Connect with us

España

Para los separatistas diálogo y para los patriotas mordaza

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Ángel Gutiérrez Sanz. No acabamos de tocar fondo, la situación política en España se va agravando cada vez más, como enfermo que camina inexorablemente hacia el final de sus días. Pronto llegaremos a esa situación irreversible, sin retorno, si es que no hemos llegado ya. La bola de nieve se ha ido agrandando hasta llegar a una magnitud que nos rebasa y lo más triste de todo es que en el horizonte no se vislumbra ningún líder, ninguna fuerza del tipo que fuere, ningún organismo constitucional, nada que pueda trasmitirnos un poco de esperanza, que tanto necesitamos en estos momentos tan difíciles por los que atraviesa España. ¿Qué se puede esperar hoy del Rey, de los gobiernos, de los partidos políticos, del ejército, de las instituciones en general, de los organismos sociales? ¿Incluso cabe en estos momentos esperar algo del pueblo español? Nada hace prever que esto vaya a cambiar si no es para peor.

Sabido es que los comunistas y socialistas nunca se han distinguido por su patriotismo y acendrado amor a España, lo que nadie podía imaginar es que estuvieran dispuestos a hacer lo que han hecho con tanto descaro y desvergüenza, echándose en brazos de filoterroristas e independentistas, para satisfacer sus ansias de poder, sin tener en cuenta el bien general de España y los españoles. Como última justificación de lo injustificable se nos dice, que utilizar la via del diálogo es una necesidad, para así poder solventar el problema del separatismo catalán y ¿por qué no? pactar con ellos lo que haya que pactar. Tremendo. Es casi imposible que en tan pocas palabras pueda encerrarse tanto engaño y tanta falacia. Lo que se esconde detrás de esta palabrería huera es una claudicación en toda regla, es simplemente tratar de blanquear un asunto que, se mire por donde se mire, hay que ubicarlo dentro de la delincuencia más abominable, que nos está llevando al borde del precipicio. El Sr, Sánchez debiera saber que asuntos así no se resuelve con diálogo, sino actuando con contundencia, porque con los delincuentes no se dialoga, simplemente se les juzga.

Con esto no estoy diciendo que un gobierno no tenga que dialogar, naturalmente que sí, pero ha de hacerlo con quien corresponde y sobre asuntos pertinentes y ahora mismo sobre la mesa hay no pocos asuntos trascendentales que preocupan a la ciudadanía y sobre los que sería necesario hablar. A muchos españoles nos preocupa la firme salvaguarda de la integridad e identidad nacional, que está por encima de las aspiraciones personales y partidistas, nos preocupan otras muchas cuestiones que se dan como definitivamente zanjadas, pero que a la vista de los resultados obtenidos están pidiendo que se sometan a un debate en profundidad. En este orden de cosas sí que habría mucha tela que cortar y estaría muy bien eso del diálogo.

Me estoy refiriendo por supuesto al tema sobre la conveniencia de ilegalizar a aquellos partidos independentistas que tratan de romper a España y de aquellos otros que la odian y reniegan de sus señas de identidad propias que le caracteriza, pero está claro que sobre esta cuestión los gobiernos no quieren hablar. Mejor no decir nada no vaya a ser que se alborote el gallinero, mejor aguantar democráticamente el oprobio y la indignidad, siguiendo con el enemigo dentro de casa a pesar del riesgo que ello comporta.

Advertisement

Un balance objetivo y desapasionado de lo sucedido desde 1978 a esta parte nos obliga igualmente a poner en tela de juicio el tema de las autonomías, que tanto están contribuyendo a la inestabilidad de nuestro Nación y también a su ingobernabilidad, como hemos tenido ocasión de comprobar en el debate de investidura del martes 7 de Enero, en que todo el mundo, incluido el Sr. Sánchez, estuvo pendiente de con qué pie se había levantado el Sr Guitarte, representante de “Teruel existe”. Tampoco podemos decir que el régimen autonómico esté contribuyendo a fortalecer los lazos de solidaridad entre los distintos pueblos de España, más bien lo contrario, lo único que se ha logrado ha sido un archipiélago sin un proyecto integrador compartido. Resulta escandaloso constatar, por ejemplo, cómo en algunas regiones de España los campos se mueren de sed, mientras en otras quedan anegados por el exceso de agua que desborda el cauce de los ríos, con lo fácil y beneficioso que sería para todos repartir equitativamente este bien natural según las necesidades, pero no, aquí cada cual va a lo suyo y ¿qué decir en referencia a la injusta distribución de la riqueza nacional?

