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Opinión

ERE que ERE con la Educación, que la izquierda hace doctrina, y otras hEREncias del socialismo

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No cabe duda de que cualquiera de las grandes noticias de esta semana, con sus flecos, darían, por sí solas, para mucho más que un artículo, pero habrá que tratar de limitar los comentarios e insistir en la valoración y trasfondo que desde mi punto de vista subyacen en las raíces de los problemas que ahora afloran como consecuencia de lo mucho mal hecho hasta ahora.

Me permito la licencia del juego de palabras que me deja el caso ERE para aplicarla a algo que los lectores que tienen la paciencia de seguir mis reflexiones desde que 2008 empecé a compartirlas en mi muro de Facebook y desde 2014 en algún Blog y medios digitales, saben que es de mi especial preocupación, la Educación con mayúscula, cuyo deterioro progresivo de los últimos cincuenta años trae causa en el pésimo nivel educativo que hoy tiene España en líneas generales. Y digo bien, cincuenta -que nadie piense que exagero como buen andaluz-, aunque las transferencias en la materia empezaron hace treinta y nueve, porque, a mi juicio y si no me falla la memoria, fue la reforma de José Luis Villar Palasí, Ley General de Educación de 1970, la que dio el primer paso al eliminar el Plan de 1957 -que modificaba, creo que para bien, el de 1953- en el que la Enseñanza General Básica -la conocida EGB- y el Bachillerato Unificado Polivalente -ese BUP de hace unos años- que se completaba con el Curso de Orientación Universitaria -el COU- dejaban para el recuerdo las famosas Reválidas -de 4º y 6º- de los anteriores Bachilleratos Elemental y Superior y el Preuniversitario de aquellos “Chicos del Preu” entre los que me incluyo.

Y traigo de nuevo a colación este asunto de la Educación, después del exabrupto que la ministra en disfunciones y portavoz -en esta ocasión más bien “portacoz” (a sus anfitriones)- del señor Plagio cum Fraude, en la inauguración del Congreso de Escuelas Católicas el pasado jueves. En lo que algunos interpretan como “un guiño a sus socios preferentes”, la vasca Isabel Celáa -víctima al parecer de un resentimiento y sectarismo impropios- dijo sin despeinarse que “De ninguna manera puede decirse que la elección de los padres a elegir una formación religiosa o a elegir centro educativo, podrían ser parte de la libertad de enseñanza”, añadiendo que “Esos hechos, los de elegir centro, formarán parte de derechos que puedan tener los padres-madres en las condiciones legales que se determinen, pero no son emanación estricta de la libertad reconocida en el art. 27 de la CE. De esto da cuenta la sentencia del TC de 1981”, supongo que se referirá a la STC 5/1981 que recoge respecto al derecho a la educación en su punto 3 “El derecho de los padres a escoger libremente entre centros públicos y privados”. No obstante la citada “portacoz” remata su evidente demostración de ignorancia real o irresponsabilidad premeditada con esta afirmación: “No quiere decir que no haya libertad, quiere decir que no está dentro del artículo 27”, pero como en mi opinión no hay mejor método que contrarrestar la mentira con datos, me parece interesante recoger lo que dice al respecto el Art. 27 de la CE que tan arteramente cita la portavoz: “1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza. 2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. 3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones…” y en su tendenciosidad omite referirse a la STC 77/85 que recoge que “Es necesaria la implantación de la gratuidad no solamente a los centros de Primaria sino en todos los centros educativos de enseñanza Secundaria”, apostillando lo dicho en la que ella citaba: “El derecho a la educación se rige por el principio de libertad, que se traduce en que los padres tienen derecho a escoger centro docente, ya sea público o privado” y que “Los poderes públicos deben garantizar a todos el ejercicio del derecho a la educación financiando y protegiendo los centros privados que reúnan los requisitos que establece la ley”.

