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Los insultos no fueron una anécdota, Marlasca. Por Jesús Salamanca Alonso

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Las cosas no suceden por casualidad, de ahí que no faltaran dicterios durante toda su estancia en Córdoba.

Hace tiempo que le tenemos ganas, sobre todo por sus bulos y falsedades. Ha llegado un momento en que, entre él, Belarra, la «Chiqui», Irene Montero, Darias y Pilar Alegría hay dudas sobre quién es más barato, impersonal, impresentable y vago. Ya sé que hay otros que pueden aparecer en la lista, pero eso ya es criterio de cada uno. En fin, vamos a lo que íbamos.

«¡Fuera, fuera!». «¡Que te calles, mentiroso!». «¡Fuera, ministro!». «¡Vete de aquí, sinvergüenza!» eran los «cariñosos» improperios con los que le «agasajaron» al ministro Grande Marlasca en Córdoba, aprovechando un acto enmarcado en la Semana Institucional del Instituto Armado. Los reiterados gritos de «¡Fuera, fuera…!» y «¡Marlasca, dimisión!» se agolpaban en la sobrecogedora pitada, tanto durante el discurso institucional como en el transcurso de la revista a la Benemérita. El ministro debió de pensar que «El camino que seguimos es, pensándolo bien, el que merecemos», en palabras del juez y dramaturgo italiano, Ugo Betti. Equivale al «Tengo lo que merezco».

«¡España no te merece!», resonaba con reiteración entre las más escuchadas. Algo que solía ser inusual parece haberse generalizado con la llegada del actual Ejecutivo. Las cosas no suceden por casualidad, de ahí que no faltaran dicterios durante toda su estancia, incluso estando presentes las autoridades militares. Se suele recoger aquello que se siembra. Y el propio Marlasca ha sembrado falsedad, mentiras, bulos, hipocresía, odio, resentimiento… Precisamente, la Guardia Civil no está entre sus preferencias dentro de la Seguridad del Estado, ni siquiera la Policía Armada (tradicionales “grises”) a la que curiosamente perteneció su progenitor.

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La Asociación Justicia para la Guardia Civil (JUCIL) colgó un vídeo en las redes sociales como prueba de esos denuestos, abucheos y mofa al ministro «fake». No parece entender el ministro protegido que «los guardias civiles se ganan el reconocimiento de los ciudadanos en cada servicio, por su profesionalidad, sacrificio, entrega, esfuerzo y dedicación». Marlasca no tiene derecho a olvidar la multitud de servicios que ha prestado la Guardia Civil a toda la ciudadanía, con sacrificio y esfuerzo, incluso protegiendo la vida de los demás, a sabiendas de que peligraba la propia.

La figura de Marlasca pasará a la historia por sus bulos intencionados y la permanente difusión de “fakes” en beneficio propio y de su partido, al que nunca debió ponerle el trasero incondicionalmente porque, cuando menos lo espere, será puesto a los pies de los caballos, al igual que lo ha sido el portador de maletas venezolanas, Ábalos, o como lo fueron Campos y el astronauta que «curraba» en Boecillo. También fueron arrojadas cual papel higiénico la tal Laya o la exvicepresidenta que hoy se quiere ir del PSOE avergonzada. Y si piensa que el PSOE va a sacar la cara por él, va de culo y cuesta arriba. Deberá darse por satisfecho y por servido si no acaba cobrándole la bicicleta estática o poniéndole como culpable de la carta con balas y amenazas gráficas.

¿Quién cree en este ministro? Si hasta su apellido es un «fake» y el guion que une el primer apellido de su progenitor con el primero de su progenitora se lo ha inventado. Hasta ahí llega la paparrucha y la falsía de un tipo que se ha ganado a pulso los abucheos del respetable. Parece haber olvidado que sus propios compañeros de Bilbao le recordaron que «la cobardía no era propia de un juez» y que ese no era el camino. Olvídense del bulo que alguien de Bilbao difundió respecto a que odia a la Guardia Civil porque le arrestaron estando con un chapero; nunca más lejos de la realidad. Eso solo forma parte de los bulos urbanos.

¡Cuánto se habrá mofado la Benemérita de este personaje desnortado! Hasta los simples «Ahumadas» siguen apuntándole con el dedo como diciendo «¡Menudo esperpento nos ha tocado para lidiar!» Ni siquiera ha tenido cargo de conciencia permitiendo el desfase salarial entre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado con respecto a la siempre sospechosas Policías autonómicas.

