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Una anciana despiadada llamada Rosa María Mateo: la siniestra fidelidad de un estómago agradecido

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Por José L. Román.- Dicen que jubilación viene de júbilo, y por tanto de gozo y alegría. Un merecido descanso para las buenas personas al llegar el ocaso de su vida, después de haber dedicado muchos años de trabajo al servicio de la comunidad y de su Patria.

Pues bien, cuando una persona jubilada y con una pensión más o menos holgada para vivir, en lugar de dedicar esa etapa final de su vida a disfrutar regalando humildemente todo lo bueno y positivo que atesora a las nuevas generaciones, se presta y ofrece para llevar a cabo un plan diabólico gestado desde el Gobierno por una banda de comunistas, terroristas e independentistas, entonces, esa persona jubilada por muy anciana que sea no merece nuestro respeto, sino el desprecio más absoluto.

Esto es lo que le sucede a la anciana periodista ya jubilada, Rosa María Mateo. Una mujer que después de largos años colocada en la deficitaria televisión pública al servicio del socialismo, vuelve al que fue su pesebre para purgar el ente por orden expresa del okupa de la Moncloa, sin importarle lo más mínimo lastrar con la pesada losa de haber sido colaboradora necesaria de algo tan malvado y siniestro.

La purga ha sido cruel; “sentencias” sin juicio previo. Purga de todo aquel o aquella de signo contrario al de sus postulados. La nueva “comisaria” que no administradora, al servicio del okupa de la Moncloa y de su banda, se ha convertido en la gobernanta-capataz que hace bramar el látigo como nadie. No hay asalariado que se le resista; o estás conmigo o contra mí; aquí mandan mis ovarios, y te vas a la puñetera calle.

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Aún recuerdo cuando alguien del famoso rodillo corrupto la bautizó, allá por la década socialista de los 80, como “musa de la democracia”. Algo así como una divinidad del sistema, investida mediante un mensaje a través de la “tele” pública. Y claro, si lo dijo la “tele”, pues ya se sabe, como las “Letras del Tesoro…con la garantía del Estado”.

Que les digan ahora a todos los que hasta hace cien días cobraban sus nóminas en RTVE, y que esta anciana despiadada ha puesto en la puta calle, si se trata de una “musa” o de un “cabo de vara”. Que les pregunten.

Muchos españoles incautos se creyeron, y todavía se creen, la historia de la democracia y lo de la libertad de expresión. Incluso pensaban que llevando a Aznar o a Rajoy a la Moncloa a través de las urnas, y al PP al Parlamento con mayoría absoluta, se acabarían las oficinas de colocación como RTVE. Nunca más lejos de la realidad. Llegaron al poder e hicieron lo mismo con sus acólitos que los socialistas con los suyos, pero eso sí, sin despedir a los colocados por sus antecesores. La plantilla pasaba como si tal cosa de 500 a 1000 o de 1000 a 1500 cotizantes, a pesar de la deuda astronómica acumulada. Lo que no habrá visto el ente público pasar, por arriba y por abajo.

Una cosa es cierta, y es que la fidelidad de un estómago agradecido no tiene límites. Siempre al servicio del partido incluso jubilada, sea cual sea la misión encomendada. No sabemos si será cuestión de cuajo o de falta de escrúpulos, aunque lo más seguro es que tenga que ver con el número de miembros de la familia que aspiran a un puesto en la ubre del Tesoro.

Y por último, lo más vomitivo de este particular personaje. Al parecer, esta “comisaria política” del partido socialista se vio afectada por un ERE en 2003 a cuatro días de su jubilación, teniendo que abandonar el pesebre muy bien indemnizada. Y ahora, a sus 76 años de edad, vuelve a ser “colocada” en la misma empresa pública deficitaria, que la indemnizo hace 15 años con dinero de nuestros bolsillos.

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