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Sociedad

La fascinación de las feministas hacia el islam, ¿esquizofrenia o impostura?

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T.Y.- Ante la implantación del islam en Europa con su cortejo de discriminaciones y abusos contra la mujer, resulta singularmente llamativo el silencio sospechoso que mantiene la mayoría de nuestras feministas, de ordinario bastante activas en lo tocante a la salvaguarda de sus derechos adquiridos o la exigencia de otros nuevos, ante esta preocupante situación.

El movimiento feminista occidental, que se declara inequívocamente progresista, ¿no ve en la condición de la mujer bajo el imperio del Corán motivo alguno de protesta y movilización? ¿O le parece aceptable ese estado de cosas? ¿Cuáles son las razones de esta indiferencia?Son tan pocas las voces que se hacen oír desde ese lado, tradicionalmente ruidoso por otra parte, que hemos de pensar que a estas histéricas y vociferantes feministas (ahora afónicas), otrora combativas, reivindicativas y vigilantes ante la defensa de sus intereses, les trae sin cuidado el peligro que significa el islam para las conquistas sociales y políticas conseguidas por y para la mujer en Occidente. O tal vez el miedo las paraliza a la hora de enfrentarse al enemigo número uno de la igualdad de los sexos, al campeón de la discriminación y el sometimiento de la mujer que es el islam.

Sean cuales sean los motivos de la generalizada mansedumbre de las feministas ante la amenaza islámica, la verdad es que esta dimisión en la defensa de sus privilegios (que no son patrimonio de la humanidad, sino únicamente de Occidente) se parece mucho a un suicidio, a una muerte consentida, cuanto menos a una rendición o peor aún, a una traición, y pone al descubierto la falsedad e hipocresía del feminismo y sus seguidoras.¿Cuantas campañas han tenido lugar en los últimos tiempos o están en curso en España/Europa contra la sumisión de la mujer en el islam, contra la imposición del hiyab o del burka, contra los “crímenes de honor”, la pedofilia legalizada, las mutilaciones genitales, etc…? En cambio se llevan a cabo grandes y costosas campañas contra el tabaco en los lugares públicos o el alcohol al volante, contra el consumo de “pezqueñines” o las corridas de toros, simulando con estas preocupaciones no tener asuntos más graves que tratar. Contra la violación de los derechos humanos de las mujeres bajo el islam (y no sólo de ellas), ni un gesto y ni una palabra. El silencio es absoluto, o casi.

Hay que reconocer que no solamente se trata de la deserción de las feministas en un terreno que es el propio de su lucha declamada. Es la sociedad entera, hombres, mujeres, feministas o no, que mira para otro lado y finge no enterarse de lo que pasa.En esa gran cobardía colectiva no cabe actuación verdadera contra los desafíos reales. Los grandes problemas son el calentamiento global, la obesidad mórbida, la masa corporal de las modelos, la plaga del mejillón-cebra… No negamos que estos asuntos y otros muchos constituyan otros tantos problemas que requieren atención, lo que decimos es que estas cuestiones menores son utilizadas como cortinas de humo para desviar la atención de aquello que realmente cuenta. Cuando el barco se hunde, lo que menos importa es un baño atascado o las cortinas sucias de un camarote.Pero hay todavía peor que ese silencio culpable. Hay, de parte de muchas mujeres que se reclaman del feminismo, no ya una equivocada benevolencia, sino una auténtica fascinación hacia el islam. Así de simple, así de tonto. Al punto que muchas de las nuevas conversas a la fe de Mahoma, provienen de sectores ideológicos feministas o afines a esa tendencia. Su testimonio es único: han encontrado en el islam el verdadero respeto a la mujer, la auténtica igualdad que siempre anhelaron y por la cual han luchado, al parecer inútilmente, en el seno de la cultura occidental. En el islam se sienten por fin realizadas, tapadas de la cabeza a los píes y sometidas a la autoridad absoluta de un hombre y en un estado legal de minoría de edad a perpetuidad.

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La impostura feminista no podía quedar más al descubierto que lo que está actualmente, con el silencio cómplice ante la arbitrariedad y la injusticia de la que son víctimas las mujeres en el islam (y la creciente tolerancia que encuentra incluso en el interior de nuestra sociedad la discriminación coránica contra el sexo femenino) por una parte, y por la otra, el entusiasmo con que abrazan no pocas feministas su sumisión y subordinación a una autoridad superior masculina inobjetable que les era insufrible (e inexistente, por cierto) dentro de la sociedad europea tradicional.

Esa actitud, que pone en evidencia la degradación moral y espiritual reinantes en nuestra decadente sociedad, es tanto más aberrante y miserable cuanto que se trata de una elección libremente adoptada en un medio donde no existe la presión ambiente insoslayable de una sociedad islámica. En los países musulmanes, la mujer no tienen elección, debe someterse porque de no hacerlo, su seguridad, su integridad y su misma vida corren peligro y porque además toda su cultura y su educación la han preparado para eso.

