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Sociedad

(PREGUNTAMOS A NUESTROS LECTORES) Dos filósofos de prestigio desmontan la “ideología de género”

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Impedimos que un niño de 12 años coma las chuches que quiera, pero dejamos que decida cambiarse de sexo. Nos preocupa el efecto a medio plazo de su más mínima obesidad, pero permitimos que sea sometido a tratamientos hormonales irreversibles que alientan una futura mutilación genital. Negamos (justamente) la capacidad de un menor para consentir en una relación sexual con adultos, pero condenamos al oprobio público y al escarmiento mediático a quien niegue a un niño, que lo ignora todo sobre el sexo, su capacidad para consentir, inducido por adultos, en intervenciones químicas o quirúrgicas sobre su sexo.

¿”Dejamos”? ¿”Permitimos”? ¿”Condenamos”?

No. Quienes “dejan”, “permiten” y “condenan” son ideológicamente -y, en algunos casos, incluso personalmente- los mismos que ayer (y, como ahora, en nombre del Progreso y los Derechos) jaleaban la pederastia como una forma de liberación sexual.

Dos filósofos han denunciado esta hipocresía y estas contradicciones en un reciente artículo en Le Figaro: se trata de Olivier Rey, matemático y filósofo y miembro permanente del Instituto de Historia y de Filosofía de las Ciencias y la Técnica, y Jean-François Braunstein, profesor de Filosofía en la Universidad de París-I Panteón-Sorbona.

Cambio de sexo para los menores: el descontrol de la lógica de los derechos

En las últimas semanas, con ocasión del caso Matzneff, nos hemos preguntado: ¿cómo hemos podido, en los años 70 y 80, ser tan condescendientes con los adultos que reivindicaban haber tenido relaciones sexuales con niños o adolescentes muy jóvenes? Cuestión, cuanto menos, sesgada. De hecho, es falso decir que, en los años 70 y 80, “nos” mostrábamos particularmente condescendientes al respecto. Una minoría, que pretendía encarnar el progreso y el sentido de la historia, creía que eso estaba bien y relegaba a todos los que no pensaban igual del lado de los idiotas, los reprimidos, los reaccionarios podridos.

Bernard Kouchner [co-fundador de Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo, exministro de Sanidad con Lionel Jospin y luego de Asuntos Exteriores con Nicolas Sarkozy], situado en uno de los primeros lugares en la lista de firmantes de una petición que, en 1977, defendía el derecho a tener relaciones sexuales con niños, invoca el ambiente de la época: “Otros tiempos, otras costumbres. El periodo era estúpidamente laxo y permisivo”.

El periodo es la excusa perfecta. Si la población era realmente tan laxa y permisiva (tan falta de common decency), no habría sido necesaria una petición para permitir lo que la mayoría reprobaba. Kouchner debería haber dicho: el pequeño círculo al que yo pertenecía, que en su lucha contra el “orden moral” sermoneaba a Francia, era “estúpidamente laxo y permisivo”.

Más grave aún. Los que hoy se llaman “progresistas” son los primeros en indignarse por las fechorías del pasado. Muchos de ellos son los impulsores diligentes o, en su defecto, los acompañantes indulgentes de las violencias inéditas cometidas contra los niños. Es lo que sucede, por ejemplo, con esta nueva maravilla: los niños que el Estado certifica que no tienen padre. Genealogía truncada, organizada por el poder público: existe el derecho de la mujer a tener un hijo sin padre, pero «no el del niño a tenerlo, cualquiera que sea el momento para ello» (declaración del diputado Jean-Louis Touraine, relator del proyecto de ley bioética, en la comisión parlamentaria, 11 de septiembre de 2019). Evidentemente, los niños sin madre no tardarán en llegar: el «vientre de alquiler para todos» está ya de camino.

Dichos niños serán muy ingratos si se quejan: no sólo llegarán al mundo con una calidad mínima garantizada debido a la selección de gametos y al diagnóstico preimplantacional, sino que además podrán cambiar de sexo si el que les ha sido “asignado” no les convence.

