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Una comunidad sólo para blancos: Orania, una paraíso en medio del caos y la violencia de la Sudáfrica post apartheid

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Letrero de bienvenida a la comunidad sudafricana creada sólo para blancos.
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Cuando Sudáfrica pasaba página al régimen segregacionista, nació Orania, una pequeña comunidad encerrada en sí misma, que preserva la cultura y la lengua de los antiguos colonizadores europeos. Un lugar sólo para blancos.
“¿Se te hace extraño ver a blancos trabajando como albañiles?”. Robert se quita su gorra de estampado militar y se seca el sudor. “Sabrás que en Sudáfrica esto no es normal”, dice. Él y otros dos hombres construyen un muro de lo que será una casa unifamiliar. Cobran 180 rands al día, unos 13 euros. En Orania, un pequeño pueblo situado en el árido desierto del Karoo, sólo viven blancos. Fuera de sus límites es conocido como el pueblo de los racistas.

Si Henrik Verwoerd fue el arquitecto del apartheid y el hombre que encerró a Nelson Mandela, su yerno Carel Boshoff fue uno de los fundadores de Orania en 1991. Entonces, el régimen segregacionista sudafricano llegaba a su fin, y una parte de los afrikáners, blancos descendientes de los colonizadores europeos, reclamaban su Volkstaat, su Estado para el pueblo: una comunidad que preservase su cultura, lengua y religión al margen de la nación arco iris de Mandela.

“Los negros son más fáciles de mandar porque no discuten tanto”, se queja Strauss, uno de los constructores que emplean a trabajadores blancos por un bajo sueldo; sin embargo, eligió vivir en Orania “porque no hay negros”.
A través de una compañía creada para la ocasión, un grupo de afrikáners compró al gobierno sudafricano un terreno a orillas del río Orange. Allí, en una de las zonas más despobladas del país, los afrikáners, que representan el 5% de la población, podían ser mayoría en la región. Los compradores privatizaron y poblaron una zona árida, y hoy deciden quién puede vivir en Orania y quién no.

En busca de la paz

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Más de dos décadas después, la comunidad blanca se ha consolidado. Lo que en un principio recordaba a una colonia se asemeja a un apacible camping eficientemente organizado. En Orania viven más de 1.100 personas, hay dos escuelas, bares, un pequeño centro comercial, una joyería, piscina y varias iglesias. Las calles están impecables, y los jardines se riegan a diario.

John Strydom y su mujer visten ropa de domingo. La iglesia a la que asisten es de confesión reformada neerlandesa, una antigua religión originaria de los Países Bajos. Después de la misa se sirve té y galletas de mantequilla. Antes de venir a Orania, Strydom se dedicaba a la medicina. Ahora, entre otras muchas tareas, gestiona las peticiones de residencia en el pueblo, que no son pocas: “Ahora mismo tenemos a 90 familias esperando respuesta”.

El mayor problema que afronta Orania es su crecimiento demográfico. La política de la comunidad sólo permite emplear a albañiles blancos, y los nuevos residentes tienen que esperar meses antes de poder ocupar una casa. En un país donde cada día se cometen 43 asesinatos, un lugar libre de violencia se vuelve atractivo: “Sudáfrica va camino de ser un Estado fallido, no funciona nada. Y eso se traduce en más afrikáners que quieren venir aquí”, cuenta Strydom.

Oficialmente, los requisitos para conseguir plaza son “abrazar la cultura afrikáner” y hablar la lengua afrikáans (mezcla de neerlandés, alemán, zulú y xhosa). Ser blanco es la condición no escrita.

Una nueva vida

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Orania tiene moneda y bandera propias. El año pasado exportó nueces a China, y 27.000 turistas visitaron su resort con spa. La intención es seguir creciendo hasta conseguir una salida al mar. Más allá del proyecto político, hasta aquí llega gente en busca de algo más prosaico, como trabajo. En Orania el paro no existe.

Al centro de trabajo Elim acuden hombres blancos en busca de una nueva oportunidad. Hay tres normas: pagar la habitación, cero alcohol e ir a misa una vez a la semana. El centro es una fábrica de ciudadanos ejemplares para Orania.

