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De una gravedad sin precedente

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Hola, lector.

Hoy, 17 de abril de 2020, voy a publicar el artículo más importante de mi vida. Me consta que no será el más bonito, tal vez ni el más aplaudido, aunque espero que corra como la pólvora. Pero insisto: es el más importante de todos. Porque trata, ni más ni menos, que de la libertad. La libertad puesta en entredicho por un Vicepresidente del Gobierno de España. Un Vicepresidente que nos amenaza, que nos mete miedo, que sugiere lo que se ha de decir y lo que no, lo que se ha de opinar y lo que no. Que se erige como árbitro del juego, como vara de medir. Igual que Franco. Igual que Stalin. Igual que el Ché.

Nunca tomemos a broma las palabras de un Gobierno, y más de un vicepresidente. Nos está advirtiendo de lo que se nos viene encima. Y no se recata de ello. Lo dice públicamente, a boca llena. Tiene 35 diputados, pero pretende ser rey.

Hitler, en su Mein Kampf, diez años antes del holocausto, advirtió por escrito a los judíos alemanes de que los iba a exterminar. Se lo tomaron a risa, lo cual fue malísimo para la salud del gremio. No nos tomemos a broma en este momento difícil las palabras de nuestro viceirresponsable de Podemos.

Esto dice la prensa en el diario El Mundo: <<El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ha afirmado este jueves 16 de abril lo siguiente: «la ultraderecha mediática y política no debe formar parte, en ningún caso, del futuro de nuestras sociedades». Iglesias se ha manifestado así en el programa Al Rojo Vivo de La Sexta, cuando se le ha pedido su opinión sobre una pregunta del CIS que induce a la censura o al control de la información. El vicepresidente ha respondido: «Creo que todo el mundo en este país se ha dado cuenta de que determinados sectores de la ultraderecha mediática y política han normalizado la mentira, el bulo y el ataque sin escrúpulos como forma de hacer política y de tratar de influir». Iglesias ha evitado aclarar a los periodistas el alcance de su propuesta y la manera de identificar a qué medios de comunicación se estaba refiriendo, cuáles no deberían formar parte de nuestras sociedades, quién decidiría qué es una mentira o un bulo, si afectaría a todo el ámbito ideológico o sólo afectaría a los de «ultraderecha»>>.

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Bien. Yo voy a poner palabras a algunos de esos interrogantes que Pablo Iglesias no ha querido despejar. No es muy difícil. Sólo hay que escarbar en YouTube y oír de su propia voz las múltiples declaraciones previas del personaje. Vamos a ello:

1-¿Qué es la ultraderecha para Podemos?

Muy fácil: todo lo que esté a la derecha de Podemos. Por supuesto el Trifachito: VOX, PP y Ciudadanos. Luego el Partido Socialista, por aquello de la cal viva. Luego Más País, por aquello de la traición al líder y el ahora te vas a enterar. Bildu, según creo, se salvaría. Ya se verá.

2-¿Qué es un fascista para Podemos?

Muy fácil: todo aquél que contradiga al líder. Eso abarca a todas las siglas enumeradas en la pregunta anterior, además de a los propios militantes díscolos, disidentes desvariados, tocapelotas incómodos, negacionistas del derecho a decidir, monárquicos irredentos, nacionalistas no plurinacionales, comunicadores desafectos y escritorcillos de medio pelo como un servidor de ustedes.

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3-¿Qué medios de comunicación considerará Podemos como de ultraderecha?

Muy fácil: todos aquellos que estén situados a la derecha de La Tuerka. Eso incluye El País, El Mundo, ABC, La Razón, La Vanguardia, Onda Cero, La Cope, La SER, Trece TV, Telecinco, La Cuatro y La Sexta. Del diario “Público” está la cosa por ver. Pendiente de un Consejo de Ministros. Eso sí: los monólogos de Juan Carlos Monedero se van a incluir como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

4-¿Por qué sabemos con absoluta certeza que Pablo Iglesias tiene como objetivo cerrar los medios de comunicación privados?

Muy fácil: porque lo dijo el 6 de junio de 2015, cuando aún era pobre, en una entrevista en directo que está colgada en YouTube al alcance de cualquiera. Esto decía Pablo Iglesias LITERALMENTE: <<Que existan medios de comunicación privados es un ataque a la libertad de expresión. Todos los medios de comunicación tienen que estar controlados por el Estado. Tenemos que ir ocupando los medios de comunicación a la manera de Ecuador, Argentina y Venezuela>>. Y aún no mandaba en el CNI. Aún no era Vicepresidente. Ya digo: ni chalé tenía por aquél entonces.

5-¿Quién va a decidir qué es la verdad, qué es un bulo y qué es una mentira?

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Muy fácil. La pregunta sobra. Básicamente, Juan Carlos Monedero. Bueno: y Maldito Bulo. Ah. Y Ana Pastor con Maldita Hemeroteca. Bueno: y Newtral. Que no es Neutral.

6-¿Afectaría esa censura a todo el ámbito ideológico, o sólo a la “ultraderecha”?

Muy fácil: sólo afectaría a la ultraderecha, que es todo el mundo menos Podemos.

7-¿Hay actualmente algún manejo tendencioso en la Televisión Pública Española para tapar la crisis del coronavirus?

