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Arrojando luz sobre el conflicto palestino: “La Guerra en Tierra Santa”, por Israel Shamir

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[A]l norte de Hertzliya, la próspera capital de las industrias high-tech, con esplendorosos “sushi-bars” japoneses, hay una elevación abrupta, y una playa al pie, parecería el  Pacífico. No hay salvavidas ni la cuida nadie, y van allí extranjeros amantes de la naturaleza y familias palestinas que visitan el santuario cercano de Sidna Ali (Nuestro Senor Ali). Si uno sigue caminando hacia el norte, sin atender los carteles que prohíben pasar, por el peligro muy real de avalanchas de piedras, llega a una caleta recóndita, una rareza en la costa sin relieve de Palestina. Es un lugar precioso para nadar en las aguas transparentes del mar Mediterráneo. Dominan el lugar unas gruesas moles color tierra, que parecen estar cuidando la ensenada, pero no se trata de rocas naturales como parece a primera vista. Son las ruinas de los bastiones del castillo de Arsur, edificado por los cruzados, empinadas sobre la meseta. El comandante árabe Baibars, vencedor de mongoles y cruzados en el siglo XIII, mandó a derribar la fortaleza y tirar cuesta abajo los restos. Unos ciento cincuenta años atrás, los cruzados habían conquistado la Tierra santa, sin mayor dificultad, y se acomodaron, quedándose a vivir allí. Edificaron sus castillos y fincas de labor, se casaron con las mujeres del lugar, que eran cristianas ortodoxas y armenias, y podían haber sido felices allí para siempre. Desgraciadamente, atraían a los aventureros foráneos, y ofrecieron un refugio seguro a los forajidos, con lo cual demostraron su incapacidad para convertirse en buenos vecinos. Tuvieron varias oportunidades de portarse bien, pero las descartaron y siguieron siendo aliados potenciales de cualquier agresor extraño a estas tierras.

Al cabo del tiempo, sin embargo, del pueblo levantino, con fama de ser “gente blanda y femenil”, surgió Baibars. No basta -reflexionó él- con echar a los cruzados, pues esto ya lo intentó  Saladino, y al poco tiempo regresaron los detestables francos. La única forma de librarnos de ellos, pensó,  es hacer de las costas de Palestina un desierto para que nunca más vuelvan a pisar estas tierras. Castillo tras castillo, finca tras finca, una ciudad tras otra, Baibars fue arrasando a conciencia las orillas de la Tierra Santa: Cesárea, Askelon, Jaffa, Arsur. Le dolía, pero sabía que la única alternativa era la guerra permanente.

Parecería que la historia está a punto de repetirse. De no producirse un giro inesperado, la blanda tierra palestina está abocada a la perdición. Los submarinos nucleares del Estado judío, fabricados en Alemania, equipados en  USA, están listos para asolar Irán, Siria y Arabia Saudita. Y todo demuestra que Israel no tiene la menor intención de convertirse en un vecino decente de estas tierras del antiguo Levante.

Los judíos tuvieron muchas oportunidades para echar raíces en la tierra de Palestina, y hacer las paces con la población autóctona. Pero las despreciaron y despilfarraron una y otra vez. El último asalto aéreo israelí, apuntando al corazón de Siria, [el 6 de septiembre de 2007], les recordó a aquellos que pudiesen haberlo olvidado que el Estado judío es una entidad agresiva, un auténtico peligro para la región entera. Treinta años de calma entre Siria e Israel fueron borrados como irrelevantes por los generales de Ariel Sharon. Nadie tomó en serio el pretexto oficial, de una vinculación de Siria con el acto sangriento de venganza personal cometido por una joven de al-Halili, a cuyos hermano y novio asesinaran los militares israelíes, mientras el ejército israelí le negaba acceso al servicio de emergencias a su padre. El sabio Dr. Mahathir Mohammed, primer ministro de Malasia, interpretó sobriamente este incidente: “Israel estuvo hostigando a USA para que invadieran Siria de una vez, pero los yankis se mostraban desganados, de modo que Israel  desató el ataque aéreo para forzarlos a intervenir. [1]

