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Opinión

Del “verde sandía” a la mezcla política del rojo y el verde, que huele bastante mal

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Al final la realidad es la que es y no la que nos gustaría que fuese, algo que, pese a la tozudez del argumento, muchas veces nos negamos a aceptar. Vi hace pocos días la reaparición “estelar” de José Luis Rodríguez -asesor de Nicolás Maduro, Evo Morales y Cristina Fernández de Kirchner (amiga de Baltasar Garzón, el muy amigo de la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, la amiga “Lola, ¿vino o cerveza?” del comisario José Manuel Villarejo…), entre otros “héroes” comunistas- en Espejo Público, de la mano de Susana Grisó, sobrina de aquel José Mª Sala y Grisó -que fuera tesorero y senador del PSOE-, condenado en 1997 por falsedad en documento mercantil, asociación ilícita y apropiación indebida, entre otros delitos que demostraron la financiación irregular del PSOE con más de 1.200 millones de pesetas -7’21 millones de €, entonces (hoy más de 15)- obtenidos de forma ilegal por el caso Filesa que, junto a Malesa y Time-Export, resultó ser una trama de empresas creada para sufragar las campañas electorales de 1989. ¿Nos podemos sorprender de que años después se iniciara la sofisticada trama de los ERE andaluces en un partido que institucionalizó los mecanismos de corrupción del sistema? Pero ese es otro asunto del que seguiremos viendo casos tras la nueva imputación- y las que quedan- del “honrado” Manuel Chaves -de nuevo con su instrumento Gaspar Zarrías, “señor de Jaén”- por el que junto al otro “honrado”, José Antonio Griñán, ponía “las dos manos en el fuego” el no menos “honorable” de los “bolsillos de cristal”, José Bono, ahora orgulloso padre con la boda de su hijo el “caballista” con su novio Aitor. Y acaba de conocerse que el juez de Instrucción número nueve de Sevilla ha dictado un auto en el que procesa al ex secretario general de UGT-Andalucía, Francisco Fernández Sevilla y otras 14 personas en el caso «facturas falsas» por presuntos delitos de fraude de subvenciones y falsedad en documento mercantil, que concluye con que «el cómputo global de las cantidades defraudadas» en subvenciones concedidas por la Dirección General de Formación de la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía a la organización sindical «asciende a 40.750.047,74 euros», aunque archiva la causa contra su antecesor, Manuel Pastrana, por su “incapacidad sobrevenida”, no sé si debida al atracón de mariscos que se daba con sus compadres sindicalistas en Durban, Sudáfrica.

Pero dejemos esto que aunque muy relacionado con el color marrón del título, no era el objetivo de mi artículo. Como decía, la socialista confesa y “agradecida” Grisó, entrevistaba al expresidente ZParo en la TV canibalizada por la que en 2012 estaba en quiebra, La Sexta, que impuso la “ideología Roures” tras ser salvada sobre de la ruina -con “vacacionalidad y alevosía”, ya que fue en Agosto de 2012- por Soraya Sáenz de Santamaría, entonces Vicepresidente del Gobierno de Mariano Rajoy, que ya empezaba a desencantar votantes cual Hamelin invertido, hasta la fuga final en las fallidas elecciones del pasado 28 de Abril, en las que Pablo Casado sufrió, en su tafanario, la patada que el electorado cabreado por el desperdicio de la mayoría absoluta de Noviembre de 2011 le dio en las urnas.

El vallisoletano leonés, el mayor tramposo que había pasado por Moncloa hasta hace año y medio, y que como ya he dicho debería ser objeto de la aplicación del Artículo 102.2 de la Constitución, habló de “trampas del PP” cuando propone un pacto de Estado con el PSOE y sentenciaba ante la delectación de su entrevistadora, que “Lo único que quiere el PP es que no gobierne el PSOE” -“dijo la sartén al cazo”- y “que la gobernabilidad dependa de Esquerra es la voluntad de los ciudadanos”, para rematar la faena con la manida fórmula de la izquierda y el nacionalismo de que “Resolver los problemas de Cataluña sólo pasa por el diálogo”. ¿Estaría acordándose de su brindis en la campaña preelectoral de 2004?, aquella que acabó con el atentado de Atocha y él en Moncloa: “Pascual, aprobaremos en Madrid lo que venga aprobado por el parlamento de Cataluña”.