Chrichton no tuvo problema en ser aceptado pese a no ser afrikáner. Aprendió la lengua y se enorgullece de que en Orania haya chicas leyendo la Biblia en los bancos: “Aquí todo el que quiera trabajar es bienvenido. Toda persona blanca, claro”. Primero, los residentes ocupan la habitación más pequeña y vieja. Conforme van trabajando, su salario mejora y pueden optar a una habitación mejor. Después de varios años consiguen un pequeño apartamento: la meta final es una lugar en la comunidad. La habitación de Sean Chrichton es una de las medianas. Fue empresario de éxito y, tras divorciarse de su mujer, abandonó su hogar y terminó en una misión religiosa. “Allí encontré a Dios, y un día me hablaron de Orania. Al día siguiente me subí a un autobús”, dice con un fuerte acento escocés. Antes llevaba traje a diario, aquí ha sido carnicero y obrero.

Fuera del Elim, Wimpie Strauss, que viste ropa de safari, recoge a algunos de sus trabajadores, que se sientan en la parte trasera de su pick-up. Strauss es uno de los constructores que dan trabajo, por un sueldo bajo, a los residentes del centro. Admite sin tapujos que vino a vivir aquí “porque no hay negros”. Sin embargo, le cuesta adaptarse a los trabajadores blancos: “Los negros son más fáciles de mandar porque no discuten tanto”.

Devoción y grietas

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Atardece y la luz naranja lo abraza todo. La joven granjera Zoey, de 22 años, conduce su pick-up hasta un lugar sagrado para la comunidad. En lo alto de una colina, unos bustos de bronce colocados en semicírculo vigilan Orania: son las cabezas de los líderes afrikáners, llenas de tierra en polvo. Zoey las limpia con devoción: “Me encantaría poder hablar con ellos”, dice mientras aparta una telaraña de la oreja a Hendrik Verwoerd, ideólogo del apartheid.

“Orania no es un intento de volver al pasado ni de retrasar el reloj”, dice Carel Boshoff, quien, tras la muerte de su padre, el fundador, preside la comunidad.

El bar De Boer (“el granjero”) es el otro lugar de culto de Orania. Los Blue Bulls van perdiendo contra los Western Province. François aparta la mirada de la pantalla gigante después de que un jugador de su equipo reciba un duro placaje: “Los afrikáners que hay fuera todavía tienen trabajadores negros, como en el apartheid. Ellos son los conservadores. Nosotros, que tenemos nuestra propia fuerza laboral, somos los progresistas”. Marti, de 27 años, tercia: “Sudáfrica es un Estado fallido, y cuanto peor les vaya a ellos, mejor nos irá a nosotros. ¡Somos la salvación!”.
Al término del partido, empieza la música: canciones tradicionales afrikáners y Beyoncé. Jeff acaba de ser padre y lo ha estado celebrando. Habla del tiempo, de ovejas, de la calidad del agua. No le importa la política; ha venido a Orania porque cree que es un lugar seguro para sus hijos. De pronto, se levanta. Es un tipo grande y corpulento. Muestra unas cicatrices de bala en el torso. “¿Soldado?”. Niega con la cabeza. “¿Mercenario?”. Asiente. Jeff sigue al cronista al baño, cierra la puerta con pestillo y parece que se está pensando lo que va a decir. Respira hondo: “Por contarte esto alguien podría dispararme. Todo esto es una puta mentira”. Lo repite tres veces. “Aquí se odia a los negros, y si estás en contra de ello, te echan”, afirma.

En moto hacia el futuro

Carel Boshoff sirve más café. Tras la muerte de su padre, hace cinco años, ostenta el cargo de presidente no electo de Orania. Vive en una villa a las afueras del pueblo, en una bonita casa con muebles antiguos y una doncella blanca. Aunque parece poco diestro en la cocina, se ha ofrecido a preparar un almuerzo. Está acostumbrado a que la prensa extranjera le visite para cuestionar su proyecto político. Huevos y tostadas con mermelada de naranja casera. El café y el queso los ha traído de su última visita a Ams­terdam. De fondo, un disco de jazz fusión de una artista sudafricana de origen zulú. “Orania no es un intento de volver al pasado ni de retrasar el reloj. Nuestro sueño final es la independencia, el Volkstaat”, proclama.

Boshoff es un hombre de semblanza intelectual y entendido en filosofía. Es el encargado de hacer realidad el sueño que su padre inició en los noventa. Consolidados los cimientos de Orania, quiere dar más fuerza al motor que empuja la comunidad. “Mi próximo gran proyecto será una pequeña universidad”, señala.

