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¿Hacemos memoria, don Mariano? Tal vez entendamos lo que pasó (1ª parte)

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Siguiendo la pauta de este mes de agosto de repasar la hemeroteca después del paréntesis obligado por la actualidad de Madrid, ya con Presidente autonómico, voy a tratar de resumir parte de lo que desde Enero de 2011 le he dedicado a don Mariano Rajoy y que de haberse llevado a cabo -aunque pueda parecer pretencioso- tal vez habría evitado el desencanto de tantos y lo que hoy tenemos.

Para empezar, el 23 de enero, casi un año antes de que llegase al Palacio de la Moncloa, y tras la Convención Nacional del PP celebrada ese fin de semana en Sevilla en la que José Mª Aznar le recomendase que se presentara a las elecciones -todavía sin convocar en esa fecha- con un programa bien definido y concreto, me pareció oportuno dedicarle la primera de lo que después sería una larga serie de reflexiones que no tuvieron mucho eco, visto lo visto. En esa primera entrega le dejaba algunas recomendaciones que muchos pensábamos que deberían estar en el citado programa y tuve la oportunidad de entregársela en mano al propio Rajoy al final de la entrevista y “coloquio” que pocos días después le realizó Pedro J. Ramírez en el programa de televisión “La vuelta al Mundo” que por entonces emitía la cadena de El Mundo, VEO7, que presentaba Carlos Cuesta.

En el cierre de la citada Convención, el “previsible” candidato a la Presidencia del Gobierno, dos veces derrotado por José Luis Rodríguez -en 2004 por el atentado “golpista” del 11M y en 2008 sin explicación racional posible- dijo que acabaría “con los privilegios de los diputados y senadores” y, unos días después, declaró que cuando llegara al Gobierno, “aboliría la actual Ley del Aborto” aprobada poco antes por el Gobierno socialista, las dos primeras promesas incumplidas. Titulé ese artículo “¿Para cuándo el programa Sr. Rajoy?” y lo publiqué entonces en mi muro de Facebook iniciándolo con una pregunta: “¿Qué más cosas piensa incluir Mariano Rajoy en ese programa concreto que muchos posibles votantes del PP estamos esperando para saber cómo va a llevar a cabo su política de gobierno?”.

Le sugería entre otras cosas al futuro Presidente cambiar la Ley Electoral y el sistema de reparto para adaptar la representación nacionalista a la realidad nacional en lugar de primarles por la localización de su voto; hacer real la separación de poderes; recuperar una buena Ley de Educación a nivel Nacional; replantearse la Institución del Senado, si no su desaparición; centralizar la Función Pública en oposiciones de nivel Nacional así como reducir el número de funcionarios y las duplicidades; plantear la Ley de Huelga prometida en la Constitución que sigue inexistente hoy; unos sindicatos sin subvencionar; continuar con la necesaria reducción de impuestos iniciada por Aznar y eliminada por el PSOE en su afán recaudatorio; reestructuración del insostenible y fracasado régimen de las autonomías recuperando gran parte de las transferencias, Educación, Justicia, Sanidad y Economía y Hacienda; reagrupar ayuntamientos; auditoría y supresión de infinidad de empresas públicas innecesarias; recorte del gasto -asesores, vehículos, etc.-; derogación de leyes como la del Aborto y Memoria Histórica; y la posible revisión de la Constitución del 78 para abordar la urgente reestructuración global que necesitaba España después de la desastrosa etapa de Zapatero.

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Como decía, le di en mano entonces al Sr. Rajoy estas recomendaciones junto con un pequeño dossier al terminar la entrevista en la que el aspirante a Presidente de Gobierno nos dejó una ‘gloriosa’ anécdota cuando miraba sus notas para responder una de las preguntas concertadas: “¡Anda, si no entiendo mi propia letra!”, tal vez premonitoria de lo que vendría después. No esperaba, obviamente, que don Mariano en persona me contestase pero sí que alguien de su equipo hiciese al menos el acuse de recibo, algo que nunca se produjo, prueba del caso que nuestros políticos hacen al que se molesta en dirigirse a ellos con la mejor intención y forma, ninguno.