Y completa la faena su clon, Pedro Sánchez “Falconeti”, internacionalmente conocido como doctor Plagio cum Fraude, del que no paran de circular antiguas manifestaciones rimbombantes y empalagosas demostrando que ha superado con creces en lo de tramposo a su predecesor al que clona, y del que se necesitaría un libro gordo -más que el de Petete- para recoger todo, pero del que sólo voy a seleccionar la respuesta que le dio a su “socio preferente” de Podemos en el último debate fallido de investidura -el tercero y puede que no el último-: “Si me obliga a elegir entre ser presidente y mis convicciones, elijo mis convicciones y defender España”. Lo que no dijo es que como su única “convicción” es seguir en Moncloa al precio que sea y apoyado por el que se lo permita, aunque sean los enemigos de España, pues miel sobre hojuelas porque hay coincidencia absoluta en este caso entre objetivo y “convicción”. Prueba de su valoración es el nuevo ninguneo que ha sufrido en Inglaterra durante la cumbre de la OTAN celebrada ayer, en la que ha quedado incluido en el grupo de “delincuentes”, como ha calificado el Presidente americano Donald Trump a los gobernantes de los países que no cumplen el compromiso de destinar el 2 por ciento de su PIB a gasto militar a lo que se comprometieron los veintinueve miembros en la cumbre de 2014, entre los que España figura en segundo lugar por la cola tras Luxemburgo, todo un “récord”.

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Mención especial estos días merece la celebración en Madrid de la Cumbre del Clima prevista en un principio en Chile y que ante la inestable situación política del país sudamericano el “quijote de las letras” ofreció hacer aquí, empezando muy fuerte por la mañana, en plan jefe de Estado -su gran ilusión- hablando de “teorías alternativas” y “conspiraciones de los, por fortuna cada vez menos, fanáticos”, en clara alusión a Trump, para desdecirse por la tarde y “explicar” que era un mensaje “en positivo” afirmando que “cada vez más mandatarios asumen el cambio climático”. Todo ello en espera de la llegada estelar de la versión sueca de “la niña del exorcista” Greta Tumberg después de su travesía del Atlántico en catamarán de lujo para no viajar en un “contaminante” avión como el que utiliza su anfitrión cada dos por tres para desplazamientos innecesarios y su desembarco en Lisboa, desde donde se desplazará a Madrid para encabezar la gran manifestación prevista para el día 6 en busca de “su niñez robada” que no ha hecho nada en sus 16 años de vida más allá que servir de marioneta de intereses espurios y animar a sus coetáneos a “no ir al colegio porque van a morir”, en la que estará acompañada por otro de los adalides de este ecologismo de pandereta y miembro destacado del clan de la “Z”eja zapaterina, el “solidario” Javier Bardem que llegará desde su mansión californiana, que sin duda compartirá con varias familias de pobres inmigrantes.

Por cierto que esa prensa entregada que defiende el cambio climático y sus devastadores efectos a corto plazo, no dicen nada sobre un chaval, Boyan Slat, que a sus 16 años empezó a estudiar el primer sistema de limpieza de plásticos en el océano, sin faltar a clase ni hacer demagogia con estridentes declaraciones, del que sólo hemos sabido por algunos comentarios en redes sociales y cuyo ingenio invito a ver en este gráfico vídeo https://www.youtube.com/watch?v=aFBxPd6nTQ0 en el que se puede comprobar su ingenio, The Ocean Cleanup, que a sus 25 años ya ha visto puesto en práctica con éxito. Sin embargo, ayer, buscando en Google el nombre de este chaval aparecían 514.000 resultados mientras buscando a la marioneta sueca aparecían más de 133 millones.