Es un hecho que hay autonomías ricas, bien abastecidas, con estructuras desarrolladas, en cambio otras se tienen que conformar con lo imprescindible. El hecho de haber nacido en una autonomía u otra, supone tener un nivel de vida diferente, distintas oportunidades, incluso distinto trato fiscal. Por si fuera poco, este lujazo autonómico tiene un coste para el Estado que tenemos que pagar todos los españoles. No pocos expertos y catedráticos piensan que mientras no salgamos del pozo de las autonomías seremos cada vez más pobres.

Nadie como los gobernantes que han pasado por la Moncloa saben lo que cuesta mantener en pie 17 administraciones paralelas, pero ninguno de ellos se ha atrevido a abrir un debate, no digo ya sobre su existencia, sino tan siquiera sobre la conveniencia de reducir sus competencias, porque dan por supuesto que hablar de estas cuestiones no es rentable políticamente y naturalmente nadie se atreve a poner el cascabel al gato. Yo no voy a repetir lo que se dice por ahí, pero me gustaría que se aclarara porqué la mayoría de los políticos no quieren ni oír hablar de estos asuntos, dejándolos sepultados bajo una pesada losa de mutismo, ¿porqué no consultan al pueblo y le dejan hablar sobre éstas y otras cuestiones? ¿Porqué tanto miedo a un referéndum? y luego nos vendrán con la monserga de que es necesario escuchar a todos, incluidos los separatistas y filoterroristas,

Seguramente uno de los presidentes que más se ha prodigado en la idea de que en democracia es absolutamente necesario dialogar con todos y de todo, ha sido precisamente nuestro actual presidente del Gobierno el Sr. Pedro Sánchez, asombrosamente el mismo sujeto que con su ideología de género y con la ley de memoria histórica nos viene dando muestras sobradas de que transpira aromas totalitarios por todos sus costados. Su supuesta pretensión de crear una especie de “Comisión de la verdad” integrada por personas elegidas a dedo, lo dice todo. Dicha comisión sería la encargada de elaborar una “verdad oficial” sobre los hechos acaecidos en el periodo histórico que va del 1936 al 1978, con graves sanciones para quienes no la acaten. De lo que se trataría es de imponer por Real Decreto una visión oficial de la verdad histórica desde el BOE, con la complicidad naturalmente de los histiriadores secuaces y socios en el gobierno. Después de todo esto y del nombramiento de la ex ministra de Justicia Dolores Delgado como fiscal general del Estado no sabemos qué será capaz de hacer un político de la calaña del Sr. Sánchez, lo que sí sabemos es que no se para en barras y lo que piensa hacer lo hace sin dilación. Que Dios nos coja confesados es lo más que de momento podemos hacer, pero no quisiera acabar sin decir que no toda la responsabilidad es suya, algo tendremos que ver el resto de los españoles para que las cosas hayan llegado hasta donde ahora nos encontramos. Sí, todos tenemos que ver algo en este asunto, aunque sea por omisión y mutismo, es hora pues de que nos vayamos enterando

Desde que comenzó la farsa de 1978 ¿qué gobierno o presidente de los que han pasado por la Moncloa no ha favorecido a los independentistas o no han estado envueltos en turbias maniobras? y ¿qué ha hecho el pueblo sino respaldar a políticos que no se lo merecían con su voto hasta el día de hoy? Por eso también él pueblo es responsable de lo que está pasando y sería el momento de recordar las severas palabras de George Orwell, según las cuales:“Un pueblo que elige corruptos, impostores y ladrones , no es víctima es cómplice” Por mucho que nos duela decirlo, en este periodo histórico tan trascendental para España, la gran mayoría de los españoles no han estado a la altura de las circunstancias y en esas seguimos. Ha faltada madurez política, espíritu crítico y ha sobrado pasotismo, por no decir cobardía. Si después de cuarenta años no conocemos a nuestros políticos y no sabemos de lo que son capaces de hacer, si después de cuarenta años todavía no hemos quedado escarmentados de una partitocracia sectaria, que tantos problemas nos está creando es porque o bien no nos hemos tomado en serio nuestras responsabilidades ciudadanas, ni tampoco nuestros compromisos patrióticos o bien porque estamos siendo víctimas de un clientelismo político visceral que nos lleva a defender a los nuestros tengan o no tengan razón.

