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INFORME COMPLETO: Las asambleístas: La obra de teatro de la antigua Grecia que se burlaba despiadada (e hilarantemente) del SOCIALISMO Y LA DEMOCRACIA

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Aristófanes había visto suficiente colectivismo como para reconocer que era destructivo y a menudo disparatado, incluso cuando se hacía “democráticamente”.

Jon Miltimore

Jon Miltimore

 

 

Trey Parker y Matt Stone llevan años ganándose la vida burlándose de los absurdos de la sociedad.

 

Los creadores de South Park han sido considerados “demasiado ofensivos para ser cancelados”, lo que ha dado rienda suelta a los guionistas para abordar no sólo el absurdo de los miembros de la familia real exigiendo privacidad durante una gira mundial de prensa, sino para explorar temas candentes como la inmigración, el Covid-19, el simbolismo racial, los abusos sexuales en la Iglesia Católica, el aborto, las representaciones del profeta Mahoma y la transexualidad, en algunos casos en el mismo episodio.

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Dos mil quinientos años antes de que Parker y Stone ofendieran al público, el dramaturgo griego Aristófanes utilizaba tácticas similares para denunciar lo absurdo de la vida y la política en la antigua Atenas.

Aristófanes escribió docenas de obras, once de las cuales han sobrevivido, entre ellas “Las ranas”, “Las nubes” y “Paz”. Aunque recuerdo haber leído y discutido algunas de las obras de Aristófanes en mi época de estudiante, una de las obras que no conocí (algunos dirían que no conocí) fue “Las asambleístas”, una de las últimas obras del dramaturgo.

Decir que “Las asambleístas” es divertida es quedarse corto. La obra es brillante y desternillante, y describe los absurdos de la vida en la antigua Atenas con un lenguaje que haría sonrojar a Parker y Stone. Pero la obra también es instructiva.

Aristófanes no sólo apunta a una clase política corrupta, neurótica y ebria de su propio poder, sino también al colectivismo y a la propia democracia.

(Nota del autor: Aquí hay tres traducciones diferentes de la obra: Una de George Theodoridis, la segunda de Eugene O’Neill, Jr. y la tercera del MIT. Me basé en cada una de las traducciones, pero utilicé más la de Theodoridis. Contiene el lenguaje más crudo, pero también es la más accesible.

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Advertencia: He hecho todo lo posible por evitar un lenguaje muy soez, pero hay mucho humor crudo, por lo que los lectores que se sientan incómodos con este tipo de bromas tal vez deseen dar marcha atrás).

Cuando comienza la obra, vemos que las cosas están tan mal en Atenas que las mujeres están hartas. Su líder, Praxágora, dice que los hombres han estropeado tanto las cosas que las mujeres deben tomar las riendas. Su plan consiste en que las mujeres acudan al parlamento vestidas como hombres, donde exigirán que se les conceda el control del gobierno.

Para ello, las mujeres se reúnen en secreto, llevando consigo los zapatos y las capas de sus maridos, y portando barbas postizas que llevan en la cara. Pero las cosas no salen inmediatamente como estaba previsto.

Para frustración de Praxágora, las mujeres siguen invocando nombres de diosas (“¡por Deméter y Perséfone!”) en lugar de dioses (“¡por Apolo!”), una pista segura. Algunas mujeres llegan tarde, explicando que apenas han podido escapar de las garras de sus amorosos maridos. Otras traen material para tejer y son reprendidas.

Praxágora: ¿Mientras se llena el local, idiota? ¿Tejer?

Segunda mujer: ¡Por supuesto, por Artemisa! ¿Por qué no? ¿No crees que puedo tejer y escuchar al mismo tiempo? ¡Mis hijos están totalmente desnudos!

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Praxágora: ¡Escúchate, mujer! ¡Aquí estamos intentando ocultar nuestro cuerpo y tú hablando de tejer! ¡Tenemos que entrar pronto, chicas! Nos mereceríamos lo que nos pasaría si, de repente, cuando toda la gente está allí, una de nosotras tiene que trepar por encima de ellos para conseguir un asiento, ¡pero su capa se atasca en algún sitio y se va, enseñando su ____ a todo el mundo!

Después de darse cuenta de que tejer les delataría, las mujeres deciden probarse la barba y “actuar como hombres”, agitando los miembros, gritando “hoho” y flexionando los músculos.