Y dejo para el final un breve comentario sobre lo que hoy inspira el título de mi artículo a raíz de lo visto hace un par de días con las votaciones para la elección de la Mesa del Congreso, órgano rector que decide el funcionamiento de la Cámara Baja y con ello buena parte del destino de los españoles. Con un insólito suspense, hasta el último momento no se decidió su composición, sobre la que sólo estaba clara la de su presidente que previsiblemente iba a ser la nacionalista del PSC, Meritxell Batet, en funciones tras la disolución de la cámara dejando solo en el podium de la brevedad a aquel Pachi Nadie -que ya casi nadie recuerda- que ocupó ese puesto entre Enero y Julio de 2016. Al final, en segunda votación, el cambio de estrategia del PSOE y la cerrazón de VOX decidieron que la Mesa perdiera proporción en favor de la izquierda y en detrimento del supuesto y mal avenido centro derecha, más interesado en el reproche que en la unidad, que del esperado 5 a 4 inicial acabó quedando en un 6 a 3, con la desaparición de Ciudadanos tras su brutal batacazo del pasado 10 de Noviembre y la subida del número dos de la reina de los desahucios, Ada Colau, hoy “alcaldesa repetidora” del Ayuntamiento de Barcelona, el podemita argentino importado, Gerardo Pisarello, famoso por intentar arrancar la bandera de España que pretendía colocar en el lugar que le correspondía en el Balcón de la Plaza de San Jaime el entonces concejal popular, Alberto Fernández.

Y es que ya se sabe que la mezcla de esos dos colores, el “rojo” y el “verde”, produce en pintura un color marrón, representativo de algún producto orgánico que no quiero citar aquí y que parece que, ahora en política, es el del lugar al que todo apunta que se dirige el futuro de España si se consuma el vertiginoso preacuerdo que exhibieron los dos socios preferentes poco más de veinticuatro horas después de las últimas elecciones y que los enemigos de España, declarados o no, parecen buscar a toda costa. Desde antes de las elecciones del 28 de Abril, algunos veníamos advirtiendo de que votar a VOX era votar a Sánchez y ha sido necesario repetirlas y ver el inicio de esta decimocuarta legislatura que no arregla nada del fiasco de la decimotercera -que hizo gala del mal efecto que se le atribuye al 13- para ver que esos dos partidos, aparentemente tan diferentes, se hicieron complementarios desde la llegada al gobierno del actual inquilino de la Moncloa que puso en marcha el “divide y vencerás” que se impuso en esas mal llamadas tres derechas, dos de las cuales han preferido anteponer sus intereses personales -ni siquiera de partido, en mi opinión- a los intereses generales de España que pedían a voces una unión contra la izquierda extrema y el nacionalismo, como tímidamente pidió Casado en Abril y más claramente en Noviembre con su oferta para formar la coalición España Suma que ni Abascal -ahora más arriba- ni Rivera -ya desaparecido- aceptaron, el primero porque como vengo repitiendo, su único objetivo es su venganza personal con el PP que dejó de mantenerlo sin dar un palo al agua y el segundo en esa euforia que le cegó en su ya demostrado error de querer ejercer el liderazgo del centro derecha que no le correspondía.

Mientras hay vida hay esperanza, reza nuestro refranero y yo me quiero seguir agarrando a ello, pero cada día lo veo más difícil si Don Felipe VI no hace como dijo hace unos días en la Casa de ABC: “Nunca deberíamos desviarnos del espíritu de la concordia bajo el que nuestro país ha escrito sus mejores páginas” añadiendo que “Recuerdo hoy aquella historia porque nos muestra el mejor de los talantes, la España más luminosa, la de las mentes abiertas, la tolerancia, la capacidad de tender lazos y reconocer las bondades y logros ajenos” y, como le vengo diciendo a Su Majestad desde aquel ya lejano Enero de 2016, en su mano está, en virtud del Artículo 99 de la Constitución y una vez oídos a los representantes de los partidos políticos presentes en el Congreso, proponer al mejor candidato posible para conseguirlo. Eso, además de lo que se recoge en los Artículos 56.1, 61.1 y 62.h de la mencionada y poco respetada a veces Constitución Española.

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España

Contra la debilidad mental occidental: La esclavitud en el Islam todavía sigue vigente (Y siempre ha apuntado CONTRA EUROPA) Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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Introducción a La esclavitud en el Islam, libro que estará disponible en breve.

Durante siglos, especialmente del XVI a principios del XIX, nuestras costas fueron hostigadas por piratas berberiscos. Querían vengar la “pérdida de Al-Andalus” (esto es, la Reconquista). La captura de poblaciones costeras del norte del Mediterráneo para venderlas en los mercados de esclavos del Magreb o negociar su rescate se convirtió en una práctica habitual entre las poblaciones del norte de África. Quienes practicaban estas razzias, que hacían imposible la vida en nuestras costas, eran considerados “yihâdistas”. Este comercio de esclavos europeos existió, por mucho que los “multiculturalistas” de hoy quieran olvidarlo.