Pero la diferencia sexual no es una nimiedad: dado que la humanidad está formada por hombres y mujeres, nadie puede pretender ser, él sólo, depositario de la humanidad. La sexuación desmiente el fantasma de la omnipotencia y la plenitud personal, e inscribe en cada uno de nosotros el límite. Comprendemos que para el niño enfrentarse a la diferenciación sexual puede generar dificultades. Y en algunos casos incluso grandes dificultades. Es responsabilidad de los padres, los adultos y las instituciones ayudarlos de la mejor manera posible a superarlos. Pero ha surgido otra idea: proponer a todo el que no esté satisfecho con su sexo que lo cambie. Y esto, en edades cada vez más tempranas.

‘Bloqueo de la pubertad’

Así, en Estados Unidos, como en el Reino Unido y en el norte de Europa, a un niño de unos doce años con disforia de género se le puede proponer, si los padres lo permiten, un tratamiento con “bloqueadores de la pubertad” para que tenga tiempo para reflexionar. A continuación, a los 15 o 16 años, el adolescente, que en realidad sigue siendo niño, puede por voluntad propia, lanzarse a una “transición” guiada por hormonas, cuyos efectos son en su mayoría irreversibles (desconociendo también si este tipo de medicación, que deberá ser tomada de por vida, tiene a la larga efectos nefastos sobre la salud), para pasar, en última instancia, por quirófano a partir de los 18 años.

Los hechos dicen que al “bloqueo de la pubertad” sigue, en la casi totalidad de los casos, una “transición” efectiva. Lo cual es lógico: al impedir que el cuerpo madure, el tratamiento también impide que el cerebro lo haga, con el pretexto de dar tiempo para la reflexión; pero lo único que hace es paralizar la situación en espera de que el paciente llegue a la mayoría de edad para que la “transición” emprendida llegue a su conclusión. Dicho de otro modo: se carga sobre la voluntad de un niño de 11 ó 12 años el peso de decidir la puesta en marcha de un proceso de cambio de sexo.

Comparemos esto con la severidad con la que son condenadas hoy en día las relaciones sexuales entre adultos y niños o jóvenes adolescentes. Aunque estas relaciones fueran “consentidas”, la ley estima que los niños y los jóvenes adolescentes son demasiado jóvenes para que el “consentimiento” en cuestión, si existe, autorice a un adulto a tener relaciones sexuales con ellos. Pero en este caso, ¿qué habría que pensar de las personas para las cuales el deseo expresado por niños de la misma edad, o aún más jóvenes, de cambiar de sexo, es ley, por lo que consideran que es necesario responder proporcionándoles los tratamientos adecuados? ¿Demasiado jóvenes para que sea verdad su consentimiento a una relación sexual con un adulto, pero suficientemente maduros para comprometerse a una “transición” de un sexo a otro?

Por el momento, en su conjunto los médicos y la administración del Ministerio de Sanidad son, en la práctica, más prudentes en Francia que en Estados Unidos o el Norte de Europa. Sin embargo, podemos confiar en que los detractores del “retraso francés” obtendrán rápidamente un alineamiento con lo que es ya costumbre en los países más “avanzados”.

En el Reino Unido, la multiplicación de casos tratados por la sanidad pública en el Gender Identity Development Service (GIDS) es asombrosa: de 97 en 2009-2010 a 2590 en 2017-2018 [un crecimiento de casi el 2500% en una década]. Y la lista de espera no deja de aumentar ante el flujo de peticiones. Una serie de vídeos en internet se encargan promoverlo entre los niños, y los padres tienen cada vez más dificultades en ofrecer resistencia, porque el mensaje que reciben de manera insistente es que los buenos padres son los que “acompañan”. Es lo que muestran las películas. Y la televisión.

En Estados Unidos, un niño, Jazz Jennings, ha hecho pública su “transición” de niño a niña en I Am Jazz, un reality show del canal TLC (The Learning Channel), en el que se le ve con su familia, sus amigos, en el colegio. La primera temporada fue emitida en 2015; la quinta, emitida a principios de 2019, acompañó a Jazz hasta la clínica en la que se llevó a cabo la operación de “confirmación de género”.

Cuando Jazz tenía sólo siete años, sus padres lanzaron la Fundación TransKids Purple Rainbow en apoyo de los jóvenes transgénero. Estos son los padres que se pone como ejemplo a seguir. Los que actúan de otro modo son unos monstruos, peores que los Thénardier, quienes por malos que fuesen no se habrían opuesto a que Cosette se convirtiera en Nicolás [alusión al matrimonio de posaderos en Los Miserables, de Víctor Hugo, a quienes Fantine entrega su hija Cosette para que se ocupen de ella. La alusión a Nicolás tal vez tenga que ver con el protagonista de las novelas de René Goscinny El pequeño Nicolás, para seguir en ámbito literario; ndt].