Luego deciden ensayar sus discursos. Pero una mujer interrumpe diciendo que no podría dar un discurso con la garganta seca.

Praxágora: ¿Qué quieres decir? ¿Quieres beber algo? ¿Ahora?

Primera mujer: ¡Por supuesto! ¿No es por eso que los hombres se ponen la guirnalda? Me gustaría un poco de vino, ¡por favor!

Praxágora: ¡Sal de ahí! ¿Es eso lo que harías en el Parlamento de verdad?

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Primera mujer: ¿Qué? ¿No beben en el Parlamento de verdad?

Praxágora: ¡No seas tonta, chica!

Primera mujer: ¡Claro que sí, por Artemisa! ¡Claro que sí! Y es de la más fuerte sin adulterar. ¿A quién sino a los borrachos se le ocurrirían leyes como esas?

Después de ver cómo las mujeres traman su toma del poder, nos encontramos con el marido de Praxágora, Blepyrus, que aparece cómicamente en escena con la bata y las zapatillas de su mujer. Blepyrus, que se ha despertado con ganas de defecar, ha buscado en vano su capa y sus zapatos (que Praxágora se ha llevado).

Ataviado con el chal de su esposa y zapatillas persas, Blepyrus se revuelve por el escenario buscando un lugar donde evacuar sus intestinos, tirándose pedos y lamentándose de su decisión de casarse. Cuando por fin se pone en marcha, aparece un vecino y lo ve.

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En el acto de defecar, Blepyrus es interrumpido por su vecino, que se da cuenta de que Blepyrus se ha ensuciado con las prisas. Le pregunta entonces por el extraño atuendo de Blepyrus.

Vecino: ¿Dónde está tu capa?

Blepyrus: Ojalá pudiera decírtelo. La he buscado entre las sábanas y las mantas, pero no la encuentro.

Vecino: ¿Por qué no le has pedido a tu mujer que te diga dónde está?

Blepyrus: (incómodo) No, por Zeus, no pude pedírselo. Se me ha escapado. Me temo que estoy a punto de pillarle alguna nueva preocupación.

Vecino: (incómodo) Eh… ¡A mí me pasó lo mismo, por Zeus! Exactamente lo mismo. Mi mujer se llevó mi chaleco. ¡Me encanta ese chaleco! Y no sólo eso, ¡también se ha llevado mis botas! No las encuentro por ninguna parte.

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Blepyrus: ¡Yo también! Mis botas espartanas también han desaparecido. No se encuentran por ninguna parte. Pero tenía que ir al baño, así que me puse estos zapatos de tacón y salí corriendo. No podía ___ en nuestra manta, acabo de lavarla.

Ambos hombres consideran la posibilidad de que sus esposas estén teniendo aventuras con otros hombres, y se produce algo más de humor escatalógico. Entonces el hombre se marcha y Blepyrus se dispone a terminar de defecar, pero aparece otro hombre que le sorprende en el acto.

Chremes: ¿Qué crees que estás haciendo ahí abajo? (asombrado) NO estás dejando caer una ciénaga, ¿verdad?

Blepyrus: ¿Quién, yo? ¡O, nonononono!

Chremes: (Sigue sospechando) ¿Por qué llevas el chal de tu mujer?

Blepyrus: ¿Este cacharrito? Lo cogí en la oscuridad por error. (Cambia de tema) Dime, ¿de dónde vienes?

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Chremes, nos enteramos, acaba de llegar del parlamento. Le explica a Blepyrus que un grupo de recién llegados se presentó en la asamblea, por lo que tardó en entrar. Blepyrus le pregunta si pudo recibir su pago por participar, y Chremes responde tristemente que no.

Chremes: ¡Ojalá! No, ¡he llegado tarde! ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! ¡Ahora tengo que explicarle a mi monedero por qué está vacío!

Blepyrus: Entonces… ¿no tienes absolutamente nada?

Chremes: Absolutamente nada… excepto mi bolsa de la compra.

Blepyrus: Pero, ¿por qué has llegado tarde?