Después del almuerzo, descubre su otra gran pasión: las motos. Se le dibuja una sonrisa cuando el tubo de escape de su Royal Enfield petardea. La ha desmontado decenas de veces pese a que le cuesta encontrar piezas originales en Sudáfrica. “Orania es esto, hacer tu propio trabajo. Hemos demostrado al mundo que eso es perfectamente viable”, explica.

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Tras dos décadas de existencia en una Sudáfrica que lucha por dejar atrás la política del apartheid, que pese a las críticas internacionales convirtió al país en la única potencia africana, Orania es un elemento molesto y cada vez menos excéntrico. “Podríamos mejorar nuestra imagen exterior quitando los bustos de la colina –dice Boshoff–. Pero entonces también tendríamos que haber llorado la muerte de Nelson Mandela”.

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España

Tendremos que estudiar detenidamente a los asistentes: BILDERBERG elige MADRID como centro de su próxima cumbre “secreta” de 2024

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Cristina Martín Jiménez.- El Club Bilderberg elige Madrid para su reunión secreta de 2024.

Será su tercera vez en nuestro país, tras las citas de 1989 en La Toja (Galicia) y 2010 en Sitges.

Aunque el lugar y los nombres de los asistentes se mantienen en estricto secreto, un medio independiente sueco ha obtenido la información basándose en la ley de acceso público a documentos y registros oficiales que garantiza su Constitución.

La 70ª Reunión Bilderberg se celebrará a finales de mayo en la capital de España, Madrid. Se trata del encuentro anual organizado por los líderes financieros globalistas, a la que acuden banqueros, empresarios y políticos, así como determinados pseudoperiodistas y pseudointelectuales, para analizar y cerrar estratégicas en torno a los problemas más apremiantes que afrontan sus patrocinadores para alcanzar su objetivo final: el dominio total del mundo.

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Los datos del lugar y la fecha de esta cita fueron obtenidos por el periódico sueco Nya Tider, un medio que entraría dentro de la falsa categoría de «desinformador» debido a su línea editorial independiente y crítica con el poder globalista.

Sus organizadores han elegido España en un año marcado por multitud de procesos electorales a lo largo y ancho del planeta, entre ellos, se encuentra el más importante para el grupo: los comicios estadounidenses, al que intenta concurrir el expresidente Donald Trump, sumido en varios procesos judiciales que podrían inhabilitarlo.

En este contexto geopolítico, es imperativo subrayar que Bilderberg se reúne tan solo cuatro días antes del inicio de las elecciones al Parlamento europeo, que se celebran del 6 al 9 de junio. Se trata de otro de los comicios que consideran fundamentales para continuar su proceso de invasión y conquista silenciosa mediante la implantación de la Agenda 2030 en todas las naciones europeas. Es por ello que preveo la asistencia de numerosos políticos de todo el continente y habrá que prestar especial atención a los procedentes de Ucrania, Polonia, Hungría y los antiguos países del Este.

En Madrid, y sin perder de vista este marco electoral, los asistentes harán balance de las elecciones catalanas, así como de lo que acontezca en la 77ª Asamblea Mundial de la Salud, que comenzará unos días antes, el 27 de mayo, y en la que se abordará la redacción definitiva del primer acuerdo mundial sobre pandemias con vistas a su adopción por los Estados Miembros de la OMS. Aunque ya preveo que no saldrán victoriosos.

Además, revisarán los resultados obtenidos durante estos últimos meses desde que, en enero, el presidente ejecutivo del Foro de Davos, Klaus Schwab, proclamase la «desinformación» como el primero y mayor riesgo global ante la cantidad de procesos electores y organizara el encuentro en torno al lema «Recuperando la confianza». Por cierto, ya habían debatido acerca de la «desinformación» unos meses antes, en la reunión Bilderberg de 2022 celebrada en Washington. Durante los dos años previos se suspendieron los encuentros por la «pandemia». Y es que Bilderberg y Davos son criaturas generadas por los mismos poderes.