Todavía ningún gobierno del Magreb se ha disculpado por estos actos.

*    *    *

LA CAÍDA DEL PRIMER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

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EUROPA NECESITA TRABAJADORES

Hoy, ya nadie puede dudar que el primer argumento que se utilizó para justificar la presencia de compactos núcleos musulmanes en Europa Occidental –aquel que afirmaba que eran necesarios inyectar inmigrantes para pagar las pensiones de los abuelos…– era una simple falacia. La realidad es que, las pensiones de los abuelos –yo lo soy– pierden cada día poder adquisitivo porque a los gobiernos de nuestro entorno les es necesario comprar la “paz étnica y social” subvencionando a los recién llegados. No hay dinero para todos. Y los que llevan las de perder es la parte más débil: los jubilados. La inmigración es hoy una pesada carga económica para todos los Estados que se han negado durante décadas a controlarla.

Desde, como mínimo, 2008, la inmigración ha variado su carácter; hasta ese momento, podía pensarse que los motivos del desplazamiento hacia España se debían a la posibilidad de integrarse en nuestro mercado laboral y, en especial, en el sector de la construcción. Pero, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la mecanización progresiva de la agricultura, las deslocalizaciones y el proceso de desindustrialización creciente, es casi seguro que, hoy, pocos de los inmigrantes que llegan a España, –especialmente los que no tienen ningún tipo de cualificación profesional (esto es, la mayoría)–, tengan como proyecto personal integrarse en el mercado laboral y vivir del propio trabajo, ahorrar para volver al país de origen con capital suficiente para emprender una nueva vida.

Se suele creer que las motivaciones de los inmigrantes en el siglo XXI son las mismas que las de los españoles, portugueses e italianos que se desplazaron a Francia, Suiza, Alemania, Benelux, en los años 50 y 60, para reconstruir países que habían sido demolidos por la Segunda Guerra Mundial. En aquella inmigración existía la voluntad de trabajar durante unos años en unos países con unos niveles salariales mucho más altos, poder ahorrar llevando una vida austera (pero no miserable), acumular cierto patrimonio que les permitiera abrir un pequeño negocio o, simplemente, comprar una vivienda al regresar a la Patria. Esa inmigración, no es la actual.

Nuestros inmigrantes querían regresar –en grandísima medida– al país que habían abandonado. Iban a trabajar, a esforzarse, a partirse el espinazo para llevar a la práctica un proyecto personal legítimo y que enriquecía a todas las partes: a los receptores de inmigración porque sabían que los recién llegados eran gente dura y dispuesta a trabajar. A los inmigrantes porque, a cambio de su trabajo, recibían un salario muy superior al del mismo oficio en España y podían ahorrar. Al país emisor de inmigrantes porque allí recibían formación y volvían con una capacitación laboral superior a la que habían partido, sin olvidar que su trabajo en el extranjero generaba unas divisas preciosas en aquel momento para garantizar intercambios comerciales. Aquellos inmigrantes –nuestra inmigración– no planteaban problemas de convivencia, ni choques culturales; fieles al dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, nuestra gente se integró perfectamente en la sociedad que los recibió. Nada de todo esto vale para el actual fenómeno migratorio.

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Ya no hay países en Europa Occidental que precisen ser reconstruidos después de una guerra. Tampoco hay un mercado laboral en expansión que permita pensar que, sin un alto nivel de cualificación y sólo en determinadas profesiones, vayan a encontrar trabajo bien remunerado. Ni siquiera para españoles, los salarios medios –a la vista del coste de la vida– permiten ahorrar gran cosa. Ningún inmigrante, en su sano juicio, puede transmitir a otros como él que residen en su propio país, la idea de que valga la pena venir a España para trabajar: la realidad es que, aquí y ahora, el poco trabajo que existe para gentes con poca o nula cualificación profesional, no permite ni vivir dignamente, ni mucho menos ahorrar. Entonces ¿por qué viene la inmigración?

Vale la pena no engañarse al respecto. Y los medios de comunicación, así como los diferentes gobiernos, de derechas y de izquierdas, llevan casi treinta años engañándose y falseando datos, cifras y circunstancias. No hay otra forma de definir la actitud de quienes niegan los problemas que se han generado a causa de la inmigración ilegal, masiva y descontrolada.