Cierto que el Sr. Rajoy se presentó a las elecciones con un Programa “bien definido y concreto”, como le pedía Aznar, pero no lo es menos que, puede que por la situación heredada, no cumplió nada, aunque haya que reconocerle que mejoró sustancialmente la situación internacional y económica de España, si bien, en buena medida, a costa de una demoledora subida de impuestos que como de costumbre recayó sobre el bolsillo del contribuyente, dejando pequeña la que proponía Izquierda Unida. Ese incumplimiento se dejó ver ya en la pérdida de 450.000 votos en las elecciones andaluzas de Marzo de 2012 -sólo cuatro meses después-, que se saldaron con la “amarga victoria” del “señorito Arenas”, que la pinza PSOE/IU le impidieron saborear. Y el descontento de muchos más votantes propició en 2014 la aparición de VOX, como el existente con el PSOE había propiciado por su derecha y por su izquierda la de Ciudadanos y Podemos, respectivamente. Magro consuelo.

Cuatro años después de aquella primera dedicatoria -24 de Marzo de 2015-, tras el estruendoso batacazo del Partido Popular en las siguientes elecciones andaluzas, ante el descontento creciente de muchos de esos votantes del PP que decía antes que el desastre de VOX no supo canalizar entonces al fracasar en las europeas de 2014 -pero ese es otro tema sobre el que ya he escrito bastante-, lo actualicé, con el mismo título, en el Blog cordobés Desde el Caballo de las Tendillas, donde había empezado a publicar mis reflexiones un año antes. Huelga decir el efecto que tuvo.

La “sangría” azul continuó en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015, como recogía en el mismo Blog en “¿Todos ganan o no se quieren enterar?”. En las primeras se fueron casi dos millones y medio de votos, con una caída porcentual de diez puntos y en las autonómicas el descenso fue de poco más de dos millones, que supusieron la pérdida de las doce mayorías absolutas de cuatro años antes. Un nuevo aviso de que la cosa no iba bien, aunque se siguió sin reaccionar como se hubiera debido pese a que la crisis económica iniciaba su recuperación. Más tarde, en Julio siguiente, Rajoy se adornaba en la clausura del Campus FAES con frases como: “En 2012 hacíamos grandes esfuerzos -fundamentalmente los sufridos españoles de la clase media, porque no se vieron recortes en la Administración, sobre todo en la autonómica- para superar la situación de prequiebra que nos encontramos y buscar la consolidación fiscal”; “En 2013 abordamos las grandes reformas para acabar con el ‘crecimiento’ negativo y recibimos una bocanada de esperanza, empezando la senda del crecimiento y de la creación de empleo” -al final las “grandes reformas” se quedaron en la “casi gran” reforma laboral-; “En 2014 la situación de España no tiene nada que ver con la del comienzo de la legislatura. Hoy España es otra -en economía y en Europa, tal vez, el resto, educación en especial, salvo excepciones localizadas, siguió cayendo-, crecemos más que la media europea, tenemos mayor creación de empleo… nadie habla de España como situación de riesgo” -que empezaba a ser cierto, pero no era eso sólo lo que muchos queríamos-; “El PP es el legítimo heredero del pensamiento reformista y liberal” -tal vez en autonomías como Madrid, pero no a nivel nacional-; “Cada vez más catalanes apuntan por la unión” -¿estaría pensando en el 9N de 2014, cuando Arturo Mas celebró a su manera el “merendéndum” que “nunca se iba a realizar”?

Entonces, todavía con mayoría absoluta en Congreso y Senado, es cuando se debió aplicar con rigor y de forma indefinida el Art. 155, como le recordaba en agosto de ese año- y hablaba después de cinco objetivos, tales como “creación de empleo al objeto de que al final de la próxima legislatura -la que tras dos elecciones acabó como el rosario de la aurora y no se pudo completar- estemos en torno a los veinte millones de afiliados a la Seguridad Social” -algo que se quedó en futurible y, me temo, no llegará en el corto plazo-; “consolidación del Estado del Bienestar” -es decir ¿más derechos sin las responsabilidades correspondientes?-; “nos enfrentamos al terrorismo yihadista, la mayor amenaza del mundo occidental y no occidental -que volvió a golpear en Cataluña en Agosto de 2017-, una de cuyas consecuencias es la inmigración” -que sigue descontrolada y en manos de las mafias que quieren colonizar Europa y acabar con la civilización occidental-; “devolver la reputación a la Política -sin comentarios y causa importante en los fracasos electorales de 2015 y 16- y recuperar la confianza en los políticos -hoy una de las preocupaciones principales de los ciudadanos- y reparar el daño causado por la corrupción” -que no sólo no se reparó sino que fue la puntilla y sigue sin atacarse de raíz obligando, aparte de las posibles condenas, a devolver lo sustraído con intereses y multas-; y por último, “Europa -en la que en 2016 se cumplía el trigésimo aniversario de la entrada de España, de aquella manera-. cuyo proyecto, que asumimos como nuestro, ha supuesto el destierro de las guerras y situarnos en la primera división del mundo desarrollado”.

