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Ecosocialismo: Greta Thunberg, la flautista de Hamelin para conducir a una generación de jóvenes al antroposuicidio

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Durante la manifestación realizada frente a la sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) en Glasgow (Escocia, Reino Unido), ya era evidente el fracaso de la cumbre para los intereses del ecosocialismo que se esconde bajo el Green New Deal.

Solo quedaba la calle para seguir alimentando el monstruo fabricado por las más siniestras oligarquías globalistas de nuestra época. Y montaron un decorado de niños y jóvenes para que la “gran activista”, la “superinteligentísima” Greta Thunberg volviera a insultar y amenazar a todo bicho viviente (los humanos también somos parte de la biodiversidad) con las siete plagas del cambio climático “provocado” única y exclusivamente por el hombre y sus desarrollos industriales.

Y como los resultados (que eran los esperados) de la COP26 no eran del gusto de los “nuevos capitanes de las finanzas verdes”, es decir, de buena parte de las actuales oligarquías, llegó la niña pija sueca a sermonear según el guión que le marcan los que la manipulan. Los poderosos globalistas componen la música y ella toca la flauta. Así, declaró que la cumbre devino en un “evento de relaciones públicas” y criticó a los líderes mundiales por convertir las discusiones en un “festival verde”:

“No es un secreto que la COP26 es un fracaso. Debería ser obvio que no podemos resolver la crisis con los mismos métodos que nos llevaron a esta situación”.

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Asimismo, Thunberg acusó a los organizadores del encuentro de permitir que se convierta en un “festival de blanqueamiento verde”. “La COP26 ha sido calificada como la más incluyente de la historia, pero ya no es una conferencia climática, […] es un festival global de lavado verde, […] una celebración de dos semanas de negocios como siempre y bla, bla, bla“, sostuvo Thunberg.

Sería interesante saber a qué otros métodos quiere apelar esta señorita ricachona, que está todo el día viajando e insultando entre “bla, bla, bla”, y “bla, bla, bla”, si es que ya no sirven los “métodos que nos llevaron a esta situación”. No tenemos noticias.

Ella va de activista outsider y antisistema, pero puede acceder a la COP26 y reunirse con el secretario general de la ONU António Guterres, algo que no suele ser lo habitual para cualquier antisistema de verdad. Eso sí, luego sale y con esa cara de chalada espeta a los líderes de la cumbre:

Os podéis meter vuestra crisis climática por el culo“. Y repetir las ya gastadas consignas de las procesiones (o carnavaladas) sobre el cambio climático: “Nuestro planeta, nuestro futuro” o “El cambio climático es una guerra de los ricos contra los pobres“.

Y uno no sabe si reírse o indignarse… Esta señorita debería saber que es el ecosocialismo el que realmente encarna la guerra de los ricos contra los pobres, levantando un muro inexpugnable entre los países ricos que pueden desarrollar sus inversiones “verdes” y los pobres que quedarán sumidos en una mayor pobreza al no disponer de esas inversiones o resignados a someterse a los designios de los poderosos endeudándose para importar su tecnología y poder producir “verde”. No es solo hipocresía, es una auténtica estafa intelectual para ocultar una gigantesca maniobra financiera de las oligarquías.

Algo no va bien en la “empresa climática” cuando la verborrea de Greta se llena de un vocabulario chabacano, soez, insultante, cutre; muchos “cojones”, “culo” y poca inteligencia (o pocas luces, que en este caso es lo mismo).

Su activismo “antisistema” se nota en todo lo que hace. Se ha independizado, algo que muy pocos jóvenes de su edad pueden hacer (claro está, que no pertenecen a su clase social), dice que ha vuelto al instituto (será en sus ratos libres), ha sido portada en Vogue, y las actividades familiares van viento en popa, con su millonaria madre, Malena Ernman, y su hermana, Beata, protagonizando un musical sobre Edith Piaf en un teatro de Estocolmo.

 

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Ahora vive sola en un apartamento “prestado” en el centro de la capital sueca, acompañada de sus dos perros. Desde allí dirige el activismo de la organización Fridays for Future.