Y no lejos de esa pobreza moral que a la larga produce siempre el desmoronamiento del rigor educativo, se puede encuadrar la retrasada -interesadamente sin duda- sentencia del caso de los ERE diseñado por la cúpula socialista andaluza en una red clientelar que se benefició directamente del despilfarro de fondos públicos, llegando a la barbaridad de que unos de los condenados, el que fuera consejero de Empleo, Antonio Fernández, figuraba “por error” en uno de los Expedientes de Regulación de Empleo con una fecha de antigüedad en su empresa que era la de su nacimiento, 15 de julio de 1956, pero ahora va a tener ocho años de cárcel para enmendarlo. Nada menos que dos presidentes de la durante muchos años -como ahora se ha demostrado- “Unta” de Andalucía, Manuel Chaves (1990/2009) y José Antonio Griñán (2009/13), y ministros de Felipe González -recordemos el famoso “clan de la tortilla”-, de Trabajo y Seguridad Social el primero y de lo mismo, tras haberlo sido de Sanidad y Consumo, el segundo; los dos, además, secretarios generales del partido de los “100 años de honradez” en la región más poblada de España y los dos también, para más inri, presidentes nacionales del Partido Siempre Opuesto a España, más conocido como PSOE, entre 2000 y 2012, y 2012 y 2014, respectivamente, y también diputados y/o senadores en diversas legislaturas y el amigo Chaves, cuando ya era sospechoso de ser cómplice si no partícipe en el caso, fue recogido como ministro de Política Territorial y vicepresidente tercero y segundo entre Abril de 2009 y Diciembre de 2011 en gobiernos de Rodríguez Zapatero, como todo el mundo sabía y esperaba, son ya culpables por sentencia judicial, junto a otros diecinueve “colegas” de latrocinio, del mayor caso -hasta ahora- de prevaricación y malversación de fondos públicos que inhabilitan a uno por nueve años y llevan a la sombra a otro por seis más quince de inhabilitación que, en ambos casos debería ser a perpetuidad.

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No voy a repetir aquí el resto de condenados y penas, de sobra conocidos y citados desde ayer en los diferentes medios e informativos, pero sí, aunque sea también reiterativo algunas de las reacciones de los actuales líderes socialistas en su tradicional política de “balones fuera y la culpa a otros” que los caracteriza cuando es para atacar con todo -altavoces mediáticos incluidos- al principal partido de la Oposición. Así, el genial “magister” sin estrenar José Luis Ábalos, hoy ministro de “fomento de la hermandad comunista” dice sin rubor alguno que el de los ERE “no es un caso del PSOE, sino de antiguos responsables públicos de la Junta de Andalucía” y no miembros del PSOE, claro, como lo que dijo Pedro Sánchez en Mayo de 2018 “no lo había dicho” el presidente del gobierno, ya que no lo fue hasta Junio, como descaradamente “dixit” Carmen Calvo, añadiendo que “Son hechos de la pasada década, es un caso que no afecta al actual Gobierno ni a la actual dirección del PSOE” ni, seguramente, a Susana Díaz, la niña de Chaves y favorita y sucesora de Griñán que “tampoco sabía nada” habiendo sido secretaria de Organización del PSOE andaluz con el primero y consejera de Presidencia e Igual-da con éste último .

Mientras tanto, aquel que decía no hace mucho que “Chaves y Griñán son personas honestas. Yo confío en su inocencia” y al que le preocupaba mucho “el silencio de Rajoy ante los casos de corrupción de su partido” añadiendo que “en política, como en la vida, el que calla otorga” -menudo personaje para dar lecciones- se mantiene ahora en silencio total en su intento de romper amarras con el “antiguo PSOE”, pero tras la del caso MAREA asturiano y esta de los ERE andaluces, parece que se abrió el melón y pueden venir en cascada otras sentencias que se le pueden atragantar al socialismo español: lo que queda de los ERE, Cursos de Formación y sus derivadas, EDU en varias provincias andaluzas, Jeremie e Invercaria, también en Andalucía, Interligare en Madrid, LIMUSA en Murcia, PSPV en Valencia y un sinfín de casos más que superan el centenar y arrojan una cifra de mareo de muchos miles de millones de euros malversados. Ya sabemos que el PSOE practica eso de “la caridad bien entendida, empieza por uno mismo” y mira tanto por la pobreza que no deja de producir pobres, por eso se alía de nuevo con los comunistas -en este caso Podemos-, de los que decía Winston Churchill que, “si los pones a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habrá escasez de arena”. Menos mal que no administraban el Sol de Andalucía, porque Málaga sería Londres hoy.

