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Dentro de cien años, Europa será un conjunto de taifas tercermundistas, pero Rusia seguirá siendo una nación blanca, cristiana, civilizada y pujante

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Vladimir Putin se definió como una "persona corriente" que escucha a Mozart y vive una vida ordinaria
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Andrés Palomares.- El 18 de marzo de 2018, Putin ganaba las elecciones presidenciales y se aseguraba un cuarto mandato.

Otro disgusto para la moralla politiquera del Occidente todo. Las calumnias y la intoxicación antirrusas se estrellan una y otra vez contra la realidad. Vivimos inmersos en un sistema de mentiras y falsedades.

En el patio de colegio de la política enana de nuestras insignificantes y ridículas naciones es imposible entender nada de la vida real, fuera del deprimente escenario de nuestra decadencia.

Putin “El Envenenador” (el último de sus alias, por ahora, por el caso Skripal), ha arrasado en las elecciones, con el 76% de los votos, algo nunca visto y sin embargo esperado. Un sueño fuera del alcance de esa tropilla de grises dirigentes y pequeños funcionarios europeos: la casta desalmada, depredadora e inoperante de un continente que se va por el retrete emitiendo partes de victoria y cantando himnos de alegría. El ardor estomacal de los enemigos y detractores de Putin va a ser de larga duración. Los teólogos de la democracia y los popes del pensamiento único van a revolcarse en su lecho de víboras por mucho tiempo, acompañados en sus retortijones por la variada colección de sus acólitos y mentores: los charlatanes de los organismos internacionales, las grandes corporaciones financieras, la quinta columna del islamismo, los zánganos subvencionados de las ONGs, los sátrapas de Bruselas, los “filántropos” judíos, el establishment mediático, los negreros de la invasión organizada de los “refugiados”…

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A diferencia de los europeos, el pueblo ruso no quiere desaparecer, no siente la menor tentación de suicidarse y de favorecer una Gran Sustitución, como sucede en la Europa en manos de la casta depredadora y desalmada que rige sus destinos, unos perros que responden dócilmente a la voz de sus amos.

El gobierno de Putin fomenta la natalidad y está superando el hundimiento demográfico de los primeros lustros postsoviéticos de Gorbachov y Yeltsin. Una aberración para la Europa de Conchita Wurst y del “Welcome Refugees”. Este monstruo de Putin quiere llenar de niños los hogares rusos y de hogares rusos la inmensa e inacabable Rusia.

Está claro que no se ha dado cuenta de la ventaja que supone abrir las fronteras a flujos masivos de mano de obra barata, mientras la población nativa se dedica a comprar niños de colores en los mercados mundiales de la carne humana y a casar hombres con hombres y mujeres con mujeres (y pronto a hombres y mujeres con hamsters, taburretes de tres patas, mondas de patatas o corrientes de aire).

Dentro de cien años, si nada lo remedia, Europa será un conjunto de taifas tercermundistas, donde el canibalismo y la pedofilia serán las lacras más suaves de esa maravillosa era que ya está asomando las orejas, pero Rusia seguirá siendo una nación blanca, cristiana, civilizada y pujante. Frente a la imparable tribalización de Occidente, a su retroceso irrefrenable hacia a la barbarie, a su vertiginosa pudrición, a su babosa decadencia, Rusia se mantendrá unida y cohesionada, fuerte y orgullosa, vencedora y viva.

Otra diferencia entre Rusia y Europa Occidental es que el gobierno ruso no es cristofóbico, como los de las oligarquías europeas, masónicas y sionistas hasta la médula: satánicas en una palabra. Al revés, en los últimos decenios la defensa de la fe ortodoxa (la única de las iglesias cristianas que sigue viva y no se ha traicionado a sí misma) y su fomento como factor decisivo de la identidad nacional rusa han contado con el apoyo incondicional de Putin. Y eso no ha impedido que las demás religiones de la Federación Rusa (islam, budismo…) sean respetadas y defendidas. La afirmación de la ortodoxia de Rusia no supone la persecución o el maltrato de los fieles de otras creencias con medidas discriminatorias. Basta observar algunos gestos de Putin o de sus ministros y generales para comprender que no se trata de un cristianismo de fachada, blandengue y sentimentaloide, como el de los presidentes norteamericanos (de los dirigentes europeos ni hablemos), sino de la fe milenaria de la popular tradición ortodoxa rusa.

