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El Gobierno Rojo de Pedro Sánchez no sabe sumar: El PP frustra la moción de Murcia al pactar con tres diputados de Ciudadanos

Redacción

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López Miras
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Los populares anuncian que tres de los seis diputados naranjas pactan el apoyo a López Miras y desmontan el acuerdo con el PSOE que pretendía arrebatar el gobierno de la región.

[E]l secretario general del partido, Teodoro García Egea, ha forjado un compromiso con tres de los seis diputados naranjas, Isabel Franco, Francisco Alvarez y Valle Miguélez, para votar en contra de la moción contra López Miras y mantener el pacto de gobernabilidad suscrito con el PP hace ya dos años.

El Partido Popular aseguraba a primera hora de este viernes el fracaso de la moción de censura planteada esta semana en contra del Gobierno regional del ‘popular’ Fernando López Miras: el secretario general de los populares había conseguido que tres de los diputados de Ciudadanos se echasen para atrás y anunciaran su voto en contra de la moción contra el presidente popular.

López Miras compareció a las 13:30 horas de este viernes junto a la vicepresidenta Isabel Franco, quien mantiene el cargo en el ejecutivo de Murcia. Vozpópuli ya adelantó esta semana que ese movimiento del presidente regional del PP, de mantener a dos consejeros naranjas en su Ejecutivo, buscaba intentar dividir a Ciudadanos ante la decisiva votación de la moción.

Tras el anuncio del PP de que había convencido a tres de los seis diputados naranjas para que no dieran su apoyo a la moción, la primera reacción del sector ‘oficial’ de Ciudadanos vino de la candidata a presidir el Gobierno regional junto al PSOE, Ana Martínez Vidal, quien alertó del «ataque e intento de compra y corrupción» por parte de un PP «más viejo que nunca».

García Egea se desplazó personalmente a Murcia para reconducir las negociaciones con los tres diputados naranjas. Tras sellar el apoyo a López Miras, éste firmó un decreto de reorganización del Gobierno para incluir en el Ejecutivo a los tres diputados -aunque Isabel Franco ya estaba en el anterior como vicepresidenta- que han decidido finalmente no apoyar la moción de censura que debería votarse la próxima semana en la Asamblea regional.

«Hemos cerrado un acuerdo por el que se da continuidad al pacto de Gobierno firmado hace dos años», confirmaron a fuentes del PP nacional. En rueda de prensa, en la que junto a López Miras compareció la vicepresidenta Franco, el presidente murciano dio por cerrada la crisis y exigió a PSOE y la parte oficial de Ciudadanos que retirasen la moción de censura «para poder seguir dedicándonos a la lucha contra la pandemia».

El secretario general del partido, Teodoro García Egea, ha forjado un compromiso con tres de los seis diputados naranjas, Isabel Franco, Francisco Alvarez y Valle Miguélez, para votar en contra de la moción contra López Miras y mantener el pacto de gobernabilidad suscrito con el PP hace ya dos años.

El Partido Popular aseguraba a primera hora de este viernes el fracaso de la moción de censura planteada esta semana en contra del Gobierno regional del ‘popular’ Fernando López Miras: el secretario general de los populares había conseguido que tres de los diputados de Ciudadanos se echasen para atrás y anunciaran su voto en contra de la moción contra el presidente popular.

López Miras compareció a las 13:30 horas de este viernes junto a la vicepresidenta Isabel Franco, quien mantiene el cargo en el ejecutivo de Murcia. Ese movimiento del presidente regional del PP, de mantener a dos consejeros naranjas en su Ejecutivo, buscaba intentar dividir a Ciudadanos ante la decisiva votación de la moción.

Tras el anuncio del PP de que había convencido a tres de los seis diputados naranjas para que no dieran su apoyo a la moción, la primera reacción del sector ‘oficial’ de Ciudadanos vino de la candidata a presidir el Gobierno regional junto al PSOE, Ana Martínez Vidal, quien alertó del «ataque e intento de compra y corrupción» por parte de un PP «más viejo que nunca».

García Egea se desplazó personalmente a Murcia para reconducir las negociaciones con los tres diputados naranjas. Tras sellar el apoyo a López Miras, éste firmó un decreto de reorganización del Gobierno para incluir en el Ejecutivo a los tres diputados -aunque Isabel Franco ya estaba en el anterior como vicepresidenta- que han decidido finalmente no apoyar la moción de censura que debería votarse la próxima semana en la Asamblea regional.

«Hemos cerrado un acuerdo por el que se da continuidad al pacto de Gobierno firmado hace dos años», confirmaron fuentes del PP nacional. En rueda de prensa, en la que junto a López Miras compareció la vicepresidenta Franco, el presidente murciano dio por cerrada la crisis y exigió a PSOE y la parte oficial de Ciudadanos que retirasen la moción de censura «para poder seguir dedicándonos a la lucha contra la pandemia».

