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Condenaron a un padre argentino por abuso de sus hijas cuando eran niñas y hoy aseguran que fueron manipuladas por su madre

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El paso del tiempo, la memoria y la experiencia son factores que pueden modificar la perspectiva de los hechos. Probablemente así lo haya percibido Mariana Rotili, de 23 años, cuando decidió hacer público su caso en las redes sociales y dar a conocer que, según su pensamiento, la pena a la que había sido condenado su padre Ceferino Rotili por supuestamente abusar de ella cuando era una niña constituía un falso acto de manipulación instigado por su madre, Flavia Poinsot.

Ceferino Rotili había sido condenado en 2007 por el Tribunal Oral Criminal N°1 de Bahía Blanca (Argentina)  a seis años de prisión por abuso sexual agravado por el vínculo. Los supuestos hechos ocurrieron en 2001, cuando Mariana tenía seis años. Rotili no cumplió la pena, ya que huyó a Chile.

Hoy, doce años después, Mariana decide dar a conocer el escabroso entramado del que era protagonista ya que la condena contra su padre prescribió. Su orden de captura caducó tiempo atrás. Podía sacar el tema a la luz sin afectarlo. Sin embargo, las actas judiciales que lo encontraron culpable del grave delito siguen en pie.

Una aclaración: como se dijo, se trata de un caso escabroso. Sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría absoluta de denuncias por abuso tienen un sustento real en que basarse y que la mayoría de esos abusos, está comprobado, ocurren en el ámbito intrafamiliar. Que si una niña o niño denuncia abuso por parte de un mayor, lo más probable es que sea cierto.

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Por otro lado, el proceso judicial que incluyó el testimonio de Mariana Rotili y su hermana María Paz, también señalada como víctima de su padre, fue contundente para los jueces Montroni, Errea de Watkins y Mora a la hora de dictar la sentencia condenatoria.

Pese a estos datos y a los que brindan las estadísticas, los Rotili (tanto la víctima Mariana, su hermana María Paz, su hermano Matías y su padre, el condenado Ceferino) sostienen que en su caso se trató de un invento manipulado por la ex esposa del hombre al que la Justicia encontró culpable. Una manipulación a la que también se habría sometido, entonces, la Justicia misma.

El post de Facebook en el que Mariana Rotili –ya adulta, casada, con veintitrés años– cuenta su versión de los hechos tuvo más de 1500 “compartidos”, el caso adquirió estado público.

El primer posteo de María en las redes

El primer posteo de María en las redes

“Yo tenía seis años, mi mamá entonces denunció a mi papá porque supuestamente había abusado de mi hermana y de mí” dice Mariana Rotili a Infobae. “Al principio quiso caratular la causa como violación, pero no teníamos signos médicos de tal posibilidad. Entonces la causa fue caratulada como abuso simple. Nunca hicimos una cámara Gesell, que no era obligatoria en aquel momento, sino que se basó en los informes de las psicólogas privadas”.

–¿Qué decían estas psicólogas?

–Confirmaban el abuso por parte de mi papá.

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–Usted relataba ese abuso…

–Y sí… Yo decía lo que me hacían decir. Lo que decía mi mamá. Uno cuando es chico no tiene conciencia de lo que está diciendo ni de las consecuencias que va a traer. Y la mamá de uno lo es todo, y todo lo que dice es verdad. Sobre todo si cuando decía que si no repetíamos lo que ella nos dictaba no la íbamos a ver más.

–¿Usted era consciente de que sólo contaba un relato o asumía como verdaderos los hechos?

–No, en un momento me terminé convenciendo de que todo había sucedido. Cuando llegamos al momento del juicio en 2007, de cualquier manera, fui a hablar con mi psicóloga y le dije: “Yo no me acuerdo de nada”. Realmente no recordaba nada. Mi psicóloga me dijo que debía declarar lo que mi mamá me decía porque ella era la que sabía. Yo tenía doce años.

El reclamo de María en Twitter: Rotili a mediados de los 90.

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El reclamo de María en Twitter: Rotili a mediados de los 90.

Mariana recuerda: “Yo tenía recuerdos de mi papá, yo siempre quería verlo, lo extrañaba un montón. Ya de más grande empecé a investigar, hice terapia y pude leer la carta por la que condenaron a mi papá y me di cuenta de que esa carta no está escrita por una nena de doce años. Al leer el veredicto me di cuenta de que había un montón de incoherencias. El psicólogo decía que mi hermana María Paz no había sido abusada y que sólo repetía lo que yo decía o lo que mi mamá decía y nadie se daba cuenta de que no había sido abusada. A mí padre le notificaron cuando estuvo con prisión preventiva por 20 días en 2002 que le habían dado la tenencia de mi hermano Matías: ¿cómo la justicia puede darle la custodia de un menor a un supuesto abusador?”

