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Excesivos errores y temores de Grande Marlasca. Por Jesús Salamanca Alonso

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Siempre dije que Fernando Grande Marlasca (no se escribe con “K”, ni con guion entre apellidos) no tenía la mirada limpia. Nunca lo consideré apto para ocupar el puesto que ocupaba como juez en Bilbao. Se quejaban de él sus compañeros, los sindicatos policiales, la “ertzaina” y hasta el apuntador. Era un claro contraste con el coronel Pérez de los Cobos, quien estaba en primera línea de combate contra ETA, banda terrorista y asesina.

No por casualidad el coronel era el hombre de confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba en temas de terrorismo. Esa confianza mutua no se debía a la mera coincidencia en el primer apellido. Esa fuerte personalidad del coronel De los Cobos nunca hubiera podido estar al lado del felón, mentiroso y plagiador Sánchez.

La Seguridad del Estado siempre se ha aprovechado de la excelsa preparación de Pérez de los Cobos. Nadie entiende que no sea ya general. ¿Puede haber influido en ese retraso que Fernando Grande siga como ministro «chorretera»? Ahí lo dejo. Juzguen ustedes, aunque el mundo de la Guardia Civil sigue siendo tan raro como en la época del Duque de Ahumada. Pocos saben que era el responsable policial, además, durante los sucesos del golpe de Estado en Cataluña allá por el 1 de octubre, de ahí la petición de los golpistas catalanes a Sánchez para que cesara «ipso facto» al valiente e ínclito coronel.

La Judicatura, a través del juez Celestino Salgado, hizo que el coronel Pérez de los Cobos ganara por la mano al ministro de Interior, por lo que fue repuesto en el cargo que tenía anteriormente, momento en que fue cesado por uso y abuso de la burlona y burlesca chulería del ministro de Interior. Cada vez estoy más convencido de que los hechos tuvieron su origen como consecuencia del resentimiento acumulado por Grande Marlasca en el suceso de hace 20 años.

La situación en que se encontró en aquel momento fue tan comprometida que, su odio hacia la Guardia Civil, parecía no tener límites. Lo sorprendente es que no fuera retirado de la Judicatura en 1997; la gravedad de su decisión dio alas a ETA y hasta la diputada, Goiricelaya, aplaudió con las orejas. Ahora, con las decenas de muertos en el lado español de la valla de Melilla, va a ser más difícil mantenerlo como ministro, pero Sánchez tiene miedo a cesarlo porque hay muchas cuentas pendientes contra él. Sabido es que quien a hierro mata, a hierro puede morir. Entiéndase el sentido figurado.

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Releo mis notas del año 1997 y consulto los archivos sobre terrorismo vasco y compruebo que, efectivamente, el diario ABC, en su sección de NACIONAL, el miércoles 17 de septiembre de 1997, publicó un titular llamativo y preocupante: “Un juez de Bilbao acusa a un ‘ertzaina’ y exculpa a sus agresores, todos ellos asesinos etarras”. Yo plantearía a Fernando Grande que recordara qué es lo que dijo de él Eduardo López, representante policial. También le preguntaría por Julián Achurra, alias “Pototo”, que fue quien dio el visto bueno para secuestrar a José Antonio Ortega Lara. ¡Habla, Fernando, habla y, después, dimite! ¿Por qué no ha sido cesado todavía? ¿Dónde están los muertos del lado español de la valla melillense? Quiero pensar que no hay ni indicios de situación al estilo de la ya juzgada cal viva (¿recuerdan a Lasa y a Zabala?) porque de lo contrario, la gravedad en democracia sería el clímax de la maldad y merecería la horca, cuando menos… Ahí lo dejo. Juzguen ustedes. Sigo esperando.

No parece recordar el ministro que le advirtieron a tiempo sobre cómo la cobardía era incompatible con el terrorismo y su permanencia en la Judicatura. Había volcado el peso de la ley en un policía para no condenar a los etarras; el policía tan sólo había disparado al aire para evitar ser atropellado por etarras vandálicos. Tan solo se trataba de ahuyentarlos. El entonces juez alegó imposibilidad de identificar a los agresores terroristas, a pesar de que en los informes sí aparecían sus nombres. Por eso sigo estando confuso: no sé si Grande Marlasca estaba del lado de la ley o del lado del terrorismo. No sé si estaba del lado de ETA o en el lado de la democracia y la convivencia pacífica. Como ven, amigos lectores, mi aprecio hacia este ministro del bulo es cero o, si lo prefieren, bajo cero.

