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Opinión

La clave son los incentivos

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Autores del calado de Harold Demsetz, Ronald Coase y Douglas North, han insistido en que buena parte del análisis económico y jurídico se basa en la calidad de los incentivos. En un sistema que potencia los buenos incentivos la gente da lo mejor de si, en cambio en un sistema donde los incentivos para mejorar son escasos o nulos la gente revela lo peor de si.

Lo realmente interesante de las contribuciones de la Escuela Escocesa es el haber combinado en un sistema de libertad, es decir, de respeto recíproco, el interés personal con el interés del destinatario de la acción. En este contexto cada uno para satisfacer su propio interés deben dirigir su atención a la satisfacción del interés de su prójimo, de lo contrario no pueden prosperar.

Este es el sentido de explicar como el comerciante para mejorar su patrimonio está obligado a la atención de las demandas de sus congéneres. Así es que el que da en la tecla obtiene ganancias y el que yerra incurre en quebrantos, “el cliente siempre tiene razón” es la máxima del buen empresario. De más está decir que esto no se aplica a los denominados empresarios prebendarios puesto que obtienen sus fortunas fruto de la explotación a sus semejantes como consecuencia de los privilegios obtenidos a raíz de sus alianzas con el poder político.

En el contexto de la libertad de mercados constituye un error aludir al “poder económico” ya que el poder reside en los consumidores. Si “el rey del chocolate” ofrece chocolate amargo cuando la gente reclama chocolate dulce tiene sus días contados como empresario y así sucesivamente en todos los reglones. Solo puede hablarse en rigor de poder económico cuando los mercados no son libres y por ende los patrimonios dependen del poder político de turno.

Tomemos un ejemplo pedestre: cuando los departamentos en propiedad horizontal son de cada cual el incentivo es la cooperación social en beneficio de todos, pero cuando es colectiva todos se pelearán hasta por el uso del jabón pues irrumpe “la tragedia de los comunes”. Hasta la forma de agradecerse recíprocamente frente a toda compra-venta es característica de mercados abiertos, mientras que las caras largas y los malos modos son el sello de transacciones coactivas.

Otro ejemplo tomado al azar, las certificaciones de calidad en la alimentación. Si la lleva a cabo el monopolio de la fuerza y se produce una intoxicación eventualmente se reemplaza a un funcionario por otro y todo sigue igual. Sin embargo, si la calidad la certifica el sector privado en competencia las auditorias cruzadas refuerzan la seguridad y si se produce un percance la marca que garantizaba calidad no solo debe indemnizar a las víctimas sino que desaparece del mercado ese emprendimiento. En esta instancia del proceso de evolución cultural, como faena prioritaria debe fortalecerse la Justicia en las estructuras gubernamentales (lo cual no excluye el soporte de árbitros privados para resolver litigios) pero no expandir las tareas estatales en áreas que no le competen en una sociedad abierta.

Por último para las acreditaciones de estudios primarios, secundarios y universitarios se aplica el mismo criterio señalado en cuanto a instituciones especializadas y academias en competencia por niveles de excelencia local e internacional, también en auditorias cruzadas en lugar de ministerios de educación (una función un tanto peculiar, como si educar pudiera imponerse desde el vértice del poder político en lugar de un proceso abierto de prueba y error). La politización queda marginada en el sistema libre y nunca sucederían casos como el argentino donde el ministerio de educación acreditó a la par de otras casas de estudio la llamada Universidad de las Madres de Plaza de Mayo que ha probado ser más bien un campo de entrenamiento de terroristas. Y no se trata de apuntar a tener “mandamases buenos” para la educación, se trata de abrir el sistema, es cuestión de incentivos.

Lo primero en este cuadro de situación es entender la naturaleza del interés personal sobre lo que ya he consignado en otra ocasión y ahora reitero parcialmente. Todos los actos se llevan a cabo por interés personal. En el lenguaje coloquial se suele hablar de acciones desinteresadas para subrayar que no hay interés monetario, pero el interés personal queda en pie. En verdad se trata de una perogrullada: si el acto en cuestión no está en interés de quien lo lleva a cabo ¿en interés de quien estará?

