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PP y Cs, la hora de los traidores

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La lealtad y los principios cotizan a la baja. Son tiempos de conjuras y traiciones. La ponzoña del sanchismo salpica a la derecha.

J. A. Vara.- Pongamos, con JLB, que la acción transcurre en un país o una región oprimida y tenaz, Polonia, Irlanda, la república de Venecia. Pongamos que se trata de Madrid, un islote de libertad rodeado por negros corredores de pesadilla, sitiado por un Gobierno despótico que pretende su rendición. Pongamos que la líder de esa nueva Numancia desafía las embestidas del desalmado caudillo. Se pone así en marcha el ‘operativo de la traición’, tan viejo y desaliñado como la danza eterna entre la política y el poder.

El castigo a Villacís

Ocurren episodios extraños intramuros de Cs. El último, el más reciente, es el castigo a Begoña Villacís, que ha sido drásticamente apartada del vértice del partido a mayor gloria de Ignacio Aguado, notorio villano de esta función. Villacís es una de las presencias más reseñables en la fauna política madrileña. Vicealcaldesa de fuste y formas, ha desarrollado una destacada labor durante la fiebre de la pandemia. Demasiado cerca del acalde Almeida, algunos inquisidores naranjas la consideran ‘más del PP que de los nuestros’. Rencillas intestinas, intrigas de familia. Un movimiento en falso de Arrimadas impulsado quizás por una triste mezcla de celos y ansias de vendetta.

Más extraña se antoja la irresistible ascensión de Ignacio Aguado. El vicepresidente de la Asamblea madrileña es el marmolillo en el que se sustenta todo este plan. La embestida de Moncloa contra Isabel Díaz Ayuso y contra Madrid, uno de los ejes del proyecto sanchista, necesita de la connivencia y hasta de la participación de Ciudadanos. Bastan tres tránsfugas naranjas para consumar la moción y, por ende, la defenestración del equipo actual. En esta tormenta ocurre la súbita dimisión, este viernes, del polémico Alberto Reyero, consejero de Igualdad por parte de Cs, que ya en su día se vio envuelto en la terrible tormenta de las residencias de ancianos. Una renuncia por motivos personales en un momento tan inconveniente que parece elegido por Adriana Lastra.

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Ayuso intentó frenar el feroz castigo feroz de Moncloa, el estrangulamiento de la Comunidad sin más base científica ni más argumento técnico que lo que a Simón le salió de las narices

Aguado, (Madrid, 37 años, abogado) ha actuado estos días como el fiel infiltrado de Illa para para poner en riesgo, y aún dinamitar, el Gobierno de coalición madrileño. Se hizo un hueco a empujones en la mesa negociadora. Anunció luego un ‘principio de acuerdo’ que jamás existió. Se alineó finalmente contra el recurso presentado por Ayuso para frenar el castigo de Moncloa, que implica el estrangulamiento de la Comunidad sin más base científica que lo que a Simón le salió de las narices. Seis meses después, el único plan del Gobierno central frente a la pandemia es volvernos a encerrar, echar el pestillo y bloquear la ciudad hasta la asfixia. Antes en ruinas que del PP.

Está jugando Aguado el desabrido papel de un ominoso traidorzuelo con la mirada puesta en la Presidencia de la región. Un Franco, delegado del Gobierno en la zona, adalid de la mani feminista del 8-M, el núcleo irradiador del contagio, se lo tiene prometido, aseguran en Ferraz. Desplazar a Gabilondo, demasiado tibio, y colocar a este espécimen naranja de verbo insípido y rostro anodino. La conjura se acelera, la moción de censura cobra cuerpo. Aguado, vicepresidente del Gobierno contra el que maquina, saca pecho y acaricia el trono prometido. Arremete contra Ayuso, se disfraza de Gandhi, recita salmos de paz, se ofrece a La Moncloa para calmar la región. Sólo le falta el sitar para entonar Imagine. En el PP dudan de si ya se ha pasado a las filas del enemigo o si realmente, siempre estuvo allí. En cualquier caso, su papel encaja bien con el estilo de Sánchez, frío, despiadado y sin escrúpulos.

Mañueco y Moreno se descuelgan

Son tiempos agrios, de intrigas y vilezas. Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León,  ha mostrado también su verdadera naturaleza. Apenas hay palabras decentes para describir su acción. Se alineó con Moncloa desde que se emitió su orden del cerrojazo, en contra del resto de los barones de su partido y, por supuesto, de lo defendido desde Génova. “Las medidas de Illa son las que necesitamos en mi región”, declaró con su habitual tono adusto, con esa circunspección de inspector de membrillos. El animoso sorayista, a quien Casado perdonó el cargo en desafortunada decisión, se ha puesto en manos de su vicepresidente Igea, médico por más señas y miembro de Ciudadanos.

La deslealtad de Mañueco provocó efectos contagiosos en algunos barones de la derecha. Fernández Miras, cacique murciano, tuvo que ser conminado desde Madrid para votar ‘no’ al disparate de Illa, en tanto que Juanma Moreno, aceptó primero y se descolgó después, en un requiebro taurino de lidia cobardona. Alberto Núñez Feijóo, desde la fortaleza Finisterre, demostraba el porqué de sus cuatro mayorías absolutas: “Acataremos los criterios groseros de Illa, poco trabajados y con un grado de improvisación no menor, pero nos seguiremos guiando por nuestros clínicos”. Acatar pero no aplaudir. Aceptar pero no jalear. Feijóo, uno de los barones que estuvo a la altura.

PP y Ciudadanos, atracados por el mismo mal, sacudidos por similar enfermedad. Sálvese el que pueda. Le abren la puerta al vendaval iracundo y desabrido de Vox y luego se quejan

La abominación tiene muchas formas. La estirpe de los traidores emerge de sus covachuelas animada por la inmundicia moral del sanchismo, que saca a la luz a este grupete de lidercillos de pacotilla, detestables semovimientes desbordados de ambición y otras soberbias. Aguado, Moreno Bonilla, Mañueco… Carretadas de engaños y falsedades condenadas al naufragio. PP y Ciudadanos, atacados por el mismo mal, sacudidos por similar enfermedad. Sálvese el que pueda y yo el primero.

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Le abren la puerta al vendaval iracundo y desabrido de Vox y luego se quejan. “La moción de censura es una torpeza, un error descomunal, una baza para Sánchez”, gimotean desde Génova con estériles berridos. Queda el consuelo de Montaigne, “la maldad chupa la mayor parte de su propia ponzoña y se envenena con ella”. De momento, seguimos sumidos en el espeso pánico de las tinieblas donde bailotean tan felices todos estos traidores.

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Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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