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Pedro Sánchez y Bilderberg

Como presidente del gobierno del país elegido, Pedro Sánchez ejercerá de anfitrión de la cita. Y, es ahora, desde mi perspectiva, cuando adquiere sentido y se comprende en toda su profundidad la estrategia del amago de dimisión ideada por el presidente del gobierno y su equipo. Es la presencia de Bilderberg en España la que la dota de pleno significado. Él debe demostrar a sus patrocinadores que tiene el país que se le ha confiado bajo su control. Se trataba de Bilderberg, no del Pegasus. Nunca acabó de convencerme la hipótesis del programa de espionaje, ya que Sánchez siempre estuvo bien protegido por sus mecenas y, hasta el momento, los secretos que guarda Pegasus no han sido revelados.

Es la visita de los sumos sacerdotes del globalismo a su colonia española lo que le llevó a idear una artimaña que pusiera firmes a todos los grupos políticos en torno a su persona, así podría presentar unos buenos resultados de gestión ante sus tutores. Imaginen la cantidad de «desinformación» que van a publicar los medios «desinformadores» acerca de Bilderberg, lo que se sumará a la «desinformación» ya publicada acerca de los supuestos tratos de favor y de tráfico de influencias de su esposa Begoña Gómez. Hay que perseguir no solo al Poder Judicial sino a los periodistas que osen denunciar al elegido para la gran misión de implementar la Agenda 2030 en España.

Así, cuando Sánchez clamó cual César al anunciar que no dimitiría, “¡Le demostraremos al mundo cómo se defiende la democracia!”, en realidad estaba afirmando que les demostrará a sus patronos, a los megafinancieros estadounidenses, lo excelentemente bien que está disponiendo la rendición del Estado español a la Agenda 2030.

Tras su grito de guerra, desde El País, y en un artículo de opinión firmado por Isabel Mastrodomenico, se pidieron hasta penas de prisión para los difusores de desinformación, en estos términos: “Una reforma legal o una interpretación jurisprudencial” para “abordar directamente los actos de difusión de información falsa con la intención de dañar la reputación o los derechos de otros, proponiendo sanciones que podrían incluir multas significativas o incluso penas de prisión”. Unas líneas previas, la firmante instaba a repensar “el Artículo 515 del Código Penal que podría incluir las empresas, grupos de interés y los individuos que promuevan la discriminación, el odio o la violencia”.

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Controlando la Educación con la Agenda 2030 en las escuelas, los medios de comunicación, los partidos políticos, los procesos electorales, las protestas ciudadanas y la Justicia, Sánchez demostraría ante Bilderberg cómo defiende la democracia el mejor y más confiable de sus pupilos. De este modo, siguiendo sus órdenes y sugerencias, el reciente anuncio de BlackRock para «invertir» 60.000 millones de euros en España es una apuesta más que segura.

Sin embargo, no debe pasarnos por alto que el megafondo globalista no invierte sino que compra países a saldo. A este fin se declaran «pandemias» y cambios climáticos antropogénicos, se polarizan sociedades, se criminaliza y roba al sector primario, se confunde a los más jóvenes y se ataca a la familia, la primera estructura de poder de todas las culturas de la Tierra.

En este contexto, hay que recalcar que Pedro Sánchez fue invitado a Bilderberg en la edición de 2015 como joven promesa, por lo que, entre sus grandes afanes está cumplir correctamente su misión para ascender en el entramado de instituciones globalistas que ya han puesto en marcha el gobierno mundial, y cuya estructura expongo en la página 292 de mi último libro, Agenda 2030. Libertad o Tiranía.

Pero describir con rigor, investigar y denunciar a Bilderberg no es «desinformar». Hice una tesis doctoral para demostrar no solo su existencia, sino sus mecanismos y objetivos. Y es la propia Enciclopedia Británica la que lo define como “conferencia anual de tres días de duración a la que asisten alrededor de un centenar de los banqueros, economistas, políticos y funcionarios gubernamentales más influyentes de Europa y América del Norte. La conferencia, que se celebra cada año en un país occidental diferente, se lleva a cabo en una atmósfera de estricta seguridad, y cada participante se compromete a guardar el secreto sobre las discusiones que tienen lugar durante la conferencia.

El objetivo de la reunión [Bilderberg] ha sido descrito como proporcionar un entorno privado e informal en el que aquellos que influyen en las políticas nacionales y los asuntos internacionales puedan conocerse entre ellos y discutir problemas comunes”. ¿La Enciclopedia Británica también está «desinformando»?