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Los primeros tiempos de la era soviética, bajo la férula de Stalin, supusieron una persecución implacable de la fe ortodoxa y un destrozo enorme del patrimonio artístico religioso de Rusia, con la destrucción y voladura de miles de iglesias y monasterios, el saqueo de joyas y relicarios, la quema masiva de iconos y la aniquilación de la herencia artística y cultural de la iglesia nacional. Desde los años 90 en Rusia la ortodoxia ha experimentado una espectacular resurrección tras siete décadas de ese terrible experimento antirreligioso llevado a cabo en la extinta Unión Soviética.

Stalin y sus excesos han quedado lejos. Los rusos han sacado las oportunas lecciones de esos turbulentos años.

Mientras tanto, entre nosotros, Bruselas y el mundialismo pretenden llegar a idéntico fin, pero de un modo más insidioso: mediante la corrupción moral, el materialismo más grosero y el culto omnipresente a Mammón, dios único y verdadero de la Unión Europea. Y lo han conseguido: los comisarios de Bruselas triunfan donde fracasó Stalin. Sólo desterrando el cristianismo, anulando toda espiritualidad, se pueden implementar las medidas antinatalistas de la plutocracia dominante entre los europeos nativos, condición imprescindible de la Gran Sustitución, es decir de la desaparición pura y simple de Europa, inundada por una marea multicolor de la que sólo hemos visto los prolegómenos, pues es una quimera imaginar que pueda haber una Europa sin europeos.

Los rusos tienen una mentalidad colectiva mucho más fuerte que cualquier otro pueblo. Su manera de pensar en el “nosotros” más que en el “yo” les ha permitido resistir lo irresistible y vencer a enemigos poderosos e implacables. Tienen un fuerte amor a la patria y un no menos intenso sentido del Estado, sienten la necesidad de un ser colectivo que organice la vida común y evite esas calamidades que de tanto en tanto han agitado Rusia a través de los siglos, los disturbios, las épocas convulsas de discordia y caos, la última de las cuales empezó hace un siglo con la guerra civil de 1918-1920. Los años 80, los 90 y el inicio del siglo actual fueron algo parecido, aunque en una escala mucho más benigna. Los rusos saben lo importante que es un Estado fuerte y una comunidad nacional que tenga conciencia de su cohesión.

La difícil herencia del régimen anterior se superó en cuanto Putin y las instituciones que lo apoyan recuperaron el poder, apartaron a los aventureros mundialistas del control político (Yeltsin y su camarilla de oligarcas judíos) y se restauró el sentido del Estado. Hoy los rusos son más ricos y libres de lo que nunca lo han sido sin duda en toda su historia: es lógico que la popularidad de Putin alcance cotas estratosféricas. El presidente de Rusia es un hombre que llegó al gobierno de la Federación después de una larga y difícil experiencia de estadista en medio del desastre de los años 90 y de comprobar qué tipo de “ventajas” trae abrirse a Occidente y a sus “valores”.

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El patriotismo ruso, inagotable e indoblegable, ha servido a los dirigentes del Kremlin para marcar unos objetivos y un espíritu. De esta manera, la Rusia nihilista y empobrecida de hace un par de décadas está hoy unida, se siente orgullosa de sus logros y disfruta de un nivel de vida decente, sobre todo si se compara con lo que se llegó a sufrir hace veinte años. No es Putin el que ha resucitado a Rusia, han sido los rusos (el pueblo que ha generado un Putin), bajo un mandatario inteligente, entregado a su pueblo y a su Estado y no a los lobbies mundialistas y sus intereses antinacionales y antihumanos.