“Una psicóloga del tribunal de familia hizo una entrevista vincular y dijo que mi mamá tenía delirios místicos. El tribunal penal nunca hizo una entrevista vincular. Había un ambiente detrás mío de manipulación y violencia. Mi mamá me decía que si yo no declaraba lo que me decía no la iba a ver nunca más, para mí era muy grave. Antes de declarar me tenía en una habitación repitiendo y repitiendo lo que yo debía decir ante el tribunal. Una semana antes de la declaración nos sentaba a la mesa, nos decía lo que debíamos decir y después nos pedía que repitiéramos. Si no lo hacíamos bien, nos pegaba. Yo era chiquita. Hace diecisiete años que no veíamos a mi papá. Ahora podemos hacerlo. Es inocente. No hizo nada de eso”, asegura Mariana.

María Paz, hoy de veinte años, también sostiene la versión de su hermana mayor y la hizo pública en Twitter, en donde narra una historia de manipulación por parte de su madre que la habría llevado a ser internada en una clínica psiquiátrica cuando tenía dieciséis años.

En la condena del TOC N°1 de Bahía Blanca a Ceferino Rotili, a la que accedió Infobae, se pueden leer los testimonios de las hermanas que fundamentaron la decisión de los jueces.

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El fallo enumera: “Que se aprovechaba cuando mi mamá no estaba, que la llevaba a la pieza con mentiras, les hacía sacar la ropa y las amenazaba con pegarles. Que metía mano en la parte de adelante, si lloraban, él se reía. Que cuando se iban a bañar, las hacía bañar con agua fría y les daba toallones mojados para secarse. Les hacía ver películas con chicos que se sacaban la ropa y después mostraban el cuerpo. Que las amenazaba con fuego, que les acercaba el encendedor y les decía que las iba a quemar y prender fuego la casa y que nadie les iba a creer”. “Abusó de nosotras, nos trató mal, él se reía cuando llorábamos. Nos tocaba, a veces con un cuchillo, a veces con una tijera, en la vagina y en la cola. Que les decía que les prendería fuego a ellas y a la casa si le decían algo a su mamá. Que cuando estaban con su hermana Mariana había un amigo de él que les sacaba fotos desnudas”.

La psicóloga Mónica Mabel Galar, según el fallo, declaró ante el tribunal para validar los relatos: “Mariana presentaba un discurso con mucha angustia, desazón, características desoladoras, no se puede inventar nunca lo que le dijo Mariana. Mariana siempre contestó con coherencia, lo que demuestra que no fabulaba. Que por el relato de la niña y de su madre arribó a un diagnóstico de la existencia de un presunto abuso deshonesto por parte del padre biológico de la criatura”.

Estos relatos junto a la evaluación psicológica de las niñas convencieron a los jueces de la culpabilidad de Rotili padre, lo que le valió una pena de seis años.

Flavia Poinsot, la madre de la las hermanas que sigue en Bahía Blanca hasta hoy: se negó a hacer declaraciones y pidió que se consultara la causa judicial. Una abogada de Poinsot, que prefirió mantener su identidad en reserva, se comunicó para reafirmar que cualquier artículo periodístico sobre el tema “debía remitirse a la causa” y brindó el nombre de algunas personas del ámbito judicial que podrían dar referencias a favor de la sentencia, que fueron inhallables en la justicia de Bahía Blanca. Los jueces que formaron parte del tribunal que dictó la condena contra Ceferino Rotili se jubilaron.

Matías Rotili, el tercer hermano, tiene 32 años, vive solo desde los 16 años, cuando abandonó el hogar materno. “En el momento del juicio yo declaré, pero terminaron condenando a mi papá por una carta que obligaron a mi hermana Mariana a escribir. Creo que la Justicia puede fallar”.

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Así, doce años después, los hermanos Rotili, ya adultos, cambian totalmente su relato, señalan a su madre. Sin embargo, para la Justicia argentina, Ceferino Rotili, hoy con 52 años de edad, todavía es un condenado en primera instancia, un abusador de sus propias hijas en base a los testimonios de ellas mismas. Entonces, ¿qué corresponde? ¿Qué debería hacer el sistema penal? ¿Darle la razón a los hermanos? ¿Cuestionarlos por su nueva postura? ¿Revisar totalmente el expediente? ¿Comenzar un nuevo juicio?