El documental Trans Kids: It’s Time to Talk, realizado por la psicoterapeuta Stella O’Malley y difundido en el Reino Unido en noviembre de 2018 por Channel 4, incluye el testimonio desgarrador de una madre sometida por este contexto: ¿cómo podría ella convertirse en la madrastra tránsfoba que se opone a la “transición” que quiere su hija y que el sistema de salud pública británico propone? Al mismo tiempo, piensa en la posibilidad de que su hija, años más tarde, se arrepienta de su transformación y le reproche el haberse sometido al ambiente: “¿Quién puede asegurar que Matt no nos diga, a los 25 años: ‘¡Era un niño, tenía once años! ¿Por qué me habéis hecho esto? No me dejabais comer chocolate, o hacer esto o lo otro, ¿por qué entonces habéis tomado la decisión de darme inhibidores de la pubertad?’”.

Tiene razón en plantearse la pregunta: hay personas que, años más tarde, se han arrepentido de su “decisión”, y desean volver a su sexo original, desean “detransicionar”. Pese a ello, recordar las dificultades a las que tienen que hacer frente los transexuales después de su “transición” es casi imposible, sería “hacerle el juego” a los tránsfobos.

Cuando James Caspian, un psicoterapeuta que ha acompañado a un gran número de jóvenes durante su “transición” quiso llevar a cabo un estudio sobre los transgénero que, más tarde, se han arrepentido de haber seguido este camino, la universidad de Bath Spa rechazó el proyecto alegando que era “potencialmente políticamente incorrecto” y podía dañar la reputación de la universidad en las redes sociales. Una universidad debe estar del lado del progreso; y el progreso es la felicidad que la “transición” garantiza.

Stella O’Malley tenía razones muy personales para realizar este documental sobre los niños “trans”. Nació en los años 70 en Dublín, y toda su vida se sintió un chico, vivió como un chico. Cuando llegó la pubertad, fue una tragedia: la transformación de su cuerpo desmentía lo que ella quería y pretendía ser. Pero esta tragedia fue también un pasaje. Ahora, con la distancia, Stella O’Malley constata: “Emergí como mujer y soy feliz de ser mujer. Me casé y tengo dos hijos a los que amo. Ya no consigo ver en mí a ese niño que yo era”.

Tiempos caóticos

Sin duda, la evolución no siempre es tan favorable. No obstante, en la mayoría de los casos, antes de la existencia de los “tratamientos”, los raros casos de disforia de género eran estados temporales que se reabsorbían con el paso a la edad adulta. Sería positivo tenerlo en cuenta: la feminista Camille Paglia acusa a los «propagandistas transgénero» de «abuso infantil» y afirma que «los padres no deberían hacerle esto a sus hijos».

Stella O’Malley se da cuenta de la suerte que tuvo: “Si llego a nacer treinta y cinco años más tarde, estoy segura de que habría sido ese niño que está siempre en internet, elige recibir el tratamiento hormonal y transiciona, estoy convencida de ello”. Piensa que la mayoría de los niños que deciden transicionar se equivocan, como se hubiera equivocado ella: «Los desorientamos. Creo que están confundidos y nosotros los desorientamos».

En los tiempos caóticos en los que vivimos, es muy difícil proyectarse hacia un futuro de varios decenios. Si sobreviniera un colapso, como predicen algunos, las personas recordarían con incredulidad, en medio de las ruinas, esta moda “trans” que agitó al mundo cuando estaba al borde del abismo. Si la trayectoria se mantiene igual, del mismo modo que los “progresistas” de 2020 se alarman de la libre sexualidad con niños y adolescentes muy jóvenes que era “tendencia” defender e impulsar unos decenios antes, los “progresistas” de 2050 se alarmarán al saber que, en 2020, era considerado progresista proponer la “transición” de un sexo al otro a los muy jóvenes. Los que hoy animan o simplemente admiten las “transiciones precoces” dirán: era la época. Pero no, no era la época: eran ellos.