El éxito de Putin es una bofetada a nuestra miserable decadencia. Hoy los rusos viven mucho mejor que sus padres o sus abuelos, mientras los europeos sabemos que nuestros hijos vivirán peor que nosotros y que nuestros nietos serán esclavos de un sistema como la humanidad no ha conocido otro de tan despiadado y bárbaro, y eso a pesar de esas misteriosas y maravillosas leyes del mercado y una inevitable y beneficiosa globalización que nos iban a llevar a Shangri-Lá en primavera, todos cogidos de la mano cantando “We are the World”.

Las campañas de odio de la prensa occidental contra el presidente de la Federación Rusa son continuas. Ni que decir tiene que los rusos las ignoran. Los rusos, un pueblo culto y endurecido, inteligente y viril, sabe muy bien de qué les ha librado su líder, al cual van a reelegir dentro de poco. Pero la mentira permanente sobre Putin busca ante todo fomentar un prejuicio en la opinión europea, para que crea que su degradada ratonera moral, apadrinada por los peores poderes del planeta, es un paraíso. Lo será para las grandes fortunas, para los miembros de la casta gobernante y su rastrero y entregado servicio doméstico, pero no para los millones de europeos apartados de ese festín, para los que sólo hay empleos cada vez más precarios y sueldos cada vez más miserables gracias a la competencia a la baja de los “nuevos europeos” y a la apertura hacia nuevos mercados, eso que sus beneficiarios llaman mundialización.

¿Qué pasaría si cundiera el ejemplo ruso? En principio es difícil que eso suceda en Europa, dada la mentalidad individualista y la moral degenerada que impera, fruto venenoso del 68 que ahora es regla a seguir. Un continente que ha hecho de la corrupción moral un modo de vida y que pisotea con su legislación las instituciones básicas de la sociedad y el orden natural, difícilmente podrá regenerarse sino es a través de una muy dura penitencia. La inversión de los valores es tan irremediable, su perversión tan absoluta, que no se puede esperar un resurgir moral, material y político sin un profundo cambio en la forma en que los occidentales ven el mundo. Pero la Historia tiene sus imprevistos. Y más vale prevenir. Por eso, para conjurar el contagio, hay que desacreditar a Putin y lo que representa. Putin desestabiliza, es un mal ejemplo, un modelo peligroso, una tentación que hay que evitar.

De ahí la persistente campaña de insidias, mentiras y calumnias, un torrente de baba y odio contra el hombre que ha derrotado en Siria y antes en Chechenia a un enemigo que la casta política de la UE y sus peones locales nos están metiendo en casa. Es peligroso que descubramos que la Patria, el Estado, la Soberanía Nacional, la Familia, la Tradición y la Espiritualidad existen y que son fuerzas sociales constructivas, que no hay en realidad nada constructivo fuera de ellas. Eso es lo que ha descubierto Rusia tras setenta años de conmociones y desgarros, pero nuestro Sistema necesita átomos disgregados al máximo para poder sobrevivir en el caos que necesariamente producen sus rapiñas.

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Rusia es justo todo lo contrario de lo que es Occidente: su resignada caída, su sometimiento a la tiranía, su autosatisfecha degeneración, su adoración de la inferioridad, su culto de la muerte. Por eso la atacan y por eso la defendemos.

¡Spasiba Vladimir Vladimirovich Putin, spasiba bolshoi!

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España

Tendremos que estudiar detenidamente a los asistentes: BILDERBERG elige MADRID como centro de su próxima cumbre “secreta” de 2024

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Cristina Martín Jiménez.- El Club Bilderberg elige Madrid para su reunión secreta de 2024.

Será su tercera vez en nuestro país, tras las citas de 1989 en La Toja (Galicia) y 2010 en Sitges.

Aunque el lugar y los nombres de los asistentes se mantienen en estricto secreto, un medio independiente sueco ha obtenido la información basándose en la ley de acceso público a documentos y registros oficiales que garantiza su Constitución.