Termino con un recuerdo que me vino mientras escribía esto ayer, 20 de Noviembre, y creí de recibo dedicar un recuerdo a tres acontecimientos de los que se conmemoraba su aniversario indiscutible y de innegable influencia en la Historia de España actual. Por un lado se cumplían ochenta y tres años del asesinato del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera en la cárcel modelo de Alicante, al que la lectura de alguno de sus textos ponen de absoluta actualidad porque parecerían escritos hoy mismo y que de no haber ocurrido deja la incógnita de cual habría sido su papel durante esos tres años de Guerra Civil y después del 1 de Abril de 1939.

Por otro, se recordaba el cuarenta y cuatro aniversario de la muerte en la cama de Francisco Franco Bahamonde, tras larga enfermedad, y “por fin”, algunos desalmados vieron satisfechos su inquina y sectarismo -tras la vulneración de los derechos más elementales de la familia-, al exhumar con carácter de “urgencia” sus restos mortales y su posterior inhumación donde al dictador desgobierno socialista se le antojaba y del que hace unos días escuchaba decir a uno de sus dos ministros vivos hoy, Fernando Suárez que, lejos de ser considerado franquista o no -movimiento, si lo hubo, que murió con su creador-, “habría que agradecer a Franco, al menos, haber dejado instaurado en España un orden y unas bases que permitieron pasar de una ‘dictadura’ a un régimen democrático de forma modélica” que se ha puesto como ejemplo fuera de nuestras fronteras.

El tercero de los hechos, mucho más reciente, fue el de aquel 20-N de 2011 en el que casi once millones de españoles le dimos la llave a Mariano Rajoy para abordar los cambios y reformas legislativas que España necesitaba, eso sí con absoluta urgencia, tras el nefasto paso del citado ZParo, un impresentable sectario y resentido por no se sabe muy bien qué -tal vez las leyendas de su abuela- que dejó a España, después de siete años de tristísimo recuerdo, en la peor de las crisis educativa, moral, social, de empleo y económica de la etapa contemporánea más reciente, de las que la última -o no se sabe tampoco que- debió cegarlo para no ver las otras, mucho más estructurales que ésta, de carácter más coyuntural, aunque gravísima, que dejaban abiertas de nuevo “las dos Españas” de Antonio Machado que a punto estuvieron de haber hecho que esta fecha hubiera supuesto un cuarto hecho para el recuerdo, el del inicio del fin de la España Unida que la Historia, primero, y Franco, después, han conseguido mantener durante más de cinco siglos. Para los dos primeros mi sincero deseo de que descansen en la Paz que sin duda se ganaron en vida y para el tercero la paz -esta con minúscula- que le pueda deparar su recuperado despacho en el Registro Mercantil de Madrid, después de su abrupta salida -en “extracciones” abruptas son especialistas los socialistas- del Gobierno y del Parlamento previa transmutación en bolso, pero de eso ya he escrito ampliamente y no es el caso ahora. Sobre los del “preacuerdo del 12-N” ya dije algo en mi artículo anterior y, me temo, darán materia para los próximos.

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España

Contra la debilidad mental occidental: La esclavitud en el Islam todavía sigue vigente (Y siempre ha apuntado CONTRA EUROPA) Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Introducción a La esclavitud en el Islam, libro que estará disponible en breve.

Durante siglos, especialmente del XVI a principios del XIX, nuestras costas fueron hostigadas por piratas berberiscos. Querían vengar la “pérdida de Al-Andalus” (esto es, la Reconquista). La captura de poblaciones costeras del norte del Mediterráneo para venderlas en los mercados de esclavos del Magreb o negociar su rescate se convirtió en una práctica habitual entre las poblaciones del norte de África. Quienes practicaban estas razzias, que hacían imposible la vida en nuestras costas, eran considerados “yihâdistas”. Este comercio de esclavos europeos existió, por mucho que los “multiculturalistas” de hoy quieran olvidarlo.

Todavía ningún gobierno del Magreb se ha disculpado por estos actos.

