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Escribo abochornado, abrumado y avergonzado, pues siento vergüenza ajena por la última cagada del okupa de La Moncloa, ése que pide elecciones en Venezuela, mientras se niega a convocarlas en España.
También estoy preocupado por la “ausencia” del Jefe del Estado.
¿Estará enfermo, o es que pasa de todo, siguiendo las “órdenes” de la republicana que tiene a su lado?
Una nación puede tener la desgracia de estar gobernada por corruptos, incompetentes, y hasta traidores. No son los mejores gobiernos, desde luego, pero en España, después de varios años de PP y PSOE, ya estamos acostumbrados.
Ahora bien, lo que ya no es de recibo es que el Rey (o Presidente de la República, en su caso y en su día, no muy lejano, al paso que vamos), no ejerza las funciones que tiene atribuidas constitucionalmente;
Artículo 56 de la Constitución de 1978:
“El Rey es el Jefe del Estado…, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones…, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes”.
Artículo 62. “Corresponde al Rey:
g) Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del Gobierno.
h). El mando supremo de las Fuerzas Armadas”.
Y el Art. 8, 1, de la Constitución establece que:
“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento jurídico”.
Podemos tener un gobierno traidor, por desgracia, que está dispuesto a prostituirse con tal de seguir unas semanas o meses más en el poder, pero lo que no podemos tolerar es que el Jefe del Estado pase de todo, mire para otro lado, con tal de no hacer nada, y se llame a andanas.
¡Para eso no necesitamos un Rey!
Seguramente cualquier presidente de república lo haría mejor.
Abogado y escritor.