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La existencia de un Estado judío no es sólo fuente de sufrimientos para Palestina, sino que crea problemas en toda la región, desde la India hasta Etiopía (según lo programado en el libro de Esther 1). Y  más allá también. La quinta columna de los defensores de Israel tiene como misión el desatar guerras en el mundo entero, desde Chechenia hasta Filipinas, desde Corea del Norte hasta Cuba, simplemente para aliviar la fiebre destructora de los bárbaros  israelíes, y de paso también para promover algunas ventas de armas. Están llevando al mundo de cabeza al Armageddon. John Bolton llama a apoderarse de Irán, Murawiec pide un cambio de régimen en Arabia Saudita. El New York Post, rabiosamente sionista, apunta a Francia como “uno de los enemigos más feos de América”, señalando a Chirac “ese pigmeo moral cuya falta de escrúpulos por suerte está balanceada por la cobardía y la falta de poder”. “A Francia hay que hacerla sufrir, estratégica y financieramente”, sugiere. “Los franceses nos atacaron por la espalda. Nuestra respuesta debería ser desollarlos vivos”; así prosigue el diario. Y esto, según el canon israelí, no es mera retórica.

El Estado judío es un entramado extremadamente peligroso. La doctrina militar israelí se ajusta al modelo   estratégico  de Richard Nixon, a lo Madman: “hazte el loco, y la gente te tendrá miedo”. La amenaza de un Irak nuclear quedó en ridículo ante la amenaza muy real del poder nuclear israelí [2]. Los científicos israelíes practican la guerra biológica y química: utilizaron gases neurotóxicos contra manifestantes en Gaza, y envenenaron el agua potable durante el sitio de Acre, según reportó Abu Sitta en el diario egipcio al-Ahram.

Israel está implicado en una larga serie de secuestros y asesinatos llevados a cabo en tierras extrañas. No hay inmunidad. Nadie está fuera del alcance de Israel. Mataron en Noruega (el conocido caso Lillehammer), secuestraron en Roma (el caso Vanunu), bombardearon la Biblioteca Británica y el consulado norteamericano en El Cairo (caso Lavon),  bombardearon y ametrallaron el barco de guerra de sus propios aliados y protectores, cuyo nombre era el USS Liberty, intentaron asesinar a Robert Mugabe [3], y es probable que hayan sido  los asesinos del secretario de defensa antisionista James Forestal [4] en USA. Algo tuvieron que ver, o más, en el asesinato del presidente Kennedy, como lo demostró Michael Collins Piper en su libro El juicio final, porque el presidente USiano se estaba poniendo pesado, exigiendo el desarme de Israel. El asesinato de Anna Lindh en 2003, ministra sueca de asuntos extranjeros que estaba organizando el boycot de Israel, sigue siendo un misterio.

No es que los mandatarios israelíes se cuiden mucho de mantener estas cosas en secreto ; hoy en día sabemos quién asesinó al conde Folke Bernadotte en 1948, y quién acometió la matanza de los prisioneros de guerra alemanes en 1946, y también la de los egipcios en 1956, porque los criminales lo pregonaron ampliamente. Mañana seguro de que nos enteraremos de quién cometió otras barbaridades. Pero de nada nos servirá saberlo, porque Israel es un refugio seguro para criminales. Si los agarran con las manos en la masa y chorreando sangre, a Israel le tiene sin cuidado que se entere el mundo entero, pues como dijo nuestro primer ministro Ben Gurion: “lo que digan los goys no importa, sólo es importante lo que hagan los judíos”.

