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Opinión

Mi querida España, qué mal camino llevas

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En pocos días tuvimos dos sentencias del Tribunal Supremo, en teoría la “máxima” instancia Judicial, si no consideramos que el Tribunal Constitucional -del que he dicho muchas veces que, en pura lógica, debería ser una Sala más que “lidiara” lo que atañe a derechos constitucionales- pone en duda esa “supremacía”. Y ambas sentencias, en aras de una “unanimidad” a veces mal entendida para evitar el voto discordante, la polémica está servida.

La primera, la de la exhumación de los restos de Francisco Franco, sobre la que ya opiné en un artículo, dice ahora el gobierno que puede retrasar la su ejecución pese a haber cerrado al culto y visita el recinto de la Basílica, mientras el abogado de la familia anuncia que si el Tribunal Constitucional no contesta en el plazo de 48 horas, ya casi concluido, elevará el recurso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo y ya veremos en qué queda todo.

Respecto de la segunda, la relativa al juicio de los cabecillas del “procés” no huidos por el frustrado intento de golpe de Estado de 2017, mucho se ha escrito y dicho ya y más desde el pasado lunes, con opiniones encontradas sobre si lo sucedido en Cataluña en Octubre de 2017 fue rebelión o sedición, pasando por conspiración para la rebelión. Al final se impuso de nuevo la unanimidad y el “veredicto” fue sedición con el añadido para algunos de malversación de fondos y la consiguiente suspensión para ejercer cargo público durante un tiempo equivalente a las condenas. Una sentencia que ni respeto ni dejo de hacerlo -no tengo argumentos jurídicos para hacerlo-, pero que a falta de lectura detallada me rechina porque es lo que me pide mi conciencia, convencido como estaba desde mi modesta perspectiva de que lo visto y escuchado esos días en las calles y en el parlamento catalán eran merecedores de mayor castigo penal como, por otra parte, parece que pedía la Fiscalía, aunque en un supuesto sistema democrático y dentro de un Estado de derecho, no queda otra que acatarla.

Mención aparte merece el feo asunto de que se haya producido una nueva filtración días antes de hacer pública la sentencia, precisamente al diario El País, medio “oficioso” de los gobiernos del PSOE, algo que es más grave si cabe por tratarse de la máxima instancia de nuestra Magistratura que, supuestamente, debiera también ser la que transmitiera máxima seguridad de discreción. Y surge la pregunta obvia: ¿quién filtró la sentencia antes de tiempo? que tiene una respuesta aún más obvia: sólo pudo haberlo hecho alguien del entorno de los magistrados o, lo que es peor aún, alguno de ellos. Según avanzó al respecto El Confidencial “Marchena aseguró que no estaba ‘enfadado, aunque sí ‘disgustado’ por las filtraciones del fallo”, y añadía que “el presidente de la Sala Segunda tiene perfectamente identificado al filtrador, que sería una sola persona… y se trata de un miembro “progresista”del Tribunal Constitucionalque mantiene buena relación con algunos magistrados del juicio, que podrían haberle facilitado, como muestra de confianza y con exigencia de reserva, datos sobre el fallo final”. Ya veremos el recorrido que tiene este grave asunto y si conocemos la identidad del filtrador y del que se lo filtró a él por esa supuesta “confianza” aparentemente traicionada.