Sería una lástima que las neuronas de esta tropa de ministros no les diera para pensar con más ética y sensatez sobre lo mucho que están haciendo mal. Sabido es que no se puede pedir peras al olmo y mucho menos honradez a un ministro socialista. Son ellos los que crispan el ambiente y no la ciudadanía. ¿Habían visto tanta crispación y odio antes de que llegara el fullero «marqués» a la política y su «jauría» de verduleras, degeneradas y bocachanclas? Pero la estrategia pasa por volver el rabo, como siempre hace la izquierda que se siente culpable y cazada en embuste, embeleco o engañifa. Les da igual: esta cuatropea de ministros es de los de «dame pan y llámame perro, aunque sea con tres erres»

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Confieso que no sé qué esperaba Marlasca de la Guardia Civil. En la calle debió de ponerlo Sánchez en la última remodelación de ministros. Es de sobra conocido que, el todavía ministro de Interior, no ha dejado de enturbiar la política desde que se vio con poder para hacerlo. Cuando no se tiene vergüenza ni honor… siempre con el culo al aire. Esa nula dignidad que acompaña al bocachanclas, Marlasca, tuvo su punto álgido en un suicidio acaecido en Valladolid: a Marlasca le faltó tiempo para decir que era violencia machista, encuadrada dentro de la violencia de género, pero resultó que hubo de salir el marido a aclararlo porque el «paquete» Marlasca ya había condenado, sin datos, a todo el entorno de la señora. ¿Se puede ser más sectario, mala gente y sinvergüenza? En adelante, para mí ya no es un juez: simplemente es un atentado a la ciudadanía y a la convivencia.

Muestras de lo que no debe ser un socialista es lo que hace tiempo hemos visto en el ministro «fake» y en el presidente «doctor cum fraude» o en la «Varufakis» castañera de Galicia, actual ministra de Empleo y vicepresidenta deudora. Por cierto, para La Palma se aprobaron doscientos millones en ayudas, pero para Cataluña mil quinientos para ampliar el aeropuerto que ni siquiera precisa ampliación. Todo al revés, como buenos socialistas comprometidos con el fraude, la corrupción y la venganza.

Y yo me pregunto… ¿comprometidos con qué, con quiénes y para qué?

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Opinión

“La banda De Los Tres” encabezará los resultados de las elecciones en el Emirato Islámico de Cataluña. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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El resultado de las elecciones catalanas, ni va a ser una sorpresa, ni va a resolver nada. Ninguna encuesta duda de que, por este orden PSC, ERC y Junts, quedarán en cabeza y todo el misterio se centra en el número de votos que obtendrá la derecha liberal del PP, la derecha nacional de Vox y los independentistas antiinmigracionistas de Aliança Catalana. Lo que le apetecería al PSC es obtener una -dificil- mayoría absoluta y poder evitar el amargo trance de pactar con ERC (lo que le pide al cuerpo el alma del PSC) o pactar con Junts (lo que le va a exigir Sánchez). Pero, si alguien cree que, con Illa en el sillón del Poncio de turno, se va a resolver algo, se equivoca.

El diálogo de sordos proseguirá, atenuado eso sí por el rumor de los euros pasando de las arcas públicas a los partidos de gobierno. Pero, en medio de ese rumor y, especialmente para contentar su clientela, ERC pedirá el referéndum y la recaudación total de impuestos por parte de la gencat y Junts, odiando a ERC, pedirá lo mismo, además de enfatizar ligeramente más la amnistía. A lo que el PSC responderá con su opción “federalista”. Sabiendo todos que, en caso de referéndum el No a la independencia se impondrá y que el federalismo es una coña inviable mientras el PP no se sume al carro. Y eso será todo. Cuatro años más a practicar el antiguo arte de medrar a costa de la política.

Obviamente, los tres partidos que aspiran a disfrutar para ellos los beneficios del poder -y que, en realidad, son los que vienen monopolizándolos desde hace más de 40 años- prefieren asumir esos temas “fundamentalistas” (“amnistía”, “referéndum”, “libertades”, “autonomía”), antes que reconocer que las cosas, en Cataluña, van de mal en peor.