Chremes: Apareció una gran multitud de hombres. Como nunca antes. Aparecieron todos en el Parlamento. Así, todos juntos y al mismo tiempo. Les eché un vistazo y pensé que debían ser todos zapateros. Pálidos. Como si el sol nunca les hubiera visto la cara. Todo el lugar estaba pálido… así que ni yo ni muchos otros cerca de mí conseguimos dinero.

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Blepiro se entera entonces de que estos recién llegados aprobaron una moción para que el poder gubernamental pasara a manos de las mujeres de Atenas, pero se les opusieron los campesinos que “empezaron a murmurar y a lloriquear”.

Blepyrus: ¡Porque, por Zeus, tienen cerebro!

Chremes: Pero eran menos en número, así que el orador les mandó callar.

Chremes informa entonces a Blepyrus de que la moción fue aprobada, ya que los campesinos carecían del número suficiente para derrotarla.

Blepyrus: ¿Y estas mujeres están ahora a cargo de todo lo que nosotros estábamos a cargo?

Chremes: Sí. Exactamente. Están al mando.

Blepyrus: Entonces… ¿en vez de ir yo a los tribunales, a partir de ahora será mi mujer?

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Chremes: Tampoco criarás más a tus hijos. De eso se encargará tu señora.

Blepyrus: Entonces… ¿no tendré que lamentarme y gemir cada mañana, preocupándome por el pan nuestro de cada día?

Chremes: ¡Por Zeus, no! ¡Oh, no, amigo! A partir de ahora, será la esposa quien se preocupe. No hay necesidad de quejarse, gemir o preocuparse por nada. Sólo quédate en casa y…

Blepyrus se tira pedos.

…¡pedos todo el día!

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Tras hacerse con el control de la asamblea, Praxagora regresa a casa, donde se encuentra con su marido. Blepyrus no tiene ni idea del exitoso golpe político de su mujer, pero quiere saber por qué se ha llevado su capa y sus zapatos. Praxágora asegura a su marido que esa mañana se había apresurado a asistir a una mujer que iba a dar a luz, no a encontrarse con un amante.

A continuación, Blepyrus comunica a su esposa la gran noticia, y ésta, sabiamente, se hace la tímida.

Blepyrus: ¡Quieren que gobiernes!

Praxágora: ¿Gobernar? ¿Gobernar a quién?

Blepyrus: Todos los asuntos de la ciudad.

Praxágora: ¡Por Afrodita! ¡Qué bendito futuro tendrá esta ciudad!

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Blepyrus expresa algunas dudas al respecto, pero un vecino entra en su casa y le dice que debería escuchar a su mujer. Ella le explica su visión.

Propongo que todas las cosas sean propiedad de todos en común y que todos puedan cobrar una paga y tener el mismo nivel de vida. Todos deberían cobrar de los mismos fondos. Que se acaben los ricos y los pobres. Nada de eso de que uno cultive enormes prados y el otro posea menos tierra de la que necesita para su tumba. Nada de que un hombre posea una multitud de esclavos y otro ni siquiera un siervo. Mi ley dice: una ley para todos, una norma para todos.

Tras detallar su visión, Praxágora explica cómo creará una sociedad más pacífica y próspera, en la que no exista la envidia.

Praxágora: Lo primero que haré será poner en común la propiedad de toda la tierra. Lo mismo con el dinero y cualquier otra cosa que, por el momento, es propiedad de individuos. Y es esta riqueza común la que cosecharemos las mujeres con un ahorro prudente y una inteligencia cuidadosa.

Vecina: ¿Qué pasa con aquellos de entre nosotros que no poseen tierras pero que tienen montones de monedas de plata y oro, como los dáricos persas, por ejemplo?

Praxágora: Pues tendrán que depositarlo en la caja central.

Blepyrus: Y si no lo depositan, tendrán que mentir y cometer perjurio… ¡que es como lo han conseguido! Jajaja

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Praxágora: En cualquier caso, ¿de qué les va a servir? De nada.

Blepyrus: ¿Por qué no?

Praxágora: Porque no habrá nadie que trabaje obligado por la pobreza. A ninguno nos faltará de nada. Tendremos pan, sal, filetes de pescado, capas que ponernos, vino que beber, guirnaldas, garbanzos, de todo. Entonces, ¿qué sentido tiene no depositar sus monedas? Dime si puedes verlo.

Blepiro: ¡Pero esos hombres que tienen todas estas cosas lo hacen porque son los mayores ladrones que existen!