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Otra de las cuestiones que han ocupado más tiempo en la crítica de la sentencia es que ésta se torció cuando el gobierno del Dr. Plagio cum Fraude, a través de la Abogacía del Estado sustituyó como representante en el Proceso a Edmundo Bal por Rosa Mª Seoane. El propio Edmundo Bal, hoy diputado de Ciudadanos lo aclara en una entrevista en Voz Populi: “Yo hice un escrito de sedición con violencia. Hice un borrador de rebelión, uno segundo con malversación y un tercero con sedición con violencia… porque me dijeron que tenía que hacer un escrito con el delito de sedición, y yo describí los hechos como yo entendí que eran: es decir, con violencia amparada en un delito de sedición. Y me amparé en la misma sentencia que ha utilizado el Supremo, a la que alude la juez Carmen Lamela para procesar a Trapero, Laplana y Puig por sedición”, añadiendo que su negativa a eliminar el agravante de violencia “es el motivo y única razón por la que me cesaron… me negué a quitar del escrito de acusación los hechos que se referían a la violencia. Hechos violentos que resultaban con toda claridad en la fase de instrucción de la causa”. Y apostilla: “Si a mí en aquel momento me dejan presentar ese escrito de sedición con violencia, en donde vaticinaba que la sedición y la malversación se encontraban en concurso medial con la sedición e intuía unas penas para Oriol Junqueras en torno a 16 años, hoy me hubiera dado la satisfacción de que el Tribunal Supremo me daba la razón a mí”. Es decir, que parece que la ausencia del término violencia es lo que ha determinado la diferencia de pena para el principal de los encausados, Oriol Junqueras, de 16 años a 13 y, supongo, que algo parecido se puede extender al resto de condenados. Entiende además Edmundo Bal, contra lo visto en algunos medios sobre el “enfado de la Fiscalía”, que ésta “se haya mostrado contenta con la sentencia” porque “Independientemente de la calificación jurídica, la redacción de los hechos es la del escrito de acusación.

Los hechos son los de la Fiscalía; un argumento relevante para que Pedro Sánchez no esté tan contento y triunfalista diciendo que ha ganado el escrito del Gobierno. No, mire usted, en la redacción de hechos ha ganado el escrito de la Fiscalía. En el escrito de acusación de la Abogacía del Estado no se hacía referencia alguna a hechos violentos. Pedro Sánchez engañó a la gente ocultando la violencia. La redacción de hechos probados es una derrota en toda regla”, y termina “si me hubieran dejado llevar el asunto, hoy hablaríamos de una sentencia que coincidiría al 100% en los hechos probados y en la calificación jurídica, y superaría solo por un poco la condena que se ha impuesto”. Creo que queda claro.

Por último me sorprende el rechazo de la petición de la Fiscalía para que los condenados no puedan acceder al tercer grado -creo que es el Art. 36.2 del C.P.- hasta haber cumplido la mitad de la pena para evitar que la Generalidad, titular de las competencias de Prisiones -otra cosa que nunca debió hacerse- pueda aplicar a los presos el régimen más favorable -en pocas semanas en algún caso- y que ahora queda en sus manos, aunque la decisión en ese sentido puede ser recurrida por la Fiscalía.

En definitiva, la interpretación y recorrido de la controvertida sentencia del TS dará mucho de sí en los próximos meses pero hay que destacar las reacciones que, desde el lunes, estamos viendo en las calles de las capitales catalanas y otros puntos y las declaraciones de los que dan cobertura desde las instituciones de la Generalidad a los condenados. Empezando por el presidente Joaquín Torra: “Lo volveremos a hacer” dando las “gracias por las movilizaciones contra la injusticia de la condena”.

Lo paradójico es que este cabestro, supuestamente máxima autoridad del Estado en la región y, por ende, responsable de que se cumpla la ley y se mantenga el orden, sea el mismo que enardece a las turbas que, en su salvajismo y conocimiento de que “su” autoridad los anima, se sienten impunes por los desmanes que convirtieron Barcelona en hogueras de mobiliario urbano y destrozos que han dejado más de cincuenta heridos en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y por si hay duda se suma a la marcha que, desde Gerona, está cortando la AP-7, aunque ahora, en una estrategia más, pretende desmarcarse de la violencia que, después de animarla, dice que “no nos representa”.