Greta, como todos los de su clase social, no oculta su lado glamuroso con la portada que le dedicó en agosto pasado la revista Vogue, llena de estampas pastorales y caballo islandés incluido. Eso sí, vomitaba los habituales dardos a los políticos y un ataque demoledor contra la industria de la moda: “Contribuye en gran medida a la crisis climática, por no mencionar su impacto en los innumerables trabajadores y comunidades explotados en todo el mundo para que algunos disfruten de una moda rápida y desechable. Nos quieren hacer creer que las marcas de moda empiezan a asumir su responsabilidad, gastando cantidades enormes en campañas en las que se presentan como sostenibles, éticas y verdes. Seamos claros: esto casi nunca es más que puro greenwashing. No se puede producir moda en masa ni consumir de forma sostenible tal y como está configurado el mundo hoy en día. Por eso necesitamos un cambio de sistema“. Impresionante. Y dicho desde la principal revista del mundo de la millonaria industria de la moda … Ratones, escuchen la flauta de Greta.

Greta dijo a Vogue que hace tres años que no compra ropa, ni nueva, ni de segunda mano: “Sólo llevo cosas que me presta gente que conozco”. Vamos, como el apartamento en el centro de Estocolmo. Eso sí, en las fotos lucía un par de prendas de lana que provocaron la indignación de los animalistas en las redes sociales.

Seamos sinceros y digamos lo que pensamos: Greta eres una estafa. Dedícate a estudiar y deja de hacer el ridículo, aunque la vida te vaya bien así, hazlo por dignidad. O por estética.

Eres una vocera de la posmodernidad, un subproducto ideológico de ese mundo de banalización de contenidos y dictadura de la imagen que sufre nuestra sociedad. Eres una “lideresa” del advenimiento del nuevo capitalismo que se implanta a través de operaciones de naturaleza emocional o estética para satisfacer el hedonismo de generaciones adoctrinadas en un estéril postureo “antisistema” para darle a ese mismo Sistema una nueva vida.

En Escocia, dentro y fuera, os habéis reunido los timadores del clima, que de nuevo nos amenazáis con el apocalipsis si no os hacemos caso y aceptamos el gran reinicio verde concebido por los sospechosos habituales, eso sí, pagándolo entre todos.

La imagen que nos vende la “flautista verde de Hamelin” es que estamos ante una emergencia climática y debemos poner todos nuestros recursos para salvar al planeta. Y así vemos como en la publicidad de cualquier producto comercial de la sociedad capitalista de consumo, de los bancos, de los grupos financieros, de las multinacionales, de los grandes consorcios de la comunicación, de las empresas de energía y de los gobiernos, todo tiene que ser sostenible, igualitario, inclusivo, resiliente, de género y verde, muy verde.

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Y que además debemos empezar a vivir de otra manera. Cambiar el coche por la bicicleta… o mejor, por el coche eléctrico, viajar en tren en vez de en avión, intercambiar ropa usada… para lo que se montará una industria floreciente, comer carne sintética y alimentos genéticamente modificados… elaborados por las grandes multinacionales de la alimentación, y así todo. Lo que sea para poder llegar a las cero emisiones de carbono.

Todo ello mientras los magnates del Foro de Davos, los Soros, los Gates, los Bezos, los Zuckerberg, los Rothschild, los Larry Find, los Rockefeller o los Carlos de Gales se trasladan de sarao en sarao en sus aviones particulares y aumentan sus cuentas de resultados como nunca lo había hecho el gran capital a lo largo de su historia.

Verás Greta y todos lo que te siguen ovejunamente. Si estudiaras matemáticas te darías cuenta de la estafa. Nos dicen (tu incluida) que debido al cambio climático “causado por los humanos”, al finalizar el siglo XXI las pérdidas económicas ascenderán a 190.000 millones de euros al año. Es decir, unos 15,2 billones de euros. Para evitarlo, los calentólogos de la COP26 estiman que habrá que gastar unos 150 billones de euros en la transformación “verde”… ¡Casi 10 veces más! ¿Te das cuenta de la estafa?