Este triste record, refrescado por el ataque aéreo reciente contra Siria y la preparación de ataques nucleares contra Irán, demuestra que no hay manera de que Israel se convierta en un miembro  decente de la comunidad de las naciones. También nos da la respuesta al  interrogante: ¿para qué sirven los esfuerzos de paz y las tentativas para que Israel vuelva a sus fronteras de antes? Pues para nada sirven. Si Israel se viera obligado a replegarse dentro de los límites de 1967, 1948 o 1973, seguiría siendo cabeza de puente para agresiones, amenaza para la paz mundial, y asesino de dirigentes en el mundo entero. Como la secta de los Asesinos [5], sedienta de sangre, que en otros tiempos asolaba la región, los defensores de Israel socavan el poder de los dirigentes mejores, o los asesinan, a la vez que apoyan a dirigentes títeres dispuestos a obedecer órdenes. La retirada de Israel de Cisjordania no cambiará para nada su naturaleza. El leopardo no puede cambiarse las manchas, dijo el profeta Jeremías (13:23).

El comportamiento de Israel está parcialmente relacionado con el complejo de exclusividad judío, y la manifestación más clara de este complejo es que el Estado judío descansa  en leyes de apartheid. Sudáfrica, cuando mandaba la minoría blanca, estuvo igualmente comprometida en la destrucción de sus vecinos (Mozambique y Namibia) y estuvo involucrada en conspiraciones por toda África. . El complejo de superioridad surafricano lo curó el “amor tenaz” que desmanteló el Estado segregacionista, y a Israel hay que administrarle el mismo tratamiento. Los acontecimientos del año pasado lo demostraron más allá de cualquier duda razonable. El desmantelamiento gradual de la supremacía judía por medio de la democratización pacífica es la única alternativa realista al hundimiento de Israel en un violento caos. La mayoría de la población, es decir los árabes palestinos, deben tener voz, sencillamente. Mientras nos van subiendo la parada los dirigentes israelíes, en una escalada de “locura calculada”, no son capaces de prever que  están criando a una generación entera de palestinos que ya no le tienen miedo a la muerte.

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Hasta hace poco, el miedo a las represalias israelíes mantenía a raya a sus adversarios. En 1991, el presidente iraquí Saddam Hussein tenía poderosas armas de destrucción masiva, pero no las utilizó contra Israel porque no había llegado a un grado de desesperación tal que le dieran igual las consecuencias. . Él sabía que Israel destruiría Irak si daba el paso fatal. Pensó que era intocable, aún en la derrota, mientras no hiciera ningún movimiento hostil hacia Israel. Lo que él no sabía entonces es que ya la estrategia USiana estaba en manos de judíos, y que los generales USianos recibían entrenamiento en las técnicas de guerra israelíes, que desconocen la compasión. Si Saddam hubiese sabido que los cuerpos de sus hijos torturados terminarían en una morgue de Bagdad, que a él lo convertirían en un fugitivo acosado hasta colgarlo, que a su país lo iban a arruinar con diez años de sanciones, para luego convertirlo en presa del invasor sionista, es probable que hubiera  experimentado la tentación de procurar la solución de Sansón: llevarse al Estado judío con él, al reino de la nada.

Se acabó Saddam Hussein, pero ahora ya todos los dirigentes del mundo tienen más claro  lo que les espera si Israel le pide la cabeza de alguno de ellos al golem yanki. Paradójicamente, la misma crueldad de Israel ha convertido sus amenazas en un argumento contra el sometimiento: ya que estas gentes de todas formas llegarán a lo peor, no tiene sentido acatar sus exigencias.

Los judíos de Israel han repetido la locura de Napoleón en Jaffa. En 1799, el entonces joven general corso cruzó el desierto del Sinaí, y emprendió la conquista de Palestina hacia el norte. Rafah y Ramléh se rindieron a sus tropas, porque los soldados palestinos no veían la necesidad de atacar a una fuerza europea de paso. Entonces Napoleón marchó hacia el puerto de Jaffa, donde también estaba el cuartel de la ciudad, con seis mil soldados, que eligieron rendirse. Pensaron que se les iba a desarmar y que volverían a casa, cada cual a su aldea; pero Napoleón no se sentía seguro, dejando a tantos soldados enemigos detrás de sus líneas, así que mandó a matar a todos los prisioneros. Tres días tardaron los franceses en degollar a tanta gente. Los fueron sacando por grupos del convento armenio de San Nicolás, y uno por uno, a bayonetazos, los fueron matando en la playa.

