España
Prohibido lo malo

Published
7 años agoon
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Redacción
Hermann Tertsch.- Estén atentos los españoles, porque si este Gobierno no cae pronto, sea por inepto, por tramposo, por mentiroso, por plagiario, por traidor, por cómplice de mafias, por colaborador de golpistas y enemigos de España, puede que se quede. Puede que transforme tanto los métodos de trabajo en nuestro sistema que no podamos, no nos dejen hablar sobre su relevo hasta que las condiciones de miseria, violencia y caos ocupen organismos internacionales. En España asistimos ya a muchos pasos consecuentes que dicta el guión de una toma de las riendas del poder, no solo del Gobierno, sino del sistema, para poder casi excluir la alternancia. De ahí que sean tan alarmantes las palabras de la vicepresidenta Carmen Calvo que anuncian la intención del Gobierno de imponer límites a la libertad de expresión e información. Siempre en defensa de la verdad, faltaría más.
Tras los baratos eufemismos de Calvo, queda claro que el Gobierno considera que jueces y tribunales no son suficientes como hasta ahora para perseguir los delitos en opinión e información. Porque hay informaciones u opiniones que este Gobierno quiere perseguir y que aún no puede. «Necesitamos seguridad». Se regulará -dice que con otros países- lo no regulado hasta ahora en el ámbito de la libertad de expresión y del derecho a la información. Las amenazas a los medios de este Gobierno no tienen precedentes en España desde 1978. No quieren que se hable mal de ellos. Y decretan que todo lo malo sobre ellos es mentira. Ya lo advirtió Pedro Sánchez, menos solemne que macarra, que quien le critique a él o al Gobierno critica al Estado. Al principio nos hizo gracia. ¿Qué rayos se habría creído ese galán de grandes superficies? La risita se nos ha borrado. Con su carácter práctico, no serán ni el principio de contradicción, ni la honradez, ni la vergüenza ni el sentido del honor lo que frene la incontrolada ambición de Pedro Sánchez. No tiene dudas ni muestra escrúpulos. No hay elecciones. Los golpistas son buenos. Los constitucionalistas, malos. Monto cuando quiero en avión. Mi mujer trabaja donde me dé la gana. Quien me ataca ataca a España. Punto.
Atentos españoles, el Gobierno quiere armas para combatir «la mentira» de los periodistas. Eso que les gusta llamar «fake news» porque hacen mucho daño, «a veces», dramatizaba ayer Calvo, «daños irreparables». En un ambiente tan comprensivo de la leal soldadesca izquierdista del periodismo patrio nadie le haría reparar ayer que los daños que sufre actualmente el Gobierno no los generan unas mentiras sino unas verdades. Estas nuevas medidas para limitar la libertad de expresión y de información encajan con las disposiciones de la nueva ley de memoria histórica que tiene en la recámara el PSOE y que impone penas de prisión, graves multas e inhabilitación a quienes cuestionen la interpretación de la guerra civil española y del franquismo que hacen quienes se consideran herederos de los perdedores. Dará con sus huesos en la cárcel quien crea como yo que la tragedia española no comenzó el 18 de julio de 1936, sino con la criminal quema de iglesias y conventos de 11 de mayo de 1931 y que, por supuesto, fue una inmensa suerte para España que la guerra la ganara Franco y no Stalin.
Ahí tienen a la UE muy preocupada por Hungría y Polonia, porque cumplen su programa unos gobiernos avalados por amplias mayorías salidas de elecciones impecables. Pero de España no dice nada la UE. Pues debiera. Un gobierno de 84 escaños apoyado por grupos totalitarios -unos pisotean los derechos de los españoles no separatistas, otros son títeres y franquicias de regímenes asesinos-, prepara un arsenal de medidas para perseguir a quien discrepe. A quien se atreva a decir la verdad sobre el Gobierno y sobre la historia o a escribir una columna como esta.

