Los de Revilla pasaron de 14 a ocho diputados, una caída que tiene su explicación principal en los casos de corrupción que señalan a su gobierno y al partido del que es secretario general. La subida del PSOE, que pasó de siete a ocho diputados, fue insuficiente para reeditar un Gobierno de coalición con el PRC, por lo que la opción más factible de gobierno en Cantabria por PP y VOX que sí sumaban mayoría absoluta.
Todo parecía perdido para Revilla y los suyos, hasta que la líder del PP en Cantabria, María José Sáez de Buruaga, aceptó el ofrecimiento del PRC para gobernar en solitario y dejar así a VOX fuera de un futuro Ejecutivo regional. Revilla vestía la abstención para que gobierne el PP en solitario como una forma de evitar la entrada de los de Santiago Abascal en el gobierno de Cantabria. Lo que realmente quería el líder de los regionalistas cántabros se desveló a los días siguientes cuando en las negociaciones con los populares se conoció que aparte de vetar la entrada en el gobierno de VOX, lo que se solicitaba era seguir manteniendo el legado del PRC y tapar la corrupción de los de Revilla.
Ante esta situación, VOX volvió a ofrecer al Partido Popular un acuerdo de gobierno que fue rechazado por Buruaga, que se decantó por la abstención de Revilla y un gobierno en solitario apoyado en una minoría parlamentaria antes de llegar a un acuerdo con los de Leticia Díaz.
La primera traición de Revilla al PP no se hizo esperar y ya en la constitución del parlamento regional el PRC intentó repartir los puestos de la mesa tras un acuerdo con los socialistas, que suman más que los populares, para así hacerse con la mayoría en el órgano. Los de Abascal decidieron sumar sus votos a los del PP para así evitar que los regional-socialistas obtuviesen esa ventaja numérica en el órgano que decide qué y cuándo se debate.
Pese a esta maniobra, el PP en Cantabria no cambió su decisión y apostó por aceptar las imposiciones de Revilla con tal de evitar la entrada de VOX en el Ejecutivo y así tener Buruaga un Gobierno monocolor. Así, el pacto entre PP y PRC se materializó este mismo lunes, cuando los de Revilla se han abstenido para permitir que María José Sáenz de Buruaga se convierta en la nueva presidenta de Cantabria.