Advertisement

En cualquier caso de nada va servir que nos rasguemos las vestiduras por lo que está pasando, que recriminemos a nuestros políticos y les suspendamos en todos en las encuestas, de nada va a servir todo esto, si luego les hacemos el caldo gordo y a la hora de la verdad les apoyamos con nuestro voto. Vamos a ser conscientes y pensar que en el fondo no tenemos sino lo que nos merecemos. Cierto que los políticos llevan mucho tiempo engañándonos, con mesianismos prometeicos que sólo estaban en su imaginación calenturienta, pero también lo es, que ése es el mismo tiempo que nosotros llevamos dejándonos engañar. Cierto que los partidos van a lo suyo, pero no lo es menos que también nosotros vamos a lo nuestro sin preocuparnos por enderezar el rumbo, como mucho nos conformamos con cambiar de siglas cada cuatro años y cuando ya no podemos soportar a unos nos acordamos de los otros y así en una constante alternancia, sin ser capaces de salir del atolladero de una vez por todas. Es como si tuviéramos miedo y pensáramos que más allá de lo que conocemos no hay otra cosa que no sea una tenebrosa orfandad. En conclusión, cabe pensar que mientras la ciudadanía permanezca anestesiada y no se decida a dar un paso adelante, lo único que podemos esperar es más de los mismo, es decir seguir con el espectáculo acostumbrado representado por distintos actores. Si no nos gusta lo que está pasando, lo lógico es buscar otra cosa, sin esperar a que alguien lo haga por nosotros porque ese alguien no existe

Advertisement
Click para comentar

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

España

Contra la debilidad mental occidental: La esclavitud en el Islam todavía sigue vigente (Y siempre ha apuntado CONTRA EUROPA) Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Introducción a La esclavitud en el Islam, libro que estará disponible en breve.

Durante siglos, especialmente del XVI a principios del XIX, nuestras costas fueron hostigadas por piratas berberiscos. Querían vengar la “pérdida de Al-Andalus” (esto es, la Reconquista). La captura de poblaciones costeras del norte del Mediterráneo para venderlas en los mercados de esclavos del Magreb o negociar su rescate se convirtió en una práctica habitual entre las poblaciones del norte de África. Quienes practicaban estas razzias, que hacían imposible la vida en nuestras costas, eran considerados “yihâdistas”. Este comercio de esclavos europeos existió, por mucho que los “multiculturalistas” de hoy quieran olvidarlo.

Todavía ningún gobierno del Magreb se ha disculpado por estos actos.

*    *    *

LA CAÍDA DEL PRIMER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

Advertisement

EUROPA NECESITA TRABAJADORES

Hoy, ya nadie puede dudar que el primer argumento que se utilizó para justificar la presencia de compactos núcleos musulmanes en Europa Occidental –aquel que afirmaba que eran necesarios inyectar inmigrantes para pagar las pensiones de los abuelos…– era una simple falacia. La realidad es que, las pensiones de los abuelos –yo lo soy– pierden cada día poder adquisitivo porque a los gobiernos de nuestro entorno les es necesario comprar la “paz étnica y social” subvencionando a los recién llegados. No hay dinero para todos. Y los que llevan las de perder es la parte más débil: los jubilados. La inmigración es hoy una pesada carga económica para todos los Estados que se han negado durante décadas a controlarla.

Desde, como mínimo, 2008, la inmigración ha variado su carácter; hasta ese momento, podía pensarse que los motivos del desplazamiento hacia España se debían a la posibilidad de integrarse en nuestro mercado laboral y, en especial, en el sector de la construcción. Pero, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la mecanización progresiva de la agricultura, las deslocalizaciones y el proceso de desindustrialización creciente, es casi seguro que, hoy, pocos de los inmigrantes que llegan a España, –especialmente los que no tienen ningún tipo de cualificación profesional (esto es, la mayoría)–, tengan como proyecto personal integrarse en el mercado laboral y vivir del propio trabajo, ahorrar para volver al país de origen con capital suficiente para emprender una nueva vida.