En Europa, pudiendo elegir libremente, sin coacciones ni el peligro de represalias, entre la libertad y la igualdad o la sumisión y la inferioridad, algunas mujeres optan contra toda lógica y razón por lo último y dando la espalda a su cultura y los valores de su civilización. Al abrazar el islam, las feministas (y otras que no lo son para nada) se suben a un caballo que no es el suyo y que además es una “mala bestia” que les hará una mala jugada. “¡Queremos cadenas, que nos pongan el yugo!”: este parece ser el lema actual, el grito de combate de las nuevas feministas del tercer milenio. Pueden estar seguras que esas cadenas las tendrán y muy pesadas, que ese yugo se lo pondrán y será doloroso. Sarna con gusto no pica, dice el refrán. Que disfruten entonces con las ronchas que les van a salir desde el alfa hasta el omega.

Debemos señalar que no son únicamente muchas feministas las que se entregan a una ideología enemiga, no sólo de Occidente sino de la propia condición femenina, y sucumben a la fascinación que el islam ejerce en esas mentes débiles y desnortadas. Mujeres no feministas y hombres también caen por esa pendiente. Si resaltamos el caso de las feministas es por el absurdo y la contradicción mayúsculas que supone convertirse al islam con semejantes antecedentes y ante tales perspectivas.

A esas mujeres que deciden entregarse a una cosmovisión enemiga del género humano y más particularmente del sexo femenino, y a aquellos hombres que les ríen la gracia a estas estúpidas, les convendría saber, como botón de muestra de la consideración islámica hacia la mujer, que el Corán equipara la mujer a los excrementos.

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De una larga entrevista a la escritora bengalí Talima Nasrin, perseguida por sus críticas al islam, extraigo el siguiente párrafo: “Los musulmanes que desearían ver a las mujeres liberadas están en contradicción con sus doctrinas. Alá no hubiera aceptado a las mujeres liberadas. El Corán lo dice claramente, son las propias palabras de Alá que lo proclaman. El islam considera a la mujer únicamente como un objeto sexual, un objeto sucio, como si fuera mierda. El Corán lo dice textualmente: “¡Oh creyente! si estás enfermo o de viaje, si has estado en contacto con tus excrementos o si has tocado a una mujer y no hubiese agua a tu alcance, utiliza arena antes de rezar” (4:43).Felicidades, pues, a todas las mujeres que pudiendo elegir la dignidad y la libertad eligen en cambio la inferioridad, eligen la esclavitud, eligen ser… mierda. Porque ellas lo valen.

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España

Así nos ven desde fuera: el sucio traidor de Feijóo y sus adláteres son reconocidos por lo que son

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Escándalo en España: El PP se unió al socialismo y votó a favor de darle la ciudadanía a 500.000 inmigrantes ilegales de África

El PP, el PSOE y todos los partidos de izquierda se unieron para votar a favor de la regularización de medio millón de inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en la última década.

El Partido Popular (PP), una suerte de Juntos por el Cambio en España, ha vuelto a traicionar a su base de votantes y decidió unirse con la extrema izquierda para regularizar y otorgarle la ciudadanía a más de 500.000 inmigrantes ilegales que arribaron al país desde África o Medio Oriente.

Si bien la ley todavía no ha sido aprobada, más bien solo se ha aprobado el tratamiento del mismo en el Parlamento, el PP sienta un peligroso precedente y ha anticipada que busca volver a votar de la misma manera en el recinto una vez que se modifiquen algunos aspectos del proyecto de ley.

De hecho, todos los partidos en el Parlamento han votado a favor del tratamiento y aprobarán pronto la ley, con la única excepción de los legisladores de VOX, que se opuso de cuajo contra la ley que le agregaría más de 500.000 votos en todo el país a la izquierda.

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Según la diputada del PP, Sofía Acedo, fue Cáritas, la organización benéfica de la Iglesia Católica, que hizo lobby para que dicha legislación sea aprobada, a pesar de que dentro de ese medio millón de personas hay prácticamente una totalidad de árabes musulmanes.

Por su parte, la socialista Elisa Garrido ha trasladado que el PSOE votará a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por el “respeto” que merece darle participación directa en la política a quienes viven en España, y que creen que es necesario “seguir avanzando en mecanismos que garanticen procesos seguros de inmigración”.

Por su parte, la diputada de VOX Rocío De Meer ha indicado de nuevo que la formación liderada por Santiago Abascal rechaza la medidaQueremos que España siga siendo España, no Marruecos, ni Argelia, ni Nigeria, ni Senegal. Y esto no es odio ni es xenofobia, ni racismo, es puro sentido común“.

En España se han llevado a cabo seis regularizaciones extraordinarias de inmigrantes en toda su historia. Entre 1991 y 1992 se puso en marcha, con el Gobierno socialista, una regularización extraordinaria que benefició a 108.321.

En 1996, con el PP mediante otro proceso de regularización extraordinaria, obtuvieron papeles 21.294 inmigrantes de los 25.128 que lo solicitaron. En el año 2000 solicitaron la regularización 244.327 extranjeros y consiguieron la documentación 163.352. En el año 2001 fue denominado “regularización por arraigo” y se otorgó papeles a 239.174 inmigrantes más.

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Como si esto no fuera poco, en el 2005, durante el gobierno del comunista José Luis Rodríguez Zapatero, hace casi 20 años, se le otorgó ciudadanía a medio millón de inmigrantes, la misma cantidad que pretende dar ahora Pedro Sánchez, peleando codo a codo por el récord histórico de pérdida de identidad.

Fuente: Derecha Diario.

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