Praxágora: ¡Así es, querido! Todo eso se debe a las leyes que tenemos ahora, bajo el sistema actual, pero cuando se establezca este nuevo sistema y todo se deposite en un fondo común y todos vivan de ello, ¿de qué le serviría a alguien no depositar sus cosas?

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Blepyrus no está muy convencido. ¿Quién labrará la tierra, le pregunta a su mujer?

“De la labranza se encargarán los esclavos”, responde ella alegremente. “Tu única preocupación será arreglarte y engrasarte a eso de las diez de la noche e irte a tu cena”.

 

Los agujeros de las propuestas de Praxágora para crear una utopía colectivista son evidentes, y se exploran con hilaridad en un diálogo entre dos vecinos que se enteran de la nueva ley.

Un hombre se dispone a llevar todos sus bienes a la ciudad, donde serán entregados al fondo común. Otro hombre, a veces conocido como El Hombre Egoísta, se muestra incrédulo cuando se entera de que su vecino está cumpliendo la nueva ley.

Hombre egoísta: ¿Vas a entregar todos tus bienes a la ciudad?

Vecino: Por supuesto.

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Hombre egoísta: ¡Qué idiota! Por Zeus salvador, ¡qué idiota eres!

Vecino: ¿Qué quieres decir?

Hombre egoísta: ¿Qué quieres decir con “qué quiero decir”? ¡Mírate!

Vecino: ¿Qué quieres decir con “mírame”? ¿No se supone que debo obedecer las leyes de la ciudad?

Hombre egoísta: ¿Qué quieres decir con “las leyes de la ciudad”, estúpido?

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Vecino: ¿Qué quieres decir con “qué leyes”? ¡Las leyes que se acaban de promulgar!

Hombre egoísta: ¿Qué quieres decir con “promulgadas”? ¿Cómo puedes ser tan estúpido?

Hombre egoísta: ¿Qué quieres decir con “estúpido”?

Hombre egoísta: ¿Qué quieres decir con “estúpido”? ¡Quiero decir “estúpido”! ¡Quiero decir que eres el hombre más estúpido de todos!

Vecino: ¿Quieres decir… porque obedezco órdenes?

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Hombre egoísta: Quiero decir… ¿Los hombres inteligentes obedecen órdenes?

Vecino: ¡Pero claro que lo hacen! Siempre.

Hombre egoísta: No, eso no es lo que hace el hombre inteligente. Eso es lo que hace un idiota.

El vecino pregunta al Hombre Egoísta qué piensa hacer, si no entregar su propiedad a la ciudad. El Hombre Egoísta responde que va a esperar a ver qué hacen los demás primero.

El vecino: Todos están preparando sus cosas para depositarlas en las arcas municipales, eso es lo que están haciendo todos.

Hombre egoísta: Claro, claro. Me convenceré de ello cuando lo vea con mis propios ojos.

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Vecino: Pero toda la ciudad habla de ello.

Hombre egoísta: Así es, ¡están “hablando” de ello! Eso no significa que lo vayan a hacer.

Hay algo más de diálogo entre los hombres, ninguno de los cuales puede entender lo que piensa el otro. En un momento dado, el vecino expresa su temor de que, si no se da prisa, “¡ya no tendré sitio para depositar estas cosas!”.

Hombre egoísta: Estás siendo totalmente estúpido. Qué imbécil eres, por no esperar a ver qué hace el resto de la gente al respecto. Al menos entonces y sólo entonces -.

Vecino: (Interrumpe) ¡Y entonces hacer qué, entonces!

Hombre egoísta: Entonces, esperas aún un poco más, y luego un poco más, y luego un poco más ¡y luego te olvidas!

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Mientras los dos hombres se dirigen al depósito, el vecino pregunta al Hombre Egoísta cómo piensa cenar si no deposita sus cosas. El Hombre Egoísta responde que piensa cenar independientemente de si deposita o no sus pertenencias.

Vecino: ¡Vas a cenar antes de entregar!

Hombre egoísta: Por supuesto. ¿Qué otra opción tengo? La gente de bien debe obedecer la llamada de su ciudad y correr a ayudar lo mejor que pueda.

Vecino: ¿Y si te detienen?

Hombre egoísta: Bajaré la cabeza y pasaré de largo.

