Opinión
“Marlascada”: un neologismo muy extendido. Por Jesús Salamanca Alonso

Published
3 años agoon

Vemos a Fernando Grande Marlasca como el ariete de Pedro Sánchez para socavar la democracia y debilitarla por la torpeza de gestión del Ejecutivo.
Grande Marlasca (así, con “C”) ya ha cometido varias “MARLASCADAS” desde que es ministro. En los últimos tiempos nos han invadido con neologismos y expresiones absurdas, al decir de la RAE y que no podemos encontrar en el DRAE; pero no nos han dado explicaciones sobre innumerables temas o nos los han tergiversado. No ha hablado el Ejecutivo sobre la persecución y represión a los disidentes; ni sobre las órdenes represivas a la Policía; ni respecto a las amenazas a la Guardia Civil si no comían de su mano; ni… ni… Y así hasta enumerar toda la obra del Ejecutivo; es decir, mentiras, represalias, amenazas, desprestigio, traición, bloqueo, manipulación, desinformación, sectarismo, indignidad, represión…
Todos esos vocablos se compendian en uno solo. Ya aparecieron otros como “miembras”, “postavozas”, “jóvenas”, “Fuerzos y Cuerpas”, “machirulo y machirula”… Ese vocablo al que me refería no es otro que “MARLASCADA”. Soy consciente de la lluvia de críticas que pueden llegar y lo asumo, como asumo que donde las dan, las toman. En otra ocasión hablaremos de lo que caracteriza al presidente: la mentira, la maldad y la falsedad. Lo mismo que trataremos lo más destacable del exlíder de la ultraizquierda comunista y proterrorista, Pablo Iglesias: falsedad, corrupción, amenaza y siniestralidad. Pero hoy le toca al ministro de Interior, Fernando Grande Marlasca, ariete “sanchista” para socavar la democracia y debilitarla con su torpeza. Ya vemos que, su reiterada falta de argumentos y su actitud represora, le llevan a ser el onomatopéyico “pim pam pum, catapum” de la oposición.
Pocos tenemos dudas de que el ministro de Justicia ha sido uno de los artífices de que la legislatura esté crispada y agotada, en tanto que el Ejecutivo esté abrasado. Comprobamos estos días que el presidente se ha convertido en un tenderete de mercadillo o tómbolo graciable y ofrece de todo, pero de todo lo que no es de él y sí del Estado, algo que pagará sin dudarlo en cuento los tribunales vuelvan a estar operativos y sean fiables: a Bildu y al nacionalismo vasco el acercamiento de los presos etarras y las competencias en instituciones penitenciarias; al golpismo y separatismo catalán les ofreció el deshonroso cese de Pérez de los Cobos; a ERC le dio largas equilibradas y a la extrema izquierda le garantizó la anulación “íntegra” de la Reforma Laboral (la montaña parió un ratoncillo) y el conocimiento de los presuntos secretos del CNI sobre Venezuela, entre otros, sin olvidarse del caso del «Pollo» Carvajal.
Cada vez somos más los que nos hemos sentido defraudados con este personaje. Aún recuerdo el día que lanzó el bulo del asesinato de una mujer a manos de su marido, en Valladolid, y lo definió como violencia machista; tanto los médicos que la trataron como la autopsia demostraron que había sido un suicidio, sin más. A partir de ahí ha multiplicado los bulos y ha esputado en la cara de medio mundo. Y como “el que a hierro mata, a hierro muere”, ahora le toca a él y le está cayendo la del pulpo. No sólo no mejora su gestión, sino que va de “marlascada en marlascada”. Por cierto, Marlasca, ¿dónde están las decenas de muertos que hubo en el salto de la valla de Melilla, lado español? ¿Qué hiciste u ordenaste hacer con esos muertos? ¿A cuenta de quien hay que contabilizarlos y cargárselos?