La 70ª Reunión Bilderberg se celebrará a finales de mayo en la capital de España, Madrid. Se trata del encuentro anual organizado por los líderes financieros globalistas, a la que acuden banqueros, empresarios y políticos, así como determinados pseudoperiodistas y pseudointelectuales, para analizar y cerrar estratégicas en torno a los problemas más apremiantes que afrontan sus patrocinadores para alcanzar su objetivo final: el dominio total del mundo.

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Los datos del lugar y la fecha de esta cita fueron obtenidos por el periódico sueco Nya Tider, un medio que entraría dentro de la falsa categoría de «desinformador» debido a su línea editorial independiente y crítica con el poder globalista.

Sus organizadores han elegido España en un año marcado por multitud de procesos electorales a lo largo y ancho del planeta, entre ellos, se encuentra el más importante para el grupo: los comicios estadounidenses, al que intenta concurrir el expresidente Donald Trump, sumido en varios procesos judiciales que podrían inhabilitarlo.

En este contexto geopolítico, es imperativo subrayar que Bilderberg se reúne tan solo cuatro días antes del inicio de las elecciones al Parlamento europeo, que se celebran del 6 al 9 de junio. Se trata de otro de los comicios que consideran fundamentales para continuar su proceso de invasión y conquista silenciosa mediante la implantación de la Agenda 2030 en todas las naciones europeas. Es por ello que preveo la asistencia de numerosos políticos de todo el continente y habrá que prestar especial atención a los procedentes de Ucrania, Polonia, Hungría y los antiguos países del Este.

En Madrid, y sin perder de vista este marco electoral, los asistentes harán balance de las elecciones catalanas, así como de lo que acontezca en la 77ª Asamblea Mundial de la Salud, que comenzará unos días antes, el 27 de mayo, y en la que se abordará la redacción definitiva del primer acuerdo mundial sobre pandemias con vistas a su adopción por los Estados Miembros de la OMS. Aunque ya preveo que no saldrán victoriosos.

Además, revisarán los resultados obtenidos durante estos últimos meses desde que, en enero, el presidente ejecutivo del Foro de Davos, Klaus Schwab, proclamase la «desinformación» como el primero y mayor riesgo global ante la cantidad de procesos electores y organizara el encuentro en torno al lema «Recuperando la confianza». Por cierto, ya habían debatido acerca de la «desinformación» unos meses antes, en la reunión Bilderberg de 2022 celebrada en Washington. Durante los dos años previos se suspendieron los encuentros por la «pandemia». Y es que Bilderberg y Davos son criaturas generadas por los mismos poderes.

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Pedro Sánchez y Bilderberg

Como presidente del gobierno del país elegido, Pedro Sánchez ejercerá de anfitrión de la cita. Y, es ahora, desde mi perspectiva, cuando adquiere sentido y se comprende en toda su profundidad la estrategia del amago de dimisión ideada por el presidente del gobierno y su equipo. Es la presencia de Bilderberg en España la que la dota de pleno significado. Él debe demostrar a sus patrocinadores que tiene el país que se le ha confiado bajo su control. Se trataba de Bilderberg, no del Pegasus. Nunca acabó de convencerme la hipótesis del programa de espionaje, ya que Sánchez siempre estuvo bien protegido por sus mecenas y, hasta el momento, los secretos que guarda Pegasus no han sido revelados.

Es la visita de los sumos sacerdotes del globalismo a su colonia española lo que le llevó a idear una artimaña que pusiera firmes a todos los grupos políticos en torno a su persona, así podría presentar unos buenos resultados de gestión ante sus tutores. Imaginen la cantidad de «desinformación» que van a publicar los medios «desinformadores» acerca de Bilderberg, lo que se sumará a la «desinformación» ya publicada acerca de los supuestos tratos de favor y de tráfico de influencias de su esposa Begoña Gómez. Hay que perseguir no solo al Poder Judicial sino a los periodistas que osen denunciar al elegido para la gran misión de implementar la Agenda 2030 en España.