 

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España

Guerra llama «disidente» a Sánchez por abrirse a una amnistía que sería una «humillación»

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González pide a Sánchez «no dejarnos chantajear por partidos en vías de extinción» y critica a Díaz por «ir a Waterloo a ver al emperador».

El Ateneo de Madrid ha sido testigo de un acontecimiento histórico que hacía treinta años que no ocurría: el tándem Felipe Gónzález y Alfonso Guerra, presidente y vicepresidente, juntos de nuevo para reivindicar los valores históricos del socialismo y presionar a la actual dirección de Pedro Sánchez de desistir de la amnistía que negocia con los independentistas catalanes. La presentación del último libro de Guerra, La Rosa y las espinas, era la excusa pero también la oportunidad para cumplir con la expectación generada y hablar sin tapujos sobre la actualidad nacional. El ex número dos del Gobierno, Alfonso Guerra, ha calificado de «disidente y desleal» al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, sin citarle y refiriéndose a él como «el otro».

Y, lo que es más relevante, ha fijado su posición sobre una posible amnistía que, a su juicio, sería «un retroceso histórico» y una «humillación deliberada de la generación de la Transición». Según Guerra, «la amnistía significa condenar la Transición y la democracia, que es lo que buscan los jóvenes inmaduros de la nueva política, que no es otra cosa que una estafa descomunal». Tras la ovación del salón de actos en pleno, añadió que la concesión de esta medida de gracia «significa la condena del 90% de los españoles que votaron la constitución 78 y que manifiestan su preferencia a la política de acuerdos».

«Tras el indulto a los protagonistas del procés, si el indulto es el perdón, la amnistía es la desaparición de la responsabilidad. Es decir, que no delinquieron», algo que «un demócrata no puede aceptar». De la misma manera explicó que las amnistías se conceden siempre ante un cambio de régimen y «se hacen siempre por unanimidad y no con medio Parlamento en contra. Yo pido como socialista que no se conceda esa amnistía que falsifique la historia» beneficiando a «los felones que atentaron contra la libertad y democracia y que repiten cada día que volverán a hacerlo. La pregunta no es si cabe en la Constitución sino si se puede extinguir la responsabilidad penal a los autores de una movilización encaminada a subvertir el orden constitucional».

González: «No es digno ir a Waterloo a ver al emperador» 

El ex presidente del Gobierno no quedó a la zaga. Felipe González comenzó atizando a dos dirigentes cercanos al Presidente Sánchez. Primero a Yolanda Díaz, a quien se refirió como «ésa gente que no ha ganado nunca las elecciones y está dando lecciones de cómo hacer política. La vicepresidenta se destaca mucho en eso». Y en una referencia velada a Feijóo, se preguntó: «¿Como se atreve a darle lecciones a quien le ha ganado elección tras elección y le ha dejado sin escaño». No fue la única vez que se refirió a ella. Al término de su intervención añadió otras reflexión: «No es digno trasladarnos a Waterloo como si uno fuera a ver al emperador del paralelo pero en la otra dirección».

También se refirió al ex presidente Zapatero, con quien González y Guerra compartieron actos de campaña electoral y a quien dirigió el siguiente mensaje ante la deriva del mismo en la ultima campaña al 23-J: «No se si me estoy arrepintiendo de haber hecho campaña con él». Las risas del auditorio se repitieron con la tercera cita, al presidente manchego, Emiliano García Page, de quien dijo: «O nos metemos todos bajo la cobija de García Page o no se dónde vamos a ir». 

Pero el grueso de su mensaje también versó sobre la amnistía que «no es constitucional», que «no cabe en la Constitución, borra el delito. No es que perdona al delincuente sino que lo borra (…) Borra eso y les quita legitimidad a los que trataron de defender la legalidad». Felipe González se negó a responder al Gobierno «porque todavía no se lo que va a hacer. Yo no puedo responder por lo que hacen un fugado de la justicia y de un perdedor de eleciones», en referencia al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

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España

La “ENE”sima traición de la derecha cobarde de Feijóo y su mamporrero de preferencia, Borjita Sémper: Tras negarlo, profanan el Congreso Español con chapurreos regionales

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DIJO ESTE LUNES QUE NO IBAN A HACER «EL CANELO» PESE A SER LOS CAMPEONES DEL RIDÍCULO POLÍTICO

El PP utiliza el euskera en el Congreso pese a asegurar que no lo haría: «Es nuestra diversidad»

El diputado del Partido Popular, Borja Sémper, ha utilizado el euskera en su intervención en el Congreso en el Pleno para aprobar que se puedan utilizar el catalán, el gallego y el propio euskera en la sede de la soberanía nacional.

