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Joe Biden está a punto de caer… Tic tac… Tic tac…

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Joe Biden y esposa con dos ancianos hobbits que dicen ser los Carter.
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Los días de Biden en la Casa Blanca, en donde casi no permanece, están contados. La caída de Joe Biden es inevitable.

La opinión pública estadounidense se enfrascó en una discusión sobre la autenticidad de una foto publicada por el Centro Carter en la que aparece Joe Biden y Jill Biden con el expresidente Jimmy Carter y la exprimera dama Rosalynn Carter. La imagen que fue tomada en la casa de los Carter en Plains, Georgia muestra a unos Biden gigantes y a unos Carter liliputienses. La discusión llegó a su fin cuando Phil Coomes, editor de imágenes de la BBC, explicó la desproporción en el tamaño de las dos parejas, diciendo que la foto había sido tomada con un lente gran angular y, por eso, los que estaban a los extremos, los Biden, se veían mucho más grandes que los que estaban en el centro, los Carter.

Se volvió habitual que, a los militantes del Partido Demócrata, los convenzan con muy pocos argumentos por su dogmatismo exacerbado y su fanatismo enfermizo que les impide ver y aceptar el desastre institucional y económico que está ocurriendo en los Estados Unidos. Tratan de ocultar el inmenso inconformismo creado por el desabastecimiento de alimentos y otros productos básicos tras el colapso del sistema operativo del oleoducto Colonial por un ataque perpetrado por terroristas cibernéticos, el aumento imparable de la inflación, la crisis migratoria, el aumento de 100 % del precio de la gasolina, una crisis financiera peor que la de 1929 en ciernes, y que los jóvenes no quieren trabajar porque la administración Biden les paga por quedarse durmiendo en la casa.

Esa asimetría en la información se manifiesta en la diferencia tan marcada sobre la percepción que se tiene de la gestión de Joe Biden entre los republicanos y los demócratas. Mientras para los demócratas todo está perfecto y se trata de un venerable anciano que será el Mesías que salvará a Estados Unidos del cambio climático, del racismo y de la teoría de género, para los republicanos que viven las consecuencias de la catástrofe económica, el rechazo es total. Ese fenómeno también se explica porque los republicanos son la clase trabajadora, la que produce lo necesario para que los demócratas dedicados a disertar sobre las ciencias humanas, puedan vivir de los impuestos que pagan cumplidamente los empresarios republicanos.

En el Congreso, la falta de gobernabilidad es total a pesar que, supuestamente, tiene una “mayoría” con el voto de la vicepresidente Kamala Harris. Los resultados de las auditorías realizadas en varios Estados que prueban el fraude electoral masivo, han hecho que varios del partido de Biden quieran marcar distancia para no verse involucrados en un delito que puede ser castigado con la pena capital y otros han decidido someterse al programa de protección a testigos para poder contar cómo se estructuró el plan para “salvar la democracia” robándose las elecciones que, ya fue relatado con lujo de detalles por la demócrata Molly Ball en la revista TIME.

El cambio climático y la supremacía racial blanca son las principales amenazas para los Estados Unidos, según Biden.

Lo que lo hace ser visto como un perfecto majadero por la Comunidad Internacional que desde ya se frota las manos porque sabe que el dinero de los contribuyentes estadounidenses va a volver a fluir como en la época de los Obama, para engrosar las arcas de los políticos locales y de todas las oenegés que se dedican a promover esas causas.

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Biden parece dando tumbos en la formulación de la política exterior que ha creado un desbarajuste del Orden Internacional, que amenaza de manera seria la hegemonía estadounidense para siempre. Ese era el objetivo primordial de los países que interfirieron en el proceso electoral de noviembre del 2020, debilitar a Estados Unidos y sacar provecho de la posición a la defensiva del gobierno Biden que debe congraciarse con los que le hicieron conseguir los 80 millones de votos. Biden es un rehén de los que lo pusieron en la Casa Blanca.

El panorama a nivel local no es menos desastroso para los demócratas. Los terroristas que desataron la ola de destrucción y desestabilización durante el verano del 2020, justificados en la supuesta lucha contra el racismo, están cosechado sus logros.

En ciudades como Portland, Oregón se incrementó el número de homicidios el 800 %. En Oakland, California aumentaron el 132 % y en Minneapolis, Minnesota se dispararon el 113 %, después que una minoría de hampones se benefició por haber exigido la desaparición de la policía a los alcaldes del partido Demócrata proclives a favorecer a las economías ilegales y al hampa, por encima de los intereses de la gente trabajadora honesta.

Las migraciones internas han disparado la economía de Estados como Florida y Texas, dejando sumidos en la absoluta miseria a las ciudades que tuvieron la desgracia de tener un alcalde demócrata que acabó con la policía al dejarla sin fondos.

Las voces exigiendo un juicio político contra Biden se empiezan a oír con mayor insistencia, a lo que los demócratas más recalcitrantes han reaccionado diciendo que Biden, no es Biden. Que el Biden original no hubiera hecho nada de lo que ha hecho el Biden falso. Los más fanáticos demócratas han empezado a publicar fotos de Joe Biden antes que le hicieran la cervicoplástia y el tratamiento intensivo con botox, comparándolas con las fotos de ahora. Incluso, para darle más credibilidad a su teoría del “cambiazo”, las acompañan de dos firmas diferentes. Una de “antes de” y otra de “después de” del supuesto cambio.

También, y como parte del plan para evadir responsabilidades, están desplegado pancartas en los estadios que dicen “Trump Won” (Trump Ganó) tratando de insinuar que el presidente sigue siendo Donald Trump y no Joe Biden, para no tener que enfrentar a la justicia por la debacle que se avecina. Los días de Biden en la Casa Blanca, en donde casi no permanece, están contados. La caída de Joe Biden es inevitable.

 

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Andrés Villota Gómez

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España

Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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