Así, cuando Sánchez clamó cual César al anunciar que no dimitiría, “¡Le demostraremos al mundo cómo se defiende la democracia!”, en realidad estaba afirmando que les demostrará a sus patronos, a los megafinancieros estadounidenses, lo excelentemente bien que está disponiendo la rendición del Estado español a la Agenda 2030.

Tras su grito de guerra, desde El País, y en un artículo de opinión firmado por Isabel Mastrodomenico, se pidieron hasta penas de prisión para los difusores de desinformación, en estos términos: “Una reforma legal o una interpretación jurisprudencial” para “abordar directamente los actos de difusión de información falsa con la intención de dañar la reputación o los derechos de otros, proponiendo sanciones que podrían incluir multas significativas o incluso penas de prisión”. Unas líneas previas, la firmante instaba a repensar “el Artículo 515 del Código Penal que podría incluir las empresas, grupos de interés y los individuos que promuevan la discriminación, el odio o la violencia”.

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Controlando la Educación con la Agenda 2030 en las escuelas, los medios de comunicación, los partidos políticos, los procesos electorales, las protestas ciudadanas y la Justicia, Sánchez demostraría ante Bilderberg cómo defiende la democracia el mejor y más confiable de sus pupilos. De este modo, siguiendo sus órdenes y sugerencias, el reciente anuncio de BlackRock para «invertir» 60.000 millones de euros en España es una apuesta más que segura.

Sin embargo, no debe pasarnos por alto que el megafondo globalista no invierte sino que compra países a saldo. A este fin se declaran «pandemias» y cambios climáticos antropogénicos, se polarizan sociedades, se criminaliza y roba al sector primario, se confunde a los más jóvenes y se ataca a la familia, la primera estructura de poder de todas las culturas de la Tierra.

En este contexto, hay que recalcar que Pedro Sánchez fue invitado a Bilderberg en la edición de 2015 como joven promesa, por lo que, entre sus grandes afanes está cumplir correctamente su misión para ascender en el entramado de instituciones globalistas que ya han puesto en marcha el gobierno mundial, y cuya estructura expongo en la página 292 de mi último libro, Agenda 2030. Libertad o Tiranía.

Pero describir con rigor, investigar y denunciar a Bilderberg no es «desinformar». Hice una tesis doctoral para demostrar no solo su existencia, sino sus mecanismos y objetivos. Y es la propia Enciclopedia Británica la que lo define como “conferencia anual de tres días de duración a la que asisten alrededor de un centenar de los banqueros, economistas, políticos y funcionarios gubernamentales más influyentes de Europa y América del Norte. La conferencia, que se celebra cada año en un país occidental diferente, se lleva a cabo en una atmósfera de estricta seguridad, y cada participante se compromete a guardar el secreto sobre las discusiones que tienen lugar durante la conferencia.

El objetivo de la reunión [Bilderberg] ha sido descrito como proporcionar un entorno privado e informal en el que aquellos que influyen en las políticas nacionales y los asuntos internacionales puedan conocerse entre ellos y discutir problemas comunes”. ¿La Enciclopedia Británica también está «desinformando»?

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Es esta institución académica la que destaca tres cuestiones clave en torno a Bilderberg: la estructura y el poder de la entidad (“alrededor de cien de los banqueros, economistas, políticos y funcionarios gubernamentales (…) que influyen en las políticas nacionales e internacionales”), así como el secreto en el que se desarrollan las citas y se mantiene la información que allí se comparte. Hay que subrayar que no se celebran ruedas de prensa ni se permite la entrada a periodistas que no conformen parte integrante de Bilderberg.