Estaba en interés de la Madre Teresa el cuidado de los leprosos, está en interés de quien entrega su fortuna a los pobres el realizar esa transferencia puesto que su estructura axiológica le señala que esa acción es prioritaria, también está en interés del asaltante de un banco que el atraco le salga bien y también para el masoquista que la goza con el sufrimiento y así sucesivamente. Todas las acciones contienen ese ingrediente ya sean actos sublimes o ruines. Una buena o mala persona se define por sus intereses.

En esta línea argumental, Erich Fromm escribe en Man for Himslef. An Inquiry into the Psychology of Ethics que “La falla de la cultura moderna no estriba en el principio del individualismo, no en la idea de que la virtud moral equivale al interés personal, sino en el deterioro del significado del interés personal; no en el hecho de que la gente está demasiado interesada en su interés personal, sino en que no están interesados lo suficiente en su yo”. Es decir, el problema radica en que la gente no se ocupa lo suficiente de cuidar su alma.

Es curioso pero en la interpretación convencional parecería que uno tiene que abdicar de uno mismo, lo cual constituye una traición grotesca a la maravilla de haber nacido. La primera obligación es con uno mismo y, además, si no hay amor propio no puede haber ningún tipo de amor hacia el prójimo. La persona que se odia a si misma es incapaz de amar a otro, puesto que el amar al prójimo necesariamente debe proporcionar satisfacción al sujeto que ama.

Es sumamente interesante detenerse a meditar sobre la reflexión de Sto. Tomás de Aquino en la materia, así en la Suma Teológica afirma que “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, por lo que se ve que el amor del hombre para consigo mismo es como un modelo del amor que se tiene a otro. Pero el modelo es mejor que lo modelado. Luego el hombre por caridad debe amarse más a si mismo que al prójimo” (2da, 2da, q. xxvi, art. iv).

En el amarás a tu prójimo como a ti mismo, la clave radica en el adverbio “como”. Hay solo tres posibilidades: que el amor sea igual, mayor o menor. Las dos primeras constituyen inconsistencias lógicas, por ende, se trata de la tercera posibilidad. En el primer caso, si fuera igual no habría acción alguna puesto que para que exista acción debe haber preferencia, la indiferencia, en este caso la igualdad, no permite ningún acto. Si en un desierto hay una persona muriéndose de sed y tiene una botella de agua a la derecha y otra a la izquierda y se mantiene indiferente, se muere de sed. Para no sucumbir debe preferir, esto es inclinarse más por una de las alternativas.

En segundo lugar, si se sostuviera que el amor al prójimo es mayor que el amor propio se estaría incurriendo en un sinsentido puesto que, como queda dicho, el motor, la finalidad de la acción, la brújula, el mojón y el punto de referencia es el interés personal lo cual define la acción que, por ende, no puede ser menor que el medio a que se recurre para lograr ese cometido. En consecuencia es siempre menor el amor al prójimo que a uno mismo. Esto incluso se aplica al que da la vida por un amigo: ese arrojo y esa decisión se lleva a cabo porque para quien entrega la vida por un amigo es un acto por él más valorado que cualquier otra acción alternativa.

A veces se confunden conceptos porque aparecen problemas semánticos de peso. El interés personal no debe ser confundido con el egoísmo ya que esta última expresión significa que el medio que le satisface al sujeto actuante no está nunca fuera de su propio ser. De este modo, no es concebible para el egoísta la satisfacción y el bienestar de otros. El interés personal, sin embargo, abarca acciones cuyos medios para la satisfacción de quien actúa son también otros o incluso principalmente otros. En este sentido es pertinente recordar una reflexión de uno de los más destacados pensadores de la Escuela Escocesa del siglo xviii, Adam Ferguson, quien en su History of Civil Society afirma que “Por su parte, el término benevolencia no es empleado para caracterizar a las personas que no tienen deseos propios; apunta a aquellos cuyos deseos las mueven a provocar el bienestar de otros”.

Otra expresión un tanto confusa y que además se traduce en una contradicción es la de “altruismo” si se la define con el ingrediente que señala el Diccionario de la Real Academia Española en cuanto a que consiste en la “complacencia en el bien ajeno aun a costa del propio”, materia que han explorado filósofos de fuste en distintas ocasiones. Hacer el bien a costa del propio bien hemos visto que resulta en un imposible puesto que quien hace el bien es porque prefiere esa conducta, es porque le hace bien, es porque le interesa proceder en esa dirección.