*    *    *

LA CAÍDA DEL PRIMER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

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EUROPA NECESITA TRABAJADORES

Hoy, ya nadie puede dudar que el primer argumento que se utilizó para justificar la presencia de compactos núcleos musulmanes en Europa Occidental –aquel que afirmaba que eran necesarios inyectar inmigrantes para pagar las pensiones de los abuelos…– era una simple falacia. La realidad es que, las pensiones de los abuelos –yo lo soy– pierden cada día poder adquisitivo porque a los gobiernos de nuestro entorno les es necesario comprar la “paz étnica y social” subvencionando a los recién llegados. No hay dinero para todos. Y los que llevan las de perder es la parte más débil: los jubilados. La inmigración es hoy una pesada carga económica para todos los Estados que se han negado durante décadas a controlarla.

Desde, como mínimo, 2008, la inmigración ha variado su carácter; hasta ese momento, podía pensarse que los motivos del desplazamiento hacia España se debían a la posibilidad de integrarse en nuestro mercado laboral y, en especial, en el sector de la construcción. Pero, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la mecanización progresiva de la agricultura, las deslocalizaciones y el proceso de desindustrialización creciente, es casi seguro que, hoy, pocos de los inmigrantes que llegan a España, –especialmente los que no tienen ningún tipo de cualificación profesional (esto es, la mayoría)–, tengan como proyecto personal integrarse en el mercado laboral y vivir del propio trabajo, ahorrar para volver al país de origen con capital suficiente para emprender una nueva vida.

Se suele creer que las motivaciones de los inmigrantes en el siglo XXI son las mismas que las de los españoles, portugueses e italianos que se desplazaron a Francia, Suiza, Alemania, Benelux, en los años 50 y 60, para reconstruir países que habían sido demolidos por la Segunda Guerra Mundial. En aquella inmigración existía la voluntad de trabajar durante unos años en unos países con unos niveles salariales mucho más altos, poder ahorrar llevando una vida austera (pero no miserable), acumular cierto patrimonio que les permitiera abrir un pequeño negocio o, simplemente, comprar una vivienda al regresar a la Patria. Esa inmigración, no es la actual.

Nuestros inmigrantes querían regresar –en grandísima medida– al país que habían abandonado. Iban a trabajar, a esforzarse, a partirse el espinazo para llevar a la práctica un proyecto personal legítimo y que enriquecía a todas las partes: a los receptores de inmigración porque sabían que los recién llegados eran gente dura y dispuesta a trabajar. A los inmigrantes porque, a cambio de su trabajo, recibían un salario muy superior al del mismo oficio en España y podían ahorrar. Al país emisor de inmigrantes porque allí recibían formación y volvían con una capacitación laboral superior a la que habían partido, sin olvidar que su trabajo en el extranjero generaba unas divisas preciosas en aquel momento para garantizar intercambios comerciales. Aquellos inmigrantes –nuestra inmigración– no planteaban problemas de convivencia, ni choques culturales; fieles al dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, nuestra gente se integró perfectamente en la sociedad que los recibió. Nada de todo esto vale para el actual fenómeno migratorio.

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Ya no hay países en Europa Occidental que precisen ser reconstruidos después de una guerra. Tampoco hay un mercado laboral en expansión que permita pensar que, sin un alto nivel de cualificación y sólo en determinadas profesiones, vayan a encontrar trabajo bien remunerado. Ni siquiera para españoles, los salarios medios –a la vista del coste de la vida– permiten ahorrar gran cosa. Ningún inmigrante, en su sano juicio, puede transmitir a otros como él que residen en su propio país, la idea de que valga la pena venir a España para trabajar: la realidad es que, aquí y ahora, el poco trabajo que existe para gentes con poca o nula cualificación profesional, no permite ni vivir dignamente, ni mucho menos ahorrar. Entonces ¿por qué viene la inmigración?

Vale la pena no engañarse al respecto. Y los medios de comunicación, así como los diferentes gobiernos, de derechas y de izquierdas, llevan casi treinta años engañándose y falseando datos, cifras y circunstancias. No hay otra forma de definir la actitud de quienes niegan los problemas que se han generado a causa de la inmigración ilegal, masiva y descontrolada.