Se suele creer que las motivaciones de los inmigrantes en el siglo XXI son las mismas que las de los españoles, portugueses e italianos que se desplazaron a Francia, Suiza, Alemania, Benelux, en los años 50 y 60, para reconstruir países que habían sido demolidos por la Segunda Guerra Mundial. En aquella inmigración existía la voluntad de trabajar durante unos años en unos países con unos niveles salariales mucho más altos, poder ahorrar llevando una vida austera (pero no miserable), acumular cierto patrimonio que les permitiera abrir un pequeño negocio o, simplemente, comprar una vivienda al regresar a la Patria. Esa inmigración, no es la actual.

Nuestros inmigrantes querían regresar –en grandísima medida– al país que habían abandonado. Iban a trabajar, a esforzarse, a partirse el espinazo para llevar a la práctica un proyecto personal legítimo y que enriquecía a todas las partes: a los receptores de inmigración porque sabían que los recién llegados eran gente dura y dispuesta a trabajar. A los inmigrantes porque, a cambio de su trabajo, recibían un salario muy superior al del mismo oficio en España y podían ahorrar. Al país emisor de inmigrantes porque allí recibían formación y volvían con una capacitación laboral superior a la que habían partido, sin olvidar que su trabajo en el extranjero generaba unas divisas preciosas en aquel momento para garantizar intercambios comerciales. Aquellos inmigrantes –nuestra inmigración– no planteaban problemas de convivencia, ni choques culturales; fieles al dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, nuestra gente se integró perfectamente en la sociedad que los recibió. Nada de todo esto vale para el actual fenómeno migratorio.

Advertisement

Ya no hay países en Europa Occidental que precisen ser reconstruidos después de una guerra. Tampoco hay un mercado laboral en expansión que permita pensar que, sin un alto nivel de cualificación y sólo en determinadas profesiones, vayan a encontrar trabajo bien remunerado. Ni siquiera para españoles, los salarios medios –a la vista del coste de la vida– permiten ahorrar gran cosa. Ningún inmigrante, en su sano juicio, puede transmitir a otros como él que residen en su propio país, la idea de que valga la pena venir a España para trabajar: la realidad es que, aquí y ahora, el poco trabajo que existe para gentes con poca o nula cualificación profesional, no permite ni vivir dignamente, ni mucho menos ahorrar. Entonces ¿por qué viene la inmigración?

Vale la pena no engañarse al respecto. Y los medios de comunicación, así como los diferentes gobiernos, de derechas y de izquierdas, llevan casi treinta años engañándose y falseando datos, cifras y circunstancias. No hay otra forma de definir la actitud de quienes niegan los problemas que se han generado a causa de la inmigración ilegal, masiva y descontrolada.

LA CAÍDA DEL SEGUNDO ARGUMEN IMIGRACIONISTA: 

“WELCOME REFUGIES”

Si bien es cierto que, hoy, ya nadie se atreve a sostener que, gracias a la inmigración, se van a poder “pagar las pensiones de los abuelos”, las justificaciones se han convertido en cada vez más extemporáneas, ridículas, ignorantes e, incluso, frecuentemente, entre los portavoces gubernamentales, zafias. Caído el mito de “las pensiones de los abuelos”, el nuevo argumento nos decía que los inmigrantes no eran tales: que se trata de “refugiados”. Ser “refugiado”, al parecer, hace obligada la “solidaridad”. El perseguido merece protección y ayuda para salvarlo de su perseguidor… En algunos casos, los menos, los recién llegados son “refugiados”. Pero, incluso, en esas circunstancias, cabe preguntarse: ¿y por qué un “refugiado afgano” elegirá vivir en Europa Occidental y no en Paquistán, en la India o, incluso en el sudeste asiático, países mucho más próximos, en todos los sentidos, a su patria originaria?

Advertisement

Por otra parte, si existen “refugiados” es porque tal o cual país los genera y la situación allí es insoportable, por tanto, si se trata de admitir, por ejemplo, subsaharianos, vale la pena recordar que, en cualquiera de aquellos países, en toda África y en buena parte de Asia, casi sin excepción, la “democracia” es una palabra que no tiene el mismo significado que en Europa. De los 1.200 millones de africanos, la inmensa mayoría podrían ser considerados como “aspirantes a refugiados”, a la vista de que existen diferencias abismales entre los “derechos humanos” tal como se contemplan en Europa y como se practican en África.