Desafortunadamente a veces se confunde el concepto de individualismo que significa ni más ni menos el respeto a las autonomías de cada uno y para nada el aislacionismo, por el contrario, suscribe con entusiasmo la cooperación libre y voluntaria entre las personas. En cambio, son los socialismos o los llamados comunitarismos colectivistas los que son aislacionistas al trabar vínculos entre las personas, desde las tarifas aduaneras mal llamadas “proteccionistas” y las infinitas intervenciones de los aparatos estatales entre partes que actúan de modo legítimo.

El interés personal y la autoestima apuntan a la felicidad de cada uno que es el objeto último de todos. Debe estarse muy en guardia de quienes alardean de “amor al prójimo” mientras proponen sistemas autoritarios que prostituyen la misma noción de amor y, en la práctica, fomentan el odio. También, como consigna Tibor Machan en su obra titulada Generosity,“Un acto de generosidad requiere como primer requisito la propiedad privada”, puesto que la beneficencia y la solidaridad demandan la entrega de lo que pertenece al donante, entregar por la fuerza el fruto del trabajo ajeno es un asalto aunque pueda ser legal.

En cuanto a la generosidad sería interesante que los gobiernos abran una pagina pública en Internet que puede denominarse Registro de Genuina Solidaridad con los nombres de las personas y respectivos documentos de quienes donan voluntariamente en proporción a sus ingresos para ayudar al prójimo y no estar alardeando de “solidario” con recursos arrancados del vecino a través de los aparatos estatales. Todos somos pobres o ricos según con quien nos comparemos. No es coherente vociferar con que siempre son los otros los que tienen que dar.

En resumen, la maximización de incentivos de buena calidad se obtiene allí donde se respetan derechos de propiedad a los efectos de lograr la mejor dosis posible de cooperación social en el contexto de los respectivos intereses de las partes contratantes. Por eso es tan importante prestar debida atención a la tradición de pensamiento liberal. Lo propio se cuida, lo de todos no es de nadie. No se tira basura en el living de la propia casa, mientras que se suele arrojar en lo que es teóricamente de todos, por eso da tanto trabajo mantener limpio lo que se dice es de todos en cambio brillan los centros comerciales y los barrios cerrados o el inmenso territorio de Disney. Es un tema de incentivos y no de propaganda. Hay que despejar telarañas mentales.

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Opinión

Miente Albares, mal despertar catalán y desprecio al euskera. Por Jesús Salamanca Alonso

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«Albares insistió en la necesidad de que fuera el catalán la primera con la que experimentar, quedando desplazados el euskera y el gallego. Albares mintió y hoy siguen vetadas las tres»

La mentira forma parte del ADN del presidente del Gobierno español. Paulatinamente se ha ido extendiendo por todos los miembros de su gabinete, que mienten ya tanto como hablan. Ejemplo de ello han sido la propia ‘portacoz’ (Isabel Rodríguez), el falseador ministro Grande Marlasca, el ridículo Félix Bolaños, alias «Okupa del Dos de Mayo» y ahora, ayer para ser más exacto, el ministro de exteriores, José Manuel Albares. Muy diplomático, pero muy torpe y dañino en la exposición. Este último individuo ha falseado los datos sobre la notificación a la Comisión Europea para que el catalán sea considerado como idioma reconocido en las instituciones de la UE; se centró en el catalán, no sin antes hacer la peineta al gallego y al euskera: estos dos últimos no suman para mantenerse en el poder, además de ser excesivamente minoritarios.

Y es que, cuando expuso que sería la lengua catalana la primera con la que experimentaría el Parlamento Europeo, olvidó y mintió con datos. Los miembros de la Comisión pretendían que fuera el euskera la lengua que en primer lugar se utilizara para la experimentación, estudio e informe. Y, de hecho, era lo que apoyaban casi todos los miembros presentes, pero el ministro Albares insistió en la necesidad de que fuera el catalán la primera con la que se experimentara; de ahí que quedaran aplazadas y desplazadas el euskera y el gallego para dar prioridad al idioma de los condados catalanes, que no reinos ni países. Es más, las tres lenguas iban a ser rechazadas y vetadas por al menos 17 miembros, pero todo quedó aplazado. Hoy hemos sabido que seguirán vetadas las tres.  

