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Opinión

La cuenta bancaria única, gratuita y universal, otra mentira de Podemos

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Podemos, que no es precisamente un partido con el que simpatice, decía que iba a exigir cambios normativos para que todo español –o extranjero residente- pudiera tener una cuenta bancaria única, gratuita y universal, ante el alto grado de “bancarización” de la sociedad española.

Y tenía razón.

Los españoles tenemos dos documentos de identidad: el DNI y el número de cuenta bancaria.

¡Seguramente es más importante el segundo que el primero!

En toda mi vida nunca me ha pedido la Policía ni la Guardia Civil el DNI; en cambio, el número de cuenta he tenido que facilitarlo en centenares de ocasiones.

Un jubilado si quiere cobrar su pensión, tiene que domiciliarla en una cuenta bancaria.
Lo mismo les pasa a los parados.

Y el trabajador por cuenta ajena, profesional liberal, funcionario, autónomo, etc., tiene que andar siempre con la cuenta en la mano-

Si pides una subvención, ayuda, etc., tienes que domiciliarla.

Con los suministros de agua, luz, teléfono, pago de impuestos, devoluciones fiscales, etc., sucede lo mismo.

En definitiva, no eres persona si no tienes una cuenta bancaria.

Esta mañana he ido al cajero de IBERCAJA, el banco de mis amores –aunque hay amores que matan-, a sacar algo de dinero para el fin de semana (dentro de la política de austeridad, rayada en la pobreza, que aplico en mi vida), y me he quedado a cuadros cuando he visto que me han cargado casi 65 euros, en concepto de “intereses y comisiones”.

Teniendo en cuenta que no suelo tener números rojos, y mucho menos habituales, pues prefiero acostarme sin cenar a deber algo al banco, pienso que se trata más bien de “comisiones”, es decir de gastos de mantenimiento, administración, dirección, asesoría y mangancia en general-

No sé si ese cargo es semestral o anual, pero de cualquier forma, me parece un latrocinio, legal, eso sí, pues seguro que estará consentido y permitido por ese organismo tan inútil que es el Banco de España.

Visto que nuestra política económica y monetaria no existe, pues está marcada por Europa, hace ya años que sostengo la tesis de que el Banco de España debería desaparecer, sus empleados jubilados o echados a la puta calle, y el edificio alquilado para un gran hotel, o sede de alguno de los grandes bancos, nacionales o internacionales, que esos son los que realmente mandan, en España y en el mundo.

Quiero decir con esto, que aunque voy a quejarme ante IBERCAJA, repito, y posteriormente a los servicios de inspección del citado Banco de España, es evidente que dejan que los bancos “roben” tranquilamente a sus clientes, a pesar de no pagarles interés alguno por sus depósitos, como me hace a mi IBERCAJA, y casi todos los bancos en los que tengo depósitos, desde hace ya varios años.

Tampoco entiendo por qué no se promulga de una vez la proyectada Orden Ministerial (no creo que cueste tanto hacer una simple Orden Ministerial, o Real Decreto), que permita que los usuarios bancarios podamos migrar a otra entidad, como sucede con las compañías de móviles, por ejemplo, de forma que los sistemas informáticos trasladaran todos los movimientos económicos al nuevo banco.

(Parece ser que está en estudio, pero en estudio lento, vamos que en cien años no la promulgarán, con lo cual quien se quiere cambiar de banco tiene que trasladar un montón de domiciliaciones de pagos, de cobros, etc., lo que hace que por simples razones de vagancia acabes consintiendo que te roben los que siempre te han robado, en detrimento de los nuevos ladrones, que espiran a hacer también lo mismo).

Una loable iniciativa de PODEMOS, que se va a quedar en nada.

Los nuevos marqueses de Galapagar ni están ni se les espera.

Ellos ya no tienen que hacer revolución alguna, pues ya están opíparamente “colocados” como diputados, y él como presidente de facto del gobierno –Sánchez es un pobre figurante, al que solo le gusta lucirse en su ignorancia-, viviendo en un estupendo chalet, con siete guardias civiles jodiéndose de frío y de calor en coches camuflados, y en el exterior de la dacha de los Ceaucescu españoles-

¡Espero que no acaben como sus antecesores rumanos!

