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España

Ante un cambio de régimen

Redacción

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Federico Ysart.- Soy de los que piensan que el doctor Sánchez cifra todas sus ambiciones en aprovechar hasta las heces su condición presidencial, vivienda confortable, servicios de privilegio, medios de transporte sin límite y seguridad, toda la del mundo. Pero comienzo a albergar dudas sobre si no perseguirá un fin de mayor calado para consolidarse en un futuro abierto tras la voladura de la monarquía parlamentaria, cúspide y pilar de nuestro sistema constitucional.

Si mantengo la sospecha en el terreno de la mera conjetura es debido a las escasas luces que atribuyo al doctor chisgarabís para afrontar una empresa de tamaña hondura. Pero un individuo que ofende la verdad cada vez que habla, que trampea su tesis, embauca al partido, se burla del único punto del programa de censura con el que le dieron el poder –elecciones inmediatas- etc., es capaz de cualquier cosa.

De momento ha resignado los poderes del Gobierno de la Nación poniéndolos al nivel de las extravagantes exigencias de un gobernador regional. Escudado en la torpe semántica de su vocera trata de camuflar la realidad de una cumbre entre gobiernos, como reza el comunicado conjunto, bajo el opaco velo de una reunión para dialogar. Tarea tan inútil como repintar la velazqueña “La rendición de Breda” hasta transmutarla en “La merienda a orilla del Manzanares”.

Su paso por una Barcelona sellada por millares de efectivos policiales ha constituido una pieza propagandística única para los sediciosos. Las breves imágenes de su paseo por una calle desierta para acceder al local prestado donde celebrar el Consejo de Ministros han servido de mero preludio a las cargas de salvajes encapuchados que revelan cuán pacífico y dialogante es el talante de los comités republicanos y sus mandamases.

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Pero España es grande, y el asilvestrado gamberro que reclamaba respeto para la república fue acallado por el policía, catalán también, que le espetó un cabal “¿Qué república ni que collons? la república no existe, idiota”.

Precisamente ese, la república federal, es el punto en que Sánchez podría encontrarse definitivamente con quienes le auparon al banco azul, y con él cerrar la cuenta que las diversas fuerzas antisistema le abrieron hace siete meses. De momento tragó como un bendito la proclamación republicana que el racista que preside aquella comunidad hizo en la cena que compartieron con la patronal catalana. Con la misma naturalidad con que se tragó el lazo amarillo con que sus interlocutores reclaman libertad para los golpistas.

Pero más duro resulta aún el acuerdo que prestó para sustituir la mención a la Constitución por la polisémica seguridad jurídica. ¿Cuál, señor presidente, la del Estado de Derecho constitucional o la única que ellos reconocen, la emanada del parlamento regional?

Aceptar la equiparación del Gobierno del Estado con el de una Comunidad Autónoma, coincidir en que existe un conflicto sobre el futuro de Cataluña, y cifrar su solución en “una propuesta política que cuente con un amplio apoyo en la sociedad catalana” -elusión del término referéndum- que “ambos Gobiernos se comprometen a trabajar para hacerlo posible” es lo propio de un vendepatrias.

Puestos a ello tal vez sólo pueda detener el derrotero en que parece embarcado el uso de la misma arma que le dio el poder, una moción de censura. ¿Están los 84 escaños socialistas dispuestos a la voladura del sistema constitucional?

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En cualquier caso serviría para sacudir la conciencia embotada de millones de españoles sin causa aparente.

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España

La UE fue una creación de los Estados Unidos

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L. Perona.

 

Hay indicios que señalan que la comunidad económica europea, hoy convertida en un gran elefante burocrático, torpe y liberticida, fue creada por la CIA y su antecedente, OSS. Joshua Paul, un investigador de la Universidad de Georgetown, según un artículo publicado por Ambrose Evans-Pritchard en el London Telegraph el 19 de septiembre de 2000, encontró documentos desclasificados del gobierno estadounidense que sugieren una implicación de Estados Unidos en la promoción de la integración europea durante las décadas de 1950 y 1960. La nación norteamericana se convirtió en un imperio amenazador para Europa desde su agresión a España en 1898. En tal fecha, como señaló repetidas veces el filósofo Carlos X. Blanco en sus obras, “las naciones europeas se cruzaron de brazos y permitieron la humillación a una de las suyas”. Ya no solamente la América española estaba a su merced. Se trataba ahora de controlar el “Viejo Continente”. La oportuna y oportunista intervención en las dos guerras mundiales, permitió a los yanquis aumentar su injerencia.

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Qué encontró Joshua Paul:

El profesor Paul descubrió archivos en los Archivos Nacionales de Estados Unidos que indican que la inteligencia estadounidense, particularmente a través de la American Committee for a United Europe (ACUE), creada en 1948, financió y dirigió movimientos federalistas europeos, como el Movimiento Europeo. La ACUE, presidida por William J. Donovan (exjefe de la OSS, precursora de la CIA) y con Allen Dulles (director de la CIA en los años 50) como vicepresidente, canalizó fondos de fundaciones como la Ford y la Rockefeller, además de grupos empresariales cercanos al gobierno estadounidense, para apoyar iniciativas que promovieran una Europa unida. Los buscadores automáticos de información, así como los chats de IA insisten en decir al usuario que “canalizar fondos” no es pagar la creación institucional de la Unión Europea (o sus precedentes). Que el lector saque sus propias consecuencias.