Albares debería dar explicaciones más concretas, sin tapujos ni mentiras. Tenía el encargo del presidente Sánchez de que el catalán fuera admitido y, si no, ninguna. En la Comisión se inclinaban por el euskera ya que apenas lo dominan los propios vascos y no llegan a 400.000 quienes lo dominan a la perfección, otra cuestión es que lo chapurreen. De los 760.000 nativos apenas lo hablan 395.000 personas con competencia plena. Según una encuesta sociolingüística, «el 25,7% de la población habla euskera en una u otra medida (el 10,3% más habitualmente que en castellano/francés, el 6,2% en una proporción similar y el 9,2% lo utiliza, aunque con menor frecuencia que el francés o el castellano».

Quienes se consideran «euskaldunes», hablan el euskera el 43%, según datos de 2021, mientras que en 2011 apenas llegaba al 34%. En ello ha influido mucho el sistema educativo vasco, aunque olvida otras cuestiones de base que, no tardando, le van a crear los mismos problemas que ahora crea el catalán; no olvidemos que, al finalizar los estudios universitarios en Cataluña, son cientos de estudiantes catalanes los que acuden a vivir un año a Madrid para perfeccionar el castellano, sobre todo si son potenciales opositores a la Función Pública. Apenas un 13% de familias vascas reconocen que en casa se habla euskera.

«El sistema educativo catalán nos corta de raíz las aspiraciones futuras porque es muy restrictivo y simplificado. Solo se centra en Cataluña, como si fuera el ombligo del mundo, pero miles de estudiantes catalanes, incluso universitarios, se las ven y se las desean para situar Cáceres, Zamora u Orense en un mapa mudo», decía un alumno catalán, licenciado en Derecho, además de titulado en Ingeniería de Telecomunicaciones.

Razón tenían los miembros de la Comisión Europea, pues el euskera era mejor idioma para la práctica inicial que el catalán. Este último lo entiende el 94,2% y lo habla el 81%. Dos millones de personas tienen el catalán como lengua madre. El porcentaje de quienes tienen el castellano como lengua madre ha bajado (era el 55,4% hace unos años) y ahora es el 53,7%. Podríamos aportar infinidad de datos, sobre todo la presión de ciertos sectores que se niegan a hablar en castellano porque lo consideran «una pérdida de tiempo». A nadie sorprende que en el manifiesto Koiné, que intelectuales y lingüistas presentaron en 2016 alertando de los riesgos del bilingüismo «y con la petición tácita de que el catalán fuese la única lengua oficial». Con ello alertaban de cómo el castellano estaba comiendo terreno al catalán y el riesgo clave podía ser la desaparición de ese frente a la lengua de Cervantes.

Se mire por donde se mire, el catalanismo visceral no ha perdido sus complejos de inferioridad respecto al castellano: se sienten invadidos, aculturados y defraudados. No por casualidad hablaban de aquel «España nos engaña», cuando es Cataluña quien ha engañado a España desde tiempo inmemorial. Hoy son más de 87.000M de euros la deuda que Cataluña tiene con España por las subvenciones del FLA. Y si hablamos de la deuda histórica catalana con España, entonces nos vamos a algo más de TRES BILLONES de euros.

¿Alguien se cree que ese no es el motivo de que el independentismo repita lo de la condenación de su deuda? Pues lo es, saben de su desastre de gestión y del alto grado de corrupción en Cataluña,  como saben que Madrid ya ha superado hace tiempo a Cataluña en porcentaje de pymes, a la vez que cuenta la que fuera alcaldía de Carlos III con un futuro más despejado, brillante, acogedor y atractivo para la población de España y cualquier multinacional. Y además en Madrid se pagan 16 impuestos menos que en Cataluña.

Hoy, desde el punto de vista económico, Cataluña está casi hundida y fundida. Lograda su independencia, su actual tasa de paro (8,4%) pasaría a ser del 36%, según Datosmacro.com Si miramos los datos: el paro de menores de 24 años ya sobrepasa el 19,8% y el de menores de 20 años está en 2023 en el 30,4%, llegando al 34,3% entre las mujeres. Vamos, que Cataluña está que lo tira. El abandono de sus políticos, más preocupados de su enriquecimiento particular que de lo general, ha llevado a una situación caótica; de ahí lo de pedir dinero al Estado, siempre en perjuicio del resto de Comunidades Autónomas y a su costa.  ¿Y España nos roba? La certeza es la contraria: Cataluña nos roba a todo el Estado y lo lleva haciendo décadas. Lo hace de forma permanente e insaciable. Los independentistas se pueden marchar, pero Cataluña se queda.