«Mis hijos hablan en euskera, no es un problema. Es nuestra diversidad, es nuestro patrimonio», ha defendido Sémper, en su primer discurso en la Cámara.

El propio dirigente popular dijo este lunes que su partido hablaría en castellano en el Congreso y no usaría las lenguas cooficiales. «Lo que no vamos a hacer es el canelo y no vamos a hacer cosas raras. Vamos a hacer cosas que entiendan todos los españoles y vamos a intentar que el Congreso de los Diputados no sea una caja de resonancia en la que sólo hablamos los diputados para los diputados», manifestó.

En este sentido, no desveló si el PP presentará una enmienda de totalidad ante la norma que regulará el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso.

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España

Condenada a tres años y diez meses de cárcel una enfermera de Vigo por drogar a su hija ¡DE 18 MESES! para culpar al padre

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Nuestra querida, eficaz, justísima y ciega justicia vuelve a lucirse con otra sentencia absolutamente delirante y absolutamente injusta: Unos meses de cárcel y pérdida de dos años de patria potestad por SUMINISTRAR DROGAS POTENCIALMENTE MORTALES a su bebé de 18 meses con el único objetivo de impedir las visitas de su padre, del que, seguro, no tenía reparos en aceptar -que decirmos; en EXIGIR- todas las pensiones, compensaciones y dádivas que la Ley hubiese marcado. Pasen, y lean. Lean. 

Le habría administrado medicamentos desde los 18 meses a los cuatro años para reducirle las visitas

Tres años y diez meses de prisión por haber drogado a su hija desde que era un bebé con el objetivo de acusar al padre y restringirle el derecho de visitas. Esa es la condena impuesta por la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, contra una enfermera por un delito contra la salud pública y maltrato en el ámbito familiar.

Según se detalla en la sentencia, habría empezado a darle medicamentos no recomendados para la edad de la menor desde los 18 meses y hasta los cuatro años, con la intención de culpar al padre de la conducta. El tribunal añade que la procesada, al ser enfermera, conocía que estas sustancias están totalmente desaconsejadas en menores de tan corta edad, puesto que «dos de ellas afectan al sistema nervioso, llegando una de ellas a poder afectar al crecimiento del corazón. Por su parte, la tercera sustancia, según la sentencia, es un fármaco opioide, utilizado como analgésico narcótico y que causa grave daño a la salud, según el Instituto Nacional de Toxicología, en su relación de sustancias tóxicas de tráfico de drogas».

Además de la pena de prisión, la ha inhabilitado para el ejercicio de la patria potestad durante dos años y le ha impuesto la privación del derecho a la tenencia y porte de armas durante dos años y medio.

La Sala concluye que existió una vulneración del bien jurídico protegido, es decir, la salud pública, pues destaca que la droga «se administró a una bebé, por la persona de su madre, que era quien tenía su guarda y custodia». Sin embargo, indica que «la exposición de la menor a tales fármacos no vino a ocasionar un quebranto a su integridad física», por lo que incardina la conducta de la acusada dentro del tipo penal del maltrato de obra hacia su hija.

Los magistrados destacan que estaba todo organizado, puesto que en varias ocasiones había denunciado la actitud somnolienta de su hija cuando volvía de las visitas con su padre y la había llevado al pediatra. Se ha denegado la indemnización que reclamaba el progenitor de 8.000 euros, puesto que no queda acreditado si la cantidad es para la menor o para él, en cuyo caso tampoco se ha demostrado con informes médicos el posible sufrimiento que esta situación le habría causado.

 

 

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España

(VIDEO MEMORABLE) LECCIÓN MAGISTRAL: Frank Cuesta explica sin morderse la lengua lo que opina de las “futbolistillas” de la selección… y de las feministas

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Pues a lo que nos dice Frank, no tenemos nada más que añadir. Lo suscribimos en un 110%. 

Pasen, y vean. 

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