L. Perona.
Hay indicios que señalan que la comunidad económica europea, hoy convertida en un gran elefante burocrático, torpe y liberticida, fue creada por la CIA y su antecedente, OSS. Joshua Paul, un investigador de la Universidad de Georgetown, según un artículo publicado por Ambrose Evans-Pritchard en el London Telegraph el 19 de septiembre de 2000, encontró documentos desclasificados del gobierno estadounidense que sugieren una implicación de Estados Unidos en la promoción de la integración europea durante las décadas de 1950 y 1960. La nación norteamericana se convirtió en un imperio amenazador para Europa desde su agresión a España en 1898. En tal fecha, como señaló repetidas veces el filósofo Carlos X. Blanco en sus obras, “las naciones europeas se cruzaron de brazos y permitieron la humillación a una de las suyas”. Ya no solamente la América española estaba a su merced. Se trataba ahora de controlar el “Viejo Continente”. La oportuna y oportunista intervención en las dos guerras mundiales, permitió a los yanquis aumentar su injerencia.
Qué encontró Joshua Paul:
El profesor Paul descubrió archivos en los Archivos Nacionales de Estados Unidos que indican que la inteligencia estadounidense, particularmente a través de la American Committee for a United Europe (ACUE), creada en 1948, financió y dirigió movimientos federalistas europeos, como el Movimiento Europeo. La ACUE, presidida por William J. Donovan (exjefe de la OSS, precursora de la CIA) y con Allen Dulles (director de la CIA en los años 50) como vicepresidente, canalizó fondos de fundaciones como la Ford y la Rockefeller, además de grupos empresariales cercanos al gobierno estadounidense, para apoyar iniciativas que promovieran una Europa unida. Los buscadores automáticos de información, así como los chats de IA insisten en decir al usuario que “canalizar fondos” no es pagar la creación institucional de la Unión Europea (o sus precedentes). Que el lector saque sus propias consecuencias.
Hay un memorando fechado el 26 de julio de 1950, firmado por Donovan, el cual daba instrucciones precisas sobre una campaña para promover un parlamento europeo plenamente constituido. Además, el Departamento de Estado de EE.UU. desempeñó un papel relevante, como lo demuestra un memorándum de 1965 que aconsejaba al vicepresidente de la Comunidad Económica Europea, Robert Marjolin, avanzar en la unión monetaria de manera discreta, evitando debates públicos hasta que las propuestas fueran prácticamente inevitables. En realidad, todo el proceso de unificación de Europa fue así: dando pasos suaves y discretos, a espaldas de sus pueblos, presentándoles los “productos” ya cocinados. Los propios líderes –como hoy, la nefasta Úrsula von der Layen- poseen autoridad creciente, no respaldada por sufragios, ajenos a cualquier atisbo de “soberanía popular”. Correlaciona perfectamente la desposesión de soberanía nacional de los pueblos de Europa con el autoritarismo e injerencia de la UE, en aumento, siempre creciente e indiscutida. La actual guerra de Ucrania, en la que la UE se ha revelado como brazo civil y propagandístico de la OTAN, así como la pasividad cuando no el partidismo pro-sionista de la Unión Europea, reflejan que el dinero americano de la fundación sigue controlando el chiringuito europeísta.
Cómo se hizo.
Estos fondos yanquis no se destinaron directamente a la creación del Mercado Común Europeo (CEE, establecido por el Tratado de Roma en 1957), sino que apoyaron movimientos e iniciativas que fomentaban la idea de una Europa unida, como la Campaña Europea de la Juventud y el propio Movimiento Europeo. Figuras clave como Robert Schuman, Paul-Henri Spaak y Joseph Retinger, líderes del Movimiento Europeo, recibieron apoyo financiero estadounidense, dinerito contante en dólares, aunque este chorro de papel verde se manejó como una operación encubierta. Cuando Retinger intentó recaudar fondos en Europa para reducir la dependencia de EE.UU., fue rápidamente reprendido por los patrocinadores estadounidenses. Es de notar que la intervención yanqui fue constante desde que sus tropas desembarcaron en el, para ellos, “Viejo Continente”. La existencia de cientos de bases militares (muy concentradas en los países vencidos, Alemania e Italia, pero también en los demás estados de Europa Occidental) recuerda a los europeos que jamás van a tener un ejército propio, unidos, y que, por separado jamás van a tener soberanía defensiva. Se trataba, y se trata, en todo momento, de tener “Alemania debajo y Rusia en frente”, pero además “los EUA encima”. La Unión Europea, lejos de ser un mero instrumento comercial, hasta cierto punto necesario, pues los países europeos son muy pequeños, se ha convertido en un instrumento para subyugar a Europa más de lo que ya estaba a través de la “cretinización general de la población” (J. M. de Prada, Carlos X. Blanco), primero con las músicas y bailes africanoides, después con Hollywood y la “Caja Tonta”, ahora con las redes sociales y la ideología wokeísta.
Los documentos sugieren que Estados Unidos vio la integración europea como una forma de estabilizar el continente, contrarrestar la influencia soviética durante la Guerra Fría y facilitar el control político al lidiar con un bloque unificado en lugar de múltiples gobiernos nacionales. Estas estrategias van unidas a la financiación y soborno de partidos, sindicatos y hasta grupos terroristas. En España, por ejemplo, el grupo separatista y terrorista ETA estuvo, al igual que el Partido Nacionalista Vasco, muy conectado con los norteamericanos (previamente, con los británicos y el MI6). Los libros del historiador Armando Besga son muy recomendables en este sentido. Debe recordarse que el dinero y las maniobras yanquis están detrás del magnicidio del almirante Carrero Blanco, un bastión de soberanía española ante el poder del Imperio yanqui. La desaparición del gaullismo francés y del franquismo español eran cruciales para la colonización de toda Europa occidental.
Algunos analistas, como Paul Craig Roberts, han interpretado estos hallazgos como prueba de que la Unión Europea fue una «creación de la CIA. La integración europea fue impulsada por líderes europeos con sus propios objetivos, pero también trabajaron como criados del Imperio ocupante, y los fondos estadounidenses representaron solo una parte del esfuerzo, también hubo finanzas locales detrás del proyecto, plutócrata en cualquier caso. Los documentos indican al menos que EE. UU. apoyó movimientos que alineaban con sus intereses geopolíticos.
El trabajo de Joshua Paul revela un apoyo financiero y político encubierto de Estados Unidos a movimientos proeuropeos, y permite más que sospechar que el Mercado Común Europeo fue creado con «dinero americano» en un sentido al menos indirecto. La CEE fue financiada y establecida por los países fundadores (Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), y por la CIA. Ahora esta Europa “unida” en su falta de soberanía apuesta por prolongar la guerra en Ucrania, pagándola de su bolsillo, arruinándose, y mira para otro lado en el tema del genocidio de Gaza, ignorando que pronto el genocidio se llevará a cabo en las propias colonias de los yanquis: en los propios estados bananeros de la UE.


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