Cataluña ya no es motor de casi nada, salvo, ex aequo con Andalucía, capital del paro en España, especialmente del paro juvenil. De las diez mayores empresas que tenían su domicilio fiscal en Barcelona hace diez años, solo quedan dos. Como Sánchez no habilite un ukase para multar a las empresas que se fueron y que se niegan a volver, Cataluña puede convertirse en un erial industrial a la vuelta de diez años.

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Lo más gracioso de esta campaña electoral es que ninguno de los grandes partidos ha hablado de dos elementos urgentes para revitalizar la sociedad catalana: el descenso de impuestos y la contención del gasto público de la gencat. Y tiene gracia porque, ERC ha proclamado de forma teatral que quiere “el concierto”, esto es, la recaudación del 100% de tributos por parte de la gencat, nunca de la reducción de las cargas fiscales (que, en Cataluña, incluso, son mayores que en otras regiones de España). Que al ciudadano lo van a atracar fiscalmente es algo que se evita reconocer y que nadie discute. La propuesta de ERC implica que el ciudadano será atracado por una institución catalana, pero no por una estatal. Y habrá quien les vote a pesar de la desfachatez.

¿Illa en el gobierno? Ya vimos lo que dio de sí al frente del ministerio de sanidad durante la pandemia. Y veremos si su gestión no acaba en los tribunales por la frivolidad en contratar solo mascarillas de la “trama Koldo” que ni siquiera servían para cumplir su función. Sin olvidar las medidas absurdas que impulsó durante aquellos meses (ir a la playa con mascarilla, promover la vacunación ignorándolo todo sobre los efectos) y poner cara de monolito tristón en el Senado cuando se le preguntó por el asunto de las mascarillas. Para colmo, ni siquiera se había vacunado… y lo dice ahora, resaltando que “nadie obligó” a vacunarse. Mentira: porque si se obligó, a mí por ejemplo, para salir de España; a mis hijos obligados por las empresas en las que trabajan. Pero ¿qué más da otra mentirijilla para un pueblo lo suficientemente desmemoriado como para no recordar lo que ocurrió anteayer?

Illa gobernará con quien prometa más estabilidad a Sánchez. El ex ministro de sanidad carece de carácter y personalidad política para decir “no” a Sánchez, o a Aragonés, o a Puigdemont… Si llega a la presidencia de la gencat será a Sánchez a quien consultará cualquier decisión. Incluso, en un gobierno de coalición hará lo que sus socios -indepes- quieran que haga. Ya lo vimos con Maragall -enfermo, eso sí- que terminó compitiendo con sus socios de ERC en quien ponía más alto el techo del “nou estatut”…

Quien si se la juega es Puigdemont. No puede descartarse un golpe de última hora que acapare las primeras páginas de la actualidad (un regreso en próximo jueves o viernes, o incluso en la “jornada de reflexión”). Para Puigdemont -un don nadie hijo y nieto de pasteleros al que el negocio familiar sería su único medio de vida de no haberse dedicado a vivir de la política, a la vista de su “historial académico”- quedar el primer es la única opción: ¿lo veis como “conseller” en un gobierno presidido por Illa? ¿lo veis como “cap de la oposición”? ¿y si falla todo el montaje de la amnistía? Pasar un día en Can Brians le produce tanto insomnio como quedar el tercero. Ya vimos lo que era capaz de hacer cuando fue “el molt honorable presidente”. Lo voy a recordar: conseguir que el nombre de Cataluña cayera en el ridículo mundial después de estar años creando “comisiones de desenganche”, pagando a eminencias grises -o presuntas tales- para que elaboraran un “proyecto de constitución catalana”, todo ello antes de conocer siquiera si se celebraría el referéndum, con el añadido, de proclamar la “república catalana” pero… dejarla en suspenso 15 segundos después. Ese es Puigdemont.

Ahora bien, la candidatura de Junts puede verse afectada por la concurrencia de Alliança Catalana: repite todo lo que dice Junts, pero… añade lo que Junts oculta: que la inmigración en Cataluña está descontrolada, la delincuencia se ha disparado en el último año -especialmente los delitos “graves” que no pueden ocultarse- y que cada vez hay más violencia en calles y barrios. Justo en la diana.

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Desde los tiempos de Pujol, ayer a CDC y hoy a Junts, le tiene absolutamente al fresco quién delinque y cuánto se delinque. Con que tengan un certificado B de catalán, ya hay suficiente. De ahí que Junts omita el tema y evite que en sus listas la presencia de musulmanes. Conoce el riesgo. Calla sobre la inmigración, pero no admite apellidos inmigrantes en sus listas… Ahí está el nicho que Aliança Catalana pretende legítimamente ocupar.