Pero, Europa no puede admitir a 1.200 millones de inmigrantes que, por lo demás, deberían entender que ellos, para prosperar, sería oportuno que trataran de hacer cambios en su país, antes que adoptar la solución más cómoda de mudarse a otro… ¿a cuál? Y esta es el nudo de la cuestión: no se trata de países en los que exista un mercado laboral floreciente, ni aquellos otros más próximos al lugar de origen, para mantener el contacto con sus raíces, sino de aquellos en los se vive mejor y, lo que es aún más importante, donde se garantizan subvenciones solamente por llegar y en donde todo, absolutamente todo, está permitido (o poco menos). Ese es el centro de la cuestión que políticos y medios pretenden escamotearnos.

No hay nada más opaco en la actual democracia española que la suma total de subvenciones que reciben los no nacidos en España y sus hijos nacidos aquí. La falta de transparencia es, precisamente, lo que permite sospechar. Recientemente se ha publicado la cifra de que algo más de 2.000.000 de inmigrantes viven de subsidios públicos. El misterio está lejos de quedar resuelto, porque no se dice cuántos antiguos inmigrantes que han logrado naturalizarse como “españoles”, siguen subsidiados. Por otra parte, haría falta especificar qué tipo de subsidios reciben: en España existen muchos de tipos de ayudas y de pensiones no contributivas. Todo ello hace sospechar que las cifras son muchísimo mayores y es legítimo pensar que pueden ser, incluso, el doble o el triple, incluso, de las dadas. Por lo demás, no se especifica el volumen total de subsidios y subvenciones por distintos conceptos, ni los dados por las distintas administraciones, que van a parar a lo que en Francia se ha llamado “la aspiradora de recursos públicos”, esto es, la inmigración. La opacidad de las cifras, en efecto, no hace nada más que aumentar las sospechas.

LA CAIDA DEL TERCER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

“VIENEN PARA CONTRARRESTAR LA BAJA NATALIDAD”

Advertisement

Luego está el argumento de la crisis de la natalidad en España. Era lo que podía esperarse: la elevación constante del coste de la vida, hace imposible el que se puedan formar parejas e, incluso, que una vez formadas, decidan tener hijos. La paternidad es una aventura que muy pocos se atreven a afrontar. Para hacerlo es preciso tener seguridad de que se podrá mantener a los hijos. Nadie está dispuesto a ofrecer tales garantías. Sin embargo, es un problema político: hubiera bastado con atribuir prioridad en beneficios sociales y ventajas fiscales a las parejas españolas que deseen tener hijos, garantizar su prioridad a la hora de obtener viviendas sociales, y simples campañas en pro de la natalidad, para que se estimulara la natalidad entre nuestra gente. No se hizo, ni se tiene intención de hacer. Si se hubiera empezado a hacer en 1996, cuando Aznar abrió las puertas a la inmigración, hoy tendríamos una generación de 28 años y un país homogéneo. Se hizo –y se hace– justo lo contrario: confiar en que gentes llegadas de todo el mundo salvarían la natalidad en España.

Desde el año 2000, en las cuatro provincias catalanas los nacidos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de cada año, son en su inmensa mayoría hijos de nacidos en el extranjero. Pero, salvo entre las mujeres subsaharianas, el número de hijos va disminuyendo incluso dentro de la inmigración. Los inmigrantes andinos, por ejemplo, se han configurado como los primeros y principales usuarios de los servicios de aborto gratuito y de “píldora del día después”. La ruptura de la unidad étnica de España ni siquiera ha servido para que la natalidad remonte o para que se repueblen zonas “vacías”.

LA ÚLTIMA TRINCHERA INMIGRACIONISTA: 

“TENEMOS UNA DEUDA CON EL TERCER MUNDO Y SE LA VAMOS A PAGAR”

Caído el mito de “los que vienen a pagar las pensiones”, en un momento en el que ningún alcalde que quisiera mantenerse en el consistorio se atreve a colocar pancartas con el “Welcome refugies”, cuando se ha visto a las claras que la inmigración no resuelve el problema de los nacimientos, sino que complica la convivencia, ahora, como última trinchera inmigracionista, el argumentario se ha desplazado a otro frente; nos dicen: “estamos obligados a admitir a todos los inmigrantes que quieran establecerse en nuestro suelo y a mantenerlos, incluso, porque, se lo debemos”.

Advertisement

Nos dicen que Europa “debe” a los inmigrantes del Tercer Mundo el haberlos explotado como colonias. Repiten, para bloquear a los más sensibles, que los europeos “somos responsables” de haber esclavizado a los africanos y que les debemos una compensación. Por eso están aquí, por eso estamos obligados a subsidiarlos… Es un argumento que tiene su fuerza, pero que no deja de ser otra falacia.

