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España

Solo nos queda la solución armada para restituir la paz social en Cataluña con toda contundencia

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Los Mossos d'Esquadra cargan en Barcelona contra independentistas que pretendían llegar a la sede de la Jefatura Superior de Policía
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AD.- La situación es la que sigue en Cataluña: una gobierno regional dependiente del Estado promoviendo y consintiendo la rebelión violenta contra ese mismo Estado. Una región en estado de preguerra civil y un presidente incapaz de tomar las decisiones drásticas a que le obliga su cargo porque su futuro político -que no el de la nación que preside- depende de los partidos que alimentan  la sublevación en Cataluña.

Paralizar Cataluña mediante cortes de autopistas, vías de tren y otras infraestructuras clave. Ese es el objetivo que se han propuesto los autoproclamados Comités de Defensa de la República (CDR) para protestar contra la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona, el próximo viernes 21 de diciembre. A través de las redes sociales, especialmente en grupos de Telegram como Aturada 21-D, que cuenta con más de 5.000 miembros, se están difundiendo instrucciones sobre cómo y dónde realizar acciones “de boicot y sabotaje” contra determinadas infraestructuras. Se trata de una clara exaltación de la violencia para el logro de fines políticos. Y pese a ello, el Gobierno de Pedro Sánchez no hace nada para acabar con la insurrección. Cuenta España con un presidente paralizado y a merced de los que llevan tiempo saboteando al Estado en Cataluña. España no puede estar ni un día más bajo la influencia de este miserable felón. Es hora de que instituciones como el Ejército estén a la altura de lo que la exigencia constitucional les manda cumplir. Deben saber que tienen detrás a millones de españoles cansados de todo este repugnante espectáculo.

Los separatistas han polarizado a los catalanes y propagado el odio contra cualquier persona o cosa que identifiquen con España. Han arruinado a miles de familias. Han acabado con la paciencia de muchos y con la libertad de aún muchos más. El partido nacional que no sepa estar a la altura de lo que reclaman a voces millones de españoles, lo pagará tan caro como lo acaba de pagar el PSOE en su región-talismán. Torra y su banda secesionista merecen el más severo correctivo en nombre de la dignidad del pasado, presente y futuro del pueblo español.

No caben más dilaciones. El Gobierno autonómico catalán ha perdido ya el derecho a cualquier miramiento. El separatismo catalán es un lastre para la convivencia y para la economía nacional. Por consiguiente, si Sánchez persiste en anteponer su supervivencia política al futuro de la nación, no hay otra salida que la intervención militar de Cataluña, la derogación de sus normas autonómicas y la clausura de sus instituciones regionales. Hay margen para ello en la mismísima Constitución, concretamente en su artículo 155: “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. No se nos ocurre situación más grave que la de ahora para dicha intervención.

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En Cataluña, la subversión es alentada con el dinero de todos los españoles. No contentos con las amplias y generosas prerrogativas autonómicas que han disfrutado todos estos años, los separatistas buscan ya la colisión frontal con el resto de España. Son ellos quienes fomentan el boicot a los símbolos nacionales; quienes responden con sectarismo violento a las voces que claman estérilmente por una Cataluña para todos; quienes utilizan a los Mossos contra la legalidad vigente; quienes han buscado en el proceso de gansterización que sufre la vida política y social catalanas, el mantenimiento de sus privilegios.

Es imperio señalar con el dedo acusador a los separatistas, denunciar sus turbios manejos y hacerlos fracasar en su propósito delictivo. Para ello no se nos ocurre otra salida que la derogación ‘estricto sensu’ del marco autonómico de Cataluña y la detención de todos los responsables del proceso sedicioso. No ignoramos que cualquier alternativa al desafío de los separatistas distinta a las paniaguadas pretensiones del Gobierno, contará con el crispado rechazo de la izquierda radical y su amplia y encanallada base social. El exigente deber de quienes tienen la obligación de preservar la unidad territorial de España debe sobreponerse al temor a los círculos más vocinglerantes y depravados de la sociedad. De no ser así, la democracia española estaría siendo secuestrada por el sector más infame de la población, lo que a la larga nos garantizaría un país sin resortes morales para su supervivencia.

No somos ajenos a las soluciones derivadas de la aplicación de la violencia legítima que, como última salida y si no entran en razón las partes, el Estado tiene la obligación de aplicar antes de que estalle el enfrentamiento civil. Existe un problema que habría que haber solucionado con la buena voluntad de las partes, pero que, al no existir ésta, solo deja margen a la solución armada para restituir la paz social con toda la contundencia que permite la ley. Paralelamente, ya es hora de que los partidos nacionales de la oposición promuevan la acción movilizadora contra el canalla que ha permitido el secuestro de toda una nación por un puñado de apoyos en el Parlamento.

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España

Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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