¿Entienden ahora el cabreo generalizado de los políticos vascos? ¿Entienden que Íñigo Urkullu esté harto de que el euskera sea relegado y ninguneado por el Gobierno de Sánchez? Precisamente Urkullu ha anunciado que los votos del PNV no los tiene asegurados Sánchez, por mucho que lo piense. Hasta Andoni Ortuzar ha cambiado el rabo, aunque Esteban empiece a sembrar dudas tras la intervención de Feijóo poniendo negro sobre blanco el hecho de que EH Bildu los come terreno día a día y en las próximas elecciones los «recogenueces» del PNV pueden quedar en el País Vasco como segundones. A esas banderillas negras, ni Esteban ni el PNV han sabido reaccionar. Sánchez los necesita, pero los desprecia. ¿Acabarán esos votos en la cesta de Feijóo cuando vean pelar las barbas del vecino? La última encuesta para el País Vasco no da ninguna alcaldía de las tres grandes ciudades al PNV, ninguna diputación, pierde 16 grandes poblaciones y una riada de votos y de expectativas. La fuerte ascensión de EH Bildu deja noqueado al PNV y a Otegi como Lehendakari. Las lágrimas inundarán su torpeza, indecencia y corrupción de lustros.

Lo que parece que ha quedado claro es que Felipe VI no encargará presuntamente la investidura a Pedro Sánchez. Sería torpeza por su parte y alta traición contra el Estado. Las provocaciones a las que le sometió Sánchez en Zarzuela y los desprecios que ha recibido a lo largo de esta legislatura le han llevado a tomar una decisión que él va a saber responder con entereza, equilibrio, responsabilidad y diligencia, como así ha declarado. Si lo hace así, el pueblo se lo premiará, y si decide presentar al mentiroso y felón a investidura, la ciudanía se lo reprochará, además de quedar como el pusilánime del siglo y el tonto útil para el sanchismo proterrorista.

Ya saltan las ranas dentro de SUMAR PLUS y las prostitutas de Tito Berni se vienen arriba y se echan al monte. En el Congreso solo quedan dos «diputeros» del Ramsés: uno como diputado raso y otro dedicado a insultar a los periodistas valientes, pero pronto formarán batallón. Aún son simples reclutas. La noche madrileña también sirve para eso.

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Ha desaparecido el PSOE. Por Jesús Salamanca Alonso

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«Otro de los peligros del Calígula de Moncloa es que ha cortado todo tipo de debate en el PSOE. Nadie se mueve en la foto y se da culto al dios corrompido».

 

La vieja guardia del PSOE está que muerde y alguno de sus miembros no ha dudado en criticar con suficientes argumentos la intervención del diputado de Valladolid y exalcalde pucelano para suerte de la ciudadanía.  En las redes no faltan gruesos adjetivos, pero casi siempre destaca el de «macarra», «acomplejado», «resentido». «soberbio», «insultador», «patoso» y «despreciable». Todos ellos le retratan fielmente y son el espejo en el que se ha mirado estos años pasados en Valladolid; una ciudad que ha quedado como ha quedado: gris, desordenada y con un nivel de movilidad desastroso. La verdad es que nunca tan pocos hicieron tanto daño.

Tal vez el más duro de esa vieja guardia ha sido el expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina. Y no le van a la zaga Alfonso Guerra, Corcuera, Felipe González, García-Paje o la expulsada recientemente de la vicepresidencia del Gobierno «Frankenstein I». Pero hay más, muchos más. La conversación en los bares en Valladolid destaca que «¡Sánchez ha cogido al más tonto del pueblo para que dé la cara ante su cobardía!» Tal vez de ahí venga el comentario de que «Feijóo ya intimida al mentiroso y enfangado Sánchez». A la ciudadanía de Pucela, nadie le va a explicar aventuras y andanzas nocturnas del ya exalcalde; allá cada uno con su vida, su dinero y su imagen. De lo que no hay duda es de que hubiera sido el personaje o tonto útil ideal para formar parte de la banda de Tito Berni.

