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Cuando Garrido, el tránsfuga fichado por Rivera, llamaba a Ciudadanos “tonto útil de la izquierda” y “chaqueteros”

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Garrido y Aguado.
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ED.- El expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido ha dado la sorpresa este miércoles pasándose a Ciudadanos porque se siente “cómodo” con ellos pero las relaciones entre el exdirigente y la formación ‘naranja’ han pasado esta Legislatura por altibajos, llegando a llamarles, entre otros calificativos, “tonto útil de la izquierda” y “chaqueteros”. “El oportunismo en Madrid tiene un nombre: se llama Ciudadanos”, llegó a decir.

Las relaciones entre Garrido y el portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, Ignacio Aguado, comenzaron hace cuatro años cuando la exjefa del Ejecutivo autonómico Cristina Cifuentes necesitaba sus votos para alcanzar la Presidencia. El por entonces vicepresidente se encargó de las negociaciones, que continuarían de cara a los presupuestos de los años posteriores.

Se alababan mutuamente pese a las tensiones habituales de las cuentas. Pero, la comparecencia de Cifuentes en la comisión de investigación sobre corrupción política en la Asamblea de Madrid fue un antes y un después en su relación. Desde el PP, afearon la “dureza” con la que se trató a la exdirigente, asegurando que la oposición se comportó como “un tribunal de inquisición”, y Garrido fue el encargado de hacerlo patente.

Así, todavía como ‘número dos’ comenzó a lanzar duras acusaciones contra Ciudadanos en las ruedas de prensa posteriores a las reuniones del Consejo de Gobierno, que se celebran cada martes. Acusó a la formación ‘naranja’ de no tener “intención de luchar por la corrupción en Madrid” sino de querer “aprovecharse” de la que cometieron otros, que ya ni siquiera estaban en el Gobierno. “La intención que tiene es la de erosionar a la presidenta y obtener más votos a costa de mentir y difamar que es lo que lleva haciendo lamentablemente durante mucho tiempo”, manifestó en su momento.

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También repetía con insistencia que Ciudadanos formaba parte de un “tripartito de la oposición”, afeaba que PSOE, Podemos y Cs votaran juntos en la mayoría de iniciativas y que esta formación le estaba haciendo “el caldo gordo” a la izquierda.

Las relaciones entre ambos partidos continuaron tensándose con las documentación del Canal de Isabel II, competencia de Garrido entonces, en el marco del caso Lezo, ya que Ciudadanos acusaba al Gobierno de estar bloqueando que se hicieran públicas. Y, terminaron por romperse cuando, tras la publicación de la información del máster de Cifuentes, la formación ‘naranja’, después de “17 días de un verdadero bochorno”, lanzó un últimatum: o apoyaban una comisión de universidades o le retirarían su apoyo.
Tras la precipitada dimisión de la expresidenta, acelerada por la publicación de un vídeo en el que se la veía supuestamente robando cremas en un supermercado, Garrido y Aguado recuperaron las conversaciones porque volvía el PP necesitar el apoyo de la formación.

Desde ese momento, y tras ser investido presidente, la cordialidad entre ambos se hizo patente y en ocasiones se les podía ver conversando en la Cámara regional. Ya por entonces, el jefe del Ejecutivo madrileño sostenía en declaraciones públicas que Ciudadanos había demostrado “responsabilidad” y había sido dado muestras de apostar por la “estabilidad institucional”.

Incluso, sin saber nada sobre su futuro como candidato, el expresidente le ofreció al portavoz de Ciudadanos, Ignacio Aguado, una consejería el día en que anunciaron que había presupuestos para 2019. “Te lo puedo garantizar Ignacio. En cualquier caso si no soy yo, el PP seguro que una vez gane las elecciones, llamará a Ciudadanos para que entre en el Gobierno. Creo que sería bueno para todos los madrileños”, indicó a su lado mientras presentaban las cuartas y últimas cuentas de la Comunidad de la Legislatura.

Aunque, de vez en cuando, ambos seguían manteniendo una distancia prudencial. En una ocasión, Garrido señaló que Podemos y Ciudadanos eran los dos “populismo”, “uno más heavy y otro más “pop”. A esto Aguado le contestó que estaba “obsesionado” con ellos y que si creía que gobernaba con populistas, que dejara de hacerlo.

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“A la altura de las circunstancias”

Pero estos enfrentamientos didácticos eran puntuales y al final de esta Legislatura, el exdirigente autonómico dio muestras de su buena relación, en multitud de ocasiones, indicando, por ejemplo, que quería que fuese Aguado el que ganase las primarias de su partido para ser el candidato a la Presidencia autonómico. A su parecer, el portavoz de los ‘naranjas’ había trabajado mucho y se lo merecía.

De hecho, en su última comparecencia en el Parlamento autonómico, el exdirigente regional le agradeció a Aguado su apoyo en su investidura, en los presupuestos y “en muchas cosas”. “Hay algunas cosas que son importantes en la vida y otras menos trascendentes, y en esas ha estado siempre a la altura de las circunstancias. Quiero agradecérselo de forma muy especial y personal”, ha señalado.
Por su parte, el líder de Ciudadanos en Madrid, tras conocerse que Garrido no sería candidato a presidente pero sí que iría en las listas del PP a las elecciones europeas, le deseó “éxito personal” y “acierto político”.

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Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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