 

Para lógralo, los sospechosos habituales han creado la Alianza Financiera de Glasgow para las emisiones netas cero (GFANZ, en inglés) para la que Mark Carney, ex gobernador de los bancos de Canadá e Inglaterra acaba de pedir 100 billones de dólares hasta el 2050. “Esta es la cantidad mínima de financiación externa necesaria para el impulso de la energía sostenible durante las próximas tres décadas si se quiere que sea eficaz”.

 

¿Quiénes van a gestionar tal morterada de millones?  y ¿quiénes va a pagar la cuenta? Los gestores van a ser los que ya todos sabemos. Y los “paganos” seremos los demás, los que tenemos que trabajar para pagarnos un apartamento en los suburbios de Estocolmo o un jersey de lana sintética en una tienda de chinos. Según los cálculos, la agenda climática nos va a costar a los occidentales una media de 9.000 euros per cápita y año de aquí al 2050.

Por todo esto y más, Greta, tú y los tuyos sois una estafa, y nos queréis llevar a los demás al abismo del antroposuicidio, como aquél flautista de Hamelin de la leyenda recogida por los hermanos Grimm, que tocando con la flauta su extraña música, arrastró a todos los niños de la aldea y nunca más aparecieron. Según algunas versiones de la leyenda, quedaron atrás un niño cojo que no pudo seguirle, uno sordo, que no escuchaba la música, y otro ciego, que no podía ver hacia donde los llevaban.

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De la música que te han compuesto, Greta, solo nos salvaremos los cojos, los sordos y los ciegos. Y el que quiera entender, que entienda.

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Opinión

“La banda De Los Tres” encabezará los resultados de las elecciones en el Emirato Islámico de Cataluña. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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El resultado de las elecciones catalanas, ni va a ser una sorpresa, ni va a resolver nada. Ninguna encuesta duda de que, por este orden PSC, ERC y Junts, quedarán en cabeza y todo el misterio se centra en el número de votos que obtendrá la derecha liberal del PP, la derecha nacional de Vox y los independentistas antiinmigracionistas de Aliança Catalana. Lo que le apetecería al PSC es obtener una -dificil- mayoría absoluta y poder evitar el amargo trance de pactar con ERC (lo que le pide al cuerpo el alma del PSC) o pactar con Junts (lo que le va a exigir Sánchez). Pero, si alguien cree que, con Illa en el sillón del Poncio de turno, se va a resolver algo, se equivoca.

El diálogo de sordos proseguirá, atenuado eso sí por el rumor de los euros pasando de las arcas públicas a los partidos de gobierno. Pero, en medio de ese rumor y, especialmente para contentar su clientela, ERC pedirá el referéndum y la recaudación total de impuestos por parte de la gencat y Junts, odiando a ERC, pedirá lo mismo, además de enfatizar ligeramente más la amnistía. A lo que el PSC responderá con su opción “federalista”. Sabiendo todos que, en caso de referéndum el No a la independencia se impondrá y que el federalismo es una coña inviable mientras el PP no se sume al carro. Y eso será todo. Cuatro años más a practicar el antiguo arte de medrar a costa de la política.

Obviamente, los tres partidos que aspiran a disfrutar para ellos los beneficios del poder -y que, en realidad, son los que vienen monopolizándolos desde hace más de 40 años- prefieren asumir esos temas “fundamentalistas” (“amnistía”, “referéndum”, “libertades”, “autonomía”), antes que reconocer que las cosas, en Cataluña, van de mal en peor.

Cataluña ya no es motor de casi nada, salvo, ex aequo con Andalucía, capital del paro en España, especialmente del paro juvenil. De las diez mayores empresas que tenían su domicilio fiscal en Barcelona hace diez años, solo quedan dos. Como Sánchez no habilite un ukase para multar a las empresas que se fueron y que se niegan a volver, Cataluña puede convertirse en un erial industrial a la vuelta de diez años.