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Es esta institución académica la que destaca tres cuestiones clave en torno a Bilderberg: la estructura y el poder de la entidad (“alrededor de cien de los banqueros, economistas, políticos y funcionarios gubernamentales (…) que influyen en las políticas nacionales e internacionales”), así como el secreto en el que se desarrollan las citas y se mantiene la información que allí se comparte. Hay que subrayar que no se celebran ruedas de prensa ni se permite la entrada a periodistas que no conformen parte integrante de Bilderberg.

Datos que llegan desde Suecia

En esta ocasión, el medio de comunicación sueco Nya Tider, fundado en 2012, ha sido el primero en descubrir los datos del próximo encuentro Bilderberg. Según la noticia publicada por el medio, y firmada por el periodista Peter Frisk, obtuvieron los datos tras solicitar información al Ejecutivo acerca de la posible asistencia de los miembros del gobierno, basándose en la ley de acceso público a los documentos y registros oficiales que garantiza la Constitución sueca.

Entre las pruebas obtenidas, el medio ha publicado un correo electrónico enviado a la secretaria (Angela Kennedy) de la ministra de Asuntos de la Unión Europea de Suecia, Jessika Roswall. En el citado mail, la secretaria del magnate sueco Marcus Wallenberg, uno de los principales miembros y propulsores de la ideología Bilderberg, solicita respuesta a la invitación efectuada a la ministra, informando que la reunión tendrá lugar en la capital española del 30 de mayo al 2 de junio. Y es de esta comunicación institucional de donde obtenemos la fecha y el lugar.

El contenido de la misiva de la secretaria de Wallenberg, Sara Nyman, es el siguiente:

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“Hola Ángela

Gracias por tu llamada hoy. Como te comenté, se trata de la disponibilidad de la ministra para asistir a la Reunión Bilderberg en Madrid desde el 30 de mayo a partir de las 5 de la tarde hasta el 2 de junio a la hora del almuerzo. Sería estupendo que pudieras responder en breve. Te deseo un buen fin de semana”.

Este documento contiene tres elementos característicos de la dinámica Bilderberg. Primero, observamos que Marcus Wallenberg, uno de los hombres más ricos e influyentes de Suecia, es miembro del Comité Directivo de Bilderberg y, como tal, se encarga de seleccionar e invitar a los participantes de su país.

En segundo lugar, los líderes de esta institución tienen preferencia por los ministros de Exteriores, Asuntos Europeos y Finanzas. Ellos son bastiones esenciales para construir su globalismo de alianzas y destructor de las identidades culturales propias de cada nación, entre ellas, su ordenamiento jurídico. Los ministros de Exteriores occidentales son convocados, a lo largo de todo el año, a los foros internacionales del Sistema de Naciones Unidas y otros encuentros elitistas como Davos, porque se consideran básicos en las redes de conexión para construir la llamada «gobernanza global», que es el eufemismo al que recurren para evitar las connotaciones peyorativas que genera el concepto de «gobierno global». Tradicionalmente, en Bilderberg, son estos ministros los que tejen alianzas globales para conseguir los objetivos (Punto 17 de la Agenda 2030), destinar los fondos financieros nacionales a la «cooperación internacional» y pasar más desapercibidos que el gobernante de turno.

El tercer elemento propiamente Bilderberg que observamos en la misiva es que fue enviada el 2 de febrero de este año. Es en este mes cuando se cierra la lista definitiva de los asistentes al foro de alto nivel, de modo que, a día de hoy, los más de cien participantes, procedentes de Estados Unidos, Canadá y Europa, ya están confirmados. Sin embargo, la entidad mantendrá sus nombres en secreto hasta unas horas antes de que se inaugure la nueva edición a través de la página web oficial que lanzaron en 2011. Será entonces cuando, quizás, veamos el trasiego de coches blindados trasladando a este nutrido grupo procedente del ámbito político, farmacéutico, las finanzas, la tecnología, el mundo académico, la industria, los sindicatos y los medios de comunicación.

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En relación a su respuesta a la asistente de Marcus Wallenberg, la secretaria respondió que la ministra Roswall no iba participar. Todo un portazo en las narices a los autonombrado «amos del mundo».

