España
Inteligencia y conciencia ante el 28-A
Published
7 años agoon
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Redacción
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Antonio Torres (R).- En los meses que ha ejercido como presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha puesto en evidencia hasta qué punto su falta de escrúpulos puede seguir causando un gravísimo deterioro a la unidad, la convivencia, el bienestar social y el progreso económico de España. Que pueda encaramarse de nuevo al poder, aliado con quienes quieren subvertir el orden constitucional español y romper la secular unidad de la nación, nos obliga a apoyar con nuestro voto al candidato con mayores posibilidades de sumar una mayoría alternativa suficiente. ¿Se trata de una apelación al voto útil, al voto del miedo? Categóricamente, no; se trata de una firme apelación al voto reflexivo, al voto responsable para elegir a quien nos gobernará durante cuatro años.
Para eso debemos ejercer los españoles un urgente despliegue de nuestra inteligencia y poner algo de orden en lo que Víctor Pérez-Díaz ha denominado «barullo sistémico» a la española, pensando especialmente en las futuras generaciones. El legítimo hastío por la pasada deriva ideológica de un partido que mintió, no es razón válida para dimitir de una reflexión seria, donde prime la inteligencia sobre la voluntad y los sentimientos. Nos guste o no, en estas elecciones no es posible castigar a Mariano Rajoy, y no es aceptable que en el intento imposible de hacerlo se termine castigando a España y premiando a sus enemigos.
Apelo a un ejercicio de la inteligencia sobre la voluntad porque a veces confundimos ambas facultades sin darnos cuenta. Incurrimos con frecuencia en la falacia derivada de un precario entendimiento sobre los alcances y límites del ejercicio de la libertad, que constituye una de las fuentes de mayor confusión en la vida de las personas, la sociedad, las instituciones y las organizaciones humanas, entre las que se encuentran los partidos políticos. La voluntad es libre en su toma de decisiones para tratar de satisfacer toda clase de deseos y sentimientos; pero la inteligencia no es libre, porque está condicionada por la verdad. Y la verdad no es otra cosa que la adecuación de nuestro pensamiento a los objetos y los hechos que conforman la realidad. Los datos, lo que sabemos.
Además, con frecuencia incurrimos también en otra falacia cuando apelamos a nuestra conciencia como última trinchera inexpugnable en la que podemos refugiarnos cuando nos sentimos incómodos con lo que nos dicen desde fuera. «Votaré en conciencia, y punto», se está convirtiendo en una forma habitual de zanjar el diálogo político en un cierto ambiente político conservador. Pero, de nuevo, se actúa erróneamente si se piensa que la conciencia es la fuente de la verdad y la justificación para cualquier acto de nuestra voluntad. Como escribió Benedicto XVI, «el hecho de que la conciencia alcanzada obligue en el momento de la acción no significa canonizar la subjetividad… Sé con absoluta seguridad que hay algún error en la teoría sobre la fuerza justificadora de la conciencia subjetiva. La negativa de la voluntad que impide el conocimiento es culpa».
La conciencia no establece la verdad, ni siquiera mi verdad cuando prescinde de la inteligencia. Es exclusivamente, y nada menos, la sede de la elección entre lo bueno y lo malo, lo moralmente correcto y lo incorrecto a la luz de la verdad. La palabra conciencia proviene del latín, cum scientia, y significa exactamente eso: con conocimiento. Las elecciones de nuestra conciencia y los actos de nuestra voluntad, deben pues hacerse con fidelidad a la verdad, esto es, a la realidad de esos datos y hechos que constituyen la realidad y que descubre nuestra inteligencia cuando no se niega a hacerlo. Por eso las pasiones como la rabia o la ira, las fobias, los prejuicios, los juicios de intenciones, los sentimientos en estado puro, los puros deseos, son siempre fuente de errores por parte de la voluntad cuando toma decisiones renunciando a la luz de la inteligencia.
En las actuales circunstancias políticas de España, es perentoria la exigencia moral de un voto reflexivo y responsable. Hoy menos que nunca podemos permitirnos el lujo de negar, ocultar o distorsionar las consecuencias de un voto que no responda a las exigencias de la inteligencia política. Unas consecuencias seguras, insoslayables, conforme indica la evolución de los datos aportados por la práctica totalidad de las empresas demoscópicas, tanto para poder evitar la continuidad de Pedro Sánchez en el Gobierno de la nación como para disponer de la necesaria mayoría absoluta en el Senado. Aludir al pasado de un partido que, en efecto, no todo lo hizo bien y frustró a muchos españoles que le habían votado, sin tener en cuenta los evidentes cambios que ha experimentado tanto en personas como en compromisos públicos, implica una renuncia a la inteligencia que daña la suerte de España y de todos los españoles. En otros procesos electorales autonómicos, municipales y europeo que están en puertas, se podría votar sin pensar si nuestro voto tendrá o no la perniciosa consecuencia de mantener a Pedro Sánchez en el poder, pero ahora no es posible.