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Lo más gracioso de esta campaña electoral es que ninguno de los grandes partidos ha hablado de dos elementos urgentes para revitalizar la sociedad catalana: el descenso de impuestos y la contención del gasto público de la gencat. Y tiene gracia porque, ERC ha proclamado de forma teatral que quiere “el concierto”, esto es, la recaudación del 100% de tributos por parte de la gencat, nunca de la reducción de las cargas fiscales (que, en Cataluña, incluso, son mayores que en otras regiones de España). Que al ciudadano lo van a atracar fiscalmente es algo que se evita reconocer y que nadie discute. La propuesta de ERC implica que el ciudadano será atracado por una institución catalana, pero no por una estatal. Y habrá quien les vote a pesar de la desfachatez.

¿Illa en el gobierno? Ya vimos lo que dio de sí al frente del ministerio de sanidad durante la pandemia. Y veremos si su gestión no acaba en los tribunales por la frivolidad en contratar solo mascarillas de la “trama Koldo” que ni siquiera servían para cumplir su función. Sin olvidar las medidas absurdas que impulsó durante aquellos meses (ir a la playa con mascarilla, promover la vacunación ignorándolo todo sobre los efectos) y poner cara de monolito tristón en el Senado cuando se le preguntó por el asunto de las mascarillas. Para colmo, ni siquiera se había vacunado… y lo dice ahora, resaltando que “nadie obligó” a vacunarse. Mentira: porque si se obligó, a mí por ejemplo, para salir de España; a mis hijos obligados por las empresas en las que trabajan. Pero ¿qué más da otra mentirijilla para un pueblo lo suficientemente desmemoriado como para no recordar lo que ocurrió anteayer?

Illa gobernará con quien prometa más estabilidad a Sánchez. El ex ministro de sanidad carece de carácter y personalidad política para decir “no” a Sánchez, o a Aragonés, o a Puigdemont… Si llega a la presidencia de la gencat será a Sánchez a quien consultará cualquier decisión. Incluso, en un gobierno de coalición hará lo que sus socios -indepes- quieran que haga. Ya lo vimos con Maragall -enfermo, eso sí- que terminó compitiendo con sus socios de ERC en quien ponía más alto el techo del “nou estatut”…

Quien si se la juega es Puigdemont. No puede descartarse un golpe de última hora que acapare las primeras páginas de la actualidad (un regreso en próximo jueves o viernes, o incluso en la “jornada de reflexión”). Para Puigdemont -un don nadie hijo y nieto de pasteleros al que el negocio familiar sería su único medio de vida de no haberse dedicado a vivir de la política, a la vista de su “historial académico”- quedar el primer es la única opción: ¿lo veis como “conseller” en un gobierno presidido por Illa? ¿lo veis como “cap de la oposición”? ¿y si falla todo el montaje de la amnistía? Pasar un día en Can Brians le produce tanto insomnio como quedar el tercero. Ya vimos lo que era capaz de hacer cuando fue “el molt honorable presidente”. Lo voy a recordar: conseguir que el nombre de Cataluña cayera en el ridículo mundial después de estar años creando “comisiones de desenganche”, pagando a eminencias grises -o presuntas tales- para que elaboraran un “proyecto de constitución catalana”, todo ello antes de conocer siquiera si se celebraría el referéndum, con el añadido, de proclamar la “república catalana” pero… dejarla en suspenso 15 segundos después. Ese es Puigdemont.

Ahora bien, la candidatura de Junts puede verse afectada por la concurrencia de Alliança Catalana: repite todo lo que dice Junts, pero… añade lo que Junts oculta: que la inmigración en Cataluña está descontrolada, la delincuencia se ha disparado en el último año -especialmente los delitos “graves” que no pueden ocultarse- y que cada vez hay más violencia en calles y barrios. Justo en la diana.

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Desde los tiempos de Pujol, ayer a CDC y hoy a Junts, le tiene absolutamente al fresco quién delinque y cuánto se delinque. Con que tengan un certificado B de catalán, ya hay suficiente. De ahí que Junts omita el tema y evite que en sus listas la presencia de musulmanes. Conoce el riesgo. Calla sobre la inmigración, pero no admite apellidos inmigrantes en sus listas… Ahí está el nicho que Aliança Catalana pretende legítimamente ocupar.

