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El Rey y el Ejército deben defender el orden en Cataluña ante la vergonzosa inacción de un Gobierno en funciones

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Mientras Cataluña arde incendiada por los terroristas callejeros del movimiento independentista, el Gobierno socialista en funciones se ha limitado a hacer público un comunicado genérico y vacuo en el que afirma “garantizar la seguridad ante la violencia que se está produciendo en las calles de varias ciudades catalanas”.

El Ejecutivo de Pedro Sánchez, que no hay que olvidar que existe gracias al apoyo prestado en su momento por los golpistas catalanes, los filoterroristas vascos y demás ralea de extrema-izquierda, repite, además, en su declaración, un mensaje tan nítido como improductivo: actuará con “firmeza y proporcionalidad” y “unidad” con el resto de las formaciones políticas.

Pero al mismo tiempo que el Presidente en funciones continúa sin enfrentarse con un mínimo de rigor a uno de los mayores desafíos sufridos por la democracia española en las últimas décadas, la actual situación de las calles catalanas presenta una realidad intolerable e indecente en la que las principales instituciones españolas, desde la Monarquía a la Justicia, pasando por el Parlamento y las Fuerzas Armadas, aparecen ante los ciudadanos como instrumentos inútiles que no pueden salvaguardar lo que nos es más querido y más valioso: la libertad, la convivencia civilizada, el respeto a las leyes, la igualdad entre los ciudadanos y la seguridad para nuestros hijos.

Ante esta bochornosa inacción de la que el Gobierno de Pedro Sánchez hace gala para proteger los derechos constitucionales de gran parte de la ciudadanía catalana, la Monarquía de Felipe VI y el Ejército español han de saber que los ciudadanos demócratas españoles les estamos mirando fijamente, con tanta atención como desconfianza. Y que esperamos encarecidamente que, a través de los mecanismos que la Constitución pone a su disposición, defiendan nuestros derechos como hombres y mujeres libres que somos, que esperamos que protejan el futuro de nuestros descendientes y que esperamos que resguarden con fuerza nuestro sistema de convivencia de esa contumaz patulea independentista, incendiaria y radical que, malversando los recursos públicos, trata de imponer a todos los españoles sus ensoñaciones más delirantes y fanáticas.

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En estos momentos de nuestra historia, los ciudadanos simplemente decentes, quienes pagamos religiosamente nuestros impuestos, quienes tratamos de facilitar la convivencia colectiva, quienes intentamos transmitir ideales de tolerancia a nuestros descendientes y quienes todavía confíamos y creemos en los valores que se derivan de palabras como Constitución, democracia, patria, tradición, familia, libertad, estirpe o historia, nos encontramos excepcionalmente indignados por la negativa de nuestras instituciones, mayoritariamente en manos de la extrema izquierda y de los independentistas periféricos, a defender nuestros derechos más elementales: sobre todo, a la seguridad física, a la protección normativa, al disfrute de nuestras libertades, a la garantía de entendernos en español con nuestros vecinos y a la esperanza de un futuro para nuestros hijos.

Cada vez más hombres y mujeres de este país tienen menos certeza, menos seguridad y menos confianza en un Estado español en descomposición por la inacción de muchos y la traición de bastantes.

Y, ante este estado de cosas, los principales responsables institucionales de la nación han de preguntarse y reflexionar urgentemente sobre lo que puede ocurrir si, al final, y como ya está comenzando a ocurrir en Cataluña, son los propios ciudadanos quienes se vean obligados a ejercer su legítimo derecho a la defensa para proteger lo que les es más querido: su libertad y la de sus hijos.

La Tribuna del País Vasco/Alerta Digital

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Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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