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Por su parte, la segunda “autoridad” catalana, Rogelio Torrent, presidente del parlamento cuya antecesora, la “pobre abuela” Carmen Forcadell, hoy condenada a once años y seis meses, proclamó el 27 de Octubre de 2017 la Republica “Guinnes” -56 segundos duró-, llamaba a salir a la calle para “hacer que la represión del Estado sea insostenible”. Y desde esa cárcel-hotel de cinco estrellas de Lledoners, entre visitas, el también condenado Junqueras dice que la sentencia “No es Justicia, es venganza”, mientras que su jefe, el fugado Carlos Pico del Monte, desde el palacete de Waterloo alardea sobre el Tsunami Democrático (TD) -término que anunció Jordi Cuixart durante el interrogatorio y que corresponde a una Plataforma que funciona desde una aplicación protegida, descargable en el móvil-. Lo llama “propuesta ingeniosa que les desborda -al Estado español-, como las urnas y como el propio TD”. Una plataforma más profesionalizada que los CDR y alentada por una cabeza política todavía desconocida ante la que el “aguerrido” ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, que ya quedó definido por su compañera de gabinete Dolores Delgado (“Lola bebe de mi copa”, decía el comisario Villarejo) parece tener más “energía” a la hora de abroncar las acciones de los suyos, como con la Guardia Civil tras detener a nueve CDR, que de enterarse de quiénes están detrás de ese movimiento violento que parece que surge de una reunión en Bruselas entre los ya citados Puigdemont y Torras y las también fugadas y ahora en Suiza, Marta Rovira y Anna Gabriel. Esperemos que esta vez, la Orden Europea de Detención que ha activado de nuevo el Juez Pablo Llarena, tenga efecto y la justicia belga cumpla con su obligación y detenga a los fugados para que sean juzgados en suelo español del que se les permitió escapar impunemente.

Y de aquellos polvos -y algunos más que el espacio limita-, estos lodos, como recordaba un buen amigo vía WhatsApp con unas acertadas preguntas: “1.- ¿Quién descafeinó la tipificación del delito de rebelión en la reforma del C.P. (artículo 217 – 1973)? El biministro Belloch, y el presidente González, en 1995. 2. ¿Quién eliminó del C. P. el delito de referéndum ilegal (artículo 506 bis)? El ministro Alonso y el presidente Zapatero, en 2005. Medida aprobada a final de 2003 y contribuyó frenar el plan Ibarretxe. 3.

¿Quién decidió entregar la competencia sobre las cárceles a Cataluña? El ministro Barrionuevo y, de nuevo, el presidente González, en 1983 y 4. ¿Quién decidió trasladar a los políticos independentistas presos a la cárcel de Lledoners, en Barcelona? El ministro Grande-Marlaska, y el presidente Sánchez, en 2018”, añadiendo para refrescar la memoria que “El elemento común a estas cuatro decisiones políticas es que fueron adoptadas por ejecutivos socialistas. Ahora que nos gobierna otro presidente socialista y que hay elecciones el 10 de noviembre NO VOTES PSOE”. Recomendación que suscribo y añado que el PP propone recuperar el delito de rebelión impropia para responder a la proclamación de independencia sin uso de violencia, que modificó el PSOE.

Claro que a fuer de ser ecuánime y siendo lo anterior incuestionable, respondía con un par de preguntas y su respuesta: 1. ¿Quién no modificó lo que González hizo mal? José Mª Aznar, que hablaba catalán en la intimidad. Y 2. ¿Quién no derogó la Ley de Memoria histórica, permitió dos referéndums y no aplicó bien lo que podía, convocando elecciones catalanas sin haber normalizado la situación, como dijo? Mariano Rajoy. Es decir, “entre todos la mataron y ella sola se murió” y ahora llegan los nuevos a repartirse los restos.

Por cierto, hablando de los nuevos, ¡qué fiesta sin la tía Juana!, me puede el “héroe” Santiago Abascal, que no perdió la oportunidad de desbarrar en la misma puerta del TS nada más publicarse el fallo: “Después de estudiar detalladamente la sentencia, que es algo que haremos en las próximas horas, recurriremos la misma”. ¿Encabezará VOX “también” el recurso de amparo de los condenados ante el Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos?
Y termino con estos versos de mi paisano Don Eufemio en el Blog del General Dávila: “Que fallido un Estado el que mantiene, /un país con Justicia de opereta, /que un día derrotó, dice, que a ETA / y que a su voluntad, servil, se aviene: / un país, lo dejó claro el poeta, / ¡Un país de charanga y pandereta!”.

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Opinión

La última bala de Sánchez: “Currarse la página de la pena”. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

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A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.

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Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.

Todo esto es importante por dos factores:

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1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

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2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

  1. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país.

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitirTodo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

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2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.

3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

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Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.

 

Ernesto Milá. 

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