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Impresentable e intolerable comportamiento en la rueda de prensa televisiva del Dr. Simón: Cerdada nauseabunda.

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Decir que los que gestionan la crisis del coronavirus parecen personajes de tebeo no es nada hiperbólico. Tenemos a Salvador Illa, ministro de Sanidad y filósofo de profesión, del que dudamos que tenga clara clara la diferencia entre un cólico nefrítico y un cólico frenético. Setenta días después de relevar en el cargo a una licenciada en Medicina, el ministro ha evidenciado una deficiente capacidad para gestionar la pandemia. Un escenario para el que, posiblemente, ningún ministro está preparado.

Que Illa carece de la cualificación mínima necesaria para asumir la gestión de la salud pública que le encomendó Pedro Sánchez, salta hoy a la vista. Superado por las circunstancias, el ministro ha hecho gala en estas semanas de una notable improvisación a la hora de combatir la epidemia. No podemos pedir peras al olmo. Ni poner a un filósofo al frente de la mayor crisis sanitaria de la historia reciente del país. Eso solo se le ocurriría a un tonto como Sánchez.

De quien sí cabía esperar más era del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, también conocido por el sobrenombre de “profesor Bacterio”.

El día 13 de febrero insistió en que en España «no hay coronavirus», y por ende «no existe riesgo de infectarse», y señaló que la ansiedad social que se está generando está «un poco fuera de lo razonable».

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Más de quince días después de estas declaraciones, Simón seguía mostrándose optimista al respecto. Según se percibía entonces, «casi todos (los casos) están asociados a grupos bien identificados que se han producido a partir de casos conocidos, con lo cual no han aumentado sino que incluso se han reducido algunas de las zonas con las que teníamos dudas sobre el origen y una posible transmisión comunitaria asociada a esos posibles casos». Y enfatizó: «No hay una avalancha de casos».

En esa misma comparecencia, y a preguntas de los periodistas sobre la manifestación del 8-M que iba a celebrarse un día después en Madrid, dijo que él no iba a decirle a nadie lo que tenía que hacer pero que si su hijo se lo preguntaba, le diría «que haga lo que quiera». También apuntó que la manifestación «es una convocatoria para nacionales en la que en principio participan nacionales pero no quiere decir que no haya extranjeros ni tampoco algunos de alguna zona de riesgo pero no es una afluencia masiva de personas de zonas de riesgo».

A Simón se le reprocha su alineamiento con los políticos en detrimento de la salud pública.

Este viernes justificó que el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, haya roto hasta en dos ocasiones la cuarentena al considerar que “los documentos que están elaborados prevén ciertas excepciones que son razonables”.

Mientras al resto de la población se les sanciona con multas de entre 600 y 1.000 euros por saltarse el confinamiento, al líder de Podemos se le permitió visitar el Palacio de la Moncloa para ahondar en el primer paquete de medidas sociales que ya había anunciado previamente el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

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El técnico del Ministerio de Salud aseguró que el incumplimiento del vicepresidente segundo de su confinamiento es “razonable”

Aunque Iglesias ha dado negativo en el test del virus, no ha pasado el tiempo suficiente de incubación para confirmar que no es portador del patógeno. Cuando realizó su última comparecencia lo hizo acompañado del ministro de Sanidad, Salvador Illa.

De Simón nos inquieta no solo sus errores profesionales, también su desapego a la estética. La autoridad sanitaria más visible, en una comparecencia de prensa, fue captado mientras se sacaba la cera del oído. Luego, sin apenas disimulo, se deshacía de ella con las uñas. Una imagen muy poco reconfortante. O  a la altura de la del Gobierno en esta crisis sanitaria, que ya ha costado la vida a centenares de personas en España.

No es extraño que muchos médicos hayan reclamado la dimisión de Simón y también la del comité de emergencia español que diseña la estrategia contra la pandemia. Guarradas a un lado, la negligencia del “profesor Bacterio” consistió en no saber ver el riesgo de casos importados o de la infección autóctona.

El “profesor Bacterio” no escuchó a los expertos que le aconsejaban la cancelación de las manifestaciones del 8M. Claro que siempre podrá alegar oclusión por cerumen en el conducto auditivo.

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España

Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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