Después de semejante matanza, no quedó ningún palestino  dispuesto a entregar las armas a un francés. A las tropas de Napoleón las esperaron emboscados detrás de cada naranjal, y cuando llegó a las murallas de San Juan de Acre, ya no se planteaba la rendición. La gente entendía que no tenía sentido. Podían morir peleando, en todo caso. Después de algunos meses de esfuerzos sin resultado, Napoleón renunció, dejando atrás a sus soldados heridos, que fueron degollados por un enemigo vuelto despiadado. En el centro de la esnobista Jaffa, hay una figura rechoncha del Petit Caporal, en papier mâché, con su tricornio, que les recuerda a los turistas y a los habitantes cómo a veces la crueldad es contraproducente. Los dirigentes israelíes están tomando este mismo camino, y esa política está sellando su final.

El pesado sentimiento del desastre que se avecina es una de las razones no mencionadas que fundamentan la solución de “Un solo Estado para todos”, la que proponemos y defendemos. En serio, esto les convendría a los palestinos, y a los israelíes también. Pero la elección de la partición, la llamada “solución de los dos Estaos”, también aliviaría en algo el sufrimiento de los palestinos, como lo observan muy justamente el profesor Neumann y muchos militantes moderados por la paz. Incluso lo podrían preferir las elites israelíes y palestinas, aunque un Estado independiente dividido entre Cisjordania y la Franja de Gaza no resolvería el problema de los refugiados. El problema principal es que la partición no solucionaría nada en cuanto a la amenaza contra la paz mundial que constituye el Estado judío, que es un Estado canalla, y no impediría el desastre inminente en Tierra santa.

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Un Estado judío, aunque fuera más pequeño, seguirá siendo la sede del Mossad y de su unidad especial para los asesinatos, el Kidon. Un Estado judío achicado seguirá poseyendo armas nucleares. Un Estado judío recortado seguirá envenenado por su ideología  de extremada xenofobia  y muy profundamente arraigada, y seguirá siendo fuente de contaminación ideológica. Un Estado judío disminuido seguirá metido en conspiraciones subversivas, desde Moscú hasta Washington DC. Más tarde o más temprano, llegará el momento en que un dirigente, en algún país, viéndose contra la pared (puede ser Corea del norte, Irán, Egipto, o Rusia) recordará los cadáveres de los hijos de Saddam, y decidirá seguir el ejemplo del bravo Baibar, y el camino de de los heroicos sultanes mongoles que sacaron a los Asesinos de sus nidos de águila y los espantaron para siempre. Pues sin Israel, las fuerzas USianas se conformarían con dar vueltas alrededor de sus bases de Georgia y Tejas, en vez de estar persiguiendo a odiadores de judíos en los cinco continentes. La derrota de Israel es inevitable; sólo queda una incertidumbre: si será extirpado por la fuerza, y mediante la destrucción de la misma tierra, o si se irá absorbiendo pacíficamente en la región.

La igualdad en Tierra santa: no se trata sólo de una exigencia moral, sino que es el único camino para salvar al país de una destrucción anunciada. No por culpa nuestra, que somos los buenos amantes de la paz, sino por la corriente inapelable de la historia. Llegará el momento de la única quemante disyuntiva: la igualdad o la muerte.

La crueldad israelí, su pasión por la venganza, su incapacidad para respetar a los demás, ha llevado a centenares de palestinos a buscar el horror del martirio. En verdad, Palestina se ha convertido en una nación de mártires. Viviendo en la calle, entre escombros de villas miseria, caminando millas para buscar el agua, esperando días enteros para cruzar los checkpoints, sufrimiento puro el de todo un pueblo. Pero su sufrimiento terminará de un golpe el día que un mártir se ciña un arma nuclear miniaturizada, en vez del plástico que les envía el Tsahal.