Datos que llegan desde Suecia

En esta ocasión, el medio de comunicación sueco Nya Tider, fundado en 2012, ha sido el primero en descubrir los datos del próximo encuentro Bilderberg. Según la noticia publicada por el medio, y firmada por el periodista Peter Frisk, obtuvieron los datos tras solicitar información al Ejecutivo acerca de la posible asistencia de los miembros del gobierno, basándose en la ley de acceso público a los documentos y registros oficiales que garantiza la Constitución sueca.

Entre las pruebas obtenidas, el medio ha publicado un correo electrónico enviado a la secretaria (Angela Kennedy) de la ministra de Asuntos de la Unión Europea de Suecia, Jessika Roswall. En el citado mail, la secretaria del magnate sueco Marcus Wallenberg, uno de los principales miembros y propulsores de la ideología Bilderberg, solicita respuesta a la invitación efectuada a la ministra, informando que la reunión tendrá lugar en la capital española del 30 de mayo al 2 de junio. Y es de esta comunicación institucional de donde obtenemos la fecha y el lugar.

El contenido de la misiva de la secretaria de Wallenberg, Sara Nyman, es el siguiente:

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“Hola Ángela

Gracias por tu llamada hoy. Como te comenté, se trata de la disponibilidad de la ministra para asistir a la Reunión Bilderberg en Madrid desde el 30 de mayo a partir de las 5 de la tarde hasta el 2 de junio a la hora del almuerzo. Sería estupendo que pudieras responder en breve. Te deseo un buen fin de semana”.

Este documento contiene tres elementos característicos de la dinámica Bilderberg. Primero, observamos que Marcus Wallenberg, uno de los hombres más ricos e influyentes de Suecia, es miembro del Comité Directivo de Bilderberg y, como tal, se encarga de seleccionar e invitar a los participantes de su país.

En segundo lugar, los líderes de esta institución tienen preferencia por los ministros de Exteriores, Asuntos Europeos y Finanzas. Ellos son bastiones esenciales para construir su globalismo de alianzas y destructor de las identidades culturales propias de cada nación, entre ellas, su ordenamiento jurídico. Los ministros de Exteriores occidentales son convocados, a lo largo de todo el año, a los foros internacionales del Sistema de Naciones Unidas y otros encuentros elitistas como Davos, porque se consideran básicos en las redes de conexión para construir la llamada «gobernanza global», que es el eufemismo al que recurren para evitar las connotaciones peyorativas que genera el concepto de «gobierno global». Tradicionalmente, en Bilderberg, son estos ministros los que tejen alianzas globales para conseguir los objetivos (Punto 17 de la Agenda 2030), destinar los fondos financieros nacionales a la «cooperación internacional» y pasar más desapercibidos que el gobernante de turno.

El tercer elemento propiamente Bilderberg que observamos en la misiva es que fue enviada el 2 de febrero de este año. Es en este mes cuando se cierra la lista definitiva de los asistentes al foro de alto nivel, de modo que, a día de hoy, los más de cien participantes, procedentes de Estados Unidos, Canadá y Europa, ya están confirmados. Sin embargo, la entidad mantendrá sus nombres en secreto hasta unas horas antes de que se inaugure la nueva edición a través de la página web oficial que lanzaron en 2011. Será entonces cuando, quizás, veamos el trasiego de coches blindados trasladando a este nutrido grupo procedente del ámbito político, farmacéutico, las finanzas, la tecnología, el mundo académico, la industria, los sindicatos y los medios de comunicación.

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En relación a su respuesta a la asistente de Marcus Wallenberg, la secretaria respondió que la ministra Roswall no iba participar. Todo un portazo en las narices a los autonombrado «amos del mundo».

El Poder Red

Para comprender Bilderberg hay que analizar las trayectorias profesionales de sus participantes, sus redes globales de influencia, sus conexiones con las grandes corporaciones y conglomerados que conforman el sistema mediático del globalismo, así como con otros sectores empresariales ajenos al ámbito de la comunicación, entre ellos, los bancos, los fondos financieros, la industria armamentística, farmacéutica y médica, de alimentación, automovilística y de la energía. Es decir, todos los elementos antropolíticos que surcan y tejen la Agenda 2030, que no es más que un instrumento, un arma de guerra psicológica y geoeconómica para conquistar el mundo entero.