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Tras los resultados del 27-S en las elecciones autonómicas catalanas de 2015, que le daban su “quinto aviso” -el PP pasó de 19 a 11 escaños- en las que crecieron las CUP con su mensaje “a Mas no lo vamos a investir ni a vestir ni a desvestir” (sic) e intuyendo la debacle que podía llegar -y llegó en Diciembre-, el 30 de Septiembre le dedicaba “El sexto o séptimo aviso” en el que le recordaba todo lo anterior y me preguntaba “¿Qué tendrá que pasar para que don Mariano reaccione?”, me respondía yo mismo: “Seguramente nunca lo sabremos, porque a este paso se lo llevará por delante el sexto -o séptimo- y último aviso y seguirá sin enterarse de que tuvo la más holgada mayoría absoluta, a todos los niveles, nacional, autonómico y provincial, que nunca había tenido un político español después de Franco ni, probablemente, antes y, me atrevería a decir, no tendrá ninguno de los que venga, salvo que, Dios no lo quiera, llegue la sangre al río”. Poco después, en “Profetizando el pasado. Ó cómo toparse de bruces con la realidad, ignorada treinta y cinco años”, recordaba un artículo de 2010 y concluía con estas palabras “cinco años después, aunque los números empiecen a cuadrar y nuestra credibilidad internacional haya mejorado sensiblemente, el resto de las reformas estructurales que necesitaba nuestro país y que confiamos a don Mariano Rajoy en Noviembre de 2011, siguen sin llegar y, esos polvos, trajeron estos lodos” y no eran todos.

Seguía con “Hasta aquí Sr. Rajoy. Premio de consolación o pedrea” -osadamente, sin duda- en el que tras el desafiante órdago del nuevo parlamento catalán declarando su “rebeldía a respetar las leyes del Estado” y a seguir la hoja de ruta de sólo aceptar las que emanaran de ese contubernio que hace muchos años debía haber sido puesto en su sitio y la sorprendente inmediatez de la respuesta de Rajoy avisando de la posible aplicación de la legislación que contempla el Estado de Derecho, le anunciaba que “Si nos vuelve a defraudar no demostrando firmeza ante el sedicioso desafío separatista como continuación a su, a mi juicio, clara respuesta, creo que habrá sembrado su ‘tumba política’ y hasta los más fieles seguidores ‘digitalizados’ en sus listas -los que sobrevivan, que no van a ser muchos de confirmarse esa decepción, porque las urnas se encargarán de limitarlos aún más- le van a enseñar el camino a Santa Pola. Así que, por favor, Sr. Rajoy, sea enérgico en sus medidas, dentro de la Ley, como no puede ser de otra manera en democracia -“dura lex, sed lex”- y gánese en estos dos meses escasos la credibilidad que, usted mismo, ha contribuido a poner en cuestión”.

Hubo un último intento en el que “Don Mariano se fue de ronda” y abrió las puertas de la Moncloa para recibir a los líderes de los diferentes partidos previamente a la llamada a las urnas prevista para el 20 de Diciembre sin fruto alguno. Y llegaron las elecciones del 20D en las que se produjeron en parte lo que vaticinaban las encuestas y dieron un resultado que hacía difícil la gobernabilidad, tras las que le preguntaba al ya Presidente en funciones si “¿Hacía falta este esperpento, don Mariano?” una vez conocido el “enorme ‘sacrificio’ político de Arturo Mas”, que se retiraba del primer plano de la política para “desbloquear el impasse catalán que, desde las absurdas elecciones del 27S tenía sin gobierno a la región Catalana -me refiero a sin gobierno formal, porque sin gobierno lleva desde 1980, más o menos-”

Y aquí lo dejo por hoy, invitando a la reflexión que continuaré en mi próximo artículo.

Mientras tanto, sigue el “trilerismo” entre PSOE y Podemos, el esperpento internacional a cuento del Open Arms y los viajes en Falcon del lamentable clon zapaterino que nos puede llevar de nuevo a la ruina por no querer ver la recesión que nos viene.

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(Continuará)

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La última bala de Sánchez: “Currarse la página de la pena”. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

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A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.

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Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.

Todo esto es importante por dos factores:

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1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

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2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

  1. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país.

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitirTodo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

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2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.

3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

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Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.

 

Ernesto Milá. 

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