LA CAÍDA DEL SEGUNDO ARGUMEN IMIGRACIONISTA: 

“WELCOME REFUGIES”

Si bien es cierto que, hoy, ya nadie se atreve a sostener que, gracias a la inmigración, se van a poder “pagar las pensiones de los abuelos”, las justificaciones se han convertido en cada vez más extemporáneas, ridículas, ignorantes e, incluso, frecuentemente, entre los portavoces gubernamentales, zafias. Caído el mito de “las pensiones de los abuelos”, el nuevo argumento nos decía que los inmigrantes no eran tales: que se trata de “refugiados”. Ser “refugiado”, al parecer, hace obligada la “solidaridad”. El perseguido merece protección y ayuda para salvarlo de su perseguidor… En algunos casos, los menos, los recién llegados son “refugiados”. Pero, incluso, en esas circunstancias, cabe preguntarse: ¿y por qué un “refugiado afgano” elegirá vivir en Europa Occidental y no en Paquistán, en la India o, incluso en el sudeste asiático, países mucho más próximos, en todos los sentidos, a su patria originaria?

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Por otra parte, si existen “refugiados” es porque tal o cual país los genera y la situación allí es insoportable, por tanto, si se trata de admitir, por ejemplo, subsaharianos, vale la pena recordar que, en cualquiera de aquellos países, en toda África y en buena parte de Asia, casi sin excepción, la “democracia” es una palabra que no tiene el mismo significado que en Europa. De los 1.200 millones de africanos, la inmensa mayoría podrían ser considerados como “aspirantes a refugiados”, a la vista de que existen diferencias abismales entre los “derechos humanos” tal como se contemplan en Europa y como se practican en África.

Pero, Europa no puede admitir a 1.200 millones de inmigrantes que, por lo demás, deberían entender que ellos, para prosperar, sería oportuno que trataran de hacer cambios en su país, antes que adoptar la solución más cómoda de mudarse a otro… ¿a cuál? Y esta es el nudo de la cuestión: no se trata de países en los que exista un mercado laboral floreciente, ni aquellos otros más próximos al lugar de origen, para mantener el contacto con sus raíces, sino de aquellos en los se vive mejor y, lo que es aún más importante, donde se garantizan subvenciones solamente por llegar y en donde todo, absolutamente todo, está permitido (o poco menos). Ese es el centro de la cuestión que políticos y medios pretenden escamotearnos.

No hay nada más opaco en la actual democracia española que la suma total de subvenciones que reciben los no nacidos en España y sus hijos nacidos aquí. La falta de transparencia es, precisamente, lo que permite sospechar. Recientemente se ha publicado la cifra de que algo más de 2.000.000 de inmigrantes viven de subsidios públicos. El misterio está lejos de quedar resuelto, porque no se dice cuántos antiguos inmigrantes que han logrado naturalizarse como “españoles”, siguen subsidiados. Por otra parte, haría falta especificar qué tipo de subsidios reciben: en España existen muchos de tipos de ayudas y de pensiones no contributivas. Todo ello hace sospechar que las cifras son muchísimo mayores y es legítimo pensar que pueden ser, incluso, el doble o el triple, incluso, de las dadas. Por lo demás, no se especifica el volumen total de subsidios y subvenciones por distintos conceptos, ni los dados por las distintas administraciones, que van a parar a lo que en Francia se ha llamado “la aspiradora de recursos públicos”, esto es, la inmigración. La opacidad de las cifras, en efecto, no hace nada más que aumentar las sospechas.

LA CAIDA DEL TERCER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

“VIENEN PARA CONTRARRESTAR LA BAJA NATALIDAD”

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Luego está el argumento de la crisis de la natalidad en España. Era lo que podía esperarse: la elevación constante del coste de la vida, hace imposible el que se puedan formar parejas e, incluso, que una vez formadas, decidan tener hijos. La paternidad es una aventura que muy pocos se atreven a afrontar. Para hacerlo es preciso tener seguridad de que se podrá mantener a los hijos. Nadie está dispuesto a ofrecer tales garantías. Sin embargo, es un problema político: hubiera bastado con atribuir prioridad en beneficios sociales y ventajas fiscales a las parejas españolas que deseen tener hijos, garantizar su prioridad a la hora de obtener viviendas sociales, y simples campañas en pro de la natalidad, para que se estimulara la natalidad entre nuestra gente. No se hizo, ni se tiene intención de hacer. Si se hubiera empezado a hacer en 1996, cuando Aznar abrió las puertas a la inmigración, hoy tendríamos una generación de 28 años y un país homogéneo. Se hizo –y se hace– justo lo contrario: confiar en que gentes llegadas de todo el mundo salvarían la natalidad en España.