Los hechos juzgados por el titular del Juzgado número 2 de Bilbao, se habían producido en la manifestación convocada el 15 de febrero en Bilbao, por Herri Batasuna, para protestar por el encarcelamiento de su Mesa Nacional. Lo llamativo de la sentencia del actual ministro es que denomina a los agresores como “entes ajenos de toda razón humana y propios de los estadios más primitivos de la historia de toda evolución” (jamás leí mayor estupidez para cubrir una cobardía meona); algo así como si usted, apreciado lector, denomina a un enterrador como “técnico integrador y avanzado de gestión de últimos recursos” o al cigarrillo lo califica como “delgado cilindro que se enciende con un ápice de la fragua de Vulcano”. Lo de “al pan, pan” no va con el atrabiliario y gaznápiro ministro.

Aquella sentencia no dejó indiferente a nadie. Paulino Baena, portavoz de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, declaró a la Agencia EFE que el auto del juez de Bilbao (Marlaska) “está viciado por el miedo y, mientras no se supere el miedo, no podremos prosperar en la lucha contra ETA”. No hubo asociación, organización, sindicato o persona experta en terrorismo que no considerara “muy grave la decisión judicial”.

¿Por qué cesó el ministro Fernando Grande al coronel Pérez de los Cobos? Puedo dar fe de que no se debió a que fue pillado con un chapero hace 20 años por el propio De los Cobos, como burdamente se ha escrito en las redes sociales. Miren ustedes: La juez, Carmen Rodríguez-Medel, que investigaba los hechos acontecidos el 8-M y la causa abierta entonces contra el ya exdelegado del Gobierno en Madrid (José Manuel Franco) encargó unos informes al respecto al coronel De los Cobos. El actual ministro, en una acción inusual de quien fue juez, solicitó por persona interpuesta esos informes al coronel y éste se negó a informar al ministro. El proceder de las altas instancias ministeriales era ya ruin y arbitrario. Del coronel sólo cabe decir aquello de: “¡Qué buen vasallo si tuviera buen señor!” Pero Grande Marlasca nunca fue ni siquiera un señor. Lo de su papel en la Judicatura también lo pongo en duda. Él hubiera hecho buen papel en el NO-DO, aunque en mi tierra lo hubieran silbado en el previo a las películas.

Sépase que el coronel aludido no estaba obligado a informar, puesto que es el juez el único destinatario de la información recabada. ¿Reacción de Fernando Grande Marlasca? Se escudó en la inoperante e incompetente directora general de la Guardia Civil para pedir la información. Nunca dio la cara el ministro porque sabía que De los Cobos nunca incumpliría la ley al respecto. Y FUE CESADO por cumplir con su deber. ¡Hay que ser “cabestro” para exigir una ilegalidad y pretender que se cumpla con ella! Si antes dije que Marlasca ni siquiera era un señor, ahora se demuestra que tampoco tiene ética, ni valores asentados con los que defenderse.

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Además de lo sucedido, el todavía ministro del Interior mintió en sede parlamentaria en reiteradas ocasiones. Intentó hacer ver que era debido a que quería formar equipos de su entera confianza. Fue tal el escándalo que, también en sede parlamentaria, Macarena Olona (por aquel entonces en la formación de VOX) le pidió que contara aquellos sucesos de hacía 20 años y si eran esos los que le llevaban a represaliar a Pérez de los Cobos. Como ven, he demostrado sobradamente (aún guardo la información) que no fue pillado por el coronel, Diego Pérez de los Cobos Orihuel, con un chapero dándose por donde no se debe.

Hoy, España entera pide la dimisión del ministro de Interior. Ha sido excesivo el daño que ha hecho con los bulos durante la pandemia y con el cese que nos ocupa. Ha demostrado que, como ministro, es un desprestigio. Y, como juez… otro día hablamos en profundidad. Obras son amores.

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Opinión

“La banda De Los Tres” encabezará los resultados de las elecciones en el Emirato Islámico de Cataluña. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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El resultado de las elecciones catalanas, ni va a ser una sorpresa, ni va a resolver nada. Ninguna encuesta duda de que, por este orden PSC, ERC y Junts, quedarán en cabeza y todo el misterio se centra en el número de votos que obtendrá la derecha liberal del PP, la derecha nacional de Vox y los independentistas antiinmigracionistas de Aliança Catalana. Lo que le apetecería al PSC es obtener una -dificil- mayoría absoluta y poder evitar el amargo trance de pactar con ERC (lo que le pide al cuerpo el alma del PSC) o pactar con Junts (lo que le va a exigir Sánchez). Pero, si alguien cree que, con Illa en el sillón del Poncio de turno, se va a resolver algo, se equivoca.

El diálogo de sordos proseguirá, atenuado eso sí por el rumor de los euros pasando de las arcas públicas a los partidos de gobierno. Pero, en medio de ese rumor y, especialmente para contentar su clientela, ERC pedirá el referéndum y la recaudación total de impuestos por parte de la gencat y Junts, odiando a ERC, pedirá lo mismo, además de enfatizar ligeramente más la amnistía. A lo que el PSC responderá con su opción “federalista”. Sabiendo todos que, en caso de referéndum el No a la independencia se impondrá y que el federalismo es una coña inviable mientras el PP no se sume al carro. Y eso será todo. Cuatro años más a practicar el antiguo arte de medrar a costa de la política.

