99.5 y 99.1 de la Constitución, por este orden- para abordar las urgentes reformas que el sistema necesita -Ley Electoral, de Partidos, Senado, Educación, Justicia, Sistema Autonómico… por citar sólo algunas de las muchas ya muy repetidas- y sanear nuestra pervertida y perversa democracia. Aportaba entonces los nombres de Manuel Pizarro y Pablo Isla, ambos de acreditado prestigio en la Administración y en la empresa privada y añado ahora otros posibles candidatos desde la perspectiva de mi ya conocida pertenencia al Aula Política del Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad San Pablo CEU por la que además de sus más de trescientos miembros pasan cada año muchos y reconocidos ponentes de altísimo nivel humano, profesional y político.

Sin ser exhaustivo podría citar no menos de una docena de nombres relevantes, pero me voy a limitar a dos de diferentes generaciones, para no ponerlo muy difícil al proponente y al mismo tiempo ofrecerle dos alternativas igualmente válidas y desde luego complementarias. Me refiero a su Presidente, José Manuel Otero-Novas, Abogado del Estado entre otras cosas y miembro de los dos primeros gobiernos de Adolfo Suárez, Ministro de Presidencia primero y de Educación después y buen conocedor de aquellos primeros pasos que después de su salida se torcieron hasta no parecerse hoy en prácticamente nada al proyecto de 1978 y a uno de sus miembros más destacados, Alfredo Dagnino, Letrado del Consejo de Estado y que fue Presidente de la Asociación Católica de Propagandistas y de la Fundación San Pablo CEU, además de Consejero Delegado del Grupo Intereconomía y Director de un prestigioso despacho legal. Cualquiera de los dos, o ambos, podrían encabezar esa iniciativa transitoria y formar un magnífico Gobierno de concentración que pusiera en orden este magnífico país que es España hasta que ese bipartidismo imperfecto se perfeccione porque el abanico de partidos no funciona aquí.

Del resto de asuntos, como el aumento del presupuesto del Plan África del gobierno en funciones para dar más contenido al forzado e inmerecido contrato de la “primera damisela”, la iDIotADA separatista con Himno Nacional incluido a la que el aniversario del 11-S neoyorquino le quitó protagonismo ayer o el falso teatro de dos pésimos actores como Sánchez e Iglesias, entre otras muchas cosas, ya hay bastante en la prensa. Sólo queda que Dios reparta suertes.

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La última bala de Sánchez: “Currarse la página de la pena”. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

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A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.

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Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.

Todo esto es importante por dos factores:

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1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

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2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

  1. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país.

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitirTodo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

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2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.

3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

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Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.

 

Ernesto Milá. 

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