No se han convocado manifestaciones por parte de las asociaciones feministas.
La historia parece sacada de una película de terror o de cualquier país tercermundista pero ha ocurrido en España y son hechos cada vez más habituales. Una mujer de 31 años y nacionalidad nicaragüense se quedó en la calle hace unas semanas. Un hombre de edad avanzada, al que conocía previamente, se ofreció para darle cobijo a lo que ella accedió.
El hombre, de nacionalidad búlgara, no tenía las buenas intenciones que la chica presuponía y la instaló en una zona de chabolas. Le quitó todo el dinero que tenía, la amenazó y una vez atada aprovechó para violarla. Su captor no tenía suficiente con violarla a diario, sino que también pretendía sacar rendimiento económico de la joven secuestrada.
En este sentido, cada día la trasladaba hasta un piso particular en el que era violada y prostituida. Una vez salió todo a la luz la Policía Nacional procedió a la detención del proxeneta búlgaro junto a otros hombres de distintas nacionalidades (rumanos, búlgaros, iraní, marroquíes, españoles y un hombre del que no ha trascendido la nacionalidad).