Vecino: Te azotarán.

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Hombre egoísta: Si se atreven a hacer eso, les denunciaré.

Vecino: ¡Ja! Se reirán de ti.

Hombre egoísta: Bueno, si lo hacen, me quedaré en la puerta y…

Vecino: ¿Y qué? Dime qué harías tú.

Hombre egoísta: Me quedaría ahí, esperaría a que llegara la comida y la pellizcaría mientras entra en el comedor.

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Al llegar al depósito, el vecino sigue creyendo que el Hombre Egoísta está loco por no entregar su propiedad a la ciudad.

Entonces le dice que tal vez sería mejor que el Hombre Egoísta entrara detrás de él, indicando a sus dos esclavos que lleven su propiedad al interior.

Vecino: ¡Sicón, Parmenón, recoged mis bienes!

Hombre Egoísta: ¡Espera! Deja que te ayude con todo eso.

Vecino: ¡Oh, nononono! No pasa nada. Ya lo veo. ¡Yo me llevaré MIS cosas y tú fingirás que mis cosas son TUYAS! No, gracias. ¡Vamos chicos!

“Las asambleístas” termina de forma tan absurda e hilarante como empieza.

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El nuevo sistema de Praxágora no sólo implica la expropiación de la propiedad privada. La equidad, como vemos, va más allá de las meras posesiones.

Al principio de la obra, Blepiro pregunta qué le impediría recurrir al fondo común “si un hombre ve a una chica encantadora y le encantaría comprarla para una noche de… de juegos”.

Praxágora responde que no hay necesidad. El sexo también es gratis.

“Sin cargo, sin precio. Estas chicas también pasarán a formar parte de la ley de propiedad común. Los hombres podrán acostarse con ellas cuando quieran y, si quieren, hacer bebés con ellas”.

Blepyrus dice que todo eso está muy bien, pero señala que “todos los hombres correrán a buscar a la chica más guapa para su ____”.

En absoluto, responde Praxágora. Según la nueva ley, los hombres deben servir primero a las mujeres feas si desean disfrutar de una mujer hermosa. Esto angustia a Blepyrus, que se pregunta cómo se puede esperar que un hombre de su edad tenga tanta resistencia (“para cuando volvamos con las guapas, nuestras partes serán inútiles. No les quedaría nada”).

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Vemos cómo se desarrolla esta equidad sexual. Casi al final de la obra, un joven llamado Epigenes va a acostarse con su bella y joven novia, pero es abordado por una mujer vieja y fea. Ésta le exige a Epigenes que la complazca primero. Epigenes se niega, pero pronto aparece otra mujer, más vieja y más fea que la primera. Pronto entra una tercera mujer, la más fea de todas. Empiezan a pelearse por Epigenes, manoseándole y exigiéndole que les sirva.

Epigenes: (Al público) Qué pobre bastardo soy, ¿eh? Aquí estoy, teniendo que complacer a una bruja podrida todo el día y toda la noche, y luego, ¡tendré que saltar de ella a este viejo sapo y volver a empezar! Y este viejo sapo es tan viejo que ya puedo ver la urna funeraria junto a sus mejillas.

La escena termina con dos ancianas que arrastran a Epigenes al interior de una casa y cierran la puerta tras ellas.

 

No es exactamente la escena final de la obra, pero nos enseña la última lección del dramaturgo sobre lo absurdo de imponer la igualdad y los peligros del mayoritarismo.

Aristófanes, al igual que los padres fundadores, no era partidario de la democracia. Comprendía que la democracia podía amenazar los derechos individuales tanto como cualquier tirano, y lo vemos una y otra vez en “Las asambleístas”.

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“Ya no son los tiempos… en que no sabíamos nada de la democracia”, le dice la primera vieja croma a Epigenes mientras intenta violarlo contra su consentimiento. “Hoy en día, tenemos que hacer las cosas según las leyes democráticas y justas, ¡por Zeus, por Zeus!”.

La antigua Grecia se recuerda a menudo como un triunfo del autogobierno, en particular Atenas, donde la democracia comenzó a florecer en torno al siglo VI a.C.. A menudo olvidamos que también es un cuento con moraleja sobre los excesos de la democracia. Conviene contextualizar un poco.