Quien, en cambio, aspira, desde los tiempos de Carod Rovira, a incorporar a la inmigración musulmana es ERC como base electoral. Carod ya aludió -en su infinita ignorancia sobre la religión a un “Islam catalá”, desconociendo que la patria de un musulmán piadoso es la “umma”, la comunidad islámica unida por el credo religioso y que habla, no en catalán, sino en la lengua sagrada en la que Mahoma escribió el Corán. ERC, cree poder atraer el “voto islámico” incluyendo a siete candidatos en sus listas por Barcelona y Gerona (de los que pueden salir entre dos o tres). Su actitud ante la inmigración es exactamente igual a la del PSC: “¿inmigrantes? Cuantos más, mejor; pero, eso sí, con el certificado B de catalán”.

En realidad, el gran problema de Cataluña es la islamización creciente, unido a la caída en picado de las familias con cuatro y con dos apellidos catalanes. A pesar de que no puede establecerse una ley matemática segura, lo mas probable y lo que nadie duda con observar las calles y los colegios en Cataluña es que en 20 ó 30 años como máximo, los musulmanes no serán una “minoría”, sino que -como está empezando a pasar en el Reino Unido, después de las elecciones municipales del sábado pasado- los islamistas presenten candidaturas propias allí donde sean mayoría y proclamen la “sharia”.

Por eso, no hay que fijarse tanto en quién quedará en cabeza, ni siquiera en qué orden, ni quién gobernará: sabemos que, gobierne quien gobierno, seguirá la misma línea de los últimos gobiernos, nada, absolutamente nada, cambiará. Pero estas elecciones van a servir para medir el “estado de cabreo” de la sociedad catalana. La pista que nos ayudará a establecer el diagnóstico va a ser el resultado que obtengan las tres candidatura claramente antiinmigracionistas: Vox (que está realizando una muy buena campaña, con actos en los que ha logrado movilizar a poblaciones consideradas como “hostiles”), Alliança Catalana (que puede obtener escaño en Gerona) y el Frente Obrero (que nos dirá cuántos electores de izquierdas están hasta los mismísimos de la inmigración masiva).

Porque el gran problema que va a afrontar Cataluña en los próximos años, no es “referéndum sí” o “referéndum no” (aunque se celebrara, los sondeos indican que el apoyo social al independentismo ha ido cayendo más y más en los últimos cuatro años), sino la islamización de la sociedad catalana. Y, por extensión, la inmigración masiva.

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¿Y el PP? Aumentará, sin duda, pero la cuestión es cuánto y nunca será suficiente para ser algo significativo en Cataluña. Su discurso actual es excesivamente grisáceo, aspira a ocupar el espacio que ocupó Ciutadans hace dos legislaturas, sin advertir -la cabeza de Feijóo tampoco lo admite- que en estos últimos años se ha producido una polarización en todo el mundo generada por la ofensiva “progresista” (basada en el “cambio climático”, “los estudios de género”, el “wokismo” y la “inmigración masiva”). Esa ofensiva ha generado la necesidad de una reacción tan fuerte y de la misma intensidad, pero de sentido contrario. Lo que valía hace ocho años, hoy es inútil. Los “centrismos” están muertos y enterrados. En Cataluña, en España y en Europa. El PP se ofrecerá a colaborar con el PSC, en el enésimo error estratégico de Feijóo. Lo normal hubiera sido que las candidaturas de Vox y del PP, incluso los restos de Cs, hubieran pactado un programa y una candidatura común. Pero lo que es lógico para los electores, no lo es para los partidos.

En cuanto al “sorpasso” de Vox al PP que se produjo en las anteriores elecciones, lo más probable es que quede anulado: el PP crecerá por delante Vox. Lo normal, dadas las circunstancias. Pero, al igual que ocurrió en las pasadas elecciones vascas, Vox mantendrá posiciones (e, incluso, es posible que las mejore). Volvemos a repetir que es “lo normal”: la “hora” de Vox sonará en cuanto el PP vuelva al poder y decepcione a los que esperaban unas políticas radicalmente diferentes a las socialistas

Así que no esperéis nada de las próximas elecciones, solo un indicativo del “estado de cabreo” de la sociedad (que, en cualquier caso, será menos que el “estado de somnolencia inducida” que vive la región).

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