Nadie cuenta con un pasado impoluto, ni las personas individualmente ni las organizaciones de tipo alguno, lideradas siempre por personas. La razón es muy sencilla: el ser humano ama la verdad y quiere hacer el bien, pero absolutamente nadie está exento de la posibilidad de pensar erróneamente muchas veces y de actuar moralmente mal otras tantas. Por eso repugna a la inteligencia y resulta moralmente reprobable juzgar las intenciones del prójimo adjudicándole errores ajenos y negándole la oportunidad de rectificación, ya sea a título individual o al mando de una organización. Las instituciones del tipo que sean, incluidos los partidos políticos, son meros instrumentos al servicio de la comunidad política, de la nación; lo que hagan o dejen de hacer en favor del bien común depende de sus dirigentes y especialmente de su voluntad de rectificar errores.
Todos nosotros tenemos en este momento una enorme responsabilidad moral con la suerte de nuestra nación y de Europa, y debemos actuar conforme a esa responsabilidad, anteponiendo España a todo lo demás, haciendo incluso lo que no nos gustaría tener que hacer si eso es lo que exige la inteligencia. De eso depende o no librar a España durante los próximos cuatro años del espectáculo bochornoso y de altísimo riesgo que hemos vivido desde que Pedro Sánchez se encaramó al poder, de la mano de quienes se limitan a cumplir deseos y satisfacer sentimientos por pura voluntad de rechazo a España y a sus propios vecinos. Son la expresión de una voluntad que no atiende a razones de tipo alguno, desprecia la realidad porque ha renunciado al ejercicio de la inteligencia. No podemos hacer lo mismo.
No soy sospechoso de haber aceptado cualquier cosa de nuestros partidos, ni de defender algún interés a toda costa por partidismo ciego. Yo mismo fundé un partido hace dos años ante la deriva ideológica del Partido Popular y la necesidad de refundar en España un conservadurismo realista, firme en sus convicciones y abierto a la necesaria conversación que ha de primar en la vida política democrática. Pero la sorpresiva llegada de Pedro Sánchez al poder y la aún más sorpresiva llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP, con un mandato claro de renovación y regeneración de ese importante partido, que va avanzando en medio de circunstancias no siempre favorables, me obligó a pensar y a elegir lo que mi inteligencia y mi conciencia, alimentadas por datos objetivos, me señaló como lo correcto: la decisión de congelar las actividades. No fue fácil. Pero España debe estar siempre por encima de intereses partidistas y personales. Es una cuestión de patriotismo y de conciencia. Es decir, de inteligencia.
Empresario y presidente de Red Madre.
España
Así será la profanación del Valle de los Caídos: sin La Piedad ni la escalinata
Published
2 días agoon
15/11/2025By
AGENCIAS
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«La base y la cruz» es el proyecto ganador del concurso para aplicar la llamada memoria democrática
La Cruz que corona el Valle de los Caídos es la más alta del mundo.
El proyecto ganador que “resignificará” el Valle de los Caídos ya tiene nombre y boceto visible. Bajo el lema de “La base y la cruz”, el proyecto incluye entre sus cambios más destacados la supresión de la escalinata de acceso a la basílica y la creación de un “centro de interpretación”.
Un 20% del jurado que decidirá el futuro del Valle de los Caídos promueve el laicismo y la masonería
Quebrado por una gran grieta
Tal y como ha informado EFE este martes, el cambio más visible que experimentará el conjunto arquitectónico será la eliminación de la escalinata vertical que da acceso a la basílica y la construcción en su lugar de un soportal a los pies del templo, semejante a una gran grieta horizontal que se extenderá de lado a lado por toda la explanada del recinto, aprovechando los cinco metros de desnivel.
Los visitantes podrán entrar por debajo de este soportal a un vestíbulo circular de 40 metros de diámetro con el techo descubierto que permitirá acceder tanto a la basílica (ubicada de frente) como al nuevo centro de interpretación (en los laterales).
El centro de interpretación era uno de los elementos previstos en el concurso convocado por el Gobierno para la llamada “resignificación” del Valle de los Caídos a la que aspira el actual Gobierno.

La cruz se queda, pero la Piedad no está en el boceto
La gran cruz de 150 metros de altura no sufrirá cambio alguno. Por otra parte, algunos medios informan de que no ocurrirá lo mismo con La Piedad que corona la principal puerta de acceso a la basílica, que podría verse suprimida.
Las obras que darán comienzo a la plasmación del proyecto “La base y la cruz” se espera que comiencen en 2027, con un plazo de ejecución previsto de cuatro años. El Gobierno destinará a tal efecto 26 millones de euros, a los que hay que sumar otros 4 millones que el proyecto ganador del concurso recibirá en concepto de honorarios.
Según el Gobierno, la intención del concurso es recuperar este enclave desde un punto de vista arquitectónico y paisajístico y convertirlo en una herramienta al servicio de la memoria democrática.
Si bien no consta una confirmación oficial, la gran Piedad de Juan de Ávalos no es visible en el boceto difundido, al menos en su versión oficial, según se pudo ver en la presentación:


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