Es probable que “Las asambleístas” se escribiera en el 392 a.C., más de una década después del final oficial de la Guerra del Peloponeso, que duró tres décadas, y durante el apogeo de la Guerra de Corinto (395-387 a.C.). Ambos conflictos enfrentaron a Atenas con su rival Esparta, y en ambos Atenas recurrió cada vez más a la confiscación, el control de precios y la fuerza general para imponer su voluntad. Durante este periodo de guerra, Atenas, en términos relativos, pasó de ser una vibrante democracia liberal a convertirse en una democracia corrupta y autoritaria.

Como he escrito anteriormente, en el 388 a.C. el gobierno ateniense tenía un laberinto de regulaciones sobre la producción y venta de grano, que incluía “un ejército de inspectores de grano nombrados con el propósito de fijar el precio del grano a un nivel que el gobierno ateniense consideraba justo”.

¿La pena por eludir estos controles de precios? La muerte. Muchos comerciantes se enfrentaban a juicios por la única razón de mantener su grano almacenado en lugar de venderlo a un precio artificialmente bajo.

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Aristófanes podía ver la locura de tales leyes, incluyendo los esquemas monetarios que dictaban a los ciudadanos el uso de ciertos tipos de dinero. Lo vemos en “Las asambleístas”, cuando el Hombre Egoísta intenta decirle a su vecino que entregar su propiedad es una estupidez.

Hombre egoísta: ¿Qué hay de cuando todos votamos a favor de traer esas estúpidas e inútiles monedas de cobre? ¿Te acuerdas de eso también? Entraban un día y salían al siguiente. ¿Te acuerdas?

Vecino: ¡Maldita sea, lo hago! ¡He perdido tanto dinero con esa basura! Acababa de recoger todas mis uvas, las había vendido, me habían pagado con esos cobres y luego me había ido al mercado a comprar cebada. Nada más abrir la bolsa para pagarla, el heraldo grita: “¡No más cobres! ¡Se acabaron los cobres! Ahora sólo usamos plata”. Qué voto más cabrón.

Aristófanes había visto suficiente colectivismo como para reconocer que era destructivo y a menudo sin sentido, incluso cuando se hacía “democráticamente”. De hecho, a lo largo de la obra vemos que no hay nada intrínsecamente especial en la democracia.

Las personas que hacen los decretos no poseen ningún conocimiento o inteligencia especial que les haga aptos para organizar la sociedad. De hecho, la mayoría de los participantes son (cómicamente) estúpidos, perezosos y egoístas, y acuden al parlamento sólo porque les pagan “tres óbolos al día” por hacerlo.

Que se pague a los ciudadanos para que participen en la democracia no le gusta nada a Aristófanes. Nos enteramos de que un reformador intentó acabar con este tipo de soborno cívico, negándose a cobrar un sueldo y reprendiendo a los que sí cobraban; pero fue ejecutado y se aumentó la paga. Esta acción provocó la desaprobación del Coro.

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“¡Ahora que la paga es un poco mayor vienen y se empujan por un asiento! Ah, ¡que vuelvan los días de nuestro generoso general Mirónides! Cuando él gobernaba nadie se atrevía a pedir un puñado de plata para servir a nuestra ciudad. La gente venía con la bolsa del almuerzo, un mendrugo de pan, una bebida, un par de cebollas y tres aceitunas”.

Hoy en día oímos hablar mucho del “capitalismo tardío”, pero leyendo a Aristófanes uno tiene la sensación de que tenemos mucho más que temer de la democracia tardía, un estado en el que los individuos consideran perfectamente adecuado separar a las personas de su propiedad y sus derechos naturales siempre que un número suficiente de personas apruebe la medida.

Afortunadamente, a diferencia de los antiguos atenienses, tenemos el beneficio de las enseñanzas de individuos como John LockeAdam Smith Ayn Rand, que muestran la locura de tal pensamiento. Depende de nosotros hacerles caso o no.

En cualquier caso, Aristófanes nos muestra que se puede encontrar el humor incluso durante el colapso de la civilización y el sentido común.

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La última bala de Sánchez: “Currarse la página de la pena”. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

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A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.

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Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.

Todo esto es importante por dos factores:

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1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

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2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

  1. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país.

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitirTodo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

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2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.

3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

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Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.

 

Ernesto Milá. 

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