Hay un memorando fechado el 26 de julio de 1950, firmado por Donovan, el cual daba instrucciones precisas sobre una campaña para promover un parlamento europeo plenamente constituido. Además, el Departamento de Estado de EE.UU. desempeñó un papel relevante, como lo demuestra un memorándum de 1965 que aconsejaba al vicepresidente de la Comunidad Económica Europea, Robert Marjolin, avanzar en la unión monetaria de manera discreta, evitando debates públicos hasta que las propuestas fueran prácticamente inevitables. En realidad, todo el proceso de unificación de Europa fue así: dando pasos suaves y discretos, a espaldas de sus pueblos, presentándoles los “productos” ya cocinados. Los propios líderes –como hoy, la nefasta Úrsula von der Layen- poseen autoridad creciente, no respaldada por sufragios, ajenos a cualquier atisbo de “soberanía popular”. Correlaciona perfectamente la desposesión de soberanía nacional de los pueblos de Europa con el autoritarismo e injerencia de la UE, en aumento, siempre creciente e indiscutida. La actual guerra de Ucrania, en la que la UE se ha revelado como brazo civil y propagandístico de la OTAN, así como la pasividad cuando no el partidismo pro-sionista de la Unión Europea, reflejan que el dinero americano de la fundación sigue controlando el chiringuito europeísta.

Cómo se hizo.

Estos fondos yanquis no se destinaron directamente a la creación del Mercado Común Europeo (CEE, establecido por el Tratado de Roma en 1957), sino que apoyaron movimientos e iniciativas que fomentaban la idea de una Europa unida, como la Campaña Europea de la Juventud y el propio Movimiento Europeo. Figuras clave como Robert Schuman, Paul-Henri Spaak y Joseph Retinger, líderes del Movimiento Europeo, recibieron apoyo financiero estadounidense, dinerito contante en dólares, aunque este chorro de papel verde se manejó como una operación encubierta. Cuando Retinger intentó recaudar fondos en Europa para reducir la dependencia de EE.UU., fue rápidamente reprendido por los patrocinadores estadounidenses. Es de notar que la intervención yanqui fue constante desde que sus tropas desembarcaron en el, para ellos, “Viejo Continente”. La existencia de cientos de bases militares (muy concentradas en los países vencidos, Alemania e Italia, pero también en los demás estados de Europa Occidental) recuerda a los europeos que jamás van a tener un ejército propio, unidos, y que, por separado jamás van a tener soberanía defensiva. Se trataba, y se trata, en todo momento, de tener “Alemania debajo y Rusia en frente”, pero además “los EUA encima”. La Unión Europea, lejos de ser un mero instrumento comercial, hasta cierto punto necesario, pues los países europeos son muy pequeños, se ha convertido en un instrumento para subyugar a Europa más de lo que ya estaba a través de la “cretinización general de la población” (J. M. de Prada, Carlos X. Blanco), primero con las músicas y bailes africanoides, después con Hollywood y la “Caja Tonta”, ahora con las redes sociales y la ideología wokeísta.

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Los documentos sugieren que Estados Unidos vio la integración europea como una forma de estabilizar el continente, contrarrestar la influencia soviética durante la Guerra Fría y facilitar el control político al lidiar con un bloque unificado en lugar de múltiples gobiernos nacionales. Estas estrategias van unidas a la financiación y soborno de partidos, sindicatos y hasta grupos terroristas. En España, por ejemplo, el grupo separatista y terrorista ETA estuvo, al igual que el Partido Nacionalista Vasco, muy conectado con los norteamericanos (previamente, con los británicos y el MI6). Los libros del historiador Armando Besga son muy recomendables en este sentido. Debe recordarse que el dinero y las maniobras yanquis están detrás del magnicidio del almirante Carrero Blanco, un bastión de soberanía española ante el poder del Imperio yanqui. La desaparición del gaullismo francés y del franquismo español eran cruciales para la colonización de toda Europa occidental.

Algunos analistas, como Paul Craig Roberts, han interpretado estos hallazgos como prueba de que la Unión Europea fue una «creación de la CIA. La integración europea fue impulsada por líderes europeos con sus propios objetivos, pero también trabajaron como criados del Imperio ocupante, y los fondos estadounidenses representaron solo una parte del esfuerzo, también hubo finanzas locales detrás del proyecto, plutócrata en cualquier caso. Los documentos indican al menos que EE. UU. apoyó movimientos que alineaban con sus intereses geopolíticos.

El trabajo de Joshua Paul revela un apoyo financiero y político encubierto de Estados Unidos a movimientos proeuropeos, y permite más que sospechar que el Mercado Común Europeo fue creado con «dinero americano» en un sentido al menos indirecto. La CEE fue financiada y establecida por los países fundadores (Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), y por la CIA. Ahora esta Europa “unida” en su falta de soberanía apuesta por prolongar la guerra en Ucrania, pagándola de su bolsillo, arruinándose, y mira para otro lado en el tema del genocidio de Gaza, ignorando que pronto el genocidio se llevará a cabo en las propias colonias de los yanquis: en los propios estados bananeros de la UE.

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