Sus compañeros de profesión no le van a perdonar la traición y el desprecio a la democracia o el intento de asesinato de Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, al igual que miembros del ya desaparecido comando Vizcaya no han olvidado sus peripecias; al menos la sección más radical que quiso asesinarlo siendo titular del Juzgado de Instrucción número 3 de la Audiencia Nacional. Pero los “recuerdos” que dejó en Ezcaray los dejamos para otro momento. ¡Cuánto se arrepienten decenas de periodistas y analistas de haber sacado la cara por él en los años duros de plomo! Marlasca tiene una deuda muy grande con varios periodistas y con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que se jugaron la vida por él. Hoy, a esos mismos valientes, los ha dejado tirados, traicionados, menospreciados y humillados; es decir, no se cansa de cometer “marlascadas”; es decir, falsedades, tropelías, argucias traiciones… ¿Entienden ya lo que es una marlascada?
Mantuvo un equilibrio de reconocimiento tanto en la diestra como en la siniestra. De poco le van a servir sus servicios a la perforada ultraizquierda. Por mucho que persiga y dañe a la libertad de expresión nunca ganará la batalla. Lo mismo que no conseguirá matar a Montesquieu por mucho que traicione a sus compañeros de profesión o se baje los calzones ante el Ejecutivo de Sánchez, como así ha hecho en reiteradas ocasiones. Con tantos muertos en paradero desaparecido, dudo que el ministro pueda dormir a pierna suelta o «bragueta cambiada», como dicen en mi Portillo natal. Claro que, bien pensado, Sánchez tampoco iba a dormir con Pablo Iglesias y, al final, no solo lo han hecho, sino que lo han disfrutado. Y sigue el contubernio socialcomunista del «desGobierno» sanchista.
Su gran error ha sido intentar “abofetear” a los jueces y mirarlos por encima del hombro porque ni siquiera con esa actitud conseguirá borrar las barbaridades cometidas en la gestión del COVID19. Sin duda, su indignidad hará que siga en el Ejecutivo de Pedro I “El Enterrador” aunque ya solo cabe su dimisión tras arrastrar la toga por el lodazal del totalitarismo. Si hubiera aprendido un mínimo de dignidad, o la que creíamos que tenía durante los “años de plomo”, ya hubiera dimitido. Si sigue, será el ministro de los chistes, memes y chascarrillos como ahora lo es la “marquesa” consorte y ministra de Igual-Da: la misma que puede seguir volviendo a casa «sola y borracha, que no mamada».
Yo me pregunto, respecto a la obediencia de De los Cobos a la investigación judicial, ¿Qué hubiera pensado Grande Marlasca si sus policías judiciales –en vez de aportarle pruebas sobre una investigación concreta y encargada por él– hubieran aportado pruebas a ETA de la vivienda de verano que su familia tenía en ‘El Cardizal’ y en el mismo bloque que uno de los pisos alquilados por ETA en Ezcaray?
A ves, algún «rabanillo», como el desprestigiado ministro, Marlasca, intenta enfangar la Justicia y convertirla en un lodazal, aunque siempre hay jueces preparados para poner a cada uno en su sitio, aunque sea con la mano izquierda del jefe del Estado. Y no tienen por qué enterarse «cabestros» como el actual presidente de la degenerada coalición socialcomunista.
Sabido es que el rey, reina, no gobierna, pero su interpuesta mano izquierda siempre llega hasta donde hay que parar a los catetos, «cabestros» y miserables.

Conflitti&Strategie
Demasiadas personas, incluso hoy, confían ciegamente en la diplomacia, como si el diálogo fuera suficiente para evitar los conflictos que hierven bajo la superficie de la historia. Sin embargo, la diplomacia, a pesar de su noble función, nunca ha resuelto ningún conflicto. Más bien, es como el búho de Minerva evocado por Hegel, que emprende el vuelo al anochecer, cuando los hechos ya están realizados. Sirve para fijar los detalles lo máximo posible. Cuando nadie está dispuesto a actuar, la diplomacia es útil, o mejor dicho, no es útil, porque de todos modos no se habría llegado a esta situación.