No solamente no fuimos esclavistas –valdría la pena, ya que estamos en esto, elaborar un censo de familias europeas que se dedicaron a la trata de esclavos, porque sería, en última instancia, a ellos a los que les correspondería pagar indemnizaciones, no a la totalidad de un pueblo– sino que, además, durante siglos, los europeos que vivían en las costas mediterráneas (pero, también, incluso en las del sur de Gran Bretaña y en Irlanda) corrían el riesgo de ser secuestrados ellos y sus hijos, saqueados sus bienes e incendiados sus pueblos, por parte de piratas berberiscos; una práctica que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Unos fueron esclavizados de por vida, los otros extorsionados pidiendo fabulosos rescates, otros murieron sin dejar huellas… Sin olvidar, claro está, que el grueso de traficantes que capturaban esclavos en África eran árabes y que se beneficiaban de pactos con tribus africanas que los obtenían de tribus vecinas.

Sería bueno presentar una reclamación de cantidad por los millones de europeos, especialmente de los países mediterráneos, de los países eslavos, e incluso del Reino Unido, que fueron secuestrados, esclavizados, obligados a vivir en condiciones infrahumanas, asesinados y muertos de agotamiento en tierras del Magreb

Aquellas exacciones berberiscas han dejado recuerdos imborrables en nuestro folklore, en nuestra literatura e, incluso, en la configuración de las costas (las “torres de guaita” tan habituales en la costa catalana no eran para admirar la belleza del Mediterráneo, sino para vigilar la llegada de piratas berberiscos). Aquel valeroso soldado que recibió dos disparos de arcabuz en el pecho y en el brazo izquierdo, en la gloriosa jornada de Lepanto, Miguel de Cervantes, dejó constancia en El Quijote de sus nueve años de cautiverio en Argel.

Los grandes olvidados de la historia europea, son los millones de antepasados esclavizados en tierras islámicas. Los europeos no somos los “malvados” de esta historia. El colonialismo se explica en gran medida por las constantes molestias generadas por la piratería islámicaberberisca y otomana. Quienes la practicaban eran asimilados a yihadistas: y lo hacían con saña y con odio acumulado. La negativa a erradicar la esclavitud, hizo necesaria la intervención europea con la consiguiente disolución de los “mercados de esclavos” que todavía existía en el siglo XIX en el Magreb. No “debemos” nada: nos deben una reparación de aquellos crímenes contra los pueblos europeos.

Advertisement

Continuar leyendo
Advertisement
España2 días ago

Contra la debilidad mental occidental: La esclavitud en el Islam todavía sigue vigente (Y siempre ha apuntado CONTRA EUROPA) Por Ernesto Milá

¡Comparte esta publicación! Introducción a La esclavitud en el Islam, libro que estará disponible en breve. Durante siglos, especialmente del XVI a principios...

Economía3 días ago

¿Vale la pena invertir en el Huawei Watch Fit 3?

¡Comparte esta publicación!   En el mundo en constante expansión de la tecnología vestible, Huawei continúa avanzando con su última...

Opinión5 días ago

“La banda De Los Tres” encabezará los resultados de las elecciones en el Emirato Islámico de Cataluña. Por Ernesto Milá

¡Comparte esta publicación! El resultado de las elecciones catalanas, ni va a ser una sorpresa, ni va a resolver nada....

Cultura y Tendencias6 días ago

Descubre los Mejores Casinos Online de 2024: Tu Guía para una Experiencia de Juego Inigualable

¡Comparte esta publicación! En el vertiginoso mundo del juego en línea, encontrar los mejores casinos puede ser una tarea desafiante....

Deportes1 semana ago

7 Consejos de expertos en apuestas deportivas para ganar en la Eurocopa 2024

¡Comparte esta publicación! El fútbol, más que un deporte, es una pasión que despierta emociones intensas en millones de personas...

España1 semana ago

¿PERO QUÉ ES ESTO? PP, PSOE Y ¡VOX! “subvencionan” a organizaciones separatistas en Mallorca. ¿PORQUÉ?

¡Comparte esta publicación! Las noticias de verdad, por ALVISE PÉREZ: 💰1. Hacienda arrebata 60.386 millones de euros al bolsillo de...

Advertisement Enter ad code here