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Van contra Donald Trump, pero tumbarán a Biden

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Joe Biden
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Ramón Pérez-Maura.- Primero tiraron del hilo de la implicación rusa en la campaña presidencial que acabó en nada. Después acusaron al presidente de obstrucción a la Justicia por despedir al director del FBI –al que nombra el propio presidente–. No hubo caso. Durante un rato sacaron mucho en los papeles a Stormy Daniels, una actriz de pornografía que en 2006 había entretenido con Trump unas cuantas horas de la siesta. Cualquiera podía comprender que no era una buena idea que el partido de Bill Clinton hiciera un caso político de ello. Han sido tres intentos de derribar a Trump en 32 meses que lleva en el cargo. Aquí llega el cuarto intento.

Se acusa a Trump de haber pedido ayuda al nuevo presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, contra el potencial candidato rival, Joe Biden, que fue vicepresidente de Estados Unidos en los dos mandatos de Obama. Ya sería un poco raro que después de la complicada trama rusa en la campaña de 2016, con un viejo zorro como Putin al mando del KGB, se le pudiera ocurrir a Trump la peregrina idea de recurrir a Ucrania, con un recién elegido presidente carente de ninguna experiencia política salvo la de interpretar al presidente de su país en una serie de televisión.

Pero sí, como la «América de la Resistencia» como les gusta llamarse cree que Trump es tonto, piensan que haría eso. La realidad más bien parece ser que Trump sabe bien los negocios que hizo en Ucrania Hunter Biden y sabe el papel que jugó Joe Biden en conseguir la destitución del fiscal ucraniano que investigaba la gasística Burisma Holdings en la que estaba el hijo del vicepresidente.

Así que esta semana hemos vivido una conmoción mediática con el anuncio de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, de que pone en marcha un «impeachment». Hay un pequeño problema técnico: eso no funciona así. El proceso de destitución de Nixon empezó el 4 de febrero de 1974 cuando la mayoría demócrata de la Cámara presentó la resolución 803 autorizando a la judicatura «a investigar total y completamente si existen suficientes fudamentos para que la Cámara de representantes destituya al presidente Richard M. Nixon».

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Se votó 410 a 4. Era una iniciativa bipartidista. En el caso de Clinton, tras el informe del fiscal especial Ken Starr, el 8 de octubre de 1998 la autorización pasó en la Cámara 258 a 176. 31 demócratas se sumaron a los republicanos. En el caso que nos ocupa, Nancy Pelosi no ha movido un dedo para que la mayoría demócrata promueva una resolución con la que poner en marcha el proceso de destitución. Y no lo ha hecho porque no hay pruebas de ningún delito y sí muchos indicios de que ni un solo republicano lo apoyaría.

A estas alturas, empieza a haber cada vez más evidencias de que lo peor que le puede ocurrir a Biden es que se hable de Ucrania. Aunque ya puede ser muy tarde. Porque Biden era el favorito de los demócratas, pero no gustaba a la izquierda dura y ascendente, la de Bernie Sanders y Elizabeth Warren. Así que esa izquierda está ahora encantada de hablar de Ucrania. No saben si en esta cacería será un venado o un gamo. Pero están seguros de que hay trofeo.

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