Desde el año 2000, en las cuatro provincias catalanas los nacidos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de cada año, son en su inmensa mayoría hijos de nacidos en el extranjero. Pero, salvo entre las mujeres subsaharianas, el número de hijos va disminuyendo incluso dentro de la inmigración. Los inmigrantes andinos, por ejemplo, se han configurado como los primeros y principales usuarios de los servicios de aborto gratuito y de “píldora del día después”. La ruptura de la unidad étnica de España ni siquiera ha servido para que la natalidad remonte o para que se repueblen zonas “vacías”.

LA ÚLTIMA TRINCHERA INMIGRACIONISTA: 

“TENEMOS UNA DEUDA CON EL TERCER MUNDO Y SE LA VAMOS A PAGAR”

Caído el mito de “los que vienen a pagar las pensiones”, en un momento en el que ningún alcalde que quisiera mantenerse en el consistorio se atreve a colocar pancartas con el “Welcome refugies”, cuando se ha visto a las claras que la inmigración no resuelve el problema de los nacimientos, sino que complica la convivencia, ahora, como última trinchera inmigracionista, el argumentario se ha desplazado a otro frente; nos dicen: “estamos obligados a admitir a todos los inmigrantes que quieran establecerse en nuestro suelo y a mantenerlos, incluso, porque, se lo debemos”.

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Nos dicen que Europa “debe” a los inmigrantes del Tercer Mundo el haberlos explotado como colonias. Repiten, para bloquear a los más sensibles, que los europeos “somos responsables” de haber esclavizado a los africanos y que les debemos una compensación. Por eso están aquí, por eso estamos obligados a subsidiarlos… Es un argumento que tiene su fuerza, pero que no deja de ser otra falacia.

No solamente no fuimos esclavistas –valdría la pena, ya que estamos en esto, elaborar un censo de familias europeas que se dedicaron a la trata de esclavos, porque sería, en última instancia, a ellos a los que les correspondería pagar indemnizaciones, no a la totalidad de un pueblo– sino que, además, durante siglos, los europeos que vivían en las costas mediterráneas (pero, también, incluso en las del sur de Gran Bretaña y en Irlanda) corrían el riesgo de ser secuestrados ellos y sus hijos, saqueados sus bienes e incendiados sus pueblos, por parte de piratas berberiscos; una práctica que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Unos fueron esclavizados de por vida, los otros extorsionados pidiendo fabulosos rescates, otros murieron sin dejar huellas… Sin olvidar, claro está, que el grueso de traficantes que capturaban esclavos en África eran árabes y que se beneficiaban de pactos con tribus africanas que los obtenían de tribus vecinas.

Sería bueno presentar una reclamación de cantidad por los millones de europeos, especialmente de los países mediterráneos, de los países eslavos, e incluso del Reino Unido, que fueron secuestrados, esclavizados, obligados a vivir en condiciones infrahumanas, asesinados y muertos de agotamiento en tierras del Magreb

Aquellas exacciones berberiscas han dejado recuerdos imborrables en nuestro folklore, en nuestra literatura e, incluso, en la configuración de las costas (las “torres de guaita” tan habituales en la costa catalana no eran para admirar la belleza del Mediterráneo, sino para vigilar la llegada de piratas berberiscos). Aquel valeroso soldado que recibió dos disparos de arcabuz en el pecho y en el brazo izquierdo, en la gloriosa jornada de Lepanto, Miguel de Cervantes, dejó constancia en El Quijote de sus nueve años de cautiverio en Argel.

Los grandes olvidados de la historia europea, son los millones de antepasados esclavizados en tierras islámicas. Los europeos no somos los “malvados” de esta historia. El colonialismo se explica en gran medida por las constantes molestias generadas por la piratería islámicaberberisca y otomana. Quienes la practicaban eran asimilados a yihadistas: y lo hacían con saña y con odio acumulado. La negativa a erradicar la esclavitud, hizo necesaria la intervención europea con la consiguiente disolución de los “mercados de esclavos” que todavía existía en el siglo XIX en el Magreb. No “debemos” nada: nos deben una reparación de aquellos crímenes contra los pueblos europeos.

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