Connect with us

Internacional

La razón por la que Biden ya está fracasando como Presidente

Avatar

Published

on

El presidente Joe Biden firma una orden ejecutiva, junto a la vicepresidenta Kamala Harris, durante un evento sobre la crisis económica, en el Comedor Estatal de la Casa Blanca, el 22 de enero de 2021. (Alex Wong/Getty Images) Fuente: The Epoch Times en español
¡Comparte esta publicación!

(Thomas Del Beccaro) ((Thomas Del Beccaro es un aclamado autor, orador, escritor de opinión de Fox News, Fox Business y The Epoch Times, y expresidente del Partido Republicano de California. Es autor de “La era dividida” y “El nuevo paradigma conservador”. ))Los presidentes tienen dos trabajos. El primero, y más visible, es ser el jefe del poder ejecutivo, y el segundo es ser el jefe de su partido político. Los presidentes exitosos suelen tener un control funcional sobre su partido político. Joe Biden, sin embargo, apenas ha asumido el cargo y su presidencia ya está en peligro, debido a miembros de su propio partido.

La mayoría de las personas, cuando observan cómo funciona la presidencia de EE.UU., se enfocan en los aspectos más visibles de ese trabajo. Los presidentes tienen perfiles muy altos, viven en la Casa Blanca, celebran conferencias de prensa, se reúnen con funcionarios extranjeros y firman leyes, entre muchas, muchas otras funciones. Son tantas obligaciones que, de hecho, muchos creen que es el trabajo de un hombre relativamente joven.

En la historia reciente, EE.UU. ha tenido presidentes enérgicos. Desde Bill Clinton hasta George W. Bush y Barack Obama, la Casa Blanca ha estado ocupada por hombres jóvenes. No obstante, aunque es cierto que Donald Trump tiene más de 70 años, no hay duda de que tenía más energía que la mayoría.

Muchos se han preguntado si Biden, debido a su edad y condición, estará a la altura de ese trabajo. Lo poco que hizo en su campaña y las pocas veces que habló, y lo poco que ahora le habla a la prensa, ha alimentado esas dudas. Mientras tanto, sus meteduras de pata dan lugar a diferentes preocupaciones.

Con todo lo anterior, muchos suponen que habrá alguien o quizás varios detrás del trono de Biden. Las posibilidades incluyen a la esposa de Biden, Jill; Susan Rice, directora del Consejo de Política Interior de la Casa Blanca; Ron Klain, quien es el jefe de personal de Biden; o incluso John Podesta, quien ha sido un agente de poder demócrata durante años. Otros creen que será la vicepresidenta Kamala Harris, de la cual algunos creen que se desenvolverá como la más alta consejera de Biden después de las reuniones y que se convertirá en presidente dentro de cuatro años.

Advertisement

Dejando a un lado la especulación, el período entre la elección y la toma de posesión de un presidente se conoce como interregno. Normalmente, durante ese período, hay un proceso de transición y también, lo que es más importante, un proceso mediante el cual la parte entrante se reúne, se pone de acuerdo y planifica los primeros 100 días. Los presidentes recién elegidos suelen tener la mayor voz en ese proceso.

Según todos los indicios, Biden ya está demostrando que no está a la altura del segundo aspecto de su trabajo: dirigir su partido político. En parte es culpa suya y en parte se debe a la naturaleza de lo que yo llamo La Era Dividida, el período que va desde mediados de los años 90 hasta la actualidad y en el que se observan divisiones cada vez mayores.

Lo que está en juego en la política estadounidense crece con cada aumento en el gasto público. El gobierno federal gastó casi USD 2 billones más en 2020 que en 2019, incluso gastó más si se consideran las políticas de la Reserva Federal. Como estadounidenses, competimos intensamente para obtener esos dólares, competimos intensamente para repartir esos dólares (en forma de elecciones) y casi con la misma intensidad competimos para no pagar impuestos por esos dólares. Esa competencia es, por su naturaleza, divisoria.

Cuanto más dinero se gaste, mayor será nuestra división.

No satisfechos con el gasto récord, muchos demócratas en el Congreso, incluida la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, tienen enormes planes de gasto. El ala más liberal del partido quiere políticas y programas totalmente socialistas. La representante Alexandria Ocasio-Cortez y el senador Bernie Sanders quieren avanzar a toda velocidad en esos planes socialistas, pero es probable que Biden quiera un ritmo más lento. Con Sanders a cargo del Comité de Presupuesto del Senado, es difícil saber quién ganará esa batalla.

Advertisement

Aunque lo más inmediato, sin embargo, es el tema del impeachment. Nunca en nuestra historia el partido de un presidente entrante había impulsado una medida tan divisoria.

Para aquellos que votaron por Trump, el comienzo de la presidencia de Biden, si finalmente incluye un impeachment en el Senado, no podría comenzar de manera más divisiva. Biden los perderá para siempre. Para los independientes, que quieren que Washington solucione realmente los problemas existentes, se verá como una desviación partidista -y posiblemente bastante fea- de los asuntos importantes que se deben tratar.

Muchos demócratas en el Congreso consideran que el impeachment es esencial, ya sea porque temen el regreso de Trump o porque lo odian demasiado.

En total, el impeachment significa más división y el probable descarrilamiento de cualquier luna de miel presidencial que quiera tener Biden. Señalará que la unidad no estará en la agenda, algo que querían muchos de sus votantes.

Biden quiere un período de luna de miel, pero sabe que no puede detener el impeachment.

Advertisement

En otras palabras, el Partido Demócrata no se unió después del día de las elecciones en una sola agenda. Eso también significa que Biden simplemente no tiene el control de su propio partido, y eso significa que ya está fracasando como presidente.

Advertisement
Click para comentar

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

España

Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

Advertisement

Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

Advertisement

Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

Continuar leyendo