Es, por lo menos, una encrucijada.

“Soy perito psicóloga desde el año 1978”, se presenta María Cristina Angos, convocada durante el proceso de 2007 por la defensa de Ceferino Rotili: “En el estudio que le hice al acusado no encontré ningún indicador de abuso, por el contrario, había empatía, afectividad, resonancia emocional. No había nada que permitiera pensar en la comisión de ese delito. El grado de parcialidad del tribunal me sorprendió, porque nunca había vivido una experiencia así, pese a mis años en la Justicia. Citaba autores, pero el juez los denostaba. No me sentí escuchada, no me permitían decir lo que había escrito y fundamentado, no permitieron la mención de escritores de la materia”.

Una abogada que prefirió resguardar su identidad, experta en casos de abuso, afirmó: “Rotili debería haber estado preso, la Justicia falló al dejarlo escapar. ¿Cómo se puede saber si el cambio de testimonio de la víctima no responde a intereses que no tienen que ver con los hechos? ¿Cómo se puede saber si no hay una mediación económica en la modificación de lo que se dijo bajo el proceso judicial, por ejemplo? Si quieren revisar la pena, deben poner en marcha el sistema tribunalicio”.

Enrique Stola es psiquiatra especializado en abuso y se define como “feminista, activista político y de derechos humanos”. “Deberían pedir por lo menos una revisión del caso”, asegura Stola. “Si este señor fue condenado y existían las pruebas, hay que pensar que por un lado la condena haya sido justa y que hoy, como personas adultas, las víctimas no puedan reconocer aquella situación como abuso. Cuando se dice que hubo manipulación para implantar el discurso del abuso en un menor, en general resulta muy difícil que el chiquito o la chiquita que dicen: ‘Me ha tocado’ pueda sostener el discurso. Cuando se sostiene el discurso más otros elementos generan credibilidad. Otra posibilidad puede ser que la Justicia haya actuado muy mal y algo que es tan fácil de descubrir, como que un niño o niña dice algo que no tiene que ver con la realidad, entonces peritos no capacitados, fiscales no capacitados o jueces no capacitados llegan a una condena cuando no correspondía. Cuando ocurre la situación en la que una persona adulta manipula el discurso de un niño, que quiero repetir que son situaciones muy raras, hay que revisar la actuación del poder judicial. Y en esa revisión debe entrar el estado actual de los actores bajo una supervisión profesional”.

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Lo cierto es que los hermanos Rotili sostienen la inocencia de su padre Ceferino. Mariana y María Paz se reencontraron con su padre en la ciudad de Villa Carlos Paz, el punto de reunión que eligieron luego de que vencieran los plazos judiciales para que Rotili padre pueda caminar en libertad nuevamente por territorio argentino. Esta circunstancia no borra de su historial la condena por abuso de su hija Mariana.

Mientras tanto, sus hijos aseguran que tiene como objetivo limpiar su nombre.

 

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España

Cartas desde Colombia: Librería Europa, un símbolo; Pedro Varela, un referente de lo que la Hispanidad y Occidente representan

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Por Carlos Arturo Calderón Muñoz.-

A inicios de la década de los 2000 este chicuelo caminaba por el centro de Bogotá, lugar en el que siempre pareciera que algo mágico está a punto de pasar pero en el que la caprichosa realidad se impone sin resistencia. Estaba buscando la Editorial Solar, extraño negocio ubicado a unas calles del principal centro de la masonería en Colombia; un recinto rodeado por una sociedad que nunca se entera de su propio drama, pero en cuyo interior se escuchaban acertados análisis geopolíticos. De entre los aromas de esoterismo andino y revisionismo histórico siempre emergían comentarios acerca de una librería con nombre de viejo continente.

En la lejana Barcelona, algún loco llamado como un apóstol con oficio de Papa, había leído tantos libros que un día, en medio de su delirio, decidió contener el avance de la realidad con una muralla de papel; respondiendo al fuego de la maquinaria globalista con letras destinadas a la censura. La lealtad a su sangre le impedía suscribirse a tratados de rendición, pues esa no es costumbre española y capitaneando una empresa que sólo se financiaba de su propia fe logró mantener una quimera por décadas.

Ese caballero andante, que deambula por caminos de tinta y bits, no es más que un viejo que contamina a las juventudes con fantasías seniles. Va por ahí hablando, y peor aún, enseñando con su ejemplo, de ridiculeces como el honor, lealtad, austeridad, marcialidad, el triunfo de la voluntad y otras cosas sin valor alguno. Porque gracias a dios nosotros conocemos el dinero y si se habla de un artículo que éste no puede comprar seguramente no existe.