Desde las filas de Vox, su presidente, Santiago Abascal, se felicitó por el acuerdo entre el PP y la mitad de los diputados naranjas en la Asamblea regional. Tras ello, inmediatamente le puso la primera tarea a López Miras: «Y ahora toca exigir al PP elecciones inmediatas en la región para que el parlamento murciano se parezca a Murcia». Vox, hay que recordar, venció en las generales en la región y ahora estaba convencido de dar el sorpasso al PP en las urnas.

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España

Feminismo: fin de ciclo. Por Carlos X. Blanco

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El feminismo ha cerrado su ciclo. Al final, una vez que los países de Occidente llegaron a conseguir una igualdad ante la ley, que se traduce inmediatamente en una igualdad de oportunidades, esta ideología carece de razón de ser. Otra cosa es la cuestión política, no conceptual, de que se cumpla la ley.

El feminismo no puede ser, y nunca ha sido, una ideología autosuficiente. Como entidad ideológica distinta de otras que, coyunturalmente, hayan podido albergarla (socialismo, liberalismo, etc.) es un completo sinsentido. La trayectoria efectiva del movimiento ha sido más bien deletérea. Donde aterrizó el feminismo, el huésped se convirtió en organismo enfermo y muerto.

Se le puede comparar a un virus. Cuando es un movimiento social e ideológico minoritario, se aloja en un cuerpo más grande y verdaderamente autosuficiente, por cuanto este cuerpo sí ofrecía una cosmovisión, logrando desviar sus objetivos, ese movimiento es un virus. Creo que este es el caso probado del socialismo y el comunismo (en una palabra, la izquierda clásica).

La izquierda clásica llegó a albergar la ideología del trabajador: la vida es trabajo, y quien trabaja merece una vida digna, pues contribuye con su fuerza viva a la sociedad y no solo produce para su sustento y el de la familia, vivifica el cuerpo social. La izquierda clásica siempre ha teorizado un “Estado del trabajo”. Los niños, los enfermos, los ancianos, etc. pueden quedar dispensados del trabajo directamente productivo, si bien, de una manera radical, la sociedad en la ideología de la izquierda clásica es concebida como una comunidad en la cual todos aportan, en la medida en que puedan, y quien no aporta no recibe. Carece de derechos para recibir de la comunidad.

Prescindo de los detalles. Habría mucho que decir si este Estado del trabajo (“quien no trabaje que no coma”, gustaba de decir Marx) ha existido plenamente, y si el actual capitalismo tardío, sumido en la IV Revolución Industrial, después de haber prescindido de la burguesía va a prescindir también del trabajador, sustituido por robots, inteligencias artificiales y por una gran masa de consumidores-esclavos que no van a ser, estrictamente trabajadores sino más bien “carne”, objeto de consumo a su vez.

Esto, para un escrito breve, me llevaría muy lejos. Ahora solamente quiero detectar la naturaleza parasitaria de ciertas ideologías, creadas muy probablemente con el objeto (ya no disimulado) de difuminar las luchas clásicas –que siguen molestando al Capital, al Polo dominador. La lucha de los trabajadores contra el Capital era una lucha de hombres y mujeres, unidos como trabajadores, contra un sistema de dominación económico que, en cuanto se resolvía como lucha de clases, presuponía que cada una de clases (en distintas proporciones) tenía que estar siempre compuesta por hombres y mujeres. Las clases sociales, lo mismo que las ciudades o las naciones, siguen formándose necesariamente en virtud de esa –para algunos, molesta- dualidad de sexos. Machos y hembras son los trabajadores, y machos y hembras son los capitalistas. La lucha de los 51 “géneros” contra el Capital es ridícula.

La invención de la Guerra de Sexos, igual que la invención de la Guerra de Razas y otras tantas y tantas guerras de laboratorio (véase la guerra del Covid, también un producto de laboratorio), procede de los departamentos universitarios americanos que, tras una apresurada digestión del posmodernismo francés del 68, consiguieron neutralizar la Guerra de Clases, la única que molestaba al Capital, y cuyo gendarme planetario eran –y sigue siendo- los Estados Unidos de América.

La invención de la Guerra de Sexos, como la Guerra de Razas o la Guerra de Civilizaciones, es una creación pseudoideológica, pues no se trata ni siquiera de una cosmovisión (equivocada o no) sino de un virus mental creado en laboratorios yanquis, con el fin de dividir a los trabajadores y restar potencial subversivo a los propios pueblos. Toda división creada en el seno del pueblo tiene por misión restarle fuerzas para que el Polo dominante prosiga su saqueo.

Resulta patético ver a las mujeres pidiendo que se enseñen en las aulas a las “mujeres filósofas”, cuando éstas apenas existieron antes del siglo XX. Estas feministas de la filosofía harían mejor en estudiar al “macho” Hegel y al barbudo Marx. Estos machos, producto al parecer horrendo de una sociedad patriarcal, hicieron más por la liberación de la mujer que todas las feministas graduadas, doctoradas y laureadas que en el mundo han sido. Pues las ideas no tienen sexo. No importan las “mujeres filósofas”. Importan las ideas filosóficas pues éstas ya han sublimado toda la testosterona y todos los estrógenos.

 

Carlos X. Blanco

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