El Poder Red

Para comprender Bilderberg hay que analizar las trayectorias profesionales de sus participantes, sus redes globales de influencia, sus conexiones con las grandes corporaciones y conglomerados que conforman el sistema mediático del globalismo, así como con otros sectores empresariales ajenos al ámbito de la comunicación, entre ellos, los bancos, los fondos financieros, la industria armamentística, farmacéutica y médica, de alimentación, automovilística y de la energía. Es decir, todos los elementos antropolíticos que surcan y tejen la Agenda 2030, que no es más que un instrumento, un arma de guerra psicológica y geoeconómica para conquistar el mundo entero.

Por ejemplo, y ya que la información llegó a través de él, fijémonos en Marcus Wallenberg como caso paradigmático de análisis del poder actual, el Poder Red. Como miembro de una de las grandes dinastías suecas, es el presidente del consejo de administración de la banca Skandinaviska Enskilda Banken AB (también conocida como SE Banken o SEB), con sede en Estocolmo, y vicepresidente de Investor AB (el mayor accionista de SEB), la sociedad de inversión familiar con la que el clan «invierte» no solo para ampliar su fortuna sino para «influir» en las grandes empresas suecas e internacionales, así como en las políticas gubernamentales.

Investor AB es dueña, entre otros, de importantes paquetes accionarios de ABB, AstraZeneca, la multinacional Nasdaq Inc. (que opera uno de los principales índices de bolsa en los EEUU), Electrolux, Ericsson, Husqvarna, Saab y los servicios de pago por tarjeta Eurocard. Además, SEB es propietaria de SEB Trygg Liv, una de las mayores compañías de seguros de vida de Suecia.

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Según su web oficial, el beneficio operativo de SEB para el primer trimestre de 2024 ascendió a 12.300 millones de coronas suecas, con un rendimiento sobre el capital del 17,2 %. SEB ofrece banca minorista a particulares, empresas y municipios, servicios financieros y banca comercial para empresas internacionales y clientes institucionales. Sus clientes se sitúan en los países nórdicos, bálticos, en Alemania, Polonia, EE. UU., Rusia y Ucrania, entre otros. De sus veinte mayores accionistas, BlackRock aparece en quinta posición.

Los Wallenberg y la ONU

Hay un dato a destacar en este entramado globalista y es que la aristócrata Nane Lagergren estaba emparentada, por línea materna, con los Wallenberg. Se trata de la viuda de Kofi Annan, que fue secretario general de Naciones Unidas. Esto significa que Annan contaba no solo con la aprobación y el patrocinio de la poderosa familia sueca sino con la del establishment globalista norteamericano. Recordemos que Annan fue nombrado por Bill Clinton, quien, a su vez, es uno de los reclutados útiles de Bilderberg. Asistió a la reunión de 1991 y, al poco tiempo, logró la nominación del Partido Demócrata que lo llevó directamente a la Casa Blanca.

En Baden Baden, Alemania, los bilderbergs le explicaron en qué consistía el NAFTA y le instaron a que lo apoyara. Al año siguiente fue elegido presidente. El NAFTA es el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá, México y Estados Unidos, que fue puesto en marcha el 1 de enero de 1994 para eliminar las barreras y aranceles comerciales entre las tres naciones y que Trump quiso revisar durante su mandato.

El caso es que la ONU será ese gobierno global al que aspiran para apropiarse de todos los bienes de la Tierra, incluidas las personas que la habitamos. La ONU es la máscara de los tiranos que han planificado la imposición de la Agenda 2030, los que la promueven y se benefician de ella. Como ejemplo reciente, estamos denunciando que los fondos de inversión se están haciendo, mediante expropiaciones forzosas, con terrenos de España para macropoyectos energéticos.

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Para impedir el trabajo de la prensa libre, la oficina central del Club Bilderberg mantiene en secreto todos los datos de las reuniones. Por su parte, los miembros de los gobiernos asistentes eluden facilitar información al respecto.

Todos arguyen que acuden a las citas como «personas privadas», pero se trata de una burla más a la democracia. Si es que a estas alturas de la trama aún podemos llamarla así. Para mí, el globalismo es el nuevo totalitarismo, de modo que estaríamos ante una tiranía de alcance global. Pero siempre, a lo largo de la historia de la humanidad, donde hay tiranía, hay rebelión. Y la , donde hay tiranía, hay rebelión. Y la vamos a seguir ejerciendo en libertad.

 

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