Por cierto, la arpía Elena era la que realmente mandaba allí, igual que aquí es Irene.

*Abogado y escritor.

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Opinión

PSOE: una historia repleta de crímenes y mentiras

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El socialista Largo Caballero defendió la violencia como herramienta política.

El socialista Largo Caballero defendió la violencia como herramienta política.

AR.- De las evidencias acerca de los antecedentes criminales del PSOE preferimos que se ocupe directamente la narración de los siguientes hechos históricos:

El 14 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, marqués de Estella, encabeza un golpe de Estado. Antes dirige un telegrama conminatorio al capitán general de Madrid. Dice que tiene la fuerza y el pueblo. Alfonso XIII transige. Como algunos borbones a lo largo de la historia, lleva ya muchos años transigiendo en tono menor y quizás pensó que el animoso general jerezano le evitaría tomar por sí mismo decisiones más graves. El PSOE recibe la dictadura ‘fascista’ con entusiasmo claramente mayoritario.

El líder derechista Calvo Sotelo tras ser asesinado en julio de 1936 por miembros del PSOE, el suceso que desencadenó la guerra civil.

El líder derechista Calvo Sotelo tras ser asesinado en julio de 1936 por miembros del PSOE, el suceso que desencadenó la guerra civil.

Primo de Rivera instaura al principio un Directorio exclusivamente militar. Más tarde entraron en sus gobiernos personajes tan notorios como José Calvo Sotelo, excelente ministro que fuera de Hacienda; el ex gobernador militar de Cataluña Martínez Anido, como responsable del Ministerio de Gobernación y Joaquín Benjumea y Burín, conde de Guadalhorce, al frente de Fomento. Junto a estos, la presencia nada menos que de un notabilísimo representante del PSOE. Y es que Primo de Rivera, implacable con anarquistas, separatistas y comunistas, buscó y obtuvo la cooperación oficial del Partido Socialista y de su central sindical, la UGT. El jefe de los socialistas españoles, Largo Caballero, fue nada menos que consejero de Estado en la dictadura militar primorriverista. El decreto de organización corporativa de noviembre de 1925 instituyó los comités paritarios dominados por los socialistas que, luego, trataron de sacudirse el sambenito de colaboracionismo explicando el uso propagandístico que habían hecho de esos comités. Como siempre, embusteros compulsivos y tramposos con sus bases.

Las elecciones de 1933, las segundas que celebraba la agitada II república, se saldaron con el aplastante triunfo electoral de la CEDA de Gil Robles, lo que desconcertó por completo a las izquierdas. Aquel inesperado y rotundo triunfo vino a confirmar el fortísimo entronque popular de las derechas, algo que el PSOE no quiso ni pudo aceptar nunca. “Frente a la traición, nuestro deber es la revolución”, peroraba Largo Caballero en uno de sus incendiarios discursos post electorales. Es decir, si las urnas no nos dan la razón, quitémosle la razón a las urnas y apostemos por la asonada revolucionaria. Ni Ceaucescu lo hubiese expresado mejor.

El Partido Socialista se pone francamente a preparar la revolución. Ojo, la revolución no fue otra cosa que el intento de revertir de facto el curso de los acontecimientos electorales. Si el PSOE hubiese tenido de su lado al ejército, es fácil deducir cuál habría sido su estrategia.

El diario “El Socialista” pasaba por alto los esfuerzos conciliadores de Besteiro para proclamar, contra los lamentos de concordia lanzados por “El Debate”: “¿Concordia? No, ¡guerra de clases! ¡odio a muerte a la burguesía criminal! ¿Concordia? Sí, pero entre los proletarios que quieran salvarse y librar a España del lubridio”. El entonces líder socialista, Largo Caballero, inicia también su largo ciclo de amenazas con la invitación a la lucha callejera.