Obviamente, los tres partidos que aspiran a disfrutar para ellos los beneficios del poder -y que, en realidad, son los que vienen monopolizándolos desde hace más de 40 años- prefieren asumir esos temas “fundamentalistas” (“amnistía”, “referéndum”, “libertades”, “autonomía”), antes que reconocer que las cosas, en Cataluña, van de mal en peor.

Cataluña ya no es motor de casi nada, salvo, ex aequo con Andalucía, capital del paro en España, especialmente del paro juvenil. De las diez mayores empresas que tenían su domicilio fiscal en Barcelona hace diez años, solo quedan dos. Como Sánchez no habilite un ukase para multar a las empresas que se fueron y que se niegan a volver, Cataluña puede convertirse en un erial industrial a la vuelta de diez años.

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Lo más gracioso de esta campaña electoral es que ninguno de los grandes partidos ha hablado de dos elementos urgentes para revitalizar la sociedad catalana: el descenso de impuestos y la contención del gasto público de la gencat. Y tiene gracia porque, ERC ha proclamado de forma teatral que quiere “el concierto”, esto es, la recaudación del 100% de tributos por parte de la gencat, nunca de la reducción de las cargas fiscales (que, en Cataluña, incluso, son mayores que en otras regiones de España). Que al ciudadano lo van a atracar fiscalmente es algo que se evita reconocer y que nadie discute. La propuesta de ERC implica que el ciudadano será atracado por una institución catalana, pero no por una estatal. Y habrá quien les vote a pesar de la desfachatez.

¿Illa en el gobierno? Ya vimos lo que dio de sí al frente del ministerio de sanidad durante la pandemia. Y veremos si su gestión no acaba en los tribunales por la frivolidad en contratar solo mascarillas de la “trama Koldo” que ni siquiera servían para cumplir su función. Sin olvidar las medidas absurdas que impulsó durante aquellos meses (ir a la playa con mascarilla, promover la vacunación ignorándolo todo sobre los efectos) y poner cara de monolito tristón en el Senado cuando se le preguntó por el asunto de las mascarillas. Para colmo, ni siquiera se había vacunado… y lo dice ahora, resaltando que “nadie obligó” a vacunarse. Mentira: porque si se obligó, a mí por ejemplo, para salir de España; a mis hijos obligados por las empresas en las que trabajan. Pero ¿qué más da otra mentirijilla para un pueblo lo suficientemente desmemoriado como para no recordar lo que ocurrió anteayer?

Illa gobernará con quien prometa más estabilidad a Sánchez. El ex ministro de sanidad carece de carácter y personalidad política para decir “no” a Sánchez, o a Aragonés, o a Puigdemont… Si llega a la presidencia de la gencat será a Sánchez a quien consultará cualquier decisión. Incluso, en un gobierno de coalición hará lo que sus socios -indepes- quieran que haga. Ya lo vimos con Maragall -enfermo, eso sí- que terminó compitiendo con sus socios de ERC en quien ponía más alto el techo del “nou estatut”…

Quien si se la juega es Puigdemont. No puede descartarse un golpe de última hora que acapare las primeras páginas de la actualidad (un regreso en próximo jueves o viernes, o incluso en la “jornada de reflexión”). Para Puigdemont -un don nadie hijo y nieto de pasteleros al que el negocio familiar sería su único medio de vida de no haberse dedicado a vivir de la política, a la vista de su “historial académico”- quedar el primer es la única opción: ¿lo veis como “conseller” en un gobierno presidido por Illa? ¿lo veis como “cap de la oposición”? ¿y si falla todo el montaje de la amnistía? Pasar un día en Can Brians le produce tanto insomnio como quedar el tercero. Ya vimos lo que era capaz de hacer cuando fue “el molt honorable presidente”. Lo voy a recordar: conseguir que el nombre de Cataluña cayera en el ridículo mundial después de estar años creando “comisiones de desenganche”, pagando a eminencias grises -o presuntas tales- para que elaboraran un “proyecto de constitución catalana”, todo ello antes de conocer siquiera si se celebraría el referéndum, con el añadido, de proclamar la “república catalana” pero… dejarla en suspenso 15 segundos después. Ese es Puigdemont.

Ahora bien, la candidatura de Junts puede verse afectada por la concurrencia de Alliança Catalana: repite todo lo que dice Junts, pero… añade lo que Junts oculta: que la inmigración en Cataluña está descontrolada, la delincuencia se ha disparado en el último año -especialmente los delitos “graves” que no pueden ocultarse- y que cada vez hay más violencia en calles y barrios. Justo en la diana.