En absoluto. Podemos sería incapaz. Es verdad que me causó extrañeza el reportaje de ayer sobre las bombas de Palomares y el bañador de Fraga, y el de anteayer sobre los bombardeos franquistas a la ciudad de Guernica, y el de la semana pasada sobre el enriquecimiento ilícito de la familia Franco. Pero bueno, quiero pensar bien: son clases de Historia para los desocupados alumnos de bachillerato. También me ha extrañado algo una clase de Lengua Española en La 2 de Televisión: usaban la imagen de Rajoy y sus graciosísimas meteduras de pata para explicar a los alumnos las incorrecciones gramaticales y sintácticas del castellano. Tampoco quiero pensar mal: no encontraban los vídeos sobre las gallinas veganas. Sería eso.

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8-Y por último, lector. ¿Nos jugamos algo con este afán de Podemos para censurar los medios?

Poca cosa, lector. Poca cosa nos jugamos. Sólo lo que Paco Umbral decía: <<El periodismo sirve para tener informado al ciudadano; a las putas, avisadas; y al Gobierno, inquieto>>.

A mí, de esa frase de Paco Umbral no me preocupan los ciudadanos. Ni el Gobierno.

Sólo las putas, lector. Sólo las putas.

Firmado:

Juan Manuel Jimenez Muñoz
Ciudadano libre. Por ahora.

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2 Comments

2 Comments

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    Ignacio de Miguel

    19/04/2020 at 17:00

    Hitler no escribió Mi Lucha “10 años antes del Holocausto”, ya que se publicó en 1924. Por otra parte , nadie pudo reírse porque en en todo el libro no se hace ninguna mención a ningún proyecto de holocausto.

    • Avatar

      Alerta Nacional

      19/04/2020 at 17:17

      Tiene usted toda la razón. Si no hemos corregido ese dato es porque se trata de un artículo de opinión, y permitimos todas las opiniones, equivocadas o no. En cualquier caso le agradecemos el aporte para ilustrar a nuestros lectores. Con toda razón, no aparece ningún «Holocausto» porque jamás existieron planes para realizar ninguno.

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Los dos minutos de odio. Por Diego Fusaro

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Quienes hayan leído 1984 de George Orwell (una lectura muy recomendable siempre, y más aún en nuestra época tan orwelliana), recordarán sin duda la emblemática figura de Emmanuel Goldstein.

Él es el principal enemigo del Partido que gobierna Oceanía.

Debido a su oposición al Gran Hermano, todos los días, a partir de las 11:00, en todas las oficinas y lugares públicos, se celebran manifestaciones de histeria colectiva contra él: los «dos minutos de odio», como los califica la obra maestra de Orwell. Las masas hipnotizadas por la propaganda del Gran Hermano suspenden toda actividad para manifestar histéricamente su odio hacia Emmanuel Goldstein, del que no saben nada más que lo que el partido les dice a diario sobre él, presentándolo precisamente como el enemigo por excelencia, como la amenaza que pone en peligro la paz de su mundo.

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También en este caso, como en muchos otros, la fantasía distópica de Orwell parece superada con creces por nuestro presente completamente distópico. También el Occidente actual, rectius uccidente, tiene su Emmanuel Goldstein, que sin embargo se llama Vladimir Putin.

A todas horas, la radio, la televisión y los periódicos de la civilización falsamente democrática del Gran Hermano repiten propagandísticamente que él es el enemigo, el peligro máximo, la amenaza suprema para el paraíso occidental Y las masas tecnonarcotizadas y teledependientes se prestan con estúpida euforia a esta representación de histeria colectiva, exhibiéndose en otras tantas variaciones tragicómicas de los dos minutos de odio de la memoria orwelliana.

Es una práctica antigua y probada del poder hacer creer que la contradicción y el enemigo están al otro lado del muro, en el espacio exterior con respecto a la sociedad totalmente administrada por el propio poder: de este modo, desviando siempre la mirada de las contradicciones internas de nuestra sociedad, se produce una unificación ficticia del interior, llamado a cooperar en función de la resistencia al enemigo exterior, del que tal vez, como hoy (pero lo mismo vale para Emmanuel Goldstein), se dice que está listo para invadir nuestra civilización.

Al igual que en la novela de Orwell, siempre hay un Emmanuel Goldstein detrás de cada contradicción, detrás de cada distorsión, detrás de cada mal, y lo mismo ocurre hoy en día en el orden discursivo dominante, que siempre y de nuevo señala a Putin —el nuevo Emmanuel Goldstein— como responsable de todos los males.

¿Alguien se atreve a discrepar de la Unión Europea de la vestal de los mercados apátridas Ursula von der Leyen?

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Debe haber detrás la longa manus de Putin. ¿Alguien se atreve a criticar las políticas imperialistas de las barras y estrellas? Debe ser un agente secreto enviado por Putin a Occidente. ¿Alguien se atreve a cuestionar los equilibrios de la globalización neoliberal, cada vez más asimétrica? Por necesidad, es un infiltrado solapado de la Rusia de Putin. Releer a Orwell puede ser realmente beneficioso para un despertar colectivo del hechizo hipnótico de la sociedad del espectáculo y la manipulación milimétrica de las conciencias.

Apaguen la radio y la televisión, lean a Orwell. Quien se lo sugiere es, por supuesto, un espía enviado por Emmanuel Goldstein…

Por Diego Fusaro

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