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¿Por qué alguien renunciaría a amasar una fortuna que le permita satisfacer a los sentidos? ¿En qué momento alguien se aleja del goce sensual para escuchar al rojo que surca por sus venas y por extensión a la divinidad que este representa? Un simple librero sin recursos económicos o linajes políticos se ha vuelto tan problemático para las fuerzas de un sistema que gobierna todo un planeta, que le han tenido que agredir, enjuiciar y encarcelar en múltiples ocasiones. ¿Quién es ese sujeto tan peligroso? ¿Eres tú Pedro?

Con la fuerza de las leyes, más no de la justicia, el señor del mundo ha logrado capturar el bastión que ese quijote contemporáneo defendiera por un cuarto de siglo. Hace tan sólo unos días, alrededor de un centenar de agitadores a sueldo de la finanza internacional representada por Soros, gritaban con odio “Refugiados sí, españoles no”. Esas palabras se dirigían a Manuel Canduela y algunos miembros de Democracia Nacional, quienes protestaban, muy cerca de la ya caída librería, por los atropellos cometidos contra el editor y algunos políticos.

Muy probablemente esos extremistas endofobicos no se imaginan que para muchos hispanos, desde Estados Unidos hasta Chile, incluido el que esto escribe, ese librero, al que le dio por llamarse Pedro Varela, es un referente inequívoco de lo que la Hispanidad y Occidente representan. Es una fantasía de carne y hueso que demuestra que un sólo hombre, que haya hecho de su honor la lealtad, es capaz es de transformar al mundo. Ese pequeño establecimiento, castillo casi inexpugnable de autores malditos, se convirtió en una luz tan potente que nos deslumbró al otro del atlántico.

Conferencia de Pedro Varela en Castellón.

Conferencia de Pedro Varela en Castellón.

 

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Para nosotros, muchos de los cuales nacimos el mismo año que la denominada Librería Europa, Pedro Varela es un ejemplo de ese estado de consciencia al que se llega cuando se mezclan porciones equivalentes de heroísmo y locura, eso a lo que llaman amor. Porque como toda encarnación del arquetipo de la hispanidad sólo puede decir que el amor no engendra cobardes y al nacer en este planeta prisión, no ha hecho más que arrebatarle plazas a la desesperanza para convertirlas en fortalezas de las que pueda emerger un mejor mañana.

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Oponiendo libros a finanzas nos ha demostrado que los Rothchilds, Rockefellers, Soros y demás ralea usurera, son en realidad patéticos acobardados que aman el oro porque al cubrirse con este pueden fingir una nobleza que no tienen. Se aferran con desespero a ese metal porque ellos mismos son incapaces de transmutar su ser en algo más grande. Don Pedro, guiado por la memoria de la sangre e impulsado por la voluntad ha sobrepasado los límites de su materia. Ahora, cuando la Librería Europa ha desaparecido, y aún si su biología fuera asesinada, él no ha sido derrotado. Ya se convirtió en un símbolo para miles de nosotros y nos aseguraremos de que la siguiente generación retome el testigo de nuestra luz como pueblo. Aún si eso implica que el último reducto de los hispanos en las Américas tenga que reconquistar una península ibérica en la que ya no existan españoles.

Sé que muchos de los que de esta parte del mundo llegan a España lo único que quieren es dinero, en este caso en particular no soy la excepción. Quisiera pedirles a todos los que esto lean que, por favor, no comenten el artículo, no le den “me gusta” o asientan en el silencio en su casa. Pedro Varela ha dado mucho por la superviviencia de Occidente y en este momento podemos, con pequeñas acciones, ayudarle a continuar. En la red es fácil encontrar las cuentas bancarias a las que podemos enviarle un auxilio a don Pedro en este momento de apremiante necesidad.

Fachada de la librería Europa.

Fachada de la librería Europa.

 

 

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Por favor, ahórrense lo de una noche de tapas en el bar, pospongan por unos meses ese nuevo celular o desvíen una parte del dinero que quieren donarle a los pobres indígenas de Colombia y dénselo a este hombre, con el mismo amor con el que él ha entregado su vida por Occidente.

En lo que a mí respecta, no me importa lo que diga la Colau, la calle Séneca va a ser lo primero que visite cuando vaya a Barcelona, porque es ahí donde culmina ese puente de literatura que se conecta con las cumbres andinas de una infancia bogotana.

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Muchas gracias don Pedro, siga siendo luz.

*Desde San Bonifacio de Ibagué (Colombia)

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