«Me dio asco» ver en TV a Óscar Puente ante la degeneración e imagen que proyecta del «socialismo en el que yo milité», Leguina dixit. Opinión no muy alejada de la que ya tienen muchos otros compañeros socialistas. El «macarra» Puente dejó la imagen de Valladolid por los suelos, a la vez que él se revolcaba en el fango y la porquería del albañal en que se ha convertido el Congreso de los Diputados, otrora compuesto también por un sector de «diputeros/as» en el grupo socialista. Sus palabras hicieron que la ciudadanía vallisoletana quedara como el pardillo de turno y el cazurro del momento. Valladolid no debería salir a escena por «mendrugos» y gaznápiros como éste. Pido a Dios que nunca le nombren ministro porque no dudará en incendiar Roma para echar la culpa a los cristianos. ¿Acaso no pedían un muerto los independentistas y Puigdemont para echar la culpa a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, en aquella triste jornada del 1-O?

En bares, cafetería y centros de ocio recibió improperios de todo tipo, pero muy alejados de guapo y bonito. Me apena la vergüenza que pudieron sentir sus familiares más allegados al escucharle esputar en vez de hablar y debatir. Lo suyo es engorilar al personal y amarranar lo que toca. Él es así, es su sino. Hace tiempo que en Pucela lo tildaron cariñosamente con los sobrenombres de «Osobuco» y «Orangu», que le viene como anillo al dedo. Gracias a él, le PSOE ha desaparecido tras las enseñanzas proyectadas por el miserable Sánchez. Es de su escuela y así lo ha demostrado, pero no tardarán en prescindir de él dado que no resuelve nada, pero crea problemas innecesarios. Su soberbia le pierde, como bien sabe Alvise Pérez.

Pero, tranquilos, porque no tardarán en relegarlo. No da más de sí. Ha ido en listas solo para enfangar el Congreso, hacer el trabajo sucio, tirar la piedra escondiendo la mano y completar la noche madrileña. Pretendía «engorilar» a los suyos y lo consiguió. Sin duda, la más engorilada era María Jesús Montero, que no entendió nada de nada, como de costumbre, y ya se sabe que donde no hay mata, no hay patata. Me gustaría verla usar los pinganillos porque tiene que ser todo un espectáculo circense. ¿Sabrá que son uno para cada oído?

«¿Cómo puede representar este tipo al PSOE?», vuelve a repetir Leguina. Parece que el problema de los socialistas es que «el PSOE ha desaparecido». Incluso el expresidente va más allá al reprochar al mentiroso y felón, Pedro Sánchez, que sea incapaz de enfrentarse con las bases de su partido sanchista y machista; tal vez solo vea degeneración y cesarismo a su alrededor.  Si la pitonisa, Felisa, dijo que su final estaría lleno de sangre, ya puede ir cuidándose de ellas (las bases) y de sus propias decisiones. Eso de «meterse en la cama con Bildu», «estar en manos de unos separatistas», «buscar los favores de golpistas», «concordar con corrompidos fugitivos» y «amamantarse con comunistas» es muy peligroso. Solo su torpeza puede haber hecho que llegue hasta aquí.

Otro de los peligros del Calígula de Moncloa o del Stalin que desplumó a la gallina es que ha cortado todo tipo de debate en el PSOE. Nadie se mueve en la foto. Cultiva el culto al «dios corrompido» y maneja los hilos de Ferraz como cualquier sátrapa que no dormía sin espada en la mano. «Conozco mucha gente joven que son socialistas y no están con estas chapuzas sanchistas, (…) sólo se puede hablar fuera del partido, dentro no hay discusiones, las ha eliminado de los estatutos», insiste Joaquín Leguina.

Y si ha desaparecido aquel PSOE que era de fiar y que tenía don de Gobierno, también ha desaparecido la formación de Podemos, a quien Yoli «cohete» no quiere tener cerca. Huye de sus cinco representantes actualmente en «Sumar Plus». Yolanda Díaz ha dado orden de que no reciban ni agua para que se marchen, sea por sed, inanición o desprecio. Y ahí precisamente está el otro peligro. Hasta Sánchez puede encontrarse que los cinco podemitas le niegan el voto de investidura, si es que Felipe VI llega a encargársela, que yo tengo mis dudas. Antes o después, Podemos se vengará y encontrará el momento en que más daño pueda hacer. Socialismo y comunismo son primos carnales, pero se odian a muerte con un odio africano.