LA CAÍDA DEL SEGUNDO ARGUMEN IMIGRACIONISTA: 

“WELCOME REFUGIES”

Si bien es cierto que, hoy, ya nadie se atreve a sostener que, gracias a la inmigración, se van a poder “pagar las pensiones de los abuelos”, las justificaciones se han convertido en cada vez más extemporáneas, ridículas, ignorantes e, incluso, frecuentemente, entre los portavoces gubernamentales, zafias. Caído el mito de “las pensiones de los abuelos”, el nuevo argumento nos decía que los inmigrantes no eran tales: que se trata de “refugiados”. Ser “refugiado”, al parecer, hace obligada la “solidaridad”. El perseguido merece protección y ayuda para salvarlo de su perseguidor… En algunos casos, los menos, los recién llegados son “refugiados”. Pero, incluso, en esas circunstancias, cabe preguntarse: ¿y por qué un “refugiado afgano” elegirá vivir en Europa Occidental y no en Paquistán, en la India o, incluso en el sudeste asiático, países mucho más próximos, en todos los sentidos, a su patria originaria?

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Por otra parte, si existen “refugiados” es porque tal o cual país los genera y la situación allí es insoportable, por tanto, si se trata de admitir, por ejemplo, subsaharianos, vale la pena recordar que, en cualquiera de aquellos países, en toda África y en buena parte de Asia, casi sin excepción, la “democracia” es una palabra que no tiene el mismo significado que en Europa. De los 1.200 millones de africanos, la inmensa mayoría podrían ser considerados como “aspirantes a refugiados”, a la vista de que existen diferencias abismales entre los “derechos humanos” tal como se contemplan en Europa y como se practican en África.

Pero, Europa no puede admitir a 1.200 millones de inmigrantes que, por lo demás, deberían entender que ellos, para prosperar, sería oportuno que trataran de hacer cambios en su país, antes que adoptar la solución más cómoda de mudarse a otro… ¿a cuál? Y esta es el nudo de la cuestión: no se trata de países en los que exista un mercado laboral floreciente, ni aquellos otros más próximos al lugar de origen, para mantener el contacto con sus raíces, sino de aquellos en los se vive mejor y, lo que es aún más importante, donde se garantizan subvenciones solamente por llegar y en donde todo, absolutamente todo, está permitido (o poco menos). Ese es el centro de la cuestión que políticos y medios pretenden escamotearnos.

No hay nada más opaco en la actual democracia española que la suma total de subvenciones que reciben los no nacidos en España y sus hijos nacidos aquí. La falta de transparencia es, precisamente, lo que permite sospechar. Recientemente se ha publicado la cifra de que algo más de 2.000.000 de inmigrantes viven de subsidios públicos. El misterio está lejos de quedar resuelto, porque no se dice cuántos antiguos inmigrantes que han logrado naturalizarse como “españoles”, siguen subsidiados. Por otra parte, haría falta especificar qué tipo de subsidios reciben: en España existen muchos de tipos de ayudas y de pensiones no contributivas. Todo ello hace sospechar que las cifras son muchísimo mayores y es legítimo pensar que pueden ser, incluso, el doble o el triple, incluso, de las dadas. Por lo demás, no se especifica el volumen total de subsidios y subvenciones por distintos conceptos, ni los dados por las distintas administraciones, que van a parar a lo que en Francia se ha llamado “la aspiradora de recursos públicos”, esto es, la inmigración. La opacidad de las cifras, en efecto, no hace nada más que aumentar las sospechas.

LA CAIDA DEL TERCER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

“VIENEN PARA CONTRARRESTAR LA BAJA NATALIDAD”

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Luego está el argumento de la crisis de la natalidad en España. Era lo que podía esperarse: la elevación constante del coste de la vida, hace imposible el que se puedan formar parejas e, incluso, que una vez formadas, decidan tener hijos. La paternidad es una aventura que muy pocos se atreven a afrontar. Para hacerlo es preciso tener seguridad de que se podrá mantener a los hijos. Nadie está dispuesto a ofrecer tales garantías. Sin embargo, es un problema político: hubiera bastado con atribuir prioridad en beneficios sociales y ventajas fiscales a las parejas españolas que deseen tener hijos, garantizar su prioridad a la hora de obtener viviendas sociales, y simples campañas en pro de la natalidad, para que se estimulara la natalidad entre nuestra gente. No se hizo, ni se tiene intención de hacer. Si se hubiera empezado a hacer en 1996, cuando Aznar abrió las puertas a la inmigración, hoy tendríamos una generación de 28 años y un país homogéneo. Se hizo –y se hace– justo lo contrario: confiar en que gentes llegadas de todo el mundo salvarían la natalidad en España.