Además, no es éste el tiempo de Metternich, ni vemos figuras capaces de tejer nuevos equilibrios mundiales con palabras y visión, como solían hacerlo ciertas grandes y eruditas figuras del pasado. En cambio, estamos asistiendo a un deslizamiento inexorable hacia una temporada de conflictos, en la que las grandes potencias, en ascenso o en decadencia (razones suficientes para todos) se miden cada vez más abiertamente. Y en los pliegues de estas tensiones globales, de un equilibrio ahora perdido y de uno nuevo que avanza caóticamente, no hay mucho espacio para esperanzas ingenuas. Estamos apenas al comienzo de una fase que marcará el fin de décadas de paz en suelo europeo.
Una época que habríamos podido afrontar con mayor preparación si nuestras clases dirigentes hubieran demostrado estatura, visión de futuro y sentido de la Historia. Por un lado, vemos a los charlatanes de las “sanciones”, convencidos de que las amenazas o las armas subsidiarias son suficientes para hacer retroceder a las potencias decididas a avanzar. Por otro lado, los llamados pseudorrealistas, que confían demasiado en la diplomacia (o se sienten desanimados por la diplomacia traicionada) como panacea para un tiempo que no puede tenerla, olvidando el hecho de que, cuando el nivel de conflictos indirectos excede el umbral de control, la guerra real se vuelve inevitable. Un verdadero realista sabe que, haya diálogo o no, la guerra llegará porque la Historia, en su enésimo punto de inflexión, lo exige.
Como siempre ha sido, en realidad. Porque, en su esencia trágica, esto es parte integral de la dinámica humana. No se trata de amarla u odiarla, sino de reconocer su presencia constante y su retorno inexorable, como advertía Gianfranco La Grassa en Un nuevo recorrido teórico: “La verdadera paz universal sólo existe con la muerte general de todo lo que existe”. Mientras haya vida, habrá conflicto, incluso en las realidades vivas más microscópicas.
Durante demasiado tiempo hemos disfrutado de una paz dentro de un estrecho perímetro, mientras en otros lugares se desataba el infierno, también y sobre todo gracias a nuestra cómoda paz. Hoy ese infierno se acerca, toca nuestras fronteras y ninguna diplomacia podrá mantenerlo fuera. Quizás podamos retrasar su llegada, pero no podemos evitarla. Europa, que un día fue protagonista, es hoy un teatro débil, donde se juega su derrumbe, sin dirección y sin destino. Ella pretende dictar los tiempos y las soluciones al mundo, cuando ya ni siquiera tiene un camino para sí misma. Mientras tanto, las nuevas potencias –Rusia hoy, China antes de que llegue mañana– se sentarán a la mesa del poder global en sus propios términos y para remodelarlo a su favor. Las provocaciones de aquellos dispuestos a ser tontos, si siguen siendo simples ejecutores del poder norteamericano en decadencia, serán ridiculizadas o ignoradas, y pronto incluso derrotadas. Es hora de entender que ya no podemos jugar con ilusiones. La historia llama y nosotros los europeos no abrimos porque no tenemos puertas que abrir.
Agradezco a Mario Schena por haber rescatado este pasaje de Un nuevo recorrido teórico (ed. Solfanelli, 2023) de Gianfranco La Grassa con mi presentación:
“Cuando la guerra decidió el nuevo orden mundial, simplemente definió la nueva jerarquía de poder entre los distintos países, una jerarquía que asegura un período de ‘paz’, que no es otra cosa que el desencadenamiento de conflictos menos agudos y no conducidos con medios de destrucción y matanza de muchos seres humanos. Pero incluso el conflicto llamado ‘guerra’ debe existir siempre mientras haya vida. La verdadera paz universal solo existe con la muerte general de todo lo que existe. No hay un solo organismo en el mundo, ni siquiera la pequeña molécula, en el que no haya conflicto mientras haya vida. ¿Queremos finalmente entender esto? Esto no significa amar la guerra, que sin duda conduce a dramas y dolores de inmensa magnitud. Solo significa reconocer y comprender que el drama y el dolor son una parte esencial de la vida en ‘este mundo’. Quien crea en el «otro», debe dirigir hacia él toda su esperanza de paz y amor; resignarse a lo que sucede en este mundo y participar en él.
http://www.conflittiestrategie.it/lillusione-diplomatica
Traducción : Carlos X. Blanco


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