Connect with us

Sociedad

El feminismo o el odio al hombre como principio fundamental

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Por Pío Moa.- Con deplorable descortesía hacia los prejuicios feministas, la Naturaleza ha tenido a bien imponer una profunda diferenciación entre los sexos, un dimorfismo sexual más acentuado en los humanos que en los demás mamíferos. El dimorfismo no atañe solo al aspecto físico sino, y en no menor medida, a la psique, como puede observar cualquiera que tenga ojos en la cara.

¿Qué caracteriza a la mujer con respecto al hombre? La maternidad. Esta no se refiere solo a los nueve meses de gestación, sino que abarca la cría y educación de la prole de modo más profundo e íntimo que la paternidad. Y moldea tanto el cuerpo femenino como su psique. En fin, la maternidad es la garantía de la conservación de la especie en la cual el papel de la mujer es más decisivo que el del varón.

Lo anterior es una evidencia que no requiere más explicación, aunque, claro está, no todas las mujeres llegan a ser madres, pro problemas físicos o sociales o personales. Y así como lo normal es que el instinto maternal sea muy fuerte, en algunas mujeres es débil o inexistente. Un estudio en Usa mostraba que el maltrato infantil era más frecuente por parte de mujeres que de hombres, lo que se explica probablemente por las tensiones sociales y profesionales que soportan muchas madres.

Pues bien, el feminismo, obsesionado con una igualdad que a la naturaleza no le ha parecido oportuna, y enemigo de la complementariedad de los sexos, detesta de modo principal la maternidad, pues pocas cosas hay más desigualadoras. Y al odiar la maternidad, odian inevitablemente a la mujer, a la mujer real, de modo semejante a como los comunistas odiaban y trataban de someter al obrero real, que rara vez seguían sus consignas y doctrinas. El feminismo es en ese sentido misógino; e histérico en cuanto que se opone a la naturaleza (que según él no existe: la polaridad sexual sería un asunto “cultural”, un simple capricho de sociedades opresivas). Por ello genera histeria tanto en mujeres como en hombres, y degrada la necesaria conservación de la especie. Se ha hecho notar que los principales líderes de la UE (Alemania, Francia, Italia, Holanda o Suecia, además de Inglaterra) no tienen hijos biológicos. El dato tiene significado porque, consciente o inconscientemente, los líderes sirven de ejemplo a la sociedad.

Advertisement

El aborto, por tanto aparece como un “derecho de la mujer”. El aborto es simplemente la liquidación de vidas humanas, pues no otra cosa es lo que conciben las mujeres. Observemos dos consignas típicas del feminismo y muy prodigadas (entre otras): “Si los obispos pariesen, el aborto sería un sacramento”. Es decir, que, de modo inconfesado, ellas reconocen el aborto una especie de sacramento, algo deseable y casi obligado (ellas o ellos, porque probablemente hay más feministas hombres que mujeres, y son precisamente ellos los que imponen leyes y medidas feministas). Por cierto que no es novedad en la historia. Ha habido sectas, como la de los cátaros o albigenses, que ya promovían el aborto, buscando el suicidio social deliberadamente.

Otra consigna no menos reveladora: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Deciden liquidar una vida humana que, además, no procede solo de la madre, sino, en un 50%, del padre, cuyos derechos son literalmente pisoteados.
De hecho, asistimos actualmente a campañas de denigración de la maternidad, la cual supone, según se dice, enormes sacrificios y costes indeseables para la mujer. El NYT lamentaba recientemente que los ingresos de las mujeres eran inferiores a los de los hombres debido a la maternidad. La idea es muy significativa: en una sociedad en la que ganar dinero es la tarea que da sentido a la vida y mide el “éxito” en ella, las mujeres quedarían en desventaja a causa de la maldita maternidad.

La consigna citada expone implícitamente otro aspecto del feminismo: el odio al padre, y al varón en general. Ello se debe, posiblemente, a una reacción enfermiza que se da en algunas mujeres y que Freud achacaba, de modo absurdo, a todas: la “envidia del pene”. Las feministas quieren igualar al varón en todo, eliminar la complementariedad, y como ello resulta imposible, y en el fondo suicida, cobran un odio profundo a su modelo inalcanzable, entendiendo como una injusticia social lo que es simplemente una necesidad biológica para mantener en la tierra al ser humano.

Una necesidad que, casualmente, otras ideologías emparentadas con el feminismo, como ciertos ecologismos y homosexismos, miran con escepticismo o aversión, estimando la posible extinción de la especie como algo indiferente o incluso deseable. Ya hay ideólogos al respecto. El feminismo es tan misógino como misándrico.

El odio a la función paterna ha llevado también a negar a los hijos el más elemental derecho a un padre y una madre reales, sustituidos por la burla patética de dos papás y dos mamás y equiparando a los hijos con las mascotas.

Advertisement

Ningún homosexual que realmente ame a los niños pretenderá privar a estos de aquel derecho básico.

El tema puede dar mucho más de sí. Durante largos años el feminismo, como otras ideologías, ha explotado un victimismo igualmente histérico, ante el que era difícil la defensa, porque criticarlo sonaba a injusticia y defensa de opresiones reales o inventadas. Pero una cosa es la igualdad de hombres y mujeres ante la ley, conseguida hace mucho, y otra estas oleadas de chifladura que están envenenando la relación entre hombres y mujeres, y que tan estrecha relación tienen con el deterioro de la salud social: aborto masivo, fracaso conyugal y familiar igualmente masivo, con repercusión sobre los niños y adolescentes sobre todo, expuesta en la expansión de la droga, de los suicidios o el alcoholismo juvenil y en otros fenómenos por el estilo.

Advertisement
Click para comentar

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

España

Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

Advertisement

Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

Advertisement

Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

Continuar leyendo