La responsabilidad golpista del Octubre Rojo fue predominantemente socialista. La Comisión organizadora de la revolución de octubre estuvo compuesta por Largo Caballero, Enrique de Francisco y Anastasio de Gracia. Detrás de Largo Caballero estaban ya los cerebros del socialismo de la época: Araquistain, Álvarez del Vayo y Baraibar. Amparándose en su condición de diputados, los conspiradores contra la legalidad resultante de las urnas republicanas buscaban armas y preparaban planes. Indalecio Prieto, con la colaboración del financiero bilbaino Horacio Echevarrieta, preparaba lo que luego se llamó “el alijo de la turquesa”, fantástico contrabando de armas descubierto en la localidad asturiana de San Esteban de Pravia el 10 de septiembre de 1.934.

Otra prueba de la capacidad socialista para jugar todas las cartas la encontramos en un interesantísimo episodio ocurrido en las convulsionadas Cortes de entonces. Lo protagonizaron los en teoría antagónicos Prieto y José Antonio Primo de Rivera. En plenos preparativos de la revolución, el mismo Prieto defiende a Primo de Rivera de un suplicatorio para procesarlo por tenencia ilícita de armas. Ambos se elogiaron en una rocambolesca sesión plenaria.

Los resultados de aquella revolución golpista son por todos conocidos. Centenares de víctimas mortales, ciudades asturianas destruidas, una fractura social que tardaría décadas en restañar sus heridas y, para muchos, el preludio de la ya inevitable contienda civil. Solo el PSOE fue responsable de aquel agrietamiento súbito que, a partir de entonces, haría irreconciliables las posturas. Si pudiera emplearse en historia política el lenguaje penal, la culpa de aquella revolución-golpista y trasgresora de la voluntad popular fue de las izquierdas representadas por el Partido Socialista, en un puro movimiento de reacción ante la inminente toma del poder por las derechas, a quienes democráticamente correspondía.

Ni siquiera se esperó a que la tentativa golpista tuviese la complicidad de los errores gubernativos. El nuevo gobierno, con tres ministros de la CEDA, se conoció el 4 de octubre. A la mañana siguiente, cuando los ministros aún no habían tomado posesión aún de sus despachos, comenzó en toda España la huelga general revolucionaria decretada por el PSOE y la UGT.

Otegui y Zapatero (OK Diario)

Otegui y Zapatero (OK Diario)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Consejo de Ministros decreta el día 6 el estado de guerra en toda España. En Madrid fracasa la revolución golpista tras esporádicos tiroteos en dependencias públicas. El ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, nombró asesor especial al general Franco, quien llamó inmediatamente al teniente coronel Yagüe para mandar una columna de desembarco sobre Asturias, que desde el principio apareció como el foco principal de la rebelión golpista. Franco se convirtió así en el principal valedor y defensor de la legalidad vigente, recibiendo las mismos parabienes y las mismas adhesiones que 48 años más tarde recibió el jefe del Estado español, a la sazón Rey, con ocasión de los hechos, bien conocidos, del 23 de febrero.

Con la rebelión golpista de 1934, el PSOE perdió toda la autoridad para condenar el Alzamiento de 1936, sin duda uno de sus argumentos recurrentes en los últimos años. No así el dato de que fuese un socialista, Prieto, el encargado de arramblar con todas las reservas del Banco de España. Pero eso ya es harina de otro capítulo.

Y es que los socialistas, como los nacionalistas, armados o desarmados, siempre han tenido un mismo objetivo: alterar la convivencia entre los españoles. Siempre se han distinguido por su resentimiento a España, a lo español. A diferencia de los comunistas, nunca lo han admitido, lo que eleva el grado de vileza de muchos de sus dirigentes.

El PSOE ha sido siempre un proyecto sin salida, un oximonon antiespañol, sustentado en las mentiras, la corrupción y las pistolas. Largo Caballero ya nos ofreció un amplio catálogo de propuestas violentas, como las aparecidas en “El Socialista” durante los agitados años de la república.

Cabe reseñar que socialistas fueron también los miembros de la Guardia de Asalto que asesinaron al dirigente derechista José Calvo Sotelo. O que ETA difícilmente habría sobrevivido tantos años sin el soporte y el apoyo político de una parte nada desdeñable de la izquierda nacional.

Así que no nos engañemos más ni nos extrañemos de que hoy, este país no sea otra cosa que el resultado de aquello en lo que el PSOE ha querido convertirnos desde la famosa frase guerrista de que a España no la reconocería ni la madre que la parió.

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