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Desde los tiempos de Pujol, ayer a CDC y hoy a Junts, le tiene absolutamente al fresco quién delinque y cuánto se delinque. Con que tengan un certificado B de catalán, ya hay suficiente. De ahí que Junts omita el tema y evite que en sus listas la presencia de musulmanes. Conoce el riesgo. Calla sobre la inmigración, pero no admite apellidos inmigrantes en sus listas… Ahí está el nicho que Aliança Catalana pretende legítimamente ocupar.

Quien, en cambio, aspira, desde los tiempos de Carod Rovira, a incorporar a la inmigración musulmana es ERC como base electoral. Carod ya aludió -en su infinita ignorancia sobre la religión a un “Islam catalá”, desconociendo que la patria de un musulmán piadoso es la “umma”, la comunidad islámica unida por el credo religioso y que habla, no en catalán, sino en la lengua sagrada en la que Mahoma escribió el Corán. ERC, cree poder atraer el “voto islámico” incluyendo a siete candidatos en sus listas por Barcelona y Gerona (de los que pueden salir entre dos o tres). Su actitud ante la inmigración es exactamente igual a la del PSC: “¿inmigrantes? Cuantos más, mejor; pero, eso sí, con el certificado B de catalán”.

En realidad, el gran problema de Cataluña es la islamización creciente, unido a la caída en picado de las familias con cuatro y con dos apellidos catalanes. A pesar de que no puede establecerse una ley matemática segura, lo mas probable y lo que nadie duda con observar las calles y los colegios en Cataluña es que en 20 ó 30 años como máximo, los musulmanes no serán una “minoría”, sino que -como está empezando a pasar en el Reino Unido, después de las elecciones municipales del sábado pasado- los islamistas presenten candidaturas propias allí donde sean mayoría y proclamen la “sharia”.

Por eso, no hay que fijarse tanto en quién quedará en cabeza, ni siquiera en qué orden, ni quién gobernará: sabemos que, gobierne quien gobierno, seguirá la misma línea de los últimos gobiernos, nada, absolutamente nada, cambiará. Pero estas elecciones van a servir para medir el “estado de cabreo” de la sociedad catalana. La pista que nos ayudará a establecer el diagnóstico va a ser el resultado que obtengan las tres candidatura claramente antiinmigracionistas: Vox (que está realizando una muy buena campaña, con actos en los que ha logrado movilizar a poblaciones consideradas como “hostiles”), Alliança Catalana (que puede obtener escaño en Gerona) y el Frente Obrero (que nos dirá cuántos electores de izquierdas están hasta los mismísimos de la inmigración masiva).

Porque el gran problema que va a afrontar Cataluña en los próximos años, no es “referéndum sí” o “referéndum no” (aunque se celebrara, los sondeos indican que el apoyo social al independentismo ha ido cayendo más y más en los últimos cuatro años), sino la islamización de la sociedad catalana. Y, por extensión, la inmigración masiva.

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¿Y el PP? Aumentará, sin duda, pero la cuestión es cuánto y nunca será suficiente para ser algo significativo en Cataluña. Su discurso actual es excesivamente grisáceo, aspira a ocupar el espacio que ocupó Ciutadans hace dos legislaturas, sin advertir -la cabeza de Feijóo tampoco lo admite- que en estos últimos años se ha producido una polarización en todo el mundo generada por la ofensiva “progresista” (basada en el “cambio climático”, “los estudios de género”, el “wokismo” y la “inmigración masiva”). Esa ofensiva ha generado la necesidad de una reacción tan fuerte y de la misma intensidad, pero de sentido contrario. Lo que valía hace ocho años, hoy es inútil. Los “centrismos” están muertos y enterrados. En Cataluña, en España y en Europa. El PP se ofrecerá a colaborar con el PSC, en el enésimo error estratégico de Feijóo. Lo normal hubiera sido que las candidaturas de Vox y del PP, incluso los restos de Cs, hubieran pactado un programa y una candidatura común. Pero lo que es lógico para los electores, no lo es para los partidos.

En cuanto al “sorpasso” de Vox al PP que se produjo en las anteriores elecciones, lo más probable es que quede anulado: el PP crecerá por delante Vox. Lo normal, dadas las circunstancias. Pero, al igual que ocurrió en las pasadas elecciones vascas, Vox mantendrá posiciones (e, incluso, es posible que las mejore). Volvemos a repetir que es “lo normal”: la “hora” de Vox sonará en cuanto el PP vuelva al poder y decepcione a los que esperaban unas políticas radicalmente diferentes a las socialistas

Así que no esperéis nada de las próximas elecciones, solo un indicativo del “estado de cabreo” de la sociedad (que, en cualquier caso, será menos que el “estado de somnolencia inducida” que vive la región).

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