Para la presunta investidura de Sánchez, éste no tiene apoyos todavía. Se lo niegan los mismos que no irán a ver a Felipe VI a Zarzuela. Y si no hay constancia personal, doy fe de que no habrá propuesta de investidura; máxime, tras las presiones del ámbito Judicial y de miembros del Constitucional respecto al no a la amnistía. La Comisión Europea también le ha advertido que juega mal las cartas y que el comunismo sigue condenado en Europa.

Sánchez se puede quedar con un palmo de narices en los próximos días, sobre todo tras el rifi-rafe acaecido en Zarzuela entre el rey y él. Las amenazas de Sánchez no han gustado en la Judicatura y tampoco en el propio PSOE, menos aún en la presidencia de la UE.

De momento, Felipe VI va a hacer pasar al felón ante las «horcas caudinas» del desfile del 12 de octubre y la fuerte concentración del desprecio a Sánchez por parte del pueblo español. Y, ojo, que Podemos tiene la espada levantada contra Yolanda y contra el felón «horroris causa».

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Estos son los políticos que no merecemos. Por el Coronel de Infantería Efrén Díaz Casal

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Es evidente que la situación que los españoles atravesamos, difícilmente asumible, no es la más deseada.

Para explicar sus causas tenemos que acudir al auxilio de nuestra vigente Constitución que proclama que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, y al diccionario de la Real Academia Española, que define la democracia como un sistema político en el que la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes.

El juramento o promesa de los políticos en la toma de posesión de sus cargos está en consonancia con lo dispuesto por el Artículo 6 de nuestra Constitución proclamando que el ejercicio de su actividad es libre dentro del respeto a la Constitución y a la ley.

Una vez lograda la victoria electoral, al tomar posesión de sus cargos, los políticos “juran o prometen guardar y hacer guardar fielmente la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico, lealtad a la Corona y cumplir los deberes de sus cargos”, juramento o promesa que queda arrumbada en el olvido al terminar el acto pues no son pocos los ejemplos al respecto en cualesquiera políticos sin distinción de ideología.

Cuando los políticos están en la oposición actúan de forma opuesta a cuando están en el Poder: en todo caso, cuando están en el poder confunden democracia con dictadura haciendo lo que se les antoja olvidándose de las promesas que hicieron en la campaña electoral y convirtiendo la mentira en su acción de gobierno, emulando a su homólogo nazi Joseph Goebbels “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.

La mentira, práctica que tradicionalmente la opinión pública relaciona con la profesión política, se cifra en:

  • Su desfachatez en la toma de posesión de sus cargos jurando y perjurando que cumplen la Constitución y la ley.
  • Su pasividad ante el secesionismo.
  • La reducción de los recursos hídricos debido a la carencia de embalses porque el coste para su construcción se emplea en gilipolleces como el empleo de lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados, amenazadoras de la indisoluble unidad de la Nación española.
  • Ocultar a la opinión pública la gravedad de nuestra situación política y económica.
  • La corrupción de algunos políticos no siempre sancionada por los tribunales demostrando con ello su falta de soberanía, independencia e integridad.
  • Ocultar a la opinión pública los intereses de los políticos.
  • Falsear las cuentas públicas.
  • Ocultar los casos de corrupción.
  • Ocultar los datos del paro, la violencia contra la mujer y la preocupación por la creciente disminución del poder adquisitivo.

La lista resulta interminable, lo que aconseja desistir continuarla para no cansar al lector.

Estos políticos que no merecemos, nunca están disponibles para que los ciudadanos nos dirijamos a ellos para exponerles una cuestión sobre cualquier asunto por importante que sea, incluido el acatamiento por los organismos y entidades públicas y privadas de una Ley Orgánica: no saben, no contestan.

No se equivocó el político alemán Otto Von Bismarck cuando dijo que “la nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día que dejen de intentarlo, volverán a ser la vanguardia del mundo”.

Esperemos que la situación descrita y sus culpables desaparezcan lo antes posible de nuestro escenario.

Efrén Díaz Casal

Coronel de Infantería (R)

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España

(VIDEO MEMORABLE) LECCIÓN MAGISTRAL: Frank Cuesta explica sin morderse la lengua lo que opina de las “futbolistillas” de la selección… y de las feministas

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Pues a lo que nos dice Frank, no tenemos nada más que añadir. Lo suscribimos en un 110%. 

Pasen, y vean. 

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