Por ejemplo, y ya que la información llegó a través de él, fijémonos en Marcus Wallenberg como caso paradigmático de análisis del poder actual, el Poder Red. Como miembro de una de las grandes dinastías suecas, es el presidente del consejo de administración de la banca Skandinaviska Enskilda Banken AB (también conocida como SE Banken o SEB), con sede en Estocolmo, y vicepresidente de Investor AB (el mayor accionista de SEB), la sociedad de inversión familiar con la que el clan «invierte» no solo para ampliar su fortuna sino para «influir» en las grandes empresas suecas e internacionales, así como en las políticas gubernamentales.

Investor AB es dueña, entre otros, de importantes paquetes accionarios de ABB, AstraZeneca, la multinacional Nasdaq Inc. (que opera uno de los principales índices de bolsa en los EEUU), Electrolux, Ericsson, Husqvarna, Saab y los servicios de pago por tarjeta Eurocard. Además, SEB es propietaria de SEB Trygg Liv, una de las mayores compañías de seguros de vida de Suecia.

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Según su web oficial, el beneficio operativo de SEB para el primer trimestre de 2024 ascendió a 12.300 millones de coronas suecas, con un rendimiento sobre el capital del 17,2 %. SEB ofrece banca minorista a particulares, empresas y municipios, servicios financieros y banca comercial para empresas internacionales y clientes institucionales. Sus clientes se sitúan en los países nórdicos, bálticos, en Alemania, Polonia, EE. UU., Rusia y Ucrania, entre otros. De sus veinte mayores accionistas, BlackRock aparece en quinta posición.

Los Wallenberg y la ONU

Hay un dato a destacar en este entramado globalista y es que la aristócrata Nane Lagergren estaba emparentada, por línea materna, con los Wallenberg. Se trata de la viuda de Kofi Annan, que fue secretario general de Naciones Unidas. Esto significa que Annan contaba no solo con la aprobación y el patrocinio de la poderosa familia sueca sino con la del establishment globalista norteamericano. Recordemos que Annan fue nombrado por Bill Clinton, quien, a su vez, es uno de los reclutados útiles de Bilderberg. Asistió a la reunión de 1991 y, al poco tiempo, logró la nominación del Partido Demócrata que lo llevó directamente a la Casa Blanca.

En Baden Baden, Alemania, los bilderbergs le explicaron en qué consistía el NAFTA y le instaron a que lo apoyara. Al año siguiente fue elegido presidente. El NAFTA es el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá, México y Estados Unidos, que fue puesto en marcha el 1 de enero de 1994 para eliminar las barreras y aranceles comerciales entre las tres naciones y que Trump quiso revisar durante su mandato.

El caso es que la ONU será ese gobierno global al que aspiran para apropiarse de todos los bienes de la Tierra, incluidas las personas que la habitamos. La ONU es la máscara de los tiranos que han planificado la imposición de la Agenda 2030, los que la promueven y se benefician de ella. Como ejemplo reciente, estamos denunciando que los fondos de inversión se están haciendo, mediante expropiaciones forzosas, con terrenos de España para macropoyectos energéticos.

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Para impedir el trabajo de la prensa libre, la oficina central del Club Bilderberg mantiene en secreto todos los datos de las reuniones. Por su parte, los miembros de los gobiernos asistentes eluden facilitar información al respecto.

Todos arguyen que acuden a las citas como «personas privadas», pero se trata de una burla más a la democracia. Si es que a estas alturas de la trama aún podemos llamarla así. Para mí, el globalismo es el nuevo totalitarismo, de modo que estaríamos ante una tiranía de alcance global. Pero siempre, a lo largo de la historia de la humanidad, donde hay tiranía, hay rebelión. Y la , donde hay tiranía, hay rebelión. Y la vamos a seguir ejerciendo en libertad.

 

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