Entonces la trágica historia del Estado judío llegará a un sucio final revuelto.

Los lugares de población judía mayoritaria en Israel son pocos, y están alejados unos de otros, de modo que bastaría con algunos artefactos nucleares colocados de manera precisa para resolver de una vez por todas lo que el Estado judío llama “crisis demográfica”. Irreal podría “llevarnos a todos al precipicio”, como lo predice el profesor van Creveld de la Universidad Hebrea, porque las armas nucleares israelíes apuntan, según este investigador, tanto a las capitales europeas como a los vecinos. De todas formas, ninguna acumulación de medidas de seguridad podría detener a un kamikaze, y a una persona desesperada podría no importarle para nada el destino de todos aquellos que fracasaron en proteger a los palestinos y la tierra santa de Palestina.

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Y algunos años más tarde, las ruinas de Tel Aviv se irían fundiendo suavemente en las ruinas de Arsur.

Israel Shamir.

Siendo ruso y siberiano, Israel Shamir se marchó joven a Israel en 1969; participó en los combates de la guerra de 1973, en el cuerpo de los paracaidistas; pero al recorrer Palestina y el mundo como periodista, descubrió lo absurdo y criminal de un proyecto de Estado judí­o.

Se descubrió más cristiano que judío a raíz de la Intifada, y lo bautizó el patriarca de Jerusalén con el nombre de Adán.

Es traductor de Homero, de Joyce, del premio Nobel israelí S. Y. Agnon, y del geógrafo hispano-portugués Abraham Zacuto, uno de los maestros de Cristóbal Colón.

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Sus ensayos están traducidos y publicados en más de veinte paí­ses. Ha sido el pionero del proyecto Un habitante=Un voto, y Un solo Estado en Palestina-Israel, que ya ha ganado muchísimos adeptos.

Traducción Maria Poumier.

Revisión Horacio J. Garetto

[1] www.ndtv.com/template/template.asp?template=Palestine&slug=Malaysian%

[2] la primera versión de este artículo es de octubre 2003 (“Five to Midnight, Doctor Sharon »). En 2008 se podría sustituir la mención de Irak por Irán, siguiendo la lógica del conocido chiste acerca de la secretaria de la Casa blanca, preguntando: “¿alguien me puede decir cuál es la ortografía correcta: Irak o Iran?” (nota de la traductora)

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[3]Robert Mugabe, nacido en 1924, presidente de Zimbabwe desde 1987. Fue muy popular entre los “padres de la independencia” africanos, por realizar la descolonización de la antigua Rodesia británica, después de dirigir la guerrilla y pasar  diez años preso; logrando convencer a los granjeros blancos para que permanecieran en el país, durante algunos años. Pero no ha logrado conservar el control del país, ahora en situación difícil; Mugabe acusa principalmente a Tony Blair de favorecer la oposición y conspirar para derrocarlo. Fue declarado “puesto avanzado de la tiranía”, junto con los gobiernos de Cuba y Corea del Norte en 2005, por el presidente Bush. (ndt)

[4] James Forrestal fue Secretario de defensa de 1947 a 1949 ; se oponía a la creación del Estado de Israel, por considerar que se debían preservar las relaciones con el mundo árabe y apareció colgado de una sábana, suspendido en el aire, defenestrado por la ventana de su cuarto, en el piso 16 del hospital militar donde había ingresado por trastornos mentales. (ndt)

[5] Los “Hashashâshîn” (1090-1257) eran una cofradía implacable, fundada por Hassan Sabbah, oriundo de Qom; su nombre exacto es “asasiyun”, observantes de la ley (“asad”). (ndt)

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La última bala de Sánchez: “Currarse la página de la pena”. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

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A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.

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Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.

Todo esto es importante por dos factores:

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1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

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2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

  1. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país.

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitirTodo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

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2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.

3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

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TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

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Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.

 

Ernesto Milá. 

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