Quien, en cambio, aspira, desde los tiempos de Carod Rovira, a incorporar a la inmigración musulmana es ERC como base electoral. Carod ya aludió -en su infinita ignorancia sobre la religión a un “Islam catalá”, desconociendo que la patria de un musulmán piadoso es la “umma”, la comunidad islámica unida por el credo religioso y que habla, no en catalán, sino en la lengua sagrada en la que Mahoma escribió el Corán. ERC, cree poder atraer el “voto islámico” incluyendo a siete candidatos en sus listas por Barcelona y Gerona (de los que pueden salir entre dos o tres). Su actitud ante la inmigración es exactamente igual a la del PSC: “¿inmigrantes? Cuantos más, mejor; pero, eso sí, con el certificado B de catalán”.

En realidad, el gran problema de Cataluña es la islamización creciente, unido a la caída en picado de las familias con cuatro y con dos apellidos catalanes. A pesar de que no puede establecerse una ley matemática segura, lo mas probable y lo que nadie duda con observar las calles y los colegios en Cataluña es que en 20 ó 30 años como máximo, los musulmanes no serán una “minoría”, sino que -como está empezando a pasar en el Reino Unido, después de las elecciones municipales del sábado pasado- los islamistas presenten candidaturas propias allí donde sean mayoría y proclamen la “sharia”.

Por eso, no hay que fijarse tanto en quién quedará en cabeza, ni siquiera en qué orden, ni quién gobernará: sabemos que, gobierne quien gobierno, seguirá la misma línea de los últimos gobiernos, nada, absolutamente nada, cambiará. Pero estas elecciones van a servir para medir el “estado de cabreo” de la sociedad catalana. La pista que nos ayudará a establecer el diagnóstico va a ser el resultado que obtengan las tres candidatura claramente antiinmigracionistas: Vox (que está realizando una muy buena campaña, con actos en los que ha logrado movilizar a poblaciones consideradas como “hostiles”), Alliança Catalana (que puede obtener escaño en Gerona) y el Frente Obrero (que nos dirá cuántos electores de izquierdas están hasta los mismísimos de la inmigración masiva).

Porque el gran problema que va a afrontar Cataluña en los próximos años, no es “referéndum sí” o “referéndum no” (aunque se celebrara, los sondeos indican que el apoyo social al independentismo ha ido cayendo más y más en los últimos cuatro años), sino la islamización de la sociedad catalana. Y, por extensión, la inmigración masiva.

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¿Y el PP? Aumentará, sin duda, pero la cuestión es cuánto y nunca será suficiente para ser algo significativo en Cataluña. Su discurso actual es excesivamente grisáceo, aspira a ocupar el espacio que ocupó Ciutadans hace dos legislaturas, sin advertir -la cabeza de Feijóo tampoco lo admite- que en estos últimos años se ha producido una polarización en todo el mundo generada por la ofensiva “progresista” (basada en el “cambio climático”, “los estudios de género”, el “wokismo” y la “inmigración masiva”). Esa ofensiva ha generado la necesidad de una reacción tan fuerte y de la misma intensidad, pero de sentido contrario. Lo que valía hace ocho años, hoy es inútil. Los “centrismos” están muertos y enterrados. En Cataluña, en España y en Europa. El PP se ofrecerá a colaborar con el PSC, en el enésimo error estratégico de Feijóo. Lo normal hubiera sido que las candidaturas de Vox y del PP, incluso los restos de Cs, hubieran pactado un programa y una candidatura común. Pero lo que es lógico para los electores, no lo es para los partidos.

En cuanto al “sorpasso” de Vox al PP que se produjo en las anteriores elecciones, lo más probable es que quede anulado: el PP crecerá por delante Vox. Lo normal, dadas las circunstancias. Pero, al igual que ocurrió en las pasadas elecciones vascas, Vox mantendrá posiciones (e, incluso, es posible que las mejore). Volvemos a repetir que es “lo normal”: la “hora” de Vox sonará en cuanto el PP vuelva al poder y decepcione a los que esperaban unas políticas radicalmente diferentes a las socialistas

Así que no esperéis nada de las próximas elecciones, solo un indicativo del “estado de cabreo” de la sociedad (que, en cualquier caso, será menos que el “estado de somnolencia inducida” que vive la región).

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