Desde el año 2000, en las cuatro provincias catalanas los nacidos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de cada año, son en su inmensa mayoría hijos de nacidos en el extranjero. Pero, salvo entre las mujeres subsaharianas, el número de hijos va disminuyendo incluso dentro de la inmigración. Los inmigrantes andinos, por ejemplo, se han configurado como los primeros y principales usuarios de los servicios de aborto gratuito y de “píldora del día después”. La ruptura de la unidad étnica de España ni siquiera ha servido para que la natalidad remonte o para que se repueblen zonas “vacías”.

LA ÚLTIMA TRINCHERA INMIGRACIONISTA: 

“TENEMOS UNA DEUDA CON EL TERCER MUNDO Y SE LA VAMOS A PAGAR”

Caído el mito de “los que vienen a pagar las pensiones”, en un momento en el que ningún alcalde que quisiera mantenerse en el consistorio se atreve a colocar pancartas con el “Welcome refugies”, cuando se ha visto a las claras que la inmigración no resuelve el problema de los nacimientos, sino que complica la convivencia, ahora, como última trinchera inmigracionista, el argumentario se ha desplazado a otro frente; nos dicen: “estamos obligados a admitir a todos los inmigrantes que quieran establecerse en nuestro suelo y a mantenerlos, incluso, porque, se lo debemos”.

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Nos dicen que Europa “debe” a los inmigrantes del Tercer Mundo el haberlos explotado como colonias. Repiten, para bloquear a los más sensibles, que los europeos “somos responsables” de haber esclavizado a los africanos y que les debemos una compensación. Por eso están aquí, por eso estamos obligados a subsidiarlos… Es un argumento que tiene su fuerza, pero que no deja de ser otra falacia.

No solamente no fuimos esclavistas –valdría la pena, ya que estamos en esto, elaborar un censo de familias europeas que se dedicaron a la trata de esclavos, porque sería, en última instancia, a ellos a los que les correspondería pagar indemnizaciones, no a la totalidad de un pueblo– sino que, además, durante siglos, los europeos que vivían en las costas mediterráneas (pero, también, incluso en las del sur de Gran Bretaña y en Irlanda) corrían el riesgo de ser secuestrados ellos y sus hijos, saqueados sus bienes e incendiados sus pueblos, por parte de piratas berberiscos; una práctica que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Unos fueron esclavizados de por vida, los otros extorsionados pidiendo fabulosos rescates, otros murieron sin dejar huellas… Sin olvidar, claro está, que el grueso de traficantes que capturaban esclavos en África eran árabes y que se beneficiaban de pactos con tribus africanas que los obtenían de tribus vecinas.

Sería bueno presentar una reclamación de cantidad por los millones de europeos, especialmente de los países mediterráneos, de los países eslavos, e incluso del Reino Unido, que fueron secuestrados, esclavizados, obligados a vivir en condiciones infrahumanas, asesinados y muertos de agotamiento en tierras del Magreb

Aquellas exacciones berberiscas han dejado recuerdos imborrables en nuestro folklore, en nuestra literatura e, incluso, en la configuración de las costas (las “torres de guaita” tan habituales en la costa catalana no eran para admirar la belleza del Mediterráneo, sino para vigilar la llegada de piratas berberiscos). Aquel valeroso soldado que recibió dos disparos de arcabuz en el pecho y en el brazo izquierdo, en la gloriosa jornada de Lepanto, Miguel de Cervantes, dejó constancia en El Quijote de sus nueve años de cautiverio en Argel.

Los grandes olvidados de la historia europea, son los millones de antepasados esclavizados en tierras islámicas. Los europeos no somos los “malvados” de esta historia. El colonialismo se explica en gran medida por las constantes molestias generadas por la piratería islámicaberberisca y otomana. Quienes la practicaban eran asimilados a yihadistas: y lo hacían con saña y con odio acumulado. La negativa a erradicar la esclavitud, hizo necesaria la intervención europea con la consiguiente disolución de los “mercados de esclavos” que todavía existía en el siglo XIX en el Magreb. No “debemos” nada: